“El sur de Piauí está destruido, sus ríos y arroyos envenenados y secos para satisfacer la voracidad de algunas empresas que buscan las ganancias fáciles a través de la destrucción de los ecosistemas, con las actividades del carbón, la leña, la soja, el ricino y el eucalipto. La riqueza producida se concentra en manos de unos pocos y la gran mayoría de la población continúa viviendo sin usufructuar los bienes ofrecidos gratuitamente por la Madre Naturaleza. La agricultura familiar casi no existe. Ninguna ciudad donde esté presente la soja, el ricino, la leña o el carbón mostró cambios en su perfil social. Trabajadores rurales mueren envenenados y el Estado finge no ver, la actividad laboral tiene como base el trabajo esclavo, la biodiversidad es destruida implacablemente, las aguas del Cerrado (sabana brasileña) están desapareciendo y se están creando desiertos”, decía hace un año Judson Barros, Coordinador de la Red Ambiental de Piauí (1)
A este escenario llega la Companhia Suzano de Papel e Celulose, para agravar aun más los problemas. Avanza sobre la Mata Atlántica, a orillas del río Paranaíba y sobre el Cerrado, donde recibió autorización para establecer plantaciones de monocultivos de eucaliptos en 160 mil hectáreas. La empresa también trae muchas promesas de empleo, por supuesto: de 12 mil a 30 mil empleos indirectos, 3.500 directos...
“Ese discurso fue utilizado con la venida de Bunge Alimentos y de Brasil Ecodiesel a Piauí”, reflexiona Barros, y agrega: “Hoy la realidad es cruel, no se está generando ningún empleo, la fábrica fue cerrada, ya que el gobierno descubrió que no se puede hacer marchar autos con aceite de ricino’. Pero después de haber puesto mucho dinero público en el negocio. El Gobernador regaló 100 mil hectáreas de tierras públicas a esa empresa, por un monto de 50 millones de reales brasileños aproximadamente. La justificativa de destruir el medio ambiente porque va a generar algún empleo ¿es aceptable? Intentan infundir a la gente que a causa de estos empleos, la sociedad debe pasivamente aceptar la destrucción de bosques enteros en los alrededores de Teresina [capital de Piauí], eliminando completamente la fauna y la flora, contribuyendo también para aumentar el calor y la falta de lluvias de la región y transformar al Parnaíba en una alcantarilla, peor de lo que ya está. Grave también será el abastecimiento en la capital en calidad y disponibilidad de agua.”
Es que abundan los ejemplos para saber qué ocurrirá, a pesar de las manidas promesas. Como se expresa en una carta abierta enviada a oficinas nacionales e internacional del FSC y la empresa certificadora IMAFLORA publicada el 10 de julio (2), “Hace una década que la Red Desierto Verde viene alertando a la sociedad brasileña e internacional sobre los profundos y negativos impactos económicos, sociales y ambientales de los monocultivos de eucalipto en la sociedad y el medio ambiente, sea en el extremo sur de Bahia, en el norte de Espírito Santo y Minas Gerais, denunciando la insustentabilidad de las plantaciones químicas e industriales de eucalipto. Más que eso, la Red Desierto Verde ha venido movilizando parte significativa de la sociedad regional, provocando un conjunto de audiencias públicas en los parlamentos a nivel municipal, del estado y federal, así como procesos judiciales, incluso en cortes internacionales, donde el Estado y el monocultivo son responsabilizados por la violación de derechos humanos económicos, sociales, culturales y ambientales.”
Los movimientos sociales, campesinos, sin tierras, pueblos tradicionales, sindicatos de trabajadores, iglesias, organizaciones no gubernamentales, técnicos, académicos, individuos, articulados en la Red Alerta contra el Desierto Verde denuncian que los agroquímicos de las plantaciones de eucaliptos “contaminan el suelo y el agua de una macro-región, sus tierras se sobreponen a territorios étnicos tradicionales, su mecanización genera desempleo en gran escala, su polución industrial afecta un enorme radio territorial, sus camiones e infraestructura trastornan caminos y comunidades rurales, su tercerización y degradación del trabajo mutilaron y envenenaron a trabajadores, desde los años 70 hasta hoy, sin que se hayan conquistado pensiones por invalidez. Su manejo del monocultivo genera inseguridad alimentaria y concentración de tierras, en un territorio de intenso éxodo rural, de carencia de Reforma Agraria, de políticas públicas y sin la titulación de territorios tradicionales.”
A pesar de todo esto, los monocultivos de eucaliptos de la Companhia Suzano de Papel e Celulose recibieron la certificación FSC, a través de la empresa certificadora Imaflora. El sello del FSC, dice la Red Alerta contra el Desierto Verde en su comunicado, “está certificando y maquillando como sustentable esta tragedia social y ambiental, en vez de contribuir con la disminución de las desigualdades sociales, económicas y ambientales de la región”.
El tema de la certificación de los nefastos monocultivos de árboles es un tema ya sufrido por las comunidades que los resisten. Se certificó a Veracel en el extremo Sur de Bahía, se certificó a Plantar S.A. en Minas Gerais, y ahora se vuelve a certificar a Suzano. Como dice la Red en su carta: “Infelizmente el principio 10 del FSC continua a contramano del debate ambiental, permitiendo la certificación de las plantaciones uniformes de árboles como bosques sustentables, desvirtuando el mensaje del sello verde frente a los consumidores del norte”.
Son justamente esos consumidores quienes deben saber que “Para nosotros, de la Red Desierto Verde, el FSC de la Cia. Suzano ha resultado ser un maquillaje verde, para una empresa que ni siquiera financieramente se sustentaría, si no fuese por las enormes y ventajosas cifras públicas invertidas por el Estado, sea en forma de inversión directa, crédito o concesión fiscal. El sello verde de la Cia. Suzano debe ser inmediatamente revisado y retirado, posibilitando la titulación de los territorios tradicionales, la agricultura campesina y la reforma agraria, promoviendo la agroecología, la soberanía alimentaria y la recuperación del clima y de la Mata Atlántica en la región”
Aunque en definitiva concluyen, “¡las empresas devastadoras merecen al FSC y el FSC merece a las empresas devastadoras! Quien no merece al FSC son las comunidades campesinas, sin tierras, los quilombolas (descendientes de esclavos), indígenas, ribereños y los pobladores de los alrededores, impactados por sus plantaciones. Tampoco merece al FSC el consumidor final del Norte que esté interesado en rever su consumo excesivo.
Todas las falsas promesas que Suzano está ahora haciendo en Piauí –como los 12 mil a 30 mil empleos indirectos y los 3.500 directos- ya las hizo antes en Espírito Santo y en Bahía, pero ahora se sabe que sus plantaciones de eucaliptos no solo no generaron esos empleos sino que resultaron en desempleo a gran escala. Como lo dice la Red Desierto Verde en su carta de 10 de julio,“Los conflictos socioambientales que laten en el norte de Espírito Santo y en el extremo sur de Bahia, a partir de la confección de millares de hectáreas de monocultivos, están cerca de suceder en los estados de Maranhão y de Piauí”.
Dado que las plantaciones de Suzano en Piauí están todavía en la etapa de estudio de impacto ambiental, es fundamental que las poblaciones locales sepan que todas sus promesas son falsas y que todavía se está a tiempo de evitar el desastre social y ambiental que resultará de su implantación.
(1) “O papelão da Suzano no Piauí”, Judson Barros - Coordinador de la “Rede Ambiental do Piauí”, http://www.portaldomeioambiente.org.br/
pma/index.php?option=com_content&view=article&id=717
(2) Comunicado de la Red Alerta contra el Desierto Verde, 10 de julio de 2009