El efecto del acaparamiento de tierras por parte de los proyectos de conservación es raramente contemplado en el debate actual sobre “acaparamiento de tierras” global. En Tanzania, donde alrededor del 40% de la superficie terrestre del país se encuentra bajo alguna forma de protección ambiental, las zonas de conservación han aumentado en forma sostenida desde tiempos coloniales, llevando a la pérdida de tierras y de acceso para los pequeños agricultores, pastores y pescadores.
Tanzania tiene una costa que se extiende por más de 800 km, caracterizada por una amplia gama de biotopos, entre ellas los manglares. Estos bosques de mangles son el hábitat que sustenta a la mayor biodiversidad marina de África oriental y proporcionan, además, la base del sustento para los pescadores de aldeas costeras y centros urbanos. Por otra parte, la pesca a pequeña escala, que constituye el 95% de la captura, ofrece alimentos ricos en proteínas, muy importantes para las poblaciones costeras.
Sin embargo, la infraestructura turística ocupa extensiones cada vez mayores de las costas más atractivas. En 1968 se formularon las propuestas iniciales para la creación de zonas de conservación marina, seguido por la aprobación en 1970 del Decreto de Pesquerías por el Parlamento de Tanzania y la promulgación de siete pequeñas reservas marinas cercanas a Dar es Salaam, Tanga y Mafia
No obstante, las normas y la promulgación de estas reservas no fueron puestas en práctica por más de 25 años. A fines de la década de los ochenta y principio de los años noventa, los líderes comunitarios de la Isla de Mafia se quejaron de las prácticas de pesca destructivas (a través del uso de explosivos con dinamita), perpetradas por personas ajenas al lugar.
El “Decreto sobre Parques y Reservas Marinas” fue aprobado en noviembre de 1994 y el Parque fue publicado en el diario oficial en abril de 1995. En 1994, la División de Pesquerías recibió financiamiento de Norad y simultáneamente el WWF demostró un vivo interés en desempeñar el papel de asesor técnico para el establecimiento y la puesta en marcha del Parque Marino de la Isla de Mafia (MIMP, su sigla en inglés) frente a la costa de Tanzania. A pesar de estas declaraciones de interés y la popularidad del éxito inicial en la colaboración con las comunidades locales para detener la práctica destructiva e impopular de la pesca con dinamita, claramente el énfasis del MIMP a largo plazo está también en la promoción de nuevas actividades económicas.
El Parque Marino de la Isla de Mafia cubre una superficie de 822 kilómetros cuadrados y es el mayor parque marino del Océano Índico. Abarca 10 aldeas y tiene una población de aproximadamente 15.000 a 18.000 habitantes, de los cuales el 46-65% depende en gran medida de los recursos marinos para su sustento. Los manglares y bosques costeros se encuentran en las “zonas medulares”, donde no se permite a los pescadores y habitantes tener acceso alguno a los recursos, aunque estas zonas son las más ricas de pesca tradicional, mientras que los turistas, negocios hoteleros e investigadores tienen permiso para visitar, bucear y realizar investigación allí. Existen “zonas de uso específico” donde sólo se permite a los pescadores utilizar ciertos tipos de aparejos (pesca con líneas y trampas con canasto) y se prohíbe la pesca por no residentes. Las otras áreas son conocidas como “zonas de uso general” donde se permite la pesca con redes pero el tamaño de la malla es más restringido que en las aguas costeras generales.
A pesar de los reclamos acerca del proceso participativo en la formulación del Plan de Gestión General y las expresiones relativas a la conservación con base en la comunidad, el Plan fue publicado en inglés y se demoró siete años en tener una traducción al kiswahili. Las afirmaciones sobre la conservación con base en la comunidad y la gestión compartida tuvieron algún sentido en el período de consultas anterior a la formación del MIMP y durante el período inicial de colaboración con los pobladores en la lucha contra la pesca con dinamita, pero en los años subsiguientes se han vuelto mayormente retóricas.
La administración del MIMP se hizo cada vez más grande y la administración interna, el contacto con las autoridades nacionales y el énfasis en el patrullaje y el fortalecimiento del papel “policíaco” se ha vuelto más notorio.
Algunos de los residentes de Mafia logran algún mercado donde vender sus productos a hoteles y al personal de MIMP, y otros consiguen oportunidades de empleo o proporcionan alojamiento para investigadores visitantes. Pero los empleos mejor pagos en la administración del parque marino y en los hoteles turísticos se otorgan principalmente a gente de fuera de Mafia o a extranjeros.
En términos generales, los beneficios corresponden principalmente al Estado, a las empresas de turismo en manos extranjeras y a los turistas extranjeros, mientras que las comunidades locales perciben algunas ganancias pero han perdido el acceso a los ecosistemas antiguamente manejados y utilizados de forma tradicional, incluidos los bosques de mangles. Por estas razones, numerosos pescadores y pobladores del parque manifiestan su desilusión y escepticismo acerca de las prácticas de conservación.
En diciembre de 2008 y febrero de 2010, los botes de patrullaje del MIMP transportaron efectivos del ejército a algunas de las aldeas donde los líderes fueron golpeados y se les confiscaron todas sus redes de pesca, tanto las legales como otras recientemente definidas como ilegales. Este último incidente causó mucho temor, inseguridad alimentaria y empobrecimiento en toda la comunidad aldeana de la isla de Jibondo, además de causar preocupación en otras aldeas. Este hecho ha resultado en una importante pérdida de respeto por la legitimidad del papel del Estado en lo que se refiere a conservación marina. Incidentes similares ocurrieron en otras aldeas en Mafia y otras partes de la costa de Tanzania. En agosto de 2010, en la aldea costera de Tongoni, efectivos del ejército intentaron confiscar las redes de los aldeanos en plena oscuridad, baleando a dos pescadores y provocando la muerte de uno de ellos.
Una nueva tendencia al desalojo y la acumulación tiene lugar a lo largo de la costa de Tanzania, donde actores internacionales persiguen un nuevo tipo de intereses, incluida la “conservación de la biodiversidad”, el turismo safari y la “mitigación del cambio climático”, beneficiándose de tierras adquiridas a bajo costo. Sin embargo, estos intereses y las inversiones conexas surgen a expensas de las comunidades rurales cuyo interés en la conservación, vinculada directamente a su sustento básico , se ignora.
Artículo adaptado de “Conservation and Land Grabbing in Tanzania”, Ian Bryceson, Tor A. Benjaminsen, Faustin Maganga yTonje Refseth, en http://www.future-agricultures.org/papers-and-presentations/cat_view/1551-global-land-grab/1552-conference-papers?start=20