REDDiseñando "BOSQUES"

Maquillando el desierto verde en Copenhague

Parece cada vez más probable que ningún acuerdo vinculante surgirá de Copenhague y que el Norte intentará abandonar el Protocolo de Kyoto. También parece probable que se apruebe alguna clase de acuerdo sobre reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques (REDD). Existe el grave peligro de que REDD funcione como forma de disimular el fracaso del Norte en reducir drásticamente sus emisiones. REDD podría generar una apropiación masiva de tierras, llenar las arcas de algunos de los gobiernos y ministerios forestales más corruptos del mundo, pisotear los derechos de las comunidades indígenas y locales, acelerar la conversión de bosques en plantaciones y abrir una enorme vía de escape para que los países del Norte puedan seguir contaminando. Y al mismo tiempo permitiría que la deforestación continuara avanzando.

Pero con o sin un acuerdo sobre REDD, las negociaciones de la ONU sobre el clima ya han causado serios problemas para la gente y los bosques, mediante el apoyo del Mecanismo de Desarrollo Limpio a las plantaciones industriales de árboles. “Lo peor del fraude del MDL,” como dijo el WRM en agosto de 2009.

El problema comienza con la definición de “bosque”. Hasta ahora, no hay una definición acordada sobre bosque en las negociaciones REDD, pero según la definición del MDL cualquier área superior a 500 metros cuadrados con una cubierta forestal del 10 por ciento y con árboles capaces de alcanzar los dos metros de altura, es un “bosque”. Hasta los bosques cortados a tala rasa están incluidos en esta definición de “bosque”.

La FAO apoya desde hace mucho tiempo el mito de que las plantaciones son bosques. Recientemente, publicó un folleto explicando que “Las negociaciones necesitan terminología clara”. Lo cual es por supuesto muy cierto. Pero el folleto discute la diferencia entre “manejo forestal sostenible” y “manejo sostenible de bosques”. No hace falta decir que ambas versiones de “manejo sostenible” incluyen las plantaciones industriales de árboles. La FAO es institucionalmente incapaz de ver la diferencia entre una plantación y un bosque, pero puede pagar salarios muy confortables a gente inteligente para que analice la palabra “de”.

Una mirada a la Corporación Financiera Internacional (CFI), institución del Grupo Banco Mundial para préstamos al sector privado, permite ver por qué es importante la definición de bosques. Pero primero una buenas noticia: en agosto de 2009, el Presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ordenó una moratoria total sobre las inversiones del banco en plantaciones de palma aceitera. El cambio surgió a partir de una queja formulada a la Oficina del responsable de la CFI en materia de cumplimiento de las normas institucionales (CAO, Compliance Advisory Ombudsman) por parte de varias ONGs, sobre los préstamos para Wilmar, el gigante del aceite de palma.

Tratándose del Banco Mundial, no debería sorprendernos que también haya alguna mala noticia: la CFI planea incrementar los préstamos para plantaciones industriales de árboles que no sean palma aceitera. En octubre de 2009, durante el Congreso Forestal Mundial en Argentina, Mark Constantine, de la CFI, hizo una presentación titulada “El creciente impacto del sector privado sobre el sector forestal”. Cuando Constantine dice “forestal”, también se refiere a las “plantaciones”.

La presentación de Constantine incluyó una sección titulada “¿Qué hemos aprendido?”. Pero aparentemente no mencionó los problemas causados por las plantaciones de palma aceitera de Wilmar. Tampoco mencionó un préstamo de US$ 50 millones que la CFI otorgó en 2004 a la empresa brasileña de celulosa Aracruz. Dicho préstamo fue rápidamente cancelado poco después de que Aracruz y la policía local sacaran violentamente a los pueblos indígenas Tupinikim y Guaraní de las aldeas que habían recuperado luego de ser ocupadas por los monocultivos de Aracruz.

Entre los “nuevos enfoques” que Constantine sugirió se encuentra “Incrementar el acceso del bosque al mercado de carbono” e “Invertir en plantaciones e industrias forestales”. También habló de la necesidad de “impulsar las inversiones en plantaciones forestales”. Constantine mencionó el riesgo del “monocultivo/desierto verde”, pero esto no significa que la CFI no entregue dinero para expandir el desierto verde.

El 18 de noviembre de 2009, la CFI anunció que planeaba invertir en 250.000 hectáreas de plantaciones industriales de árboles en Indonesia. En el comunicado de prensa de la CFI, Adam Sack, Gerente de País de la CFI para Indonesia, dijo que “Este nuevo programa es parte del compromiso de la CFI de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.” La CFI declara que las plantaciones podrían recortar las emisiones de carbono en aproximadamente 90 millones de toneladas al año y que esta supuesta reducción podría ser comercializada dentro del MDL.

La CFI describe sus propuestas como proyectos de “reforestación” que “secuestran carbono al sacar CO2 de la atmósfera.” Pero esto no es reforestación – es reemplazar un paisaje degradado por un monocultivo. Y mucho del dióxido de carbono almacenado en los árboles será rápidamente liberado, cuando los árboles sean usados para producir papel o bioenergía.

Cuando el CAO hizo una revisión de los préstamos de la CFI para las plantaciones de palma aceitera de Wilmar en Indonesia, encontró que “Como las presiones comerciales dominaban el proceso de evaluación de la CFI, el resultado fue que las revisiones de diligencia debida, social y ambiental, no ocurrieron como correspondía.”

En su presentación en el Congreso Forestal Mundial, Constantine preguntó “¿Cómo medimos el éxito?”. Su respuesta, para el caso de las plantaciones, fue “Cantidad de hectáreas de nuevas plantaciones. Dólares invertidos. Cantidad de proyectos.” Parecería que la historia se vuelve a repetir.

La solución es simple. La ONU necesita una definición de bosques que excluya las plantaciones. Así, los planes de la CFI en Indonesia se mostrarán como realmente son: ni proyectos de “reforestación” ni parte de un “compromiso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero,” sino un subsidio para el sector de las plantaciones, destructor del medio ambiente y de la sociedad.

Chris Lang, http://chrislang.org