Plantaciones como sumideros: lo peor del fraude del carbono

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Mientras para la mayor parte de la humanidad el cambio climático significa un desastre, unas pocas personas con mentalidad empresarial lo perciben como una buena oportunidad de negocios. De la forma en que lo ven, el cambio climático es una cuestión de emisiones de carbono, y el carbono puede ser manejado como una mercancía en el mercado global. Este mercado – según dicen – puede valer miles de millones o incluso billones de dólares y ellos esperan que les aporte enormes ganancias. No importa si no tiene valor alguno en lo referente a mitigar el cambio climático; lo único que cuenta es su valor como inversión rentable.

El problema es que estas personas tienen poder y mucha influencia tanto a nivel nacional como internacional, donde las leyes y los acuerdos se hacen a la medida de sus deseos. Tal fue el caso de la Convención sobre Cambio Climático y de su Protocolo de Kyoto, que cedieron a su presión y aceptaron al mercado de carbono como una de las “soluciones” al cambio climático. Así, el llamado “Mecanismo de Desarrollo Limpio” fue aprobado como un medio para “compensar” las emisiones de CO2.

Además, el apoyo gubernamental a los enfoques de “libre mercado” permitió a esos mismos actores crear un mercado voluntario de carbono, donde se hace creer a la gente que basta con pagar cierta suma de dinero para librarse de toda culpa por sus emisiones de CO2 – por ejemplo, las que se producen al viajar en avión. De esta forma nació el mercado de la “neutralidad en carbono”.

Tanto el mercado de carbono “oficial” como el “no oficial” incluyeron a las plantaciones de árboles como uno de los posibles mecanismos para “compensar” emisiones.

El WRM ha producido abundante documentación acerca de los impactos de las plantaciones de árboles en general, ha analizado los motivos por los cuales las plantaciones no deberían ser consideradas como sumideros de carbono, ha enumerado las razones para oponerse al mercado del carbono y ha explicado por qué la “neutralidad en carbono” es un fraude. Toda esta información es fácil de encontrar en nuestro sitio web.

Ahora quisiéramos enfocarnos en un solo asunto, que es en sí mismo motivo suficiente para excluir a las plantaciones de árboles como sumideros de carbono: el riesgo de incendio.

Imagine la siguiente situación. Una empresa contaminante del Norte paga a un vendedor de “neutralidad en carbono” que promete “compensar” sus emisiones plantando árboles. Supongamos que esos árboles son realmente plantados y que sí absorben la totalidad del carbono emitido por la empresa contaminante. Seis años después, la plantación se incendia. El resultado será que dicha plantación quemada habrá liberado la misma cantidad total de carbono que se suponía debía “compensar”. Esto significa que la única utilidad de la plantación fue permitir que la empresa contaminante evitara invertir en lo que resulta más necesario desde una perspectiva climática: reducir las emisiones.

El escenario antes mencionado es real y posible, porque las clases más comunes de plantaciones – las de eucaliptos y pinos – son naturalmente propensas a incendiarse. Ambos tipos de árboles son altamente inflamables en condiciones naturales – los incendios, de hecho, los ayudan a eliminar la competencia por parte de otras especies – y aun más inflamables en plantaciones de crecimiento rápido a gran escala , porque crean un ambiente muy seco debajo de su dosel, ideal para la propagación del fuego.

Por otra parte, los problemas sociales que crean las convierten en el objetivo de incendios provocados en muchas zonas donde los lugareños se han visto perjudicados por ellas. Si bien no es un hecho comprobado, se dice que algunos incendios en lugares tan distantes como Chile y Swazilandia fueron iniciados por lugareños que fueron desplazados o sufrieron los impactos de las plantaciones. Unos 10 años atrás, en Venezuela, los empleados de la empresa de plantación y celulosa Smurfit recibieron la orden de revisar a las personas que vivían cerca de sus plantaciones y confiscarles fósforos y encendedores por miedo a que provocaran algún incendio. Y la posibilidad era muy real, ya que la mayoría de los lugareños deseaba de hecho incendiar las plantaciones y así lo manifestaban abiertamente.

Tanto por razones sociales como ambientales, las plantaciones se incendian constantemente en todo el mundo. Algunos de los casos que tuvieron más cobertura mediática incluyen plantaciones – y bosques – en Australia, España, Portugal, Chile, Sudáfrica y Swazilandia. Pero basta con hacer una simple búsqueda en internet para encontrar muchos más incendios relacionados con plantaciones en países con grandes áreas de monocultivos de árboles.

La conclusión obvia en relación a las plantaciones como sumideros de carbono es que resulta muy poco inteligente – por no decir totalmente estúpido – utilizarlas para almacenar carbono. Las plantaciones como sumideros sólo tienen un aspecto positivo: retratan la peor cara del fraude del mercado de carbono.