Algo huele mal en los sumideros

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Como casi todos sabemos la Tierra se está calentando y una de las principales causas del cambio climático es el uso de combustibles fósiles. Bajo presión, en el Protocolo de Kyoto los países industrializados -que son los mayores responsables del actual estado de cosas- asumieron mínimos compromisos para reducir sus emisiones provenientes de la combustión de combustibles fósiles. Sin embargo, algunos de los países más contaminantes están tratando de encontrar la forma de eludir tales compromisos, apelando a potenciales resquicios existentes en ese Protocolo, que podrían permitirles plantar millones de hectáreas de árboles en el Sur en lugar de limitar sus emisiones en la fuente.

En parte para evaluar la validez científica de ese enfoque, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) designó un panel para elaborar un Informe Especial sobre Uso del Suelo, Cambios en el Uso del Suelo y Forestación. El mismo, publicado en mayo pasado, ha desilusionado a muchos activistas, pues otorgó un sello "científico" a la aprobación de un mercado de carbono que generaría ganancias para un reducido número de empresas y consultoras -mayormente del Norte- permitiría a los países industrializados seguir emitiendo carbono a la atmósfera, impactaría negativamente sobre la gente y el ambiente en el Sur, a la vez que sería inútil a efectos de desacelerar el cambio climático.

¿Cómo pudo el IPCC producir un informe de estas características? ¿Por qué los científicos no hicieron bien su trabajo? Posiblemente la respuesta sea muy compleja, ya que involucra presiones provenientes de sectores de sus propios pares, la influencia política de los EE.UU., ambiciones personales y el hecho de que, de los cientos de autores y comentaristas del informe tan sólo unos pocos eran cientistas sociales o gente experimentada en la realidad política a nivel de base. Pero una de las razones que explica la falla del informe es, lamentablemente, muy simple: algunos de sus autores (y de las empresas para las que trabajan) habrán de beneficiarse económicamente de las conclusiones que extrajeron. He aquí algunos ejemplos:

Sandra Brown, de los EE.UU. ha sido Coordinadora y Autora Principal del Capítulo 5 ("Actividades en base a Proyectos") y del Resumen para Formuladores de Políticas que contiene el informe. La Sra. Brown es Oficial de Programa de Winrock International, una ONG con sede en Arlington, Virginia, que acepta contratos de fuentes "públicas y privadas". Winrock provee servicios técnicos de monitoreo del carbono en los bosques a agencias gubernamentales, tales como la Iniciativa de los EE.UU. sobre Implementación Conjunta, y a una amplia gama de organizaciones del sector privado y no gubernamentales.

Pedro Moura Costa, otro de los importantes autores del Capítulo 5, es ejecutivo de la compañía británica Ecosecurities, firma consultora que opera en EE.UU., Brasil, Australia y los Países Bajos. La misma "se especializa en la generación de Créditos de Reducción de Emisiones" y espera obtener grandes beneficios a partir de su participación en actividades de forestación para secuestro de carbono.

Gareth Philips, del Reino Unido, otro de los Autores Principales del Capítulo 5, trabaja para la Societé Génerale de Surveillance (SGS) Forestry de Ginebra, que se dedica al diseño, monitoreo y certificación de proyectos forestales para secuestro del carbono, incluyendo la cuantificación del carbono absorbido. SGS certifica las Emisiones Certificadas Comercializables ofrecidas por Costa Rica y espera expandir su actividad a otras áreas de la forestación como sumideros de carbono. El Sr. Philips y SGS tienen por lo tanto intereses creados al aducir que la cuantificación de los efectos climáticos de este tipo de forestación tiene algún sentido.

Richard Tipper, del Reino Unido, también autor del Capítulo 5, es miembro del staff del Edinburgh Centre for Carbon Management, con sede en Edimburgo, una consultora que gana dinero con el diseño, la evaluación y el monitoreo de este tipo de proyectos. ECCM trabaja en estrecha relación con Future Forests, la cual tiene contratos de forestación para secuestro de carbono con Mazda, Avis, BT y otras compañías. El personal de ECCM también ha estado implicado en un proyecto forestal financiado en parte por la Federation Internationale de l'Automobile en México. Ubicado sobre tierras altas ocupadas por los Maya Tojolobal y tierras bajas donde viven comunidades Maya Tzeltal, este proyecto se propone "neutralizar" 5.000 toneladas de carbono emitidas anualmente por las carreras de Fórmula Uno a un costo de 38.000 libras esterlinas al año.

Mark Trexler, de los EE.UU., Editor Revisor del mismo capítulo, es director de Trexler & Associates, una firma que ha hecho mucho dinero -y que podría por ganar muchos millones de dólares más- con la promoción y el monitoreo de proyectos de secuestro de carbono y otros de "mitigación climática".

Peter Hill, de EE.UU., uno de los Autores Principales del Capítulo 4 ("Actividades Adicionales inducidas por el Hombre" - Artículo 3.4"), trabaja en Monsanto. Monsanto tiene una larga trayectoria en materia de organismos genéticamente modificados, lo que incluye potencialmente organismos manipulados para almacenar carbono de manera más eficiente. Esta empresa es otra de las que espera obtener pingües ganancias a partir de las conclusiones optimistas a las que llega el informe del IPCC acerca de la utilidad de proyectos relacionados al uso del suelo y a la forestación para mitigar el cambio climático.

Estos y muchos otros autores y editores del Informe Especial sobre Uso del Suelo, Cambios en el Uso del Suelo y Forestación tienen intereses creados en sacar conclusiones no realistas e injustificadamente optimistas acerca de la posibilidad de compensar las emisiones con árboles. Por lo tanto, deberían haber sido automáticamente descalificados para formar parte de un panel intergubernamental encargado de investigar de manera imparcial acerca de la factibilidad y beneficios de tales proyectos de "secuestro de carbono". Tal como están las cosas, este informe debe ser archivado debido al claro conflicto de intereses de muchos de sus autores y se debe promover la elaboración de un nuevo informe que esté libre de toda sospecha de corrupción intelectual.

Ya es oficial: algo huele mal en esto de los sumideros de carbono.