Australia: uso de plaguicidas en monocultivos de árboles afecta gravemente la salud en Tasmania

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Entre 1994 y 2004 la superficie de tierras convertidas de bosques nativos y granjas a monocultivos forestales casi se ha cuadruplicado y asciende hoy a 207.000 hectáreas.

La mayoría de las granjas reconvertidas eran orgánicas o utilizaban relativamente pocos productos químicos en comparación con los monocultivos forestales sumamente dependientes de productos químicos que las reemplazaron.

Hoy los plaguicidas se utilizan a una escala extraordinaria. Aprovechando plenamente las exenciones de la legislación sobre planificación y medio ambiente así como la incapacidad regulatoria general en todos los ámbitos del gobierno de controlar el uso de plaguicidas, la industria disemina productos tóxicos “a lo cowboy” en miles de hectáreas sobre las copas de los árboles, a gran altitud y sobre parcelas muy grandes. La nube tóxica se esparce sobre los techos que recogen el agua de lluvia que luego utilizan las familias, llega a cañadas y ríos hasta hace poco prístinos, se mete tanto en los tanques de agua de las ciudades como en el bosque tropical templado. Es probable que en Tasmania no haya un solo lugar protegido de los escapes venenosos, que seguramente tienen un protagonismo importante en el alarmante aumento general del cáncer y otras epidemias inexplicables en este lugar.

Prácticamente ninguna de estas innumerables protestas por la contaminación del agua potable y los probables impactos sobre la producción de alimentos en zonas adyacentes fue escuchada. Solamente se instrumentaron medidas preventivas, apropiadas o no, en los casos en que la acción de la comunidad fue especialmente pública o se hizo escuchar. Cuando las triazinas tóxicas contaminaron el agua potable de Derby, Lorinna y West Calder, los residentes se movilizaron y crearon la Red por el Agua Limpia de Tasmania. Su objetivo era llevar a cabo una campaña por el cambio en el uso de productos químicos, advirtiendo al público sobre la infracción de las reglamentaciones relativas a productos químicos, sobre todo en Tasmania.

A principios de 2004 la industria de la acuicultura del noreste de Tasmania recibió un duro golpe con la muerte masiva de ostras. De un día para el otro los ostricultores perdieron el equivalente a un millón y medio de dólares. El Dr Marcus Scammell, biólogo marino, publicó un informe que con la ayuda de una atención sin precedentes por parte de la prensa hizo sonar la alarma en todo el Estado. En el documento se subraya, una vez más y acertadamente, la vulnerabilidad de las personas, la industria y los ecosistemas ante el uso incontrolado de plaguicidas en Tasmania. Los análisis subsiguientes de las aguas superficiales del río George demostraron que había secciones del río tóxicas para los organismos vivos.

Una médica de la zona, la Dra Alison Bleaney, apoyó el llamado del Dr Scammell a la instrumentación del principio de precaución. Bleaney hizo hincapié en los peligros químicos, llamando la atención sobre el aumento de casos de cáncer y problemas neurológicos en el noreste de Tasmania a partir de 2002, que cree tienen que ver con la exposición crónica a bajos niveles de productos químicos. Sin embargo, no ha habido estudios epidemiológicos subsiguientes para investigar los posibles grupos de cáncer y otras enfermedades que podrían estar relacionados con los plaguicidas.

El aumento en la incidencia del cáncer en todo el Estado está planteando graves inquietudes. Entre 1980 y 1999, por ejemplo, hubo:

- Un aumento del 67% en la incidencia del linfoma no Hodgkins;
- Un aumento del 86,4% en la incidencia del cáncer de próstata;
- Un aumento del 273,4% en la incidencia del cáncer de tiroides;
- A partir de 1980 la incidencia de todos los tipos de cáncer combinados prácticamente se ha duplicado en Tasmania.

Este Estado se destaca también por su porcentaje de diabéticos, el más alto de Australia, con más de 5.000 casos nuevos registrados en los últimos tres años. Según Christopher Stopp, director ejecutivo para Tasmania de Diabetes Australia, esta cifra representa “una epidemia que podría destruir el sistema de salud”.

La industria se esconde atrás de la limitada ciencia de la toxicología para justificar sus peligrosas prácticas. La ciudadanía no puede defenderse cuando la carga de la prueba del daño recae sobre las familias y los niños sin recursos que sufren la presencia de los plaguicidas no solamente en el agua y los alimentos sino también en sus cuerpos.

La esclerosis múltiple es siete veces más común en Tasmania que en Northern Queensland, y “Tasmania tiene tasas mucho más altas de enfermedades coronarias, obesidad, hipertensión y colesterol elevado que otros Estados australianos”.

En 2003 la autoridad de normas alimentarias de Australia y Nueva Zelanda (Foods Standards Australia New Zealand) hizo un estudio sobre la dieta australiana; se encontraron residuos de 36 tipos distintos de plaguicidas en una variedad de alimentos de consumo común. Pero se trató apenas de análisis limitados. Los residentes de Tasmania y Victoria han expresado sus inquietudes relativas a la ingesta de plaguicidas por parte del ganado de pastoreo, con inclusión del ganado lechero, pero la acción tanto del gobierno como de la prensa en este dilema ha sido casi completamente ineficaz en cuanto a proteger a las personas y el medio ambiente.

La ironía es que no existen justificaciones económicas a largo plazo para el uso intensivo y en gran escala de los plaguicidas. Estas prácticas simplemente se refieren a que es la consecuencia de que los propietarios de la tierra sean empresas ausentes y del interés de dichas “empresas” de reducir los costos de mano de obra y obtener las máximas ganancias a corto plazo. La gran cantidad de pruebas disponibles en el mundo entero dejan en claro que hoy estamos experimentando los efectos de la exposición a largo plazo. Es muy posible que esto se extienda a las generaciones futuras, incluso en el improbable caso de que los plaguicidas dejaran de usarse hoy mismo.

Por Brenda J Rosser, Tasmanian Clean Water Network, correo electrónico: rosserbj@bigpond.com, www.geocities.com/rosserbj, basado en: “Tasmania Name Your Poison”, programa televisivo emitido por el Canal 9, 26 de setiembre de 2004; “Private timber reserves are exempt from the Land Use Planning and Approvals Act and the Environmental Management and Pollution Control Act”; “General Regulatory Failure of Pesticides in Tasmania and Australia”, http://www.geocities.com/rosserbj/pesticides_generalinfo.html; “Pesticide Abuse in Tasmania”, www.geocities.com/rosserbj; “Pesticide drift in the atmosphere”, http://www.geocities.com/rosserbj/drift.html; “More Cancer and a Higher Mortality in Tasmania”, http://www.geocities.com/rosserbj/cancer_rates.html; “Cancer in Tasmania 1980-1999”, Registro Oncológico de Tasmania, Instituto Menzies de Investigación, Universidad de Tasmania, citado en la presentación de Pete Godfrey relativa a la Revisión del Tratamiento Tributario de las Plantaciones Forestales, 10/07/05; “State's Diabetes Dilemma”, Mark Baker, The Examiner, lunes 8 de agosto de 2005, páginas 1 y 2; Christopher Stopp, director ejecutivo para Tasmania de Diabetes Australia, en el artículo antes citado; Centro Menzies, Tasmania, profesor Terry Dwyer, publicado por Nicolas Turner; Departamento de Salud y Servicios Humanos de Tasmania, http://www.dhhs.tas.gov.au/publichealth/foodandnutrition/policy.html; Limited science of Toxicology, http://www.geocities.com/rosserbj/toxicology_limits.html; No long term economic justifications, http://www.geocities.com/rosserbj/longterm_pests.html