Brasil: ecosistemas de manglares convertidos en estanques de acuicultura de camarón

Imagen
WRM default image

Durante muchos años los bosques de manglares fueron considerados y de hecho a menudo oficialmente designados como tierras improductivas y malolientes, que sólo servían para criar mosquitos. Afortunadamente esta visión de este tipo de bosques está cambiando, bajo la influencia de estudios científicos recientes y campañas de concientización pública. Ahora, los manglares se consideran inmensamente importantes para la salud de las poblaciones de peces silvestres y la ecología marina, en función de sus características naturales únicas que permiten altos niveles de biodiversidad. Están compuestos por árboles y otras especies vegetales que toleran la sal, que crecen en zonas intermareales de costas tropicales protegidas, islas invadidas por el agua marina y estuarios que alojan una variedad enorme de vida marina, de plantas y de pájaros. Además de que cientos de especies de pájaros utilizan los humedales del manglar como sitios ideales para anidar y migrar, estos ecosistemas también permiten satisfacer las necesidades de las poblaciones locales.

Estos bosques tropicales costeros únicos están entre los hábitats más amenazados del mundo. La expansión urbana, el desarrollo petrolero, la industria del carbón, las carreteras y el turismo han afectado largas franjas de bosques de manglares. Ahora estos ecosistemas dañados están expuestos a un deterioro todavía mayor debido a la acuicultura de camarón. Y la amenaza va más allá de la pérdida continua de los bosques e incluye la pérdida relacionada de los humedales de marea asociados.

Lamentablemente, con frecuencia no se reconocen las complejidades de este ecosistema sumamente diverso e interconectado, y hay quienes ven al manglar en cierta forma como separado o aislado de los humedales asociados a él, que se encuentran en las llanuras de marea --las llanuras de fango y de sal, las salinas y pantanos salinos que en realidad forman parte de un ecosistema de marea integrado mucho mayor. No se trata en verdad de ecosistemas separados, sino de variantes de un mismo tema: los humedales de marea. Donde ahora existe un manglar, en el futuro podría haber un pantano salino o una salina, dependiendo de los cambios en la hidrología, el nivel del mar u otros factores. Lo que hoy es una llanura de barro bien puede convertirse en el manglar del futuro. De hecho, con el aumento de los niveles del mar, que según se informa tiene su origen en el calentamiento global, las llanuras de barro y las salinas existentes pueden representar el único refugio para el avance natural de los manglares. Si las zonas de humedales de marea que se encuentran directamente detrás de los manglares se pierden para dar lugar a proyectos de “desarrollo”, ese avance natural del manglar se verá frustrado u obstaculizado.

La industria de la cría de camarón ha adoptado cada vez más el enfoque de que las llanuras de barro y las llanuras de sal NO SON humedales costeros valiosos, y en lugares como Brasil, estos humedales se convierten rápidamente en estanques de acuicultura de camarón con inmunidad ante las leyes que disponen la protección de las zonas de manglares.

Brasil contiene la segunda zona de manglares más grande del mundo --más de un millón de hectáreas de bosques de mangles se encuentran a lo largo de la extensa y curva costa brasileña. La acuicultura de camarón se ha practicado en pequeña escala en Brasil desde la década de 1970. Hasta hace poco tiempo esta industria crecía con lentitud, aumentando la producción a un ritmo constante aunque manejable. En 2000, había aproximadamente 5.000 hectáreas de estanques de cría de camarón en Brasil, muchos de los cuales se construyeron directamente en zonas de manglares. La mayoría de los estanques, sin embargo, se construyeron en salinas (o llanuras de sal), tierras antiguamente ocupadas por manglares que fueron talados hace muchos años para establecer salinas superficiales. Muchas de esas salinas fueron abandonadas desde entonces, y han vuelto naturalmente a adoptar la forma de manglar.

Actualmente, los empresarios interesados en proyectos comerciales de cría de camarón están apuntando a esas áreas. La industria actualmente se está preparando para un rápido impulso de crecimiento, que posiblemente lleve a Brasil a ocupar un lugar entre los gigantes de la acuicultura, como Tailandia, Ecuador y China. En 2000, el gobierno brasileño hizo público un ambicioso plan de tres años para expandir seis veces su área de producción industrial de camarón: de 5.000 a 30.000 hectáreas. En 2002, Brasil tenía más de 10.000 hectáreas de granjas camaroneras que producían aproximadamente 60.000 toneladas de camarón cultivado; se calcula que los estanques abarcarán 25.000 hectáreas de importantes humedales costeros con una producción que según las previsiones superará las 160.000 toneladas para 2005.

La industria del camarón en Brasil produciría entonces los mismos problemas ambientales que ha causado en otros lugares, entre los que se incluyen el uso excesivo de plaguicidas y antibióticos en los propios estanques, excesiva contaminación del agua, diseminación de enfermedades virales devastadoras entre las granjas camaroneras, pérdida de importantes hábitat marinos costeros como los manglares, las llanuras de barro y las llanuras de sal –lo cual a su vez determinaría una reducción de las poblaciones de peces silvestres, la pérdida de hábitat vital para las aves migratorias y la pérdida de formas de sustento tradicionales de las comunidades costeras.

La industria de la acuicultura de camarón produce impactos importantes, no sólo en términos de recursos naturales sino en algunos casos incluso violencia y muerte. En abril de 2002 un pescador del estado brasileño de Piaui, Sebastián Marques de Souza, fue asesinado en su lugar de trabajo por dos hombres. Según la “Pastoral de los pescadores” (grupos de pescadores que trabajan en conjunto y cuentan con el apoyo de la iglesia católica) el asesinato estuvo relacionado con la industria de la cría de camarones. Marques de Souza era uno de los principales líderes que había combatido la expansión descontrolada de la acuicultura de camarón, que venía comprando y confiscando tierras dentro de las zonas circundantes a los manglares para construir allí estanques de cría de camarón. Esas tierras eran, en la mayoría de los casos, tierras públicas y los pobladores locales las habían utilizado durante muchos años para recolectar los productos necesarios para su supervivencia y para mantener las economías locales.

Mientras tanto, una multitud de inversores nacionales y multinacionales están compitiendo para lograr espacios en la costa brasileña donde establecer nuevos emprendimientos de cría de camarón. Están llegando a Brasil criadores de camarón que vienen de las costas sobreexplotadas de Ecuador y Taiwán, para reiniciar sus antes lucrativas actividades. Como sucede con frecuencia, el atractivo de las grandes ganancias de capital lamentablemente está cegando al gobierno y a los ciudadanos brasileños, impidiéndoles ver los peligros que plantea la cría de camarón.

Artículo basado en información obtenida de: “Brazil's Shrimp Farm Industry: Not For The Birds”, Alfredo Quarto, MAP, enviado por el autor, correo electrónico: mangroveap@olympus.net , “Protest Assassination of Anti-Aquaculture Activist in Brazil”, http://www.earthisland.org/takeaction/new_action.cfm?aaID=114