Congo: bosques y comunidades de los bosques destruidos para pagar la deuda

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Como muchos otros países del Tercer Mundo, empujado a la pobreza y el endeudamiento por las políticas globales del colonialismo y el posterior neocolonialismo, el Congo tiene una deuda actual de US$ 4,9 mil millones. Como muchos otros gobiernos del sur, también, aconsejado por las agencias multilaterales a comercializar su riqueza –los recursos naturales- el gobierno del Congo ha puesto gran énfasis en el crecimiento de la industria maderera en la cuenca del río Congo, que cuenta con enormes tramos de bosque virgen, los segundos más grandes del mundo después de los del Amazonas en Sudamérica.

Los pigmeos Ba’aka, la población indígena del bosque, ven amenazado su estilo de vida tradicional mientras el bosque se abre al madereo intensivo, tanto legal como ilegal. Los árboles, valiosos para los Ba’aka por sus frutos, aceites, corteza medicinal y para la construcción de piraguas, están desapareciendo rápidamente bajo las sierras de los madereros. Por ejemplo, el sapelli, una caoba africana, es uno de los árboles de mayor precio en el mercado mundial de la madera -y también es anfitrión de una especie de oruga, que es una fuente esencial de alimento, que emerge hacia el final de la estación lluviosa cuando la caza y la pesca están limitadas. Un saco de orugas ahumadas puede venderse hasta por US$ 100, y un solo árbol puede proveer hasta cinco sacos al año. Este dinero permanece en la economía local, mientras que una enorme parte del dinero proveniente del madereo abandona el país.

En 2002 se lanzó una iniciativa para proteger el área boscosa con la creación de la Sociedad Congo Basin Forest Partnership (CBFP) en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable que tuvo lugar en Sudáfrica. La CBFP ha planeado una red de parques nacionales nuevos y ampliados que cubrirá el 40% de la cuenca del Congo. Pero esta política de conservación ha sido criticada porque a menudo tiene poca consideración por las poblaciones indígenas -por ejemplo, los Ba’aka no han sido informados aún sobre el desarrollo de parques nacionales de la CFBP.

“Las comunidades locales del bosque y los grupos de la sociedad civil han sido hasta ahora completamente excluidos de la iniciativa, que se trata primariamente de ‘sociedades’ entre las organizaciones internacionales de conservación y las madereras internacionales”, dijo Simon Counsell, director de la Rainforest Foundation.

Mientras tanto, los “eco guardias” vigilan los bosques para detener la caza y el comercio ilegal de la carne de animales silvestres, que es el alimento básico de los Ba’aka. Sin embargo, estas reglamentaciones son socavadas por la corrupción, ya que el comercio es organizado por miembros de las elites locales quienes se aseguran de que “sus” vendedores de carne de animales silvestres no sean objetivo de los eco guardias. Por el contrario, se ha acusado a los eco guardias de perseguir a los Ba’aka.

“Sufrimos tanto por los eco guardias. No podemos ir y encontrar cosas en el bosque como solíamos hacerlo. Lo único que nos ocupa es el hambre”, declaró Nyaku, un Ba’aka de Mbua, cerca del centro administrativo de Pokola en el norte del Congo.

¿Hay alguna deuda que deba pagarse con destrucción, desposeimiento y hambre?

Artículo basado en información obtenida de: “Concern over Congo logging”, Kate Eshelby, BBC, http://news.bbc.co.uk/2/hi/africa/3937829.stm