El mito de reducir las emisiones de GEI por medio del “Manejo Forestal Sostenible”

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Un reciente informe de Greenpeace (1) evalúa las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en diversos tipos de explotación maderera industrial.

El informe subraya el valor que tienen los bosques primarios intactos (antiguos, vírgenes), no sólo por su gran diversidad biológica sino porque son los más resistentes al cambio climático y contienen las mayores reservas de carbono. Sin embargo, cuando se consideran opciones para la inclusión de la Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los bosques (REDD), se suele hacer referencia al potencial que guarda el “manejo sustentable de los bosques” como medio para lograr reducir las emisiones. La industria forestal, algunos gobiernos con intereses particulares en el sector maderero y varias organizaciones internacionales están abogando por una interpretación restringida y reformulan esto con un término más amplio, “Manejo Forestal Sostenible” (MFS).

La extracción selectiva afecta al 28% de los bosques tropicales del mundo. En Papúa Nueva Guinea (PNG), ya se había explotado en 2002 en forma selectiva entre 2,9 y 4,1 millones de hectáreas de bosque primario, y aproximadamente la mitad de los bosques de PNG (16,3 millones de hectáreas) han sido dados en concesión y están en peligro de quedar degradados como resultado de su explotación. En Indonesia, las concesiones de bosques abarcan 42 millones de hectáreas. En África central, cerca de 40 millones de hectáreas de bosque primario pertenecen a concesiones madereras industriales.

Los daños que provoca la explotación convencional practicada en muchos países en desarrollo afectan al 10% – 70% de los árboles restantes, según la intensidad de la extracción y la técnica utilizada. Los daños que sufre el sitio, como la perturbación, la compactación o la erosión del suelo, también liberan gases de efecto invernadero de otros depósitos de carbono. Varios estudios realizados en el Sudeste asiático sobre la madera extraída, las partes de árboles (raíces, ramas, etc.) y los árboles no utilizados, las lianas y demás vegetales dañados o destruidos, revelaron que el impacto directo de la tala selectiva provoca una disminución de cerca del 50% del carbono de la biomasa. Si se tienen en cuenta la construcción de caminos e infraestructuras, así como la fragmentación y los efectos de borde, la disminución de las reservas de carbono es aún mayor. Los caminos en particular son considerados como “la semilla de la destrucción del bosque tropical”. Además, si se consideran los efectos indirectos de la tala, tales como el incremento de la sensibilidad a la sequía y de la probabilidad de incendios debido a los efectos de borde, o el aumento del riesgo de degradación o de conversión que conlleva la facilidad de acceso, los impactos climáticos de la tala selectiva son considerablemente mayores. En la Amazonía, la teledetección mostró que la tala selectiva había duplicado la superficie de bosque degradado por actividades humanas.

La degradación del bosque primario que produce la tala, ya sea convencional o por Manejo Forestal Sostenible, limita la capacidad de dichos bosques de absorber el CO2 antropogénico y aumenta su vulnerabilidad al cambio climático. El Manejo Forestal Sostenible es una actividad que degrada los bosques y, sobre todo si se la compara con la conservación, la restauración o la protección del bosque, no se puede argumentar que reduzca las emisiones.

No parece eficiente ni eficaz dar incentivos considerables, en dinero o en carbono, a empresas madereras que sólo buscan la producción y las ganancias, para que manejen los bosques de manera “sustentable”, ni parece probable que se pueda confiar en que dichas empresas logren una reducción real de las emisiones. Muchas de ellas están mezcladas en escándalos relacionados con ilegalidades, corrupción y prácticas destructivas.

Si el MFS recibe incentivos REDD, puede terminar siendo un subsidio para expandir la explotación forestal hacia los bosques primarios y los paisajes de bosques intactos.

Además, las reglas para calcular las tasas de deforestación (neta y no bruta) que permiten el MFS (emisiones derivadas de la extracción menos emisiones captadas por la regeneración) pueden incentivar aún más la expansión de la explotación de bosques primarios. Dado que, según la definición actual de la ONU, un bosque sólo necesita tener una cobertura del 10%, muchos modelos del llamado Manejo Forestal Sostenible podrían conllevar una degradación considerable del bosque sin que eso se reflejara en los índices de cobertura ni de deforestación.

Así, una de las conclusiones del informe es que “No se debe usar ningún fondo REDD para financiar o subsidiar la explotación industrial de los bosques, llámesele o no Manejo Forestal Sostenible”.

(1) Extraído del informe de Greenpeace: “Why logging will not save the climate: the fallacy of GHG emissions reductions from so-called ‘Sustainable Forest Management’ (SFM) or Reduced Impact Logging (RIL) of natural forests”, Rosoman, G., Cotter, J., y Marahrens, M., setiembre de 2009,http://www.greenpeace.org/raw/content/international/press/reports/why-logging-will-not-save-the.pdf.