El monocultivo industrial de árboles en Sudáfrica: la cultura de los curanderos tradicionales enfrentada a la cultura de consumo

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En los informes sobre los efectos que tienen las plantaciones industriales de eucaliptos, pinos o palma aceitera sobre la vida de la población, los que se mencionan con más frecuencia son los conflictos por la tenencia de la tierra, la disminución de los recursos hídricos, la falta de oportunidades de trabajo y la destrucción de las economías locales. Raras veces, o nunca, se mencionan los efectos específicos sobre aspectos fundamentales de la cultura de los habitantes, a pesar de que pueden tener consecuencias tremendas, puesto que la cultura de un pueblo está estrechamente relacionada con su identidad, su autoestima, su bienestar e incluso su supervivencia.

Tal es el caso de la medicina tradicional en Sudáfrica. Debido a la expansión de las plantaciones industriales de árboles, los curanderos tradicionales de Bushbuckridge, en la zona norte de Sudáfrica, han perdido o tienen restringido el acceso a zonas con especies de árboles indígenas utilizados en la medicina tradicional, y que son fundamentales para la salud y el bienestar de las personas. En Bushbuckridge, la organización de curanderos tradicionales tiene su propio centro, situado en medio de la comunidad y asiduamente frecuentado por sus miembros, lo cual muestra la importancia de dichas prácticas. Al no poder acceder a ciertas especies de árboles indígenas, la medicina tradicional corre peligro. Ni los curanderos ni la mayoría de las comunidades afectadas fueron consultados sobre si querían o no las plantaciones industriales de árboles (ver testimonio de un curandero tradicional en inglés enyHZ2t4CMkZY&lis">
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).

De hecho, en Sudáfrica y en muchos otros países del Sur, las empresas que promueven los monocultivos de árboles no sólo destruyen las culturas locales sino que intentan introducir un nuevo concepto: la cultura de consumo, cuidadosamente “empaquetada” en un discurso salpicado de lindas palabras como “desarrollo”, “progreso” y “creación de empleo”. Por ejemplo, el director de Stora Enso para América Latina, Otávio Pontes, hablando en un video de 2006 titulado “It is Sweden that is too small” sobre los impactos de Stora Enso en Brasil, defiende sin lugar a dudas la “cultura de consumo” cuando afirma que “El consumo de papel permite medir el nivel de educación de una población. Cuanto mayor es el consumo de papel, más alto es el nivel de educación de la gente” (www.wrm.org.uy/videos).

Sin embargo, la cultura de consumo que, según ese ejecutivo de la industria papelera, hace que la gente sea más educada cuanto más papel utiliza, tiene muy poco que ver con la educación o la alfabetización, incluso si se considera la educación en sentido restringido, por ejemplo, el consumo de libros para actividades tan importantes como leer, estudiar, obtener información y conocimientos. La mayor parte del papel se consume en embalajes y papel descartable (ver “montañas de papel, montañas de injusticia”, en http://wrm.org.uy/Videos_Esp/Consumo.html). Además, ese consumo se concentra en los centros urbanos, muy lejos de las comunidades afectadas, y está fuertemente asociado a la sociedad industrial, orientada hacia las ganancias y el consumo de productos de todo tipo, que ha llevado a la mayor parte de la población del mundo, justamente la que menos consume, y a la naturaleza misma, a la actual situación de cambio climático, hambre y muerte.

La cultura que promueven los curanderos tradicionales y a la cual pertenecen no está basada en el consumo ni en falsa propaganda como la que usa y aplica Stora Enso para su propio beneficio y el de sus accionistas. Los curanderos tradicionales tienen fuertes raíces en el territorio y basan su actividad en el respeto y el conocimiento de la naturaleza; su objetivo es promover el bienestar y la solidaridad en la comunidad. No se trata de ganancias, ni de consumir cada vez más. Mientras sus prácticas se ven amenazadas, su presencia se vuelve aún más importante, en vista de los problemas a los que se enfrentan las comunidades cuando, rodeadas de plantaciones a gran escala, intentan resistir y conservar su cultura.

Esto ha llevado a Geasphere, una ONG local de Mpumalanga, en el Norte de Sudáfrica, a apoyar a los curanderos tradicionales y sus organizaciones y a trabajar activamente con ellos en la lucha contra la expansión de las plantaciones industriales de árboles. Los curanderos tradicionales participan, por ejemplo, en el caucus sobre el agua, una gran coalición de ONG y organizaciones comunitarias referente a la conservación de los recursos hídricos para las necesidades de la población. De más está decir que las plantaciones industriales de árboles, establecidas principalmente por grandes empresas, están relacionadas con esto, puesto que ha sido demostrado desde hace décadas que provocan la disminución de las reservas de agua.

El ejemplo de la participación de los curanderos tradicionales de Sudáfrica en la resistencia y la lucha contra las plantaciones industriales de árboles ha resultado ser crucial, como se ve también en muchos otros lugares. Se trata de un elemento fundamental para fomentar la solidaridad y crear un movimiento entre las comunidades afectadas. Muestra, una vez más, que la gente debe ser respetada, y que su cultura y educación no tienen nada que ver con el consumo creciente y excesivo de papel.

Por Winnie Overbeek, WRM, winnie@wrm.org.uy