La colonización y el papel de la agricultura en pocas palabras

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A partir del siglo XV, el progreso tecnológico le permitió a Europa tomar una enorme delantera en el trazado del mapa mundial, con la invasión del continente americano, la aniquilación casi total de la población indígena y la apropiación absoluta del poder político y económico.

La economía de América se reestructuró y orientó según los requerimientos de Europa. Se sustituyó una agricultura diversa por un sistema de grandes plantaciones para producir azúcar, algodón y tabaco para el mercado europeo, bajo un sistema de monocultivo que en general, tras su utilización reiterada, resultó prejudicial para los suelos y dejó a los países vulnerables a enfermedades vegetales que se extendieron por todos los cultivos. Se degradó o perdió la diversidad biológica y agrícola local y se talaron los bosques.

Las plantaciones americanas se basaron en la explotación de esclavos africanos que convirtieron a África en un anexo de América, con la función de suministrarle mano de obra esclava. Unos cien millones de africanos fueron cazados en forma salvaje con este objetivo.

En el siglo XIX, la agricultura de monocultivo en gran escala que había sido introducida en América también fue impuesta en África por los europeos, sobre los mismas bases: proporcionar materias primas a bajo costo a los mercados europeos.

Caña de azúcar, tabaco, algodón, té, arroz y café eran algunos de los principales productos que se cultivaban en las colonias, que paradójicamente tuvieron que comenzar a importar alimentos porque los cultivos comerciales ocupaban generalmente la mayoría de la tierra cultivable disponible, en algunos casos hasta el 80 por ciento.

La caña de azúcar requería una cantidad importante de mano de obra (originalmente esclavos). Plantada como monocultivo, rápidamente agotó los suelos. Hacia 1700, Brasil era la principal zona de producción de azúcar del mundo, y la mayor parte de las islas del Caribe se convirtieron en grandes plantaciones de caña de azúcar.

El tabaco se producía originalmente en fincas pequeñas, y posteriormente en plantaciones de gran tamaño con mano de obra esclava. También el algodón fue una material prima clave para la Revolución Industrial, que originalmente se centró en la industrial textil, especialmente en los productos de algodón. La mayor parte del algodón se producía en plantaciones. Al igual que el azúcar y el tabaco, agotó rápidamente los suelos.

El té como cultivo comercial llegó a dominar las economías del sudeste asiático. En India se talaron los bosques para establecer plantaciones de té en las colinas de la provincia de Assam.

Antes de que se estableciera el control europeo el arroz había sido cultivado durante siglos por los campesinos del sudeste asiático para su propio consumo o para comerciarlo en los mercados locales. Gran Bretaña anexó Birmania en 1852 y estableció extensos arrozales para exportar arroz a Gran Bretaña (la superficie ocupada por el cultivo de arroz se multiplicó por 20 entre 1855 y 1920). También la apertura del canal de Suez en 1869 facilitó el transporte de productos agrícolas desde Asia. Francia ocupó Indochina en 1861 y realizó transformaciones similares. Tanto en Birmania como en Indochina, las grandes plantaciones expulsaron a los pequeños propietarios de tierras y dejaron a los aparceros en un estado de endeudamiento permanente.

El café es nativo de África, pero fue producido por primera vez como cultivo comercial en Ceilán a fines del siglo XVII, y posteriormente en Java. Después de un brote de plaga del café en la década de 1870, la producción del sudeste asiático disminuyó. Brasil pasó al frente y se convirtió en el principal proveedor del mundo. Dado que las plantaciones de café agotan el suelo con mucha rapidez, en el siglo XIX se abrieron nuevas fincas a medida que los ferrocarriles penetraban cada vez más en los bosques.

La independencia de los estados americanos y posteriormente de los africanos no trajo aparejado un cambio de la estructura económica y social. Los modelos agrícolas, comerciales y de propiedad de la tierra establecidos durante el período colonial se mantuvieron. La diversificación resultó difícil, por lo que las colonias recientemente independizadas intentaron simplemente producir más de los mismos cultivos comerciales que venían produciendo hasta entonces. Esto tuvo como consecuencia un aumento de la dependencia de esos mismos productos y una respuesta general de buscar incluso más productos para exportar a cambio de divisas. Las elites locales recién surgidas también ayudaron a mantener la dependencia comercial, que en general se reforzó con los tratados económicos y financieros con las antiguas potencies coloniales y /o sus sucesores.

En las primeras etapas del imperialismo occidental, Asia no necesitaba nada de lo que Europa ofrecía. Las potencies europeas podían participar solo como intermediarios de los artículos comúnmente comercializados en los mercados asiáticos de ese entonces. Sin embargo, el colonialismo europeo transformó el paisaje del sudeste asiático y las vidas y formas de sustento de sus pueblos al controlar, cercar y fragmentar la región en formas totalmente nuevas y foráneas, menoscabando su identidad común. Entre 1870 y los primeros años del siglo XX, el colonialismo europeo creó un sistema de estados totalmente nuevo en el sudeste asiático.

Desde principios del siglo XVIII en adelante, la producción y el comercio de café de la Compañía Holandesa para las Indias Orientales atestó las colinas del oeste de Java con árboles de café importados y luego se llevó lo producido para venderlo en Europa. En forma similar, desde fines del siglo XVIII y durante casi cien años, los españoles trataron de establecer en Filipinas el monopolio de la producción y comercialización de tabaco en ciertas zonas de Luzón. A partir de la década de 1830, los holandeses obligaron a millones de campesinos javaneses a plantar enormes extensiones de café, azúcar, índigo y otros productos tropicales para su exportación y venta en Europa.

El modelo productivo de monocultivo orientado a la exportación impuesto por el sistema colonial --tanto en el pasado como en el presente-- se ha sostenido a expensas de los pueblos y los ecosistemas, en especial los bosques. Aquellas culturas que habían vivido en estrecho contacto con la naturaleza crearon una relación bastante equilibrada con su medio ambiente, que podría ser una referencia a seguir. Pero primero la antigua y después la nueva colonización abrieron una brecha que hizo que el mundo entero entrara en el callejón sin salida en que actualmente se encuentra.

Artículo basado en información obtenida de: “The Third World”, http://www.yorku.ca/bwall/nats1840/lecturesx4/4x11thirdworld.pdf ; “Reinventing a Region: Southeast Asia and the Colonial Experience”, Robert Elson, http://www.palgrave.com/pdfs/1403934762.pdf