La Red Alerta contra el Desierto Verde en Brasil reaviva la llama de la resistencia

Imagen
encontro rede alerta 2022
Encuentro de la Red Alerta contra los Desiertos Verdes, en el Extremo Sur del estado de Bahía, Brasil. Septiembre 2022. Foto: Rede Alerta contra os Desertos Verdes.

En un encuentro histórico, la Red Alerta contra el Desierto Verde en Brasil volvió a reunirse este septiembre de 2022, en el Extremo Sur del estado de Bahía. Después de la pandemia, y pese a las muchas dificultades derivadas de la situación económica y social de la mayor parte de la población brasileña, comunidades campesinas, quilombolas (1) e indígenas, activistas, organizaciones y movimientos sociales de diferentes regiones del país se reunieron y reavivaron la llama de la resistencia frente a la expansión de los monocultivos industriales de árboles que siguen invadiendo sus territorios.  

Durante el encuentro se intercambiaron experiencias de resistencia, informaciones sobre los impactos de los monocultivos de eucalipto y de las fábricas de celulosa, y se reforzaron los lazos de unión y, con ello, sus luchas por la tierra y la vida. El encuentro culminó con la publicación de una carta en la que la Red denuncia los principales impactos  de un modelo que ya demostró ser injusto, que no respeta a las comunidades y sus culturas ni los territorios donde se instala (véase la carta abajo).

Una larga historia de resistencia

Grandes monocultivos de eucaliptos, pinos y otros árboles se han expandido en diferentes regiones de Brasil, especialmente desde la segunda mitad de la década de 1960. Uno de los principales estados donde este proceso comenzó fue Espírito Santo, en el municipio de Aracruz, donde se instaló una empresa llamada Aracruz Florestal.

Empleando los medios más sórdidos y con el total apoyo del gobierno militar de entonces, dicha empresa se apoderó de las tierras de los Pueblos Indígenas Tupinikim y Guaraní, expulsando a gran parte de estos pueblos. Años más tarde, avanzó aún más hacia el norte de Espírito Santo, apropiándose de las tierras de las comunidades quilombolas y desalojando a gran parte de esta población. La empresa devastó la densa Mata Atlántica que existía en la región (uno de los biomas más ricos en biodiversidad del planeta) y estableció grandes áreas de monocultivo de eucalipto, destinado principalmente a la producción de celulosa para la exportación. Mientras tanto, otras empresas avanzaron con plantaciones en el estado de Minas Gerais para la producción de carbón vegetal de eucalipto como suministro a las empresas siderúrgicas.

Desde mediados de la década de 1980, la devastación no cesó y se extendió al extremo sur de Bahía. El monocultivo también avanzó sobre las tierras de las comunidades campesinas y las grandes propiedades rurales, áreas que posteriormente reivindicó el MST (Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra) para crear asentamientos para un gran número de familias sin tierra. Con el retorno de la democracia en el país y la emergencia de diversos movimientos sociales, los conflictos se hicieron cada vez más evidentes mientras avanzaban las luchas.

Todas esas violaciones de derechos sobre los diferentes grupos comunitarios llevaron, a finales de los años ‘90, a la creación de una red de resistencia contra las plantaciones de eucalipto en el estado de Espírito Santo: la RED ALERTA CONTRA EL DESIERTO VERDE. La red se constituyó como una articulación y un movimiento horizontal basado en las luchas concretas de las comunidades indígenas, quilombolas y campesinas afectadas por los monocultivos de eucalipto, interesadas en defender y recuperar sus territorios. A estas comunidades se sumó un amplio grupo ciudadano, con organizaciones, movimientos sociales, agrupaciones pastorales e iglesias, dispuestos a apoyar sus luchas y convencidos de que hay que hacer frente al capitalismo, al pensamiento desarrollista y a un modelo de plantaciones de árboles a gran escala basado en grandes proyectos que concentran la tierra y la renta. Por ejemplo, además del ya mencionado MST, movimientos como el MPA (Movimiento de Pequeños Agricultores), el MLT (Movimiento de Lucha por la Tierra), e incluso La Vía Campesina, empezaron a participar y a poner en cuestión el monocultivo del eucalipto, los límites de su expansión, y a realizar acciones de protesta.

La Red Alerta en el estado de Espírito Santo se articuló y logró ampliarse a otras regiones  afectadas por los desiertos verdes, como Bahia y Minas Gerais, y también a estados y regiones donde el monocultivo de eucalipto empezaba a expandirse, como Rio de Janeiro, Maranhão, Rio Grande do Sul y Mato Grosso do Sul.

Desde entonces, la Red Alerta es un espacio para intercambiar experiencias y fortalecer las luchas de resistencia en las diferentes regiones del país. Se realizaron encuentros nacionales, seminarios, publicaciones, intervenciones y protestas para denunciar las múltiples violaciones, así como acciones directas para recuperar territorios en Espírito Santo, Bahia y Minas Gerais.

El sector de las plantaciones de papel y celulosa en Brasil, subvencionado por el Estado en sus diferentes niveles (municipal, estatal, federal), en diferentes ámbitos (ejecutivo, legislativo, judicial), y bajo sucesivos gobiernos de distintas matrices ideológicas, continúa avanzando sobre las tierras fértiles y cultivables, con impactos en las comunidades. Aracruz Celulose no es más que un ejemplo a ser destacado por ser una de las primeras empresas del sector. Pero hay otras igualmente destructivas, como CMPC (ex Aracruz), International Paper, Eldorado y Veracel (asociación entre Stora Enso y Suzano). Los nombres de las empresas pueden cambiar, como Aracruz, que se convirtió en Fibria y hoy se llama Suzano, pero los impactos y los crímenes siguen siendo los mismos y también su responsabilidad  sobre las violaciones cometidas.

Carta del Encuentro Nacional de la Red Alerta contra el Desierto Verde
¡Alerta! ¡Alerta! 21 de septiembre de 2022. ¡Alerta! ¡Alerta!

En el Día del Árbol, bajo la farsa del “manejo sostenible de los bosques” y del “carbono neutro”, las empresas de celulosa y siderurgia intensifican su propaganda verde, mientras celebran sus ganancias y militarizan sus latifundios. Mientras rinden homenaje a los árboles, amplían sus monocultivos de eucalipto. Con el apoyo del Estado, el agronegocio se vuelve cada vez más tóxico. Monocultivo = Monofuturo.

Nosotros y nosotras, integrantes de la Red Alerta contra el Desierto Verde, conformada por comunidades indígenas, quilombolas, quebradoras de coco babasú y campesinas, activistas, investigadores, abogados populares, sindicatos, organizaciones y movimientos sociales, nos reunimos entre los días 16 y 19 de septiembre de 2022 en la Escuela Popular de Agroecología y Agroforestería Egídio Brunetto, en el municipio de Prado, extremo sur del estado de Bahía, en Brasil. Durante el encuentro, transitamos por diferentes territorios e intercambiamos experiencias sobre los impactos del monocultivo (principalmente de eucalipto) y la industria de la celulosa en nuestras vidas, así como compartimos nuestras luchas de resistencia y construcción de otras realidades.

Denunciamos, una vez más, que la expansión de los monocultivos y su cadena logística e industrial generan múltiples impactos ambientales y sociales, que resultan en la pérdida de la biodiversidad y de la calidad de vida, en el campo y en la ciudad.
Uno de sus efectos más perversos es reducir las posibilidades de sucesión generacional de las familias quilombolas, indígenas y campesinas en sus territorios, con la disminución abrupta de las condiciones para la agricultura y el extrativismo (cosecha de frutos, plantas medicinales, etc.) y, en consecuencia, de su seguridad alimentaria, marginalizando, criminalizando y expulsando a las comunidades de sus territorios ancestrales.

Entre las medidas severas parar expulsar a las familias que reclaman sus territorios en áreas superpuestas por los monocultivos de eucaliptos y el agronegocio están las diversas amenazas que se materializan en atentados contra la vida de las comunidades, como en el reciente caso del asesinato del indígena Pataxó Sarã (“raíz” en la lengua nativa Pataxó), de 14 años, en el Territorio Indígena Comexatibá (Prado/BA); el incendio provocado intencionalmente en el centro cultural para preservar la memoria y las tradiciones religiosas llamado Ponto de Memória Mesa de Santa Bárbara, en la Comunidad Quilombola de Linharinho (Conceição da Barra/ES); y la prisión política del Profesor, Poeta y Productor Cultural Flávio Prates tras una acción de desalojo en el área del Campamento Nova Trancoso (Trancoso/BA).

La fumigación, incluso aérea y con drones, de plaguicidas sobre monocultivos genera contaminación

La fumigación con agrotóxicos en los monocultivos, incluso aérea y con drones, contamina el suelo, los cursos de agua, la flora y la fauna, las plantaciones y los habitantes del entorno. Esta situación será intensificada tras la liberación del cultivo de eucalipto transgénicos resistentes al herbicida glifosato. Además, las grandes masas de monocultivos son las responsables de la desecación de manantiales, arroyos, lagos y pozos, y del empobrecimiento y degradación de la fertilidad del suelo hasta llegar a la erosión del mismo, ya que se sustituye la diversidad de biomas por un único árbol replicado en serie.

Los efectos ambientales de los monocultivos a nivel local hacen que las comunidades afectadas sean más vulnerables a las consecuencias de la emergencia climática, especialmente a la intensificación de  períodos largos de sequía y al aumento de la temperatura de la superficie terrestre.

El transporte de troncos de eucalipto en camiones desde la zona de cultivo hasta las fábricas de celulosa deteriora las carreteras, produce ruido día y noche, deteriora la calidad del aire al generar polvo y emitir gases de efecto invernadero, incrementa las tasas de atropellamiento de fauna silvestre y aumenta drásticamente el riesgo de accidentes en las carreteras, habiendo ocurrido ya numerosos accidentes, incluso con víctimas fatales, en diferentes partes de Brasil.

Los impactos socioambientales de las plantas de celulosa también son significativos debido a las grandes cantidades de agua que utilizan y a las grandes cantidades de efluentes industriales que se vierten a los ríos, que pueden contener elementos extremadamente tóxicos como dioxinas y furanos, producidos como resultado del blanqueo del papel con cloro. Estas industrias producen altos niveles de ruido y emisiones atmosféricas de partículas, hollín, aserrín y compuestos de azufre (que provocan un fuerte olor característico). Tal contaminación puede provocar numerosos problemas respiratorios como tos, irritación de las vías respiratorias, dificultad para respirar, asma, así como ardor en los ojos, mareos, dolor de cabeza, náuseas, falta de apetito, alteraciones emocionales como irritación y depresión, y puede provocar problemas cardiovasculares. Además del riesgo permanente de accidentes al que están expuestos los trabajadores y las comunidades que viven en los alrededores de las fábricas.
Diferentes esferas del Estado están vinculadas a las acciones de las empresas capitalistas. Esta alianza entre el sector del monocultivo de árboles y el Estado brasileño tiene sus raíces en la dictadura militar y se mantiene hasta hoy a través de beneficios fiscales y financiamiento público; de la protección a través del aparato policial/militar; de la no ejecución de los procesos de reconocimiento y titulación de los territorios quilombolas y de los procesos de demarcación y titulación colectiva de los territorios indígenas (el gobierno de Bolsonaro cumplió su promesa y fue el primer gobierno en reducir a cero la demarcación de los territorios indígenas); la aprovación de variedades transgénicas de eucalipto en la CTNBio (Comisión Técnica Nacional sobre Bioseguridad) sin que se realizara un estudio acerca de los posibles impactos en la salud humana y ambiental, así como la falta de información a las poblaciones potencialmente afectadas; el desmantelamiento de la legislación y de los organismos de concesión de licencias y fiscalización ambiental; y la ausencia de políticas efectivas para la permanencia de las poblaciones campesinas, quilombolas e indígenas en el campo.

Por todo lo anterior, hacemos un llamamiento a toda la sociedad civil organizada y reclamamos, especialmente al Estado brasileño, las siguientes medidas de extrema urgencia:

    • Titulación colectiva de los territorios quilombolas e indígenas, que garantice de forma efectiva la soberanía de estos pueblos sobre sus territorios;
    • Establecimiento de nuevas tierras para la reforma agraria con principios agroecológicos;
    • Cumplimiento total de las reivindicaciones expresadas en la I Carta de las Comunidades Quilombolas del Extremo Sur de Bahía, de diciembre de 2021;
    • La no liberación de nuevos árboles transgénicos y la no plantación de los eucaliptos transgénicos ya liberados por la CTNBio;
    • Que la CTNBio se atenga a la observancia del principio de precaución y de evaluación cuidadosa, con base en datos científicos, para la liberación de árboles transgénicos, criterios escandalosamente no respetados en las autorizaciones concedidas, como se dejó bien denunciado y documentado en el caso del eucalipto transgénico H421;
    • La no aprobación del proyecto de ley 1.366/22, que se tramita en la Cámara de Diputados y que tiene por objetivo eliminar la silvicultura de la lista de “actividades potencialmente contaminantes y consumidoras de recursos ambientales”, lo que eliminaría la necesidad de obtener una autorización ambiental;
    • Más impuestos y una mayor regulación y rigor en los procesos de autorización ambiental y de inspección de los monocultivos y de las industrias de la celulosa;
    • La prohibición de la fumigación aérea de agrotóxicos;
    • La garantía de seguridad e integridad física para las comunidades indígenas, quilombolas y campesinas. Que se defienda la vida del pueblo y no los intereses de las empresas.

Asimismo, destacamos que debido a las diversas de violaciones de derechos relatadas, reconocemos como legítimas y necesarias las retomadas (recuperaciones) de los territorios de pueblos y comunidades tradicionales que fueron invadidos, saqueados y degradados por las empresas del sector de la celulosa y otros monocultivos del agronegocio.

21 de septiembre de 2022
Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles

Red Alerta contra el Desierto Verde
https://alertacontradesertosverdes.org/

(1) Las comunidades quilombolas son aquellas formadas por descendientes de personas africanas que fueron sometidas a la esclavitud y escaparon para fundar quilombos en el Brasil Colonial e Imperial.