Lo que significan verdaderamente las ‘plantaciones’

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Comunidades afectadas por PHC/Feronia/KKM en la República Democrática del Congo (RDC). Foto: Luciana Tellez/HRW

Septiembre es el mes en que comunidades de todo el mundo, frente a los múltiples impactos negativos generados por la imposición del modelo de plantaciones industriales de árboles en sus tierras, conmemoran el Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles.

El Día Internacional de Lucha es también un día de solidaridad. Solidaridad con y entre las luchas de los pueblos por la tierra.

En esta edición del boletín del WRM, destacamos materiales, análisis y declaraciones en el marco de este Día, que desde 2004 se celebra todos los 21 de septiembre.

Queremos rendir homenaje, en particular, a las comunidades de la República Democrática del Congo (RDC) que durante largo tiempo han luchado para recuperar sus tierras de manos de una empresa de palma aceitera. Su valiente lucha revela las múltiples capas de opresión y violaciones que resultan del modelo de plantación impuesto en sus tierras desde la época colonial y, al mismo tiempo, deja al descubierto la contundente impunidad de los actores involucrados, incluyendo a los financieros.

Las plantaciones no son bosques

Ésta es una consigna común utilizada por comunidades, redes y organizaciones de apoyo en todo el mundo para denunciar la apropiación y destrucción de tierras y bosques comunitarios para imponer lo que generalmente se refiere como ‘desiertos verdes’.

Las y los lectores del boletín del WRM estarán familiarizados con el hecho de que las plantaciones industriales destruyen la diversidad en sus múltiples formas y niveles, y la reemplazan con un modelo de monocultivo que depende de altas cantidades de agroquímicos y maquinaria pesada. Esta destrucción abarca a las comunidades que han coexistido y dado forma a esos bosques y territorios por generaciones. Los impactos son innumerables y muy a menudo terminan en la devastación para numerosos Pueblos Indígenas y comunidades que dependen de los bosques. Las y los lectores probablemente también estén familiarizados con la terrible violencia que conllevan las plantaciones industriales, que incluye la criminalización, golpizas, violaciones, arrestos ilegales, acoso, vigilancia y trauma.

Por lo tanto, cuando decimos “Las plantaciones no son bosques” reconocemos y nos referimos no solo a las diferencias biológicas entre estas dos ideas (‘plantaciones’ y ‘bosques’) y todos los impactos que estas conllevan, sino que también –y más importante aún– debemos reconocer que el significado de ‘plantaciones’ tiene que ver con la imposición colonial y racista del poder sobre las comunidades que dependen de los bosques, como lo muestra la lucha comunitaria contra Plantations et Huileries du Congo (PHC) en la RDC. Esta imposición, a su vez, destruye no solo los ‘bosques’ en el sentido biológico sino también las estructuras sociales, políticas y económicas y los sistemas de conocimiento que han organizado la tierra de maneras completamente diferentes.

Un clamor contra las plantaciones de PHC/Feronia/KKM en la RDC

Expresamos nuestra solidaridad con las luchas de las comunidades afectadas por la empresa Plantations et Huileries du Congo (PHC) en la RDC, una empresa que era propiedad de la compañía canadiense Feronia y apoyada con dinero de los Bancos Europeos de Desarrollo. (1). A pesar de los millones de euros inyectados a la empresa, Feronia quebró en 2021 y los bancos acordaron entregar las plantaciones a otra empresa, Straight KKM. Al hacerlo, ignoraron el llamado de larga data de las comunidades para que les devolvieran sus tierras ancestrales bajo control comunitario.

Las plantaciones industriales de palma aceitera han estado ocupando ilegalmente tierras comunitarias por más de 100 años. Éstas son plantaciones que ayudaron a construir el imperio del aceite de palma de la empresa del rubro alimenticio Unilever. (2) Hoy, estas plantaciones, con diferentes dueños y diferentes inversionistas, siguen robando las tierras y los medios de vida de las mismas comunidades, y son una muestra de la profunda violencia y racismo en que se basa este modelo de monocultivo.

Los informes desde los poblados dan cuenta del constante hostigamiento, violencia y detenciones arbitrarias por parte de las fuerzas de seguridad de la empresa, que trabajan de la mano con las fuerzas militares y policiales en contra de las comunidades que viven cerca de estas plantaciones. Después del más reciente estallido de violencia de parte de las fuerzas de seguridad de la empresa y el Estado, numerosos pobladores han abandonado sus hogares por temor a que los militares entren nuevamente en sus casas, forzando las puertas, para saquearlas en busca de nueces de palma presuntamente robadas. Afirman que los miembros de la comunidad están ‘robando’ los frutos de las ‘palmeras de la empresa’. Las comunidades han cosechado tradicionalmente las nueces para extraer aceite por generaciones. Continuar esta tradición luego de que les robaron los bosques de sus antepasados ​​para el cultivo industrial de palma, está afectando gravemente a las personas que enfrentan esta injusticia. (3)

La violencia es grave. Según informes de Lokutu, uno de los tres sitios donde las plantaciones de PHC ocupan tierras comunitarias, algunas personas del distrito de Basoko, en la provincia de Tshopo, fueron arrestadas durante la noche por militares y policías, acompañados de agentes de la multinacional británica de seguridad GS4 y de agentes de seguridad de la empresa de plantaciones. Parece que los arrestos están dirigidos a los líderes comunitarios que en 2018 firmaron una denuncia de la comunidad contra los Bancos Europeos de Desarrollo que en ese momento financiaban PHC/Feronia.

Los reportes también hablan sobre la violación de varias mujeres y niñas, algunas de las cuales “son víctimas de una severa violencia sexual”.

Mientras tanto, a principios de octubre, durante el trabajo preparatorio de la RDC para la conferencia sobre el cambio climático de la ONU a celebrarse en noviembre, el Primer Ministro congoleño, Sama Lukonde, dijo en un discurso que la RDC es “un país de soluciones” frente al cambio climático. (4) Conociendo la visión de la ONU sobre los bosques como ‘lugares para almacenar carbono’, podemos imaginar cuáles son los planes de la RDC para ‘resolver el problema del cambio climático’.

Es imperioso elevar aún más nuestras voces para poner fin a los crímenes perpetrados en beneficio de las plantaciones industriales y sus inversionistas. ¡Basta!

Como expresa Flávia, mujer quilombola, madre y activista de la comunidad Angelim II de Sapê do Norte, en el estado de Espírito Santo, Brasil, quien también forma parte de una larga resistencia contra los monocultivos industriales en sus territorios, durante una entrevista que fue difundida en el último boletín del WRM:

 “Así que la primera cosa: hay que recuperar la tierra. Pero para hacer eso, hay que tener una organización mínima para no acabar intentándolo sin éxito. Tenemos que estar conectados, trabajar en red, aunque sean redes fuera del estado o del país. (…)
También es muy importante preocuparse por la vida de nuestros defensores.
Y nunca rendirse, ¿verdad? Porque si renunciamos a cualquier proceso de lucha por nuestros derechos, de una forma u otra, vamos a morir. Si no somos defensores, nos van a fusilar porque somos negros, o nos vamos a morir de hambre porque no tenemos nada que comer, o nos vamos a morir de frío porque no tenemos dónde vivir. Siempre tenemos que estar atentos y tratar de mantenernos vivos.  La prioridad es la vida, no rendirse y trabajar en red. Los apoyos son muy importantes”.


(1) WRM bulletin, Development banks make shameless exit from a colonial land grab in the Congo, 2022.
(2) WRM bulletin, A Century of Agro-Colonialism in the DR Congo, 2022.
(3) Au jour le jour, L'armée sème la panique à Boteka pour mettre fin aux vols d'huile de palme à la plantation PHC, dénonce la communauté, Sep 2022.
(4) Barmetre, COP27: Jean François Mombia Atuku désapprouve la politique du gouvernement congolais.
(5) WRM Bulletin, Quilombola communities recover land and water after 40 years of eucalyptus monoculture in Brazil, 2022.