MDL: ¿Mecanismo de Desarrollo Limpio o Mecanismo de Dudosa Limpieza?

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En 1997 a los negociadores del Protocolo de Kioto se les ocurrió un proyecto denominado ingeniosamente: “Mecanismo de Desarrollo Limpio”. Para el común de la gente, el mensaje implícito es que finalmente los gobiernos del mundo habrían acordado crear un mecanismo que permitiría lograr el desarrollo sin contaminar la atmósfera. Sin embargo lo que estas palabras esconden es algo para nada limpio.

En efecto, este mecanismo no es más que un permiso para contaminar. En Kioto los países industrializados se comprometieron a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, pero simultáneamente inventaron una forma de escapar de dichos compromisos. El mecanismo es sencillo: en lugar de cortar las emisiones en la fuente, ellos podrán “compensar” dichas emisiones implementando proyectos en otros países. Estos proyectos se relacionan con bosques, plantaciones forestales y suelos, los cuales --se afirma-- actuarían como “sumideros de carbono”. Un alto funcionario estadounidense afirmó cándidamente a Reuters: “Sacar una tonelada de carbono de la atmósfera mediante los sumideros es lo mismo que evitar la emisión de una tonelada de carbono por la utilización de combustibles fósiles” y agregó que “si se contabiliza la cantidad de carbono absorbido por los bosques y las tierras agrícolas, la presión sobre las empresas estadounidenses para que reduzcan esas emisiones y las de otros gases disminuiría enormemente”. Y ese es justamente el objetivo del MDL: reducir las presiones para frenar las emisiones, especialmente en el Norte.

Sin embargo lo que el mundo necesita es exactamente lo contrario. La transferencia a la atmósfera de carbono proveniente de los combustibles fósiles no puede continuar indefinidamente. Alrededor de 4 billones de toneladas de carbono contenido en los combustibles fósiles yacen todavía bajo la superficie de la Tierra, lo que equivale a diez veces la cantidad de carbono almacenada en los bosques. El agregado de apenas algunos miles de millones de toneladas de carbono al aire podría determinar un desastre en el clima global. De modo que lo que se necesita --primero y ante todo-- es prevenir la extracción y el uso de combustibles fósiles, sustituyéndolos por fuentes de energía limpias, renovables y de bajo impacto, y ello acompañado con la adopción de medidas en pro de una mayor eficiencia energética. Ese sería el significado --al menos desde el punto de vista climático-- de un Mecanismo de Desarrollo Limpio.

Los negociadores han pervertido el significado de estas palabras al crear un MDL que no es sino un Mercado de Dudosa Limpieza , mediante el cual algunos recibirán beneficios económicos a expensas del clima mundial. Aún así algunos delegados gubernamentales --en especial de los países más susceptibles a ser afectados por el cambio climático-- están procurando aportar alguna racionalidad al debate. El Sr. Espen Ronneberg, de la República de las Islas Marshalll, presentó el 27 de julio de 1998 un documento donde se expresa la posición de la Alianza de Estados de Pequeñas Islas (AOSIS, por su sigla en inglés) acerca del Mecanismo de Desarrollo Limpio. Durante su alocusión manifestó: “No es de nuestro interés crear nuevas triquiñuelas para que algunos países industrializados trasladen al exterior su obligación de reducir la emisión de gases de efecto invernadero . . . A aquellos inescrupulosos países industrializados que están procurando promover tales proyectos, debe recordárseles sus obligaciones ante la propia Convención así como bajo el Protocolo de Kioto, de reducir sus propias emisiones de gases de efecto invernadero, lo que debería significar dar prioridad a la adopción de medidas en sus propios territorios”.

Es importante destacar que el Mecanismo de Desarrollo Limpio todavía no ha sido aprobado y que quedan dos batallas por dar para evitar la inclusión de los sumideros en ellos: la reunión de setiembre de los Cuerpos Subsidiarios de la Convención y la Conferencia de las Partes a celebrarse en noviembre. No podemos dejar que los “inescrupulosos países industrializados” negocien sobre la atmósfera de la Tierra con igualmente inescrupulosos gobiernos del Sur, deseosos de venderla por un puñado de dólares.