“... Y estamos en contra de ese progreso de muerte”

-Werá Kwarai

Djagwareté, coordinador de la Comisión de Caciques Tupinikim y Guaraní, declaró emocionado cuando festejabam el reconocimiento de las tierras indígenas: “Hace dos años nos reunimos aquí mismo, en la aldea Pau Brasil para festejar el final de los trabajos de autodemarcación de nuestras tierras. Aquel día el pueblo tocó tambores, cantó, bailó y comió...Hoy estamos de nuevo aquí, en la aldea Pau Brasil, comiendo, bailando, cantando y tocando tambores, ahora para conmemorar la confirmación por parte del gobierno brasileño de que la tierra por la que tanto luchamos, durante más de 30 años, nos pertenece de hecho, y de derecho.”

Según él, “La firma de la resolución demarcatoria por parte del ministro de justicia, Tarso Genro, que confirma las 11 mil hectáreas como tierras indígenas, cierra un ciclo de 40 años de luchas (...) Ahora comienza otra batalla, la de la recuperación de nuestra tierra tomada por eucaliptos de Aracruz Celulose".

Los indígenas no se cansan de luchar por la conquista de la "Tierra Sin Males", lugar de “muchos animales, mucha caza, mucha agua y mucho bosque.” Saben, sin embargo, que “la lucha aún no terminó.” Con seguridad aún tendrán que confrontarse otras veces con la gigante Aracruz Celulose, que se mantiene irreductible en la idea de que su monocultivo de eucaliptos benefició a las comunidades indígenas, trayendo el progreso hacia el Estado.

El cacique Guaraní Werá Kwarai critica ese concepto de progreso al decir: "Muchas veces nos llaman perezosos e incapazes. Nos acusan de impedir el desarrollo. Nosotros estamos a favor del progreso de vida y en contra de ese progreso de muerte". (...) Si la empresa quiere hacer un "buen papel "- como dice en sus propagandas - no puede continuar comprando a los Poderes Judicial, Ejecutivo y Legislativo. El 'buen bonito' no se hace a base de cloro - que deja la celulosa con la blancura exigida por el mercado consumidor – y sí se hace a base de justicia y derecho".

Cuando comenzaron la recuperación, se cuestionaban sobre el plan que tendrían para las 11.009 hectáreas de tierras reivindicadas: “¿Qué hacer con una tierra tomada por los eucaliptales?” Durante los últimos dos años, en medio de todo el conflicto, discutieron la reconversión e intercambiaron experiencias con quilombolas (descendientes de esclavos africanos), pequeños agricultores y otros indígenas, de cómo resistir al “desierto verde”. Ahora, cuando les preguntan responden: “son muchos los planes que tenemos para nuestra tierra, entre ellos la reforestación y la recuperación de las nacientes, pero es fundamental la reconstrucción de algunas aldeas que existían, antes de la llegada de la empresa (...) Vamos a llevar a nuestros abuelos para que vean el lugar que es de ellos, porque ya somos la tercera generación en la lucha... Nuestros abuelos ya lucharon, ellos son los primeros que resistieron y permanecieron en la tierra”, afirmó con visible emoción Vilma, Tupinikim y nieta de uno de esos pioneros.

Los Tupinikim y Guaraní ya están reconstruyendo las aldeas y ya comenzaron a reforestar sus tierras con especies nativas, y quieren repoblar los bosques con los animales que habitaron en ellas. Desean vivir en armonía con la naturaleza, lo que hasta entonces les había sido negado con la destrucción de sus bosques y ríos, y “la contaminación del aire y de las mentes”, como algunos ironizan.

El cacique Tupinikim, Sezenando recuerda que aún deben discutir un Documento de Ajuste de Conduta (TAC, sigla en portugués). Ese “ajuste” es la condición para que la demarcación de la tierra se haga efectiva. El debate, según él, “va a determinar el inicio y las condiciones del retiro de la madera, ya que el gobierno federal declaró no tener dinero para la indemnización de la empresa Aracruz Celulose”. Los indígenas no quieren ser nuevamente los grandes perjudicados en esa disputa, porque “los recursos naturales de nuestro territorio fueron destruidos por la empresa’’.

Tanto los Tupinikim como los Guaraní evaluan que el reinicio “no será una etapa fácil, ya que nosotros, los indígenas, no seremos indemnizados y, actualmente, sufrimos la falta de recursos y la falta de políticas públicas específicas para las zonas indígenas.” “Queremos nuestras tierras para no ser dependientes de la canasta familiar, de limosnas o de algun trabajito en la ciudad", declaran. Pero ellos se animan cuando hablan de las perspectivas de projectos para la zona y afirman que “las comunidades unidas rescatarán las tradiciones en las tierras recuperadas”.

Están convencidos de que la victoria “es símbolo de la fuerza de los movimientos sociales frente a empresas transnacionales como Aracruz Celulose, que causan innumerables impactos negativos en las poblaciones locales”, nos dice Vilmar, líder Tupinikim. Y nosotros de la Red Alerta contra el Desierto Verde agregamos: la victoria fue de la justicia, fruto de la organización y de la lucha de los movimientos - indígena y no indígena - hecha con fuerza y con persistencia. Los indígenas fueron un ejemplo para toda la sociedad brasileña y dieron un mensaje a las grandes multinacionales, les mostraron que no son un capital invencible. Y como manifestó una defensora: ”Podemos decir que ellos, los indígenas, son los nuevos civilizadores”.

Por: Arlete Pinheiro Schuber, arleteschubert@ig.com.br, Fase/ES y Red Alerta contra el Desierto Verde
(declaraciones obtenidas en la Fiesta de la Victoria de las comunidades indígenas, que tuvo lugar el 7 de setiembre de 2007 en la aldea Pau Brasil)