Mercantilización de la naturaleza
Ponerle precio a partes de la naturaleza tiene una larga historia. La pérdida de bosques a gran escala y la violación de los derechos de las comunidades han sido la consecuencia de esta centenaria fiebre empresarial por la madera y la tierra. Los llamados “servicios ecosistémicos”, como por ejemplo las funciones que cumplen los bosques en los ecosistemas, son una nueva forma de continuar con la monetarización y comercialización de la naturaleza. El resultado es un mayor despojo de las comunidades que dependen de los bosques y la permanente destrucción de los territorios por parte de las empresas.
Suzano, el mayor productor de celulosa de eucalipto, busca de financiar sus proyectos de expansión con los llamados “bonos verdes”.
Fondos del sistema de Forestación Compensatoria han sido asignados para medidas de apoyo frente al Covid-19. Este Fondo ha financiado plantaciones que invaden tierras comunitarias y ha provocado desalojos en “Áreas Protegidas”. Nada de esto cesó durante la cuarentena.
A pesar de que el gobierno de Brasil anunció recortes a sus medidas contra la deforestación, el Fondo Verde para el Clima le otorgó 96 millones de dólares por supuestas reducciones de emisiones en la Amazonia brasileña.
El ciclo de represión en India se manifiesta en nuevas reformas a la Ley sobre los bosques, que no solo le darían mucho más poder a la burocracia forestal sino que también pondrían fin a la Ley de los Derechos sobre los Bosques.
El programa para compensar la destrucción de bosques provocada por supuestos proyectos de desarrollo ocupa áreas comunitarias con monocultivos. Las mujeres, afectadas y en el centro de la resistencia.