Brasil: el programa de certificación CERFLOR no merece la más mínima credibilidad

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El programa de certificación forestal brasileño CERFLOR, avalado por el programa internacional PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification schemes), fue lanzado oficialmente en 2002 por el Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio y comenzó a funcionar en marzo de 2003.

CERFLOR tiene cinco principios --acompañados de criterios e indicadores--, que varían según las condiciones locales. Se pone mucho énfasis en los planes de gestión, los ejercicios de monitoreo y los planes de desarrollo para las comunidades locales, pero no hay requisitos sociales y ambientales mínimos y claros en cuanto al desempeño. Los requisitos sociales no van más allá de lo que se exige por ley. No hay exigencias de autodeterminación de los pueblos indígenas y tampoco ONGs o representantes de grupos indígenas o locales que participen en la elaboración de las normas de CERFLOR.

Más allá de los principios, criterios e indicadores, lo que importa es ver como actúa en la práctica concreta. En este sentido, el caso de la certificación de Aracruz Celulose es más que revelador. En efecto, CERFLOR ha certificado el “manejo forestal” de todas las plantaciones de la empresa Aracruz en los estados de Minas Gerais, Rio Grande do Sul, Bahia y Espirito Santo.

Es interesante señalar que en el caso de las plantaciones de esta empresa en Rio Grande do Sul, la disputa de tierras con las comunidades indígenas del lejano estado de Espírito Santo le generó tanto desprestigio a nivel internacional que la propia empresa decidió solicitar el retiro voluntario de la certificación del FSC (Forest Stewardship Council) de sus plantaciones en el Estado de Rio Grande do Sul, antes de su revalidación, en diciembre de este año (ver Boletín Nº 107 del WRM). Esas mismas plantaciones ahora han recibido el certificado de CERFLOR.

El caso de las plantaciones de Aracruz en Espírito Santo es aún más grave. En dicho estado, la empresa es propietaria de 146.000 hectáreas de tierras, de las cuales 93 mil hectáreas están cubiertas con monocultivos de eucalipto. La certificación de esas plantaciones por parte de CERFLOR parece hasta algo provocadora para todos los que conocen de cerca la actuación y postura de los dirigentes de la empresa con las comunidades locales y su ambiente, a lo largo de los últimos 35 años.

La Red Alerta contra el Desierto Verde cita algunos ejemplos de conflictos, algunos más antiguos, otros más recientes:

“Aracruz Celulose continúa ocupando aproximadamente 10.500 hectáreas de tierras indígenas Tupinikim y Guaraní en el municipio de Aracruz. Son tierras que ya fueron reconocidas como indígenas por el gobierno federal, aunque fueron excluidas de la última demarcación, ocurrida en el año 1998. En ese momento, el propio gobierno federal, presionado por Aracruz Celulose, cometió un acto ilegal al reducir la tierra a ser demarcada. Resta entonces preguntar: ¿cómo certificar a una empresa que ocupa y explota tierras indígenas?

Aracruz Celulose invadió las tierras de quilombolas (descendientes de esclavos) en el Norte del Estado de Espírito Santo, expulsando a miles de personas y plantando eucaliptos. En los últimos años, 34 comunidades de quilombolas están en un proceso de rearticulación y reorganización para garantizar su reconocimiento, la devolución y la demarcación de sus tierras, contando con el apoyo de la Fundación Palmares, del INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria) y de la sociedad civil organizada.

Aún así, CERFLOR certificó a una empresa que ocupa y explota tierras de comunidades quilombolas. A habitantes de Vila do Riacho que hacían carbón con los restos de eucalipto de Aracruz les destruyeron sus hornos en una acción articulada entre la Intendencia de Aracruz, la empresa, policías y la ‘milicia armada’ de la empresa Aracruz, Visel. Los residuos del eucalipto –restos de gajos y troncos- constituyen la única fuente de supervivencia para comunidades que fueron privadas de su modo de vida. Actualmente esta empresa es considerada ambientalmente correcta porque tiene una máquina que tritura estos restos para que el material orgánico sea reincorporado en la tierra. Sólo falta que Aracruz gane un premio ambiental con eso... Ahora, ¿cómo certificar a una empresa que deja a familias sin tierra, de quilombolas y de indios sin su única fuente de supervivencia, dejándolas pasar hambre?

En octubre de 2004, Aracruz destruyó cuatro casas de habitantes en un área de Barra do Riacho, cerca de su complejo industrial. Luego de la destrucción de las casas quedó comprobado en la justicia que las familias vivían en el lugar hacía más de 10 años. Brutalmente Aracruz destruyó las casas y arrancó todas las plantaciones de banana, mandioca y ananá. ¿Es esa una empresa que merece recibir un certificado de manejo forestal mientras continúa realizando actos de violencia contra los habitantes locales, igual que lo ha hecho contra los indios, quilombolas y pequeños productores a lo largo de los últimos 35 años, incluso con el apoyo de la dictadura militar?”

Las organizaciones, movimientos, comunidades y ciudadanos de la sociedad civil consideran que CERFLOR no merece la más mínima credibilidad. La sociedad civil fue explícitamente excluida de la discusión sobre los objetivos, principios y criterios de este sistema de certificación. Como denuncia la Red Alerta contra el Desierto Verde: “Hasta hoy, ni sabemos cuáles son los principios y criterios que la empresa certificadora BVQI va a utilizar en este proceso de certificación y si quisiésemos hacerlo, debemos comprar la documentación relativa al procedimiento de certificación establecido por CERFLOR, lo que lo caracteriza como no transparente. Además de ello, no existen exigencias sociales o ambientales mínimas relacionadas con el certificado CERFLOR. La referencia es básicamente la legislación brasileña.”

Pero, como señala la Red Alerta contra el Desierto Verde, “un monocultivo industrial en gran escala, nunca puede ser certificado por ser insustentable. La plantación de eucalipto es ‘sustentable’ solamente para Aracruz, que aumenta su productividad a costa de un elevado consumo y de la contaminación de los recursos hídricos, de la muerte de peces y de animales y de tantos otros impactos socioambientales que involucran a comunidades indígenas, quilombolas y de pequeños productores que desde siempre han habitado la región que se ha vuelto conocida actualmente como Desierto Verde. Su modo de vida fue modificado en provecho de Aracruz, que destruyó la Mata Atlántica, acabando de esta forma con la fuente de una verdadera sustentabilidad para estas comunidades.

Las comunidades locales están cansadas de los impactos producidos por el monocultivo del eucalipto. Quieren alternativas basadas en la producción de alimentos en la tierra mediante una amplia reforma agraria, quieren reforestación con especies que mejoren el medio ambiente local y ofrezcan múltiples opciones de uso, los indios y quilombolas quieren que les devuelvan sus tierras y principalmente, todos quieren que sus derechos fundamentales sean respetados.

La Red Alerta contra el Desierto Verde denuncia a CERFLOR y a su equipo técnico, encargado de la elaboración del informe para la certificación de Aracruz Celulose en el Estado de Espírito Santo. Sin ninguna comunicación previa, este equipo, acompañado por dos funcionarios de Aracruz Celulose, apareció en la aldea guaraní Boa Esperança el 30/11/04, interrumpiendo una reunión de la comisión de Caciques y Líderes Tupinikim/Guaraní. Ângelo Rafael, profesor universitario, ex pasante de Aracruz Celulose y de Mannesman, con estudios en los Estados Unidos de América, habló en nombre del equipo de CERFLOR, explicando que Aracruz Celulose todavía traía la ranciedad de la época de la dictadura militar en la que el Estado poseía la mayor parte de las acciones de la empresa. Sin embargo, con la certificación que pretendía, podría revertir los eventuales impactos negativos causados hasta ahora. La certificación sería, según él, un estímulo para que de ahora en adelante, Aracruz asumiese las responsabilidades que eventualmente pudiese estar incumpliendo. Asimismo, según el profesor, la plantación de eucaliptos sería beneficiosa para la población de Espírito Santo, porque estaría sirviendo para la fabricación de muebles, libros, cuadernos y otros productos de consumo de la población. El eucalipto sería entonces comparable con las plantaciones de mandioca, maíz y poroto...

Cuestionado sobre esas afirmaciones y confrontado con datos que lo desmentían, el profesor Ângelo Rafael se retiró intempestivamente de la cabaña guaraní hacia su auto. La otra señora, integrante del equipo, que se decía antropóloga, todavía permaneció algunos minutos intentando argumentar a favor de la empresa.”

Paulo, líder Tupinikim, cuestionó a los especialistas diciendo: “¿a qué llaman bosque ustedes? Para nosotros las plantaciones no son bosques. Nuestro concepto de bosque es diferente al de los científicos... Para nosotros el bosque no se planta para después cortarlo. El bosque es el lugar donde nosotros vamos a buscar el material para las artesanías, la caza, los frutos y a pescar los peces en los ríos...Nuestra condición para que la empresa reciba la certificación es que ella devuelva en primer lugar las once mil hectáreas de nuestra tierra que están en su poder”. Y hablando en nombre de los indios, el cacique más anciano cerró la conversación diciendo: “Ustedes están haciendo su trabajo...pero si supiesen las desgracias que la empresa causó por aquí, no harían este trabajo, no...Yo no podría hacerlo. Lo que la empresa hizo por aquí fue un delito. Eso es lo que la empresa es, una delincuente. Les decimos que nosotros, indios, no estamos de acuerdo con que se le dé esa certificación.”

A pesar de todo esto, CERFLOR ha certificado todas las plantaciones de Aracruz. Resulta entonces evidente que el programa de certificación CERFLOR no merece la más mínima credibilidad.

Artículo basado en: “Carta pública da Rede Alerta contra o Deserto Verde sobre a certificação CERFLOR da Aracruz Celulose no Espírito Santo” y “Aracruz Celulose: CER-FLOR que não se cheira”, comunicados de la Red Alerta contra el Desierto Verde, 2005; “Footprints in the forest. Current practice and future challenges in forest certification”, 2004, FERN http://www.fern.org/media/documents/document_1890_1900.pdf
All Aracruz forests now fully certified by Cerflor
http://www.aracruz.com.br/web/en/imprensa/noticias/noticias177.htm
Aracruz requests voluntary temporary withdrawal of FSC certification of its Guaíba Unit
http://www.aracruz.com.br/web/en/imprensa/noticias/noticias178.htm