Brasil: rotunda manifestación contra el desierto verde y a favor de la vida

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En la ciudad de Belo Horizonte, estado de Minas Gerais, con la presencia de un delegado del Ministerio de Medio Ambiente de Brasil, se llevó a cabo en los días 6 y 7 de mayo el tercer Encuentro convocado por la Red Alerta Contra o Deserto Verde. Esta Red, integrada por más 100 entidades, reunió a decenas de representantes del Movimiento de los Sin Tierra, campesinos, pueblos indígenas, quilombolas (comunidades afrobrasileñas), pequeños agricultores y movimientos sociales de los estados de Minas Gerais, Espírito Santo, Bahia y Rio de Janeiro.

El panel que dio inicio al encuentro estuvo compuesto por un delegado nacional del Movimiento de los Sin Tierra, una delegada de las comunidades afrobrasileñas, un geógrafo de Minais Gerais, una integrante del Secretariado Internacional del Movimiento Mundial por los Bosques (WRM) y un representante del Ministerio de Medio Ambiente. Salvo este último, todos los demás panelistas expresaron su solidaridad con los afectados por las plantaciones y explicitaron las razones que motivaban su oposición a los monocultivos a gran escala.

La presentación del Sr. Nelson Barbosa, representante de la Ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, provocó una tremenda conmoción entre los participantes del evento. El habló sobre la necesidad de plantar árboles para obtener madera, agregando que las estadísticas muestran que en el correr de su vida, una persona de 65 años ya “consumió” 367 árboles. Por ende, sostuvo que era necesario fomentar los planes de reforestación y crear empleos para alcanzar la meta del gobierno de “Hambre Cero”, para lo cual proponía llegar a algún tipo de acuerdo con los allí presentes.

Mostrando indignación por lo que acababan de escuchar, pero conservando el respeto y aportando ejemplos contundentes, durante más de dos horas muchos de los participantes hicieron saber al representante oficial la falacia de su argumentación. A continuación damos, sólo algunos ejemplos de los innumerables testimonios.

Un representante indígena hizo saber claramente al delegado gubernamental que la gente no estaba en contra del gobierno, porque dijo “El gobierno es nuestro” y agregó “estamos en contra de la expansión de las empresas a costa de nuestra superviviencia”.

Una joven de 20 años, integrante de una comunidad de Nova Venécia, en el Estado de Espírito Santo, aclaró que los monocultivos de árboles a gran escala no se realizan para proveer a las comunidades de madera sino para proveer a las grandes empresas de materia prima barata para sus plantas de celulosa o carbón para la siderurgia. Encontró ridículo que se culpara a las comunidades de la deforestación e irónicamente sugirió que el Sr. Barbosa se hiciera invitar por Aracruz Celulosa, una de las empresas de celulosa más grandes del mundo, para poder constatar el impacto de los monocultivos en las comunidades vecinas.

Un representante de la Federación de Trabajadores Rurales y Agrícolas del Municipio de Mucurí en el Estado de Bahia, recalcó el hecho de que no se podía hablar de reforestación cuando en realidad lo que se estaban promoviendo eran monocultivos a gran escala; no se podían confundir las plantaciones con los bosques. Mientras que los bosques son “una dádiva de la naturaleza, el monocultivo es un crimen”, enfatizó.

"La palabra sustentabilidad está ligada a durabilidad y no hay nada más durable que la agricultura indígena", agregó otro participante. "Los pueblos indígenas han demostrado que son capaces de poder mantener los bosques porque lo hicieron durante miles de años. Los 50 años de Revolución Verde no han hecho más que causar estragos", finalizó.

Un integrante del MPA (Movimiento de los Pequeños Agricultores) aseguró que son muchos más los empleos que se perdieron que los que se han generado con las plantaciones y la instalación de plantas de celulosa. Dio detalles sobre las inversiones realizadas y lo que esto hubiera significado en materia de generación de empleos de haberse apoyado a pequeños agricultores en vez de a grandes multinacionales del papel. De acuerdo a las cifras aportadas por el gobierno en materia de inversión, por cada empleo generado en el sector de la celulosa se ha invertido alrededor de US$ 330.000.

Un representante del movimiento Hip- Hop, un joven de las “fabelas” (barrios marginados de Brasil) aclaró con dolor y pena que no se puede hablar de “hambre cero” mientras se promueven políticas que agravan el hambre.

Concisa, seria y rápidamente una integrante de la organización FASE, cuestionó a Barbosa la índole de los números que había presentado. "Si quiere hablar de números, sería bueno saber el número de pequeños productores que han perdido su tierra, el número de pozos de agua que se han secado, el número de ríos que se han contaminado, el número de gente que por año se muere de hambre y los números de las recaudaciones de las grandes empresas plantadoras instaladas en Brasil", dijo.

Otro participante enfatizó que es imposible llegar a algún acuerdo con las comunidades mientras el gobierno tenga acuerdos con las empresas y las beneficie, mientras viola los derechos de las comunidades y ni siquiera considera a sus integrantes como seres humanos. "Acudimos al llamado realizado por el Presidente y trabajamos mucho y voluntariamente en la elaboración de un plan para que el gobierno tomara medidas que favorecieran a las comunidades. ¿Dónde están esos documentos y esos planes? ¿Cuándo comenzarán a llevarse a cabo?" preguntó indignado un representante de la organización bahiana CEPEDES.

Antes de retirarse, el representante del gobierno prometió hacer saber a la Ministra las graves denuncias que había escuchado y aseguró que él personalmente estaría siempre defendiendo a los pequeños agricultores ya que durante muchos años de su vida se había dedicado a esa tarea.

Finalizadas las presentaciones del panel, los participantes, divididos en grupos de discusión, analizaron los impactos negativos de los monocultivos a gran escala en la población local y en las relaciones de trabajo en la industria. También discutieron la relación de los monocultivos industriales de árboles con los problemas de la tierra, la biodiversidad, el modelo energético, los derechos humanos y la violencia.

Como resultado se elaboró un documento que conjuntamente con una carta, los alrededor de 200 participantes entregaron personalmente en el IBAMA (Instituto Brasileño de Medio Ambiente) y también en la Secretaría Nacional de Planeamiento. En un recorrido que duró alrededor de 4 horas por calles céntricas de la ciudad de Belo Horizonte los participantes repartieron cientos de volantes que acompañaron con una clara consigna: ¡Basta ya de eucalipto! ¡Queremos reforma agraria! ¡Si el campo no siembra, la ciudad no come!

En la carta (cuyo texto completo se encuentra disponible en http://www.wrm.org.uy/paises/Brasil/reivindica.html ) dirigida al gobierno del Estado de Minas Gerais se exige la reparación de un conjunto de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales directamente violentados por los plantíos industriales de árboles a gran escala, tanto para celulosa como para siderurgia. Además, se dan pautas de medidas urgentes que deben tomarse, como la devolución a las comunidades de las 280 mil hectáreas de tierras públicas que fueron arrendadas a empresas privadas, acompañadas de un programa de reconversión agroextractivista.

En el documento que denominaron “Manifiesto contra el desierto verde y a favor de la vida” (cuyo texto completo se encuentra disponible en http://www.wrm.org.uy/paises/Brasil/manifiesto.html ) las comunidades toman posición sobre el desastre socio-ambiental causado en los últimos 35 años por los monocultivos de eucalipto y pino para abastecimiento de los complejos siderúrgicos y de celulosa, perjudicando diversos ecosistemas y poblaciones de su territorio, su diversidad biológica, social y cultural, causando expropiación, desempleo, éxodo y hambre.

Es por esta razón que la Red reafirmó el concepto de que ¡LAS PLANTACIONES NO SON BOSQUES!

Las poblaciones perjudicadas solicitaron al gobierno la creación de políticas públicas para poder recuperar ese pasivo socioambiental desastroso y que se tomen acciones que fortalezcan la diversidad biológica, cultural y agroecológica.

Quizás lo más importante que sucedió en este Encuentro y lo más difícil de trasmitir a través de esta nota es la fuerza de convicción y la alegría que se mantuvo en las expresiones de todos y todas las participantes. La fuerza de convicción de que un verdadero cambio social no será posible sin la eliminación de los monocultivos a gran escala, y la alegría de saber que comunidades de Brasil y de muchas partes del mundo están en ese camino.