Breve panorama de la deforestación de los bosques tropicales

1. Introducción

Las negociaciones de la ONU sobre el clima han provocado, a nivel internacional, una nueva ola de interés por la suerte de los bosques tropicales. Su destrucción, su protección y, por sobre todo, su papel como depósitos de carbono, han sido debatidos por los negociadores del clima, por donantes como el Banco Mundial, por organizaciones conservacionistas y por todos los que han participado en las negociaciones climáticas de la ONU desde 2007. Los debates están signados por la sigla REDD: Reducción de las Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los Bosques. REDD fue lanzado oficialmente en 2007, en Bali, durante la cumbre climática anual de la ONU.

El contraste entre, por un lado, el interés internacional, las nuevas iniciativas y los miles de millones de euros dedicados a REDD, y por otro lado la continuación de la pérdida de bosques a gran escala, nos ha llevado a dedicar un boletín completo al problema de la deforestación tropical. El boletín aprovecha la experiencia de anteriores iniciativas internacionales para detener la deforestación, a las que hemos dedicado previos boletines (ver http://www.wrm.org.uy/bulletin/19/ yhttp://www.wrm.org.uy/deforestation/indirect.html). Enfocándonos en información sobre los principales países que contienen bosques tropicales (Brasil, RDC e Indonesia), nos preguntamos por qué REDD+ y otras tentativas de frenar la destrucción de los bosques no han sido eficaces para evitar su pérdida. El boletín también subraya la necesidad de aunar y fortalecer los esfuerzos que sí logran detener la deforestación, los cuales suelen originarse en comunidades dependientes de los bosques y en movimientos que apoyan esos esfuerzos. Paralelamente a esa lucha permanente, los protagonistas internacionales – negociadores del clima, inversores, movimientos, consumidores, aquéllos de nosotros que compran productos provenientes de los bosques tropicales en vías de desaparición – debemos enfrentar de manera urgente el desafío de no solamente combatir las causas directas sino, sobre todo, adoptar medidas para eliminar las causas subyacentes de la destrucción de los bosques.

2. La deforestación tropical

El índice de destrucción de los bosques

Los bosques tropicales siguen siendo destruidos, a un ritmo que se ha intensificado durante las últimas décadas. Según la Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales 2010 de la FAO (1), principal estudio estadístico sobre el estado de los bosques del mundo, en la década de 1980 fue deforestada una superficie de 150 millones de hectáreas, de las cuales la mayor parte eran bosques tropicales. En los años 1990, la pérdida de bosques aumentó a 160 millones de hectáreas. Durante el período siguiente (2000-2010), se destruyeron 130 millones de hectáreas, lo cual parece indicar una disminución con respecto a las dos décadas anteriores.

Sin embargo, los datos pueden no corresponder a la realidad. La FAO encuentra una serie de dificultades para obtener cifras confiables sobre varios países. Además, su análisis distorsiona las cifras reales de la pérdida de bosques, debido a la definición de bosque que aplica.

¡LAS PLANTACIONES NO SON BOSQUES!

La “reducción” relativa de la deforestación, que señala la FAO para el período 2000-2010, está muy distorsionada porque la FAO confunde bosques y plantaciones. Según la FAO, entre 2000 y 2010 se “plantaron” unos 50 millones de hectáreas de “bosques”, generalmente como monocultivos industriales de árboles a gran escala. Para la FAO, dichas plantaciones atenúan la pérdida real de bosques. Para dicho organismo, no hay “pérdida neta” de bosques cuando, en Indonesia por ejemplo, se destruye un bosque primario extremadamente rico en biodiversidad y habitado por pueblos, y se establece en su lugar un monocultivo de acacias que expulsa a los habitantes, no les aporta ningún beneficio y reduce la biodiversidad. El WRM y otras organizaciones están haciendo campaña desde hace años, diciendo que las plantaciones industriales de árboles no son bosques. No obstante, la FAO insiste en aplicar su errónea definición que utiliza como criterio básico la presencia de árboles (2).

Sin embargo, las cifras de la FAO dan una idea aproximada del alcance de la pérdida de bosques tropicales y de las tendencias que sigue la deforestación. Durante el período 2000-2010, en los tres continentes o regiones con más bosques tropicales – la cuenca del Amazonas, la cuenca del Congo y el Sur y Sudeste Asiáticos – la pérdida neta de bosques ha sido mayor en Sudamérica y África, con 40 y 34 millones de hectáreas respectivamente, seguida por el Sur y Sudeste Asiáticos donde se destruyeron 6,8 millones de hectáreas de bosque, casi todas en Indonesia.

A nivel de los países de bosque tropical, Brasil encabeza la lista para el período 2000-2010, con 28 millones de hectáreas de pérdida neta de bosques, seguido por Indonesia (5 millones de hectáreas), Nigeria (4,1 millones), Tanzania, (4 millones), Zimbabue (3,3 millones), RDC (3,1 millones), Myanmar (3,1 millones), Bolivia (2,9 millones) y Venezuela (2,9 millones). Los datos de la FAO confirman también que los manglares siguen disminuyendo rápidamente, y que su superficie mundial pasó de 16,1 millones de hectáreas en 1990 a 15,6 millones de hectáreas en 2010. Indonesia, Australia, Myanmar, Madagascar y Mozambique figuran como los países que más manglares han perdido, y las cifras son probablemente mayores que las mencionadas debido a las limitaciones ya comentadas de los datos de la FAO.

En cuanto a la categoría de “bosques primarios”, también fue en Sudamérica que ocurrieron las mayores pérdidas entre 2000 y 2010: 29,6 millones de hectáreas. Los cinco países que declararon las mayores pérdidas de bosques primarios durante los 20 últimos años fueron Brasil, Gabón, Méjico, Papúa Nueva Guinea e Indonesia.

Causas directas de deforestación

Las causas directas de deforestación más importantes son bien conocidas. Éstas son la tala, la conversión de tierras forestales para la agricultura y la ganadería, las plantaciones industriales de árboles, la urbanización, la minería, la explotación de petróleo y gas, las represas hidroeléctricas y la cría industrial de camarones. Dichas actividades tienen como características comunes que a menudo, aunque no siempre, son realizadas a gran escala, son promovidas por corporaciones, están impulsadas por la demanda industrial orientada hacia la exportación, y suelen implicar violaciones de los derechos humanos. Otras causas directas de deforestación son la contaminación aérea, los fenómenos relacionados con eventos climáticos extremos y con el cambio climático, y los incendios. Los documentos oficiales sobre la deforestación generalmente minimizaron las causas mencionadas, e incluso atribuyeron a las empresas nuevas iniciativas “sostenibles”, subrayando al mismo tiempo que la agricultura itinerante practicada por pequeños agricultores es una de las causas, o incluso la más importante, de la pérdida de bosques. A esto suele agregarse, como principales causas de la pérdida de bosques, fenómenos tales como la pobreza, el crecimiento de la población y la presión demográfica.

La insistencia sobre las causas directas y más visibles de la deforestación es problemática, porque no muestra los diversos factores que puede haber detrás de ellas. En el caso de las actividades agrícolas en los bosques, los agricultores o las comunidades tienden a colonizar y desmontar una parcela cuando se ven obligados a migrar o a sobrevivir de esta forma debido a programas de migración, creación de asentamientos, guerras, políticas gubernamentales que promueven la privatización de tierras comunales, cuando éstas ya están siendo usadas por la población. Dichas prácticas agrícolas provocan una rápida degradación del suelo, pues la mayoría de los suelos de los bosques tropicales son demasiado pobres para soportar la agricultura convencional. Por consiguiente, luego de algunos años el agricultor se ve obligado a desmontar otra parcela de bosque. La tierra agrícola degradada puede usarse durante algunos años más para la cría de ganado (3). Estas prácticas agrícolas no deberían ser medidas con la misma vara que los sistemas de cultivo itinerante que los pueblos dependientes de los bosques han utilizado y refinado en todo el mundo durante generaciones, asegurando así su soberanía alimentaria. En estos sistemas agroforestales, los pueblos practican una forma de cultivo itinerante que no pone en peligro la supervivencia del bosque del cual dependen.

Causas subyacentes de deforestación

En el transcurso de los años se han puesto en práctica innumerables iniciativas, mayormente centradas en la conservación, para invertir la tendencia a la deforestación. Sin embargo, han tenido poco éxito, y se piensa en general que esto se debió al hecho de que apuntan a las causas inmediatas de la deforestación, dejando de lado las causas subyacentes. Estas últimas son múltiples, interconectadas, menos fáciles de ver, poco conocidas y no muy discutidas.

A fines de los años 1990, las ONG lograron incluir en la agenda del Foro Intergubernamental sobre los Bosques (UNFF) un proceso destinado a identificar las causas subyacentes de la deforestación. Con estudios de caso, varios talleres regionales en los que participaron ONGs y representantes de comunidades del bosque, y un taller internacional, se llegó a identificar las principales causas subyacentes y los principales protagonistas de la deforestación (4).

Dichas causas, a menudo relacionadas entre sí, fueron organizadas bajo los siguientes rubros (incluimos aquí algunas de las causas mencionadas en cada caso):

– la tenencia de la tierra: las estructuras sociales profundamente arraigadas de los países de bosque tropical desembocan en desigualdades en materia de tenencia de la tierra; esto provoca, por un lado, una falta de reconocimiento de los derechos territoriales de las comunidades y, por otro, la privatización de los bosques a favor de grandes terratenientes (corporativos);

– la gestión de los recursos: las políticas, explícitas o implícitas, y los planes de desarrollo para las zonas boscosas, incluidos los aspectos políticos y de gobierno; la desigualdad de acceso a los recursos y a su gestión; la falta de reconocimiento de los múltiples valores de los bosques;

– el comercio (especialmente relacionado con el comercio internacional y con la liberalización del comercio): estrechamente ligado al modelo de consumo insostenible que lleva a prácticas de extracción insostenibles y otras actividades de “desarrollo” en zonas boscosas; es un fuerte incentivo para actividades orientadas hacia la exportación y la obtención rápida de ganancias, en lugar de la durabilidad a largo plazo;

– las relaciones económicas internacionales vinculadas al modelo macroeconómico: programas de ajuste estructural, creación de deuda externa y financiación de la deuda, y falta de reglamentación de las empresas transnacionales;

– la exclusión social: la discriminación de pueblos indígenas, agricultores de subsistencia y personas pobres en general; este problema o causa suele percibirse como una consecuencia de los problemas y causas antes mencionados.

En general, puede decirse que muchos de esos factores – en diferentes grados según el país – siguen siendo válidos, incluso después de casi una década y media.

REDD+ y deforestación

El interés internacional por los bosques tropicales era alto a principios de los años 1990, gracias a las campañas de ONGs internacionales y a uno de los mayores programes internacionales para frenar la deforestación en un país tropical – Brasil – lanzado en 1992 durante la Cumbre de la Tierra: el PPG7, un programa piloto financiado por los países del G7 que apuntaba a combatir la deforestación en la Amazonía brasileña. Si bien este programa sentó las bases para, por ejemplo, la vigilancia satelital que Brasil utiliza hoy para seguirle la pista a la deforestación, también sentó las bases para una reorganización territorial que permitió la mercantilización y la apropiación y privatización futuras de la naturaleza (5).

La atención internacional disminuyó durante la primera mitad de la década siguiente. REDD ciertamente hizo revivir ese interés internacional desde que fuera lanzado oficialmente en 2007 y luego expandido como REDD+, donde el + indica que las actividades de forestación y la agricultura también están incluidas en el concepto. Ahora bien, todo el esfuerzo dedicado a REDD+ para los bosques e incluso al REDD+ de “carbono azul” para los manglares, la promesa de los gobiernos del Norte de contribuir con 7.700 millones de dólares (6), la propia atención internacional renovada por los bosques, ¿lograron reducir la deforestación, o al menos invertir la tendencia actual?

Si bien las cifras de la FAO indican una tendencia a la “reducción” de la pérdida neta de bosques durante la década 2000-2010, especialmente gracias a Brasil e Indonesia, informes recientes provenientes de Brasil y de toda la región amazónica sugieren que la deforestación está volviendo a aumentar. Según datos del instituto brasileño de investigación IMAZON, la tasa de deforestación aumentó en diciembre de 2012 por cuarto mes consecutivo; si se comparan los cinco últimos meses de 2011 con el mismo período de 2012, las cifras muestran que la pérdida de bosques se duplicó (7). Aunque se necesita más información para hablar de una tendencia firme, los investigadores mencionan algunos factores que explicarían este reciente aumento de la deforestación:

– La descentralización a favor de estados y municipios del control de las actividades de deforestación ha llevado al cierre de los puestos federales de control, que eran a menudo los únicos obstáculos reales para las empresas madereras. Es probable que esta descentralización vuelva más difícil la aplicación del código forestal.

– Otros factores que alientan la deforestación son la política estatal brasileña de promover y financiar grandes proyectos energéticos y de infraestructuras, como la represa de Belo Monte (8), y el avance en la región de sectores tales como la minería y la agroindustria.

A esto se suma que el propio código forestal, aprobado oficialmente en 2012, fue muy cuestionado por la sociedad civil y los científicos brasileños, entre otras cosas porque legalizará la deforestación en algunos lugares en los que era ilegal. Por ejemplo, el código reduce en algunos casos las dimensiones de las reservas de bosque legales, así como las de las zonas de preservación permanente que protegen ríos y arroyos.

Otro informe reciente, publicado por la Red Amazónica de Información socio-ambiental geográfica (RAISG) (9) en diciembre de 2012, analizó la deforestación en toda la cuenca del Amazonas e identificó 6 factores que constituyen las principales amenazas para el futuro cercano del Amazonas: construcción de carreteras, extracción de petróleo y gas, represas hidroeléctricas, minería, incendios y extracción de madera. El informe señala que 1,1 millones de km2 (15% de la región amazónica) están ocupados por proyectos y planes de extracción de petróleo y de gas, mientras que los proyectos y planes mineros ocupan 1,6 millones de km2 (21% de la Amazonía). También señala la existencia de 417 proyectos de represas hidroeléctricas, tanto existentes como planeadas (10). El estudio advierte que si las amenazas detectadas continúan avanzando, “podría desaparecer hasta la mitad de la selva amazónica actual” (11).

La misma tendencia a acrecentar la presión sobre los bosques tropicales, incluida la superposición de grandes concesiones para diversas actividades, se ve en Indonesiadonde, como en Brasil y siempre en base a las cifras de la FAO, la deforestación disminuyó durante la pasada década (2000-2010). Sin embargo, la realidad es probablemente diferente. Organizaciones como WALHI han documentado la existencia de una enorme cantidad de concesiones otorgadas a compañías de palma aceitera, plantaciones industriales de árboles y minas de carbón, que ponen aún más en peligro los bosques indonesios y ocupan la mayor parte de los bosques tropicales del país. Por ejemplo, en Sumatra del Sur cerca del 66% del territorio ha sido ocupado por compañías que plantan palma aceitera, caña de azúcar, acacias y heveas (árboles de caucho). En Kalimantan Central, el 78% del territorio ha sido cedido en forma de concesiones, principalmente a compañías de palma aceitera pero también a empresas mineras.

En 2011, el gobierno de Indonesia anunció una moratoria de 2 años sobre nuevas concesiones en los bosques, pero esta medida ha sido severamente criticada por ONGs que la encuentran ineficaz, ante todo porque sólo incluye los bosques primarios y las turberas, y porque excluye las concesiones existentes, incluso las que están apenas comenzando el proceso de implementación de sus proyectos para las zonas concedidas. Además, poco después de anunciada la moratoria la cantidad de tierras otorgadas para plantaciones de madera y celulosa casi se duplicó, y la moratoria tiene carencias en lo referente a las actividades mineras y a algunos cultivos alimentarios y energéticos (12). Según Kiki Taufik, de Greenpeace Indonesia: “En Kalimantan, la mayor parte de los bosques destruidos estaban en regiones donde ya habían sido otorgadas concesiones para la extracción de carbón (...)” (13). Un problema de orden general es también que resulta difícil medir la eficacia de una moratoria debido a la falta de estadísticas confiables sobre la deforestación.

En un reciente comunicado de prensa, una coalición de ONGs afirma: “El bosque de Indonesia se reduce rápidamente año a año mientras que los gobiernos locales socavan la moratoria redefiniendo grandes extensiones de bosque como zonas no boscosas, para que no queden protegidas por la moratoria, y planificando o permitiendo grandes proyectos alimentarios y agrícolas” (14). Además, se otorgan más permisos para utilizar bosques (naturales) como “bosques de producción” para la extracción de madera. El aumento de la superficie de palma aceitera, que pasó de 7,3 a 9,1 millones de hectáreas entre 2010 y 2012, es otro indicador de que la deforestación aún continúa (15).

La coalición de ONGs mencionada también muestra que la estrategia REDD+ no ha logrado aún mejorar la gestión de los bosques: “La Estrategia Nacional REDD+ fue preparada con el fin de mejorar fundamentalmente y enteramente la gestión de los bosques. El proceso de preparación fue relativamente transparente y en él participaron los interesados pertinentes. Se reconoció que el actual gobierno de los bosques de Indonesia se enfrenta a graves problemas que requieren soluciones extraordinarias, y no medidas que mantengan las cosas como están. Sin embargo, este intento también está siendo atacado”.

La RDC es el país que posee la mayor parte de los bosques tropicales de África, que cubren dos tercios de la cuenca del Congo. Con un índice de aproximadamente 0,25% (el promedio mundial es de 0,6%), la deforestación durante las dos últimas décadas ha sido relativamente menor en términos de superficie y de ritmo de desaparición de bosques, si se la compara con las de Brasil e Indonesia.

El gobierno de la RDC anunció en 2002 una moratoria sobre nuevas concesiones forestales. Esta medida ha sido considerada ineficaz por las ONG que defienden los bosques. Una investigación reciente de Greenpeace muestra, por ejemplo, que los madereros industriales están eludiendo la moratoria gracias a permisos artesanales, y que trabajan sin ningún control ni vigilancia (16).

El reciente desarrollo de la política sobre REDD adoptada por el gobierno de la RDC en 2007 ha sido influido principalmente por dos estudios que analizan las causas de la deforestación. El primero, realizado por el Woods Hole Research Center de Estados Unidos, presentado en 2007, concluye que “la deforestación está determinada ante todo por el aumento de densidad de la población... principalmente asociada al sistema de agricultura itinerante”. El estudio también menciona como factores de deforestación la recolección de leña y la producción artesanal de carbón. El segundo informe, realizado por la consultora McKinsey, también considera la presión demográfica como primer factor a combatir en lo relativo a la deforestación.

Ambos informes han sido fuertemente criticados por organizaciones de la sociedad civil y por pueblos indígenas dependientes de los bosques de la RDC, porque considera a las comunidades locales como los principales factores de la deforestación y degradación de los bosques, mientras que minimiza el papel notorio de la extracción industrial de madera. Greenpeace cuestionó las suposiciones y los análisis presentados en el informe de McKinsey, y señaló que en los bosques más intactos de la RDC, la mayor amenaza no es la agricultura itinerante sino la tala industrial. Las concesiones forestales son las que causan la degradación de los bosques, fenómeno que afecta áreas mucho más extensas que la deforestación con fines de subsistencia (17). Además, las organizaciones de la sociedad civil afirman que el aumento de la extracción de leña fue causado principalmente por la demanda de los centros urbanos que están creciendo rápidamente (18). Los conflictos armados de larga data y la situación general en la RDC han causado, y siguen causando, desplazamientos masivos y una fuerte urbanización.

Acaba de publicarse un nuevo informe sobre las causas de la deforestación y la degradación de los bosques en la RDC, elaborado por la organización de la sociedad civil congolesa Grupo de Trabajo sobre Clima y REDD, en colaboración con la FAO y con la asistencia de la universidad belga de Lovaina. Realiza un análisis cualitativo de la deforestación y la degradación de los bosques durante el período 1990-2005, basado en entrevistas con “expertos” y científicos de diferentes provincias del país, reconociendo la existencia de diversas partes interesadas y ecosistemas de bosque. El estudio incluye una tabla sobre las causas de deforestación por provincia, según informaron los “expertos” y científicos entrevistados, y concluye que el cultivo itinerante es la causa directa más mencionada, mientras que el crecimiento urbano es la causa subyacente más mencionada en las diversas provincias. En mucho menor medida, se mencionan la extracción industrial de madera y otras actividades. Sin embargo, el informe no muestra cómo influye cada factor en la deforestación en términos cuantitativos. Ese sería el tema de una segunda parte del estudio, a realizar usando teledetección y verificación sobre el terreno (19).

¿Puede REDD+ disminuir la deforestación?

El objetivo de REDD+ no es detener la deforestación sino reducirla. Por consiguiente, ese sistema asume que los bosques tropicales seguirán siendo destruidos, sólo que menos que ahora. Además, ¿pueden REDD y otras iniciativas relacionadas, como el pago y el comercio de servicios ambientales, realmente proteger mejor los bosques tropicales del mundo?

Brasil e Indonesia, respectivamente primero y segundo país en la lista de países que han perdido más bosques durante la década 2000-2010, están también a la cabeza de varias iniciativas REDD. Sin embargo, los planes REDD de esos países no dicen gran cosa sobre los principales factores directos de deforestación, como la extracción industrial de madera, la agricultura, la minería, la extracción de petróleo y gas, las represas hidroeléctricas y la construcción de infraestructuras, que han provocado una deforestación a gran escala. Además, como muestra la información reciente presentada en la sección anterior, dichos factores siguen provocando la deforestación en esos países, están relacionados con una producción orientada a la exportación, van de la mano con promesas de “desarrollo” y “progreso”, y favorecen la aparición de otros fenómenos, como la migración interna y la urbanización dentro y en torno a esos proyectos a gran escala en zonas boscosas, que incentivan aún más la deforestación.

Está previsto que ese mismo conjunto de factores de deforestación a gran escala también avance más y más en África. Por ejemplo, el gobierno de la RDC – citando el informe de McKinsey – calculó en 2009 que, basándose en las previsiones del Banco Mundial y del FMI en cuanto al desarrollo económico del país, las actividades a gran escala, como la minería, la extracción de petróleo y gas y las actividades agrícolas industriales desembocarán, si las condiciones no cambian, en une pérdida de bosques de 12-13 millones de hectáreas durante el período 2010-2030. Si bien dichas instituciones pueden haber exagerado sus proyecciones para que coincidan con sus intereses neoliberales de promover el crecimiento del sector privado, en el caso de resultar ciertas, el índice de deforestación sería un 40% más alto que hoy (20).

Lo que se espera de REDD+ en la RDC es que evite ese aumento de la destrucción de los bosques y, al mismo tiempo, que garantice el crecimiento y las inversiones que el aumento de la deforestación debería estimular. La solución presentada consiste en ubicar parte de las actividades a gran escala en áreas consideradas “marginales”, o promover la reforestación – que puede incluir monocultivos a gran escala – de bosques ya “degradados”. El informe de McKinsey recomienda, por ejemplo, que se apliquen programas de forestación en cerca de 7 millones de hectáreas, y de reforestación en 4 millones de hectáreas de “bosques degradados”. También se “recomienda” el desarrollo de la agricultura industrial a gran escala, principalmente de palma aceitera. Se promete crear 40.000 empleos.

Sin embargo, el informe de McKinsey y otros documentos similares que apuntan a preparar a los países para REDD, ignoran la experiencia de los actuales procesos de acaparamiento de tierras en África y otros continentes. La realidad muestra que las compañías tienen muy poco interés en ubicar sus plantaciones en zonas “degradadas”, entre otras cosas porque allí la productividad será probablemente baja. Y es difícil encontrar tierras fértiles que no estén siendo usadas por la población local.

Para los consultores de McKinsey, las comunidades locales y los posibles conflictos con ellas parecen no existir. Los informes de país sobre REDD raras veces mencionan las causas subyacentes de la deforestación y, cuando mencionan las causas directas, como la extracción industrial de madera, suelen minimizar su papel. Muchos promotores de REDD (ver recuadro sobre “actores”) suponen simplemente que las actividades a gran escala que causan la deforestación pueden volverse “sostenibles”.

LA PRÁCTICA DE DECLARAR “SOSTENIBLES”
LAS ACTIVIDADES QUE DESTRUYEN LOS BOSQUES

Desde la década de 1990, la mayoría de las mayores empresas mundiales que practican la destrucción de los bosques han adoptado “objetivos de sostenibilidad”, a menudo relacionados con algún tipo de sistema de certificación. Muchas compañías internacionales de aceite de palma, responsables de la destrucción de millones de hectáreas de bosques en Indonesia y en Malasia, han ingresado en la Mesa Redonda por el Aceite de Palma Sostenible (RSPO). También la cría industrial de camarones, principal causa de deforestación de los manglares, está siendo presentada ahora como “sostenible” con tal que posea un certificado. Las compañías petroleras y gasíferas que han causado innumerables derrames en los bosques de gran biodiversidad de Ecuador, también afirman poseer políticas de sostenibilidad.

Las mayores compañías mineras del mundo crearon el Consejo Internacional de Minería y Metales (21). Sus integrantes se comprometen a aplicar el llamado “Marco de Desarrollo Sostenible”: procurarán obtener una certificación “independiente” y se basarán en 10 principios, uno de los cuales las obliga a “contribuir a la conservación de la biodiversidad y a adoptar un enfoque integrado para la planificación del uso del suelo”. También la industria maderera se ha “transformado” en una actividad “sostenible”. A principios de los años 1990, la tala rasa de bosques primarios era la principal causa directa de la pérdida de bosques en países como Malasia. Dicha práctica ya había sido objeto de campañas y llamados a boicotear las maderas tropicales en los países del Norte durante la década de 1980. Desde entonces, la llamada “gestión sostenible de los bosques” para la producción de madera ha ido en aumento. Las cifras de la FAO muestran que, en 2010, aproximadamente 1,6 millones de hectáreas de bosque tenían ya algún tipo de plan de gestión, lo cual, según la FAO, es un paso importante hacia la “gestión sostenible de los bosques”. La FAO dice, resumiendo, que “existe un progreso hacia la gestión sostenible de los bosques a nivel mundial”. Sin embargo, la pérdida de bosques continúa sin pausa. Las comunidades locales se quejan de los daños ecológicos que causa la “tala selectiva” y de la represión que sufren, incluso por parte de compañías que afirman practicar una extracción “sostenible”. Por ejemplo, Greenpeace informó que SIFORCO, filial del grupo alemán Danzer con base en Suiza, que opera en la RDC, está implicada en un grave conflicto social con la comunidad de Yalisika, que ha incluido arrestos arbitrarios, violaciones y palizas.

Esto sucedió años después de que Danzer fuera la primera empresa maderera de la RDC que obtuviera la certificación del FSC por su “gestión sostenible de los bosques”. SIFORCO es la segunda mayor empresa maderera y una gran productora y comercializadora de madera dura (22). El Estado brasileño de Acre ha sido presentado como ejemplo internacional de sostenibilidad y conservación forestal. Sin embargo, la cantidad de madera extraída se ha multiplicado casi por cuatro durante la última década de mayor “sostenibilidad”, provocando una grave degradación y destrucción de los bosques, como ha sido documentado en informes recientes (23).

En suma, parecería que el principio “quien contamina paga” se ha transformado, a lo largo de los años, en “quien contamina, obtiene certificación y recompensa”.

Una trama de acaparamiento de tierras y de falsas soluciones

Todos los informes y declaraciones de investigadores y ONGs antes mencionados, provenientes de los principales países de bosque tropical, revelan una trama de acaparamiento de tierras y de control creciente de las zonas de bosque tropical por parte de actores corporativos, mayormente privados.

Por otro lado, las transnacionales están consiguiendo mayor acceso a la tierra por medio de concesiones que les dan derecho a realizar actividades destructivas de los bosques. También dichas actividades se desarrollan cada vez más bajo la bandera de la “sostenibilidad”. Sin embargo, el problema sigue siendo que, si bien dichas actividades pueden mejorar (lo cual no suele suceder), su expansión seguirá destruyendo los bosques, demostrando así la inutilidad de intentar resolver un problema de gran escala por medio de cambios cualitativos y a nivel de proyectos individuales. Es cierto que, en ciertos casos, se puede tomar varias medidas, como mejoras técnicas, para mitigar algunos de los peores impactos. No obstante, la tendencia general a aumentar la extracción de recursos naturales y a expandir los monocultivos de exportación para “alimentar” el modelo de consumo insostenible que imponen las corporaciones – una de las causas subyacentes de la deforestación – sólo puede desembocar en una destrucción más rápida y mayor de los bosques en un futuro cercano, y en más conflictos y problemas para las comunidades que de ellos dependen.

EL PROBABLE AUMENTO DEL CONSUMO INSUSTENTABLE

Si los países industrializados del Norte mantienen sus modelos de consumo actuales y las élites urbanas de las llamadas economías “emergentes” del Sur siguen la misma tendencia, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) predice que, de aquí a 2050, el consumo mundial de minerales, combustibles fósiles y biomasa llegará a 140.000 millones de toneladas por año, es decir que será tres veces mayor que hoy (24).

Aproximadamente el 70% de los bienes de consumo manufacturados en la Unión Europea (UE) depende de substancias minerales metálicas y no metálicas que Europa está obligada a importar, a menudo de regiones de bosque tropical. Para fabricar un teléfono móvil, una computadora o una pantalla de televisión son necesarios entre 40 y 60 materias primas diferentes, como litio, tantalio, cobalto y antimonio, que son cada vez más difíciles de adquirir. La demanda y los precios de dichas substancias están aumentando y seguirán haciéndolo. Amigos de la Tierra Europa mostró, en otro estudio, pruebas de que la UE depende de las tierras nacionales pero también de tierras ubicadas en el exterior: el consumo de tierras por persona es de 1,3 ha por persona en la UE, mientras que en China e India es de menos de 0,4 ha por persona. El 60% de las tierras utilizadas para responder a la demanda europea de productos agrícolas y forestales está fuera de la UE (25).

Pocos consumidores europeos lo saben, pero las transnacionales implicadas en los diversos sectores están perfectamente al tanto de los enormes beneficios que pueden esperar obtener combinando el acaparamiento de más tierras en previsión de un aumento del consumo, con los altos precios y las oportunidades de especulación en los mercados financieros.

Por otro lado, también se acaparan tierras para transformarlas en áreas protegidas, como es el caso de los proyectos REDD+. Muchos informes nacionales sobre REDD+ proponen una “zonificación” de los bosques tropicales para definir qué parte de ellos será protegida y cuál seguirá estando disponible para actividades industriales y otras. Dado que los problemas territoriales, como la falta de reconocimiento del derecho de los pueblos forestales sobre su tierra – una de las causas subyacentes de la deforestación – no suelen ser tenidos en cuenta en las propuestas de zonificación, es probable que ésta aumente la incertidumbre de dichos pueblos en lo referente a la tenencia de la tierra.

Según la FAO, la superficie forestal destinada a la conservación de la diversidad biológica, situada principalmente dentro de las áreas protegidas, aumentó en más de 95 millones de hectáreas desde 1990, especialmente durante el período 2000-2010. La mayor parte de dichas áreas fueron creadas en América del Sur, y dieron lugar a conflictos con las comunidades locales. En varios casos, estas últimas fueron expulsadas y debieron buscar en otros lugares cómo ganarse la vida. Si bien la cubierta forestal aumentó en las áreas protegidas, la migración de las familias expulsadas al crearlas lleva a incrementar la desforestación. Además, los proyectos de conservación de tipo REDD, basados en el almacenamiento de carbono y que se supone funcionarán en el futuro gracias a la comercialización de dicho carbono, quedarán asociados a que continúe e incluso se intensifiquen las actividades contaminantes en otros lugares, dentro o fuera de los bosques tropicales, y principalmente en los países del Norte.

Es por eso que quienes participan en la destrucción de los bosques suelen ser los mismos que participan en proyectos para protegerlos, por ejemplo a través de proyectos REDD+.

ACTORES INVOLUCRADOS TANTO EN LA DEFORESTACIÓN
COMO EN ACTIVIDADES REDD+

Si bien, según su nombre, REDD+ apunta a reducir la deforestación y a acrecentar los depósitos de carbono en las zonas boscosas, la idea de los promotores del sistema es hacer que funcione por medio de los mercados del carbono, aplicando un razonamiento totalmente diferente: si una compañía protege los bosques de un lugar determinado, puede destruirlos en otro, o contaminar el ambiente por la extracción o la producción industriales, pues un proyecto REDD+ permite compensar dicha destrucción. Eso explica por qué los promotores del sistema REDD participan no sólo en actividades de conservación sino también en la destrucción de los bosques.

A modo de ejemplo, un informe de Greenpeace muestra que el Banco Mundial tuvo un papel determinante en el desarrollo de la estrategia REDD+ del gobierno de la RDC, pero que también tuvo un papel clave en la formulación de políticas forestales que privilegiaron a la industria forestal y causaron deforestación en ese mismo país (26). Del mismo modo, el Banco Mundial ayudó mucho a los países de bosque tropical a implementar otras políticas y actividades que provocan la pérdida de bosques.

Las transnacionales participan cada vez más en iniciativas de conservación, mientras siguen destruyendo los bosques y contaminando el medio ambiente con sus actividades extractivas. En Indonesia, por ejemplo, donde la minería es una causa directa de deforestación, varias grandes empresas mineras invierten en proyectos de conservación (27). Rio Tinto, una de las principales compañías mineras del mundo, dijo que esperaba usar el sistema REDD “como herramienta económica para compensar la huella de carbono de Rio Tinto y conservar la biodiversidad”. BHP Billiton, otro actor mundial de importancia, es uno de los miembros fundadores del Kalimantan Climate Forest Partnership (KFCP) de Indonesia, un proyecto REDD+ que causa muchos problemas a las comunidades locales (28). La compañía tiene una concesión de 335.000 ha para extraer carbón mineral en Maruwai, Kalimantan Central, y prevé ampliar sus actividades de extracción de mineral de hierro.

Otros actores del grupo son los gobiernos donantes, como el de Noruega. Noruega prometió invertir mil millones de dólares para reducir la deforestación en Brasil e Indonesia; al mismo tiempo, su fondo estatal de pensiones invierte en compañías de aceite de palma que transforman los bosques en plantaciones industriales (29).

Por su parte, las instituciones del mercado financiero invierten en industrias destructivas, como siempre lo hicieron, pero también están dispuestas a invertir en proyectos referentes al carbono forestal, pues ofrecen nuevas oportunidades de negocios. Unas cincuenta compañías como Merryl Linch, Standard Bank y JP Morgan están organizadas en la Carbon Markets and Investors Association y, según su sitio web, “proponen soluciones comerciales eficaces para combatir el cambio climático” (30).

Del mismo modo, las grandes ONG conservacionistas que, como WWF, participan en la formulación de proyectos piloto REDD, desean “ayudar” a las empresas a volver “sostenibles” o a “certificar” sus actividades destructoras. Conservation International y The Nature Conservancy están involucradas en iniciativas de ese tipo.

Cabe mencionar también otras iniciativas que conciernen específicamente a la certificación. El FSC ha certificado como “sostenibles” millones de hectáreas de plantaciones industriales de árboles, a pesar de todos los efectos negativos que tienen dichos monocultivos, y que las comunidades locales han señalado. Al hacerlo, el FSC consolida la posición de las empresas propietarias de las plantaciones. Además, también participa en actividades REDD de compensación de emisiones, y varias compañías que intervienen en esos proyectos referentes al carbono de los árboles utilizan al FSC para obtener certificados y vender sus créditos de emisión.

En todos los casos, y con la ONU a la cabeza, todos esos actores defienden la llamada “economía verde”, que presentan como una opción “en la que todos ganan”, que combate tanto la crisis económica y financiera como la crisis ambiental al redirigir las inversiones hacia el “capital natural” y hacia nuevas tecnologías supuestamente limpias (como las basadas en la biomasa), hacia el “mercado del carbono” y hacia el comercio de “servicios ambientales” en general (31).

Conflictos y resistencia

El acaparamiento de tierras en zonas boscosas, ya sea para actividades destructivas o para supuestas actividades de protección (REDD), está dejando cada vez menos lugar a los pueblos de los bosques y a las comunidades que dependen de éstos.

En el estudio de RAISG (32) sobre la deforestación en la cuenca amazónica, figura una serie de mapas referentes a las principales amenazas (construcción de carreteras, explotación forestal, minería, extracción de petróleo y gas, represas hidroeléctricas e incendios) y se les compara con los mapas de los territorios indígenas. El estudio muestra que el 95% de las tierras de los casi 400 pueblos indígenas de la región está afectado por una o varias de esas amenazas (33). Las cifras del estudio muestran, por ejemplo, la existencia en la Amazonía de 96.000 km de rutas, de las cuales 9.500 km atraviesan territorios indígenas.

En Indonesia, una coalición de ONGs señala que “el Consejo Forestal Nacional (DKN) detectó la existencia de conflictos sobre la gestión de los bosques en 19.420 aldeas de 33 provincias, como Mesuji, Senyerang y Pulau Padang. La superficie en litigio es la más extensa de todos los sectores agrarios, y cubre más de 1,2 millones de hectáreas (HuMa, 2012)” (34). En 2010, la ONG WALHI ya había recibido denuncias y apoyado a las comunidades en 113 casos de apropiación de tierras por parte de empresas, que habían llevado a la criminalización y el arresto de 147 personas. Además, WALHI había recibido 66 informes sobre intimidación y violencias, sobre 28 personas heridas de bala y sobre 10 muertos, incluyendo mujeres y niños, en un conflicto sobre la plantación de palma aceitera (35).

En el este de la RDC, un estudio sobre un proyecto piloto REDD+ desarrollado por Conservation International y financiado por la Disney Corporation muestra que dicho proyecto consolida el tipo de reserva natural que priva a las comunidades locales de sus derechos tradicionales. Por esa razón, las comunidades de la Reserva de Primates de Kisimba-Ikobo se opusieron al proyecto que complica aún más su lucha por sus derechos consuetudinarios sobre el territorio, así como su derecho de administrar el bosque del cual dependen.

Las iniciativas tendientes a resolver problemas tales como la ausencia de reconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos del bosque y de los que dependen de los bosques, o como la mala gestión de los bosques – causas subyacentes de la deforestación – y que también intentan hacer participar como corresponde a las organizaciones locales y comunidades forestales, se enfrentan a numerosas dificultades. La iniciativa FLEGT es un ejemplo de ello (ver http://loggingoff.info/).

FLEGT

La explotación maderera ilegal practicada en la mayoría de los países de bosque tropical tiene un efecto devastador sobre las comunidades y la diversidad biológica, mientras que los consumidores y compañías de los países consumidores, como la Unión Europea, compran sin saberlo la madera así extraída y sus derivados. De este modo, la tala ilegal es financieramente viable y conspira contra los esfuerzos de resolver el problema.

El plan FLEGT (Aplicación de las leyes, gobernanza y comercio forestales) y, en especial, los Acuerdos Voluntarios de Asociación (AVA), apuntan a garantizar que la madera que se vende en la UE fue producida legalmente. La iniciativa FLEGT de la UE apunta a combatir las causas de la ilegalidad, como la falta de claridad en materia de derechos territoriales, la corrupción y la influencia excesiva de la industria maderera sobre la legislación y las políticas forestales.

Uno de los principales resultados positivos que ha tenido este proceso es que ha fortalecido la participación de la sociedad civil organizada en la formulación de las políticas forestales de los países de bosque tropical que han negociado AVA. No obstante, uno de los principales problemas es que, una vez firmados los AVA, el proceso de aplicación es muy lento. Una parte esencial de los AVA es la existencia, en los países exportadores de madera, de un Sistema de Seguro de Legalidad eficaz. Sin embargo, la puesta en funcionamiento de sistemas que sigan fielmente el recorrido del árbol desde el bosque hasta el puerto de exportación ha demostrado ser muy difícil.

Así como los AVA tienen como objetivo combatir la ilegalidad del comercio de la madera en el país exportador, el Reglamento de Maderas de la UE se refiere al comercio de la madera dentro de la UE y establece que, a partir del 3 de marzo de 2013, todos aquellos que comercialicen madera ilegalmente producida podrán ser procesados. Para que el plan FLEGT logre reducir realmente la extracción ilegal de madera, será indispensable que dicho reglamente sea eficazmente aplicado. Sin embargo, se teme que los países de la UE no estén listos para aplicar dicha legislación y que la madera de origen ilegal siga llegando al mercado europeo (36).

3. Un nuevo llamado a detener la deforestación

¿Quién se beneficia con la conservación de los bosques?

– Los pueblos que dependen de los bosques

Las comunidades que dependen de los bosques serían las primeras y mayores beneficiarias si se detuviera la destrucción de los bosques. Un líder pigmeo de la RDC oriental declara que “El bosque y los pueblos indígenas pueden ser descritos como amigos inseparables. La vida de un pigmeo depende enteramente del bosque, porque éste es nuestro hogar ‘por excelencia’. Puedo afirmar que, sin el bosque, no puede haber vida para los pueblos indígenas”. (37)

La tendencia a acaparar cada vez más tierras en los bosques, tanto para la extracción destructiva como para actividades “de protección”, ha vuelto más dura la lucha de la mayoría de los pueblos dependientes de los bosques para defender sus derechos territoriales tradicionales. A pesar de los progresos realizados a nivel internacional en materia de legislación, a nivel nacional queda mucho por hacer para que los acuerdos internacionales reconozcan los derechos de los pueblos del bosque.

En Indonesia y RDC, los derechos de tenencia de los pueblos indígenas aún no son oficialmente y plenamente reconocidos. En países como Brasil, donde varias causas directas de deforestación ejercen presión sobre las áreas boscosas, inclusive sobre las pertenecientes a pueblos indígenas, las violaciones de los derechos territoriales de éstos se multiplican, y los sectores conservadores del parlamento y de la justicia intentan reformar los derechos constitucionales de los pueblos indígenas y tradicionales con el fin de facilitar el acceso de intereses privados a los recursos naturales de las zonas comunales.

LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN AISLAMIENTO VOLUNTARIO

Muchas personas no conocen la existencia de pueblos indígenas que quieren permanecer aislados del mundo en el que vivimos o, como sucede a veces en la Amazonía, que siempre han buscado el aislamiento por medios que les han permitido vivir al margen del mundo exterior, e incluso separados de otros pueblos indígenas que se mantienen regularmente en contacto con el mundo exterior.

El deseo de vivir aislados suele ser el resultado de experiencias negativas o violentas relacionadas con invasiones pasadas de su territorio. Sin embargo, se les ha vuelto más y más difícil preservar su aislamiento. El proceso de acaparamiento de tierras descrito en este boletín hace peligrar aún más dicho aislamiento, porque las zonas en las que esos pueblos pueden todavía sobrevivir y mantener su estilo de vida suelen ser las mismas que los acaparadores tienen en la mira. Esos pueblos se ven acosados y atacados por actividades que destruyen el bosque del cual dependen y, en América del Sur, también habrían sido afectados por proyectos REDD.

En los bosques tropicales de todos los continentes todavía hay pueblos voluntariamente aislados; sus realidades pueden ser diferentes, pero es evidente que no podrán sobrevivir si sus regiones son sometidas a todo tipo de apropiación.

– La importancia de los bosques tropicales para la humanidad

Los bosques no son sólo importantes para quienes dependen directamente de ellos, sino que cumplen una serie de funciones que son fundamentales para la humanidad y para el mantenimiento de la vida en el planeta.

Una coalición de ONG indonesias revela los efectos que tiene la deforestación sobre los habitantes de su país: “hemos sido testigos de desastres masivos, debidos a la disminución de los bosques, que son zonas de captación de agua y cumplen además otras funciones ecológicas. Las inundaciones que hubo en Jambi, Kalimantan Central, y aquella otra, enorme, que se produjo en Wasior, Papúa, tendrían que haber alertado al sector que gobierna los bosques. Las recientes inundaciones en Yakarta, causadas en parte por la deforestación en las montañas donde nacen los 13 ríos que fluyen hacia la ciudad y en sus orillas, son una advertencia más para el gobierno sobre lo que puede suceder si no cumple con su compromiso de salvar los bosques que quedan” (38).

Es sumamente preocupante que los estudios sobre los impactos del cambio climático, un fenómeno cuyo origen es el modelo dominante de producción y consumo, subrayen que el cambio climático agrava aún más el proceso de destrucción de los bosques. Un informe de la NASA sobre la Amazonía afirma que, desde 2005, dicha región ha mostrado señales de degradación debido al cambio climático. Según ese estudio, recién en 2010 pudo la selva amazónica recuperarse de la gran sequía de 2005, y sufrió luego un nuevo período de fuerte sequía. Esto puede afectar gravemente la estructura y las funciones de los ecosistemas que existen dentro de la región amazónica (39).

Los derechos de la Naturaleza y el valor intrínseco de los bosques

Entre las razones por las cuales hay que detener la deforestación figuran también los llamados “derechos de la Naturaleza”, que reconocen el valor intrínseco de los bosques. Si bien este concepto es nuevo para muchas personas, forma parte de numerosas culturas y creencias indígenas del mundo entero. El tema adquirió notoriedad e importancia en 2008, cuando Ecuador incluyó los derechos inalienables de la Naturaleza en su nueva Constitución. Quizás se trate más de palabras que de actos, pero aun así la idea representa un cambio radical con relación a la tendencia a acaparar tierras y privatizar bosques tropicales, y una nueva “herramienta” de gran valor para la lucha contra la deforestación.

Hacia el fortalecimiento de la lucha contra la deforestación

En su proceso sobre las causas subyacentes de la deforestación, el UNFF declaró en 1999 que era necesario adoptar mecanismos democráticos para la toma de decisiones referentes a la gestión de los recursos naturales, que reconocieran los derechos territoriales de los pueblos indígenas y demás comunidades tradicionales; que se requería modificar las políticas macro-económicas internacionales, incluso en los procesos de liberalización del comercio, y que había que cambiar los actuales modelos de consumo insostenible [40].

Para detener la deforestación es necesario eliminar sus causas subyacentes. Entre las principales medidas a tomar para lograrlo figuran las siguientes:

Reconocer los derechos que poseen sobre sus territorios comunales las comunidades del bosque y las que de él dependen, y en especial los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, que tienen cada vez más dificultades para sobrevivir. La demarcación de los territorios de los pueblos indígenas es un medio eficaz para detener la deforestación, y el reconocimiento de los derechos de esos pueblos implica también reconocer los derechos de la Naturaleza y respetar los derechos humanos. Según estudios realizados en Brasil, los bosques están mejor protegidos en dichos territorios que en zonas boscosas comparables ubicadas fuera de ellos.

Combatir la exclusión social de los pueblos dependientes de los bosques y apoyar sus esfuerzos por administrar y gobernar sus territorios. Los pueblos de los bosques de varios países están cada vez más organizados para defender sus derechos y mantener sus actividades económicas basadas en la agricultura y la recolección de productos forestales no madereros, pero se enfrentan a numerosas dificultades. Las comunidades brasileñas que dependen de los bosques, agrupadas en el Consejo Nacional de Poblaciones que viven de los Bosques (CNS), siguen sufriendo amenazas, y algunos de sus líderes fueron asesinados recientemente por haber denunciado a los madereros que habían invadido ilegalmente sus territorios. En Indonesia se ha creado un movimiento por la gestión comunitaria de los bosques pero aún es poco reconocido; de los casi 39 millones de hectáreas de bosque sobre las cuales se otorgaron permisos de explotación, sólo el 0,5% fue otorgado para beneficio del pueblo (41).

Definir los bosques teniendo en cuenta lo que significan para los pueblos que de ellos dependen; excluir de dicha definición las plantaciones industriales de árboles, que no son bosques.

Denunciar las falsas soluciones, como las actividades industriales “sostenibles” en los bosques tropicales, REDD+, el comercio de servicios ambientales, las asociaciones entre el sector público y el privado, la “economía verde”, etc., que proponen o apoyan los actores mencionados en el Cuadro “Actores involucrados tanto en la deforestación como en actividades Redd+”. Dichas soluciones cuestan muchísimo dinero a los gobiernos, y mucho tiempo y esfuerzos a toda una serie de ONG. Los gobiernos deberían “despertarse” de manera urgente y dejar de apoyar soluciones falsas, porque éstas no detienen la deforestación y tampoco reducen las injusticias sociales y ambientales.

Optar por consumir menos, en lugar de comprar productos certificados provenientes de actividades y empresas a gran escala. Presionar a los gobiernos para que los miles de millones de dólares que dan a transnacionales e instituciones financieras sean gastados en apoyar alternativas al sistema dominante de producción y consumo insostenibles, por ejemplo apoyando métodos de producción locales y regionales. Reiteramos el llamado de la red internacional Oilwatch: ¡Dejen el petróleo y el carbón bajo tierra!

Denunciar las actividades de las empresas transnacionales y demás actores que encabezan el proceso de acaparamiento de tierras descrito en este boletín. Unirse a la Campaña para Desmantelar el Poder y la Impunidad de las Corporaciones (42). Si bien a fines de los años 1990 la falta de reglamentación de las transnacionales fue mencionada entre las causas subyacentes de la deforestación, la última década nos enseñó que esas mismas transnacionales, debido a las actividades que realizan y a la influencia que ejercen, son la principal amenaza que pesa sobre el futuro de los bosques tropicales.

Consideraciones finales

Esperamos que esta breve presentación sirva no sólo para informar sobre el proceso de deforestación tropical, sus causas subyacentes, sus actores, efectos y víctimas, sino también para motivar a nuestros lectores a apoyar la lucha contra la deforestación. Nos espera una enorme tarea, y es indispensable que todos la emprendamos. Debemos defender las verdaderas soluciones, y no las falsas; apoyar el esfuerzo por desmantelar el poder de las grandes empresas, en vez de reforzarlo; y, por sobre todo, es necesario construir alianzas más fuertes entre la gente del Norte y del Sur. El primer Día Internacional de los Bosques, celebrado el 21 de marzo de este año, nos da la ocasión de reiterar que será ilusorio intentar detener la desaparición de los bosques mientras no se tomen las medidas necesarias para eliminar las causas subyacentes de la deforestación.

(1) http://www.fao.org/docrep/013/i1757f/i1757f.pdf
(2) Ver el documento de información del WRM sobre la definición de bosque:http://www.wrm.org.uy/forests.html
(3) http://www.wrm.org.uy/deforestation/indirect.html
(4) http://www.wrm.org.uy/deforestation/process.html
(5) http://wrm.org.uy/articles-from-the-wrm-bulletin/section2/brazil-continued-destruction-of-forests-and-biodiversity-in-the-state-of-acre-considered-a-model-of-the-green-economy-in-the-brazilian-amazon/
(6) http://www.redd-monitor.org/2011/09/22/no-redd-platform-issues-wakeup-call-to-funders/
(7) http://oglobo.globo.com/pais/exclusivo-desmatamento-na-amazonia-da-sinais-de-voltar-crescer-7389285
(8) http://wrm.org.uy/articles-from-the-wrm-bulletin/section2/brazil-belo-monte-an-illegal-and-immoral-hydroelectric-dam-project-that-violates-numerous-rights/
(9) Un grupo de ONG y de organismos gubernamentales que se ocupa de cuestiones ambientales y sociales en la Amazonía utilizando la teledetección.
(10) http://www.oeco.com.br/reportagens/26723-atlas-amazonia-sob-pressao-
240-mil-km2-desmatados-em-10-anos

(11) http://raisg.socioambiental.org/objectivos.
(12) http://news.mongabay.com/2012/0722-chart-indonesia-forest-moratorium.html
(13) http://www.redd-monitor.org/2012/05/04/deforestation-in-indonesia-continues-despite-the-moratorium/
(14) http://news.mongabay.com/2012/0722-chart-indonesia-forest-moratorium.html
(15) Suhadi, Zenzi, 2012. Indonesia: Oil palm plantations and Industrial “Plantation Forest” (HTI) violate human rights destroying Indigenous People’s Identity. Boletín 185 del WRM.
(16) http://www.greenpeace.org/africa/en/Press-Centre-Hub/Press-releases/
Greenpeace-DRCs-moratorium-on-industrial-logging-being-bypassed/

(17) Greenpeace, 2010. «REDD en RDC: menace ou solution?»
(18) MECNT. 2012 « Étude qualitative sur les causes de la déforestation et de la dégradation des forêts en République Démocratique du Congo ». Groupe de Travail Climat REDD et UN-REDD.
(19) ibid.
(20) ibid.
(21) http://www.icmm.com
(22) http://www.greenpeace.org/international/Global/international/publications/forests
/2011/stolen%20future.pdf

(23) http://www.wrm.org.uy/bulletin/172/Brazil_Acre.html
(24) http://www.wrm.org.uy/bulletin/167/UNEP_report.html
(25) http://www.foeeurope.org/sites/default/files/publications/FoEE_Briefing_Europe_
Global_Land_Demand_1011.pdf

(26) http://www.greenpeace.org/france/PageFiles/266591/redd-en-rdc-menace-ou-soluti.pdf
(27) http://www.wrm.org.uy/bulletin/167/REDD_Indonesia.html
(28) http://www.wrm.org.uy/boletim/184/opiniao.html
(29) http://www.wrm.org.uy/bulletin/167/REDD_Indonesia.html
(30) http://www.cmia.net/
(31) http://www.wrm.org.uy/bulletin/175/viewpoint.html
(32) Un grupo de ONG y de organismos gubernamentales que se ocupa de cuestiones ambientales y sociales en la Amazonía utilizando la teledetección.
(33) http://raisg.socioambiental.org/mapa-online/index.html
(34) http://www.redd-monitor.org/2013/01/29/indonesian-ngos-demand-action-saving-
indonesias-remaining-forests-can-no-longer-be-delayed/

(35) Suhadi, Zenzi, 2012. Indonesia: Oil palm plantations and Industrial “Plantation Forest” (HTI) violate human rights destroying Indigenous People’s Identity. Boletín 185 del WRM.
(36) Por más información sobre FLEGT, ver www.fern.org
(37) http://www.wrm.org.uy/forests/Forests_Much_more_than_a%20_lot_of_trees.html.
(38) http://www.redd-monitor.org/2013/01/29/indonesian-ngos-demand-action-saving-i
ndonesias-remaining-forests-can-no-longer-be-delayed/

(39) http://www.mo.be/artikel/amazonewoud-takelt-af-door-klimaatverandering
(40) http://www.wrm.org.uy/deforestation/process.html
(41) http://wrm.org.uy/articles-from-the-wrm-bulletin/section2/indonesia-
oil-palm-plantations-and-industrial-plantation-forest-hti-violate-human-rights-destroying-indigenous-
peoples-identity/

(42) http://www.stopcorporateimpunity.org/