Camboya: la lucha de la población rural por su “bosque comunitario”, una parte esencial de su soberanía alimentaria

Si bien muchas de las zonas boscosas originales de Camboya fueron destruidas en las pasadas décadas, para numerosas comunidades los bosques que quedan siguen teniendo un papel fundamental para garantizar su soberanía alimentaria. Es en el bosque donde recolectan diferentes tipos de verduras, hongos, miel, pequeños animales; el bosque también les da la oleorresina que produce el árbol de ratán, y que usan, entre otras cosas, para proteger la madera de los barcos con los que pescan en los ríos, otro pilar de su soberanía alimentaria; además, el bosque les da leña para preparar la comida, así como hierbas silvestres y otros elementos de la medicina tradicional. En especial para las mujeres y las actividades y funciones tradicionales que ejercen, las zonas boscosas son extremadamente importantes. “El bosque tiene para nosotras mil utilidades”, dijo una de las mujeres de una comunidad recientemente visitada por el WRM.

La ley camboyana garantiza el derecho de las comunidades a poseer títulos de propiedad de la tierra y, desde hace poco, también se les reconoce y delimita el llamado “bosque comunitario”, pero en la práctica las comunidades suelen enfrentarse a una dura lucha para que esos derechos sean respetados. Una de las cosas que amenazan dicho reconocimiento es el proceso por el cual el gobierno central está otorgando a grandes empresas concesiones que se superponen a los territorios comunitarios. Esas concesiones suelen incluir también las zonas de bosque de las que dependen las comunidades. Otro problema que se plantea a las comunidades que tienen bosques es la práctica actual de extraer la muy valiosa madera de las zonas boscosas, para lucrar con ella en el mercado de exportación.

La concesión de tierras de Pheapimex

En la provincia de Kampong Chhnang, desde principios de los años 2000 las comunidades se enfrentan al problema de la concesión de Pheapimex. Esta compañía camboyana recibió una concesión de 315.628 hectáreas que se extiende sobre Kampong Chhnang y otras provincias; la compañía tiene fuertes lazos con el gobierno camboyano y, por consiguiente, cuenta con su apoyo (ver http://wrm.org.uy/articles-from-the-wrm-bulletin/section1/cambodia-the-curse-of-concessions/ ). Pheapimex es el socio camboyano de la compañía china Wuzhisan, que actúa en el sector de las concesiones, y también subarrienda la zona a otras empresas. En el transcurso de los años, muchas familias han sido expulsadas por las actividades de la compañía, pero también los miembros de las comunidades han resistido, por ejemplo presentando quejas ante las autoridades, bloqueando las rutas e impidiendo el paso de la maquinaria usada para deforestar y para realizar en las concesiones los cultivos industriales con los que la empresa reemplaza los bosques. Debido a las protestas, la compañía debió desistir de sus planes originales de plantar enormes extensiones de hierba limón; también abandonó el proyecto de realizar grandes plantaciones de eucaliptos. Sin embargo, en la provincia de Pursat, donde vivían pocas personas y era difícil organizar la resistencia, la mayor parte de la zona boscosa de la comunidad fue destruida y la compañía realizó grandes cultivos de mandioca. Los trabajadores deben aplicar agrotóxicos sin equipo protector (ver foto más abajo), lo cual los expone aún más intensamente a esas substancias venenosas. Si bien la mandioca es un cultivo alimentario que podría ser beneficioso para el mercado local, según los pobladores está siendo exportada a China para su procesamiento.

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Donde las zonas de bosque comunitario se superponen a la zona de la concesión, la comunidad debe movilizarse constantemente para protegerlas, así como luchar contra las autoridades para lograr que sean reconocidas como bosque comunitario. Como resultado de las luchas de resistencia contra la compañía, las comunidades de las provincias de Kampong Chhnang y Pursat recibieron títulos de propiedad sobre un total de 60.000 ha que incluyen las zonas que utilizan para subsistir, donde están principalmente sus arrozales y viviendas. Sin embargo, se quejan de que, si bien en el papel las dimensiones de las parcelas están limitadas a 5 hectáreas, en la práctica las zonas delimitadas son mucho más pequeñas; eso provoca incertidumbre en las familias en cuanto a la forma de responder en el futuro a las necesidades de tierra de sus hijos. Además, los títulos de propiedad no incluyen las zonas de bosque comunitario, de modo que la lucha por el reconocimiento y la demarcación de esas áreas debe continuar. Y también continúa la resistencia contra la compañía porque, incluso donde ésta no ha realizado aún ningún monocultivo debido a la oposición de las comunidades, como en el distrito de Boribo, nuevos sistemas de irrigación están ahora en construcción.

La lucha por el bosque de Pray Long

En otra región de Camboya, una organización llamada Red de Pray Long se ocupa de defender el bosque de Pray Long de 360.000 ha, uno de los mejores conservados que quedan en el país, y del cual unas 200.000 personas dependen, directa o indirectamente, para su subsistencia. En la lengua local, “Pray Long” significa “Nuestro Bosque”.

Algunos de los miembros de la Red de Pray Long de la provinciai de Kampong Thom, junto a otras personas de las aldeas de Srea Choeng y Kbal Khla, están patrullando su bosque comunitario en forma casi permanente. La zona del bosque comunitario que este grupo recorre está ubicada en el borde del bosque de Prey Long, y tiene una superficie de unas 4.500 hectáreas, pero aún no ha sido oficialmente delimitada por el gobierno. Está en peligro debido a las actividades de una compañía vietnamita (CRCK) que tiene una concesión en la región para plantar árboles de caucho en forma de monocultivo. Los miembros de la comunidad se enfrentan incluso al problema de que algunos de ellos, influidos por gente del exterior a menudo poderosa que, para sacar provecho de la valiosa madera que contiene el bosque comunitario, invade éste y provoca deforestación. Un pequeño grupo de miembros de la comunidad preocupados por conservar su bosque para su generación y las generaciones futuras, patrulla la zona día y noche y, cuando descubre un grupo de “invasores”, se moviliza para intentar evitar una mayor destrucción. Haciendo esto, durante los últimos años el grupo de patrullaje ha logrado mantener en sólo 100 ha la destrucción del bosque que contiene especies valiosas; sin esa vigilancia, la cifra habría sido probablemente mucho mayor.

Un importante reconocimiento de la Red de Pray Long llegó recientemente del exterior del país. La Red recibió un Premio de Derechos Humanos de la Fundación Alexander Soros por su trabajo para conservar el bosque de Pray Long. Pero dentro de Camboya, los miembros de la red y también de las comunidades de las provincias de Kampong Chhnang y Pursat siguen luchando duramente con las autoridades para defender sus medios de vida y sus zonas de bosque contra las amenazas de las concesiones y la extracción de madera.

Para aumentar la motivación y la inspiración y fortalecer los valores espirituales comunes, los aldeanos de las diversas provincias visitadas construyeron, en varios lugares dentro y cerca de su bosque comunitario, pequeños templos sencillos para pedir a los espíritus que protejan el bosque y a ellos mismos en su dura lucha. Esto muestra la importancia de los bosques, no sólo para el bienestar físico – la soberanía alimentaria – de las comunidades: su función espiritual y religiosa los vuelve cruciales para la población.

Winnie Overbeek ( winnie@wrm.org.uy ), basado en una visita de campo realizada en octubre 2013