El saqueo de los bosques: el discurso de la ‘sostenibilidad’ esconde la destrucción causada por la tala

 

La tala industrial - la eliminación a gran escala de árboles - en los bosques tropicales es una causa importante de la pérdida de bosques. La continua devastación de los bosques en África, Asia y América del Sur y Centroamérica está directamente vinculada a mercados lejanos, principalmente en los países industrializados, que demandan la madera dura de algunas especies tropicales que se venden a elevados precios (1). Contrariamente a lo que la mayoría de los gobiernos y las empresas madereras dicen, la tala industrial no se traduce en una mejora duradera del bienestar local. El empobrecimiento y la desintegración social son consecuencias habituales de la tala industrial, y con frecuencia, la corrupción es una pieza clave en sus prácticas. Las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas ya que los productos forestales que tradicionalmente usan y manejan desaparecen con el bosque. La tala industrial a menudo viola los derechos territoriales de los pueblos indígenas y de otras comunidades tradicionales, que son los legítimos propietarios de los bosques. La posible resistencia local a su vez se traduce en la represión del Estado para proteger los ‘derechos’ de las empresas legales (ver Boletín 53 y Boletín 98 del WRM).

Después de haber sido blanco de fuertes campañas de ONGs, algunas empresas madereras comenzaron a mostrarse dispuestas a mejorar su desempeño, o mejor dicho, su imagen pública. Entre otras iniciativas, se inició el proceso de Aplicación de Leyes y Gobernanza Forestales (FLEG, por su sigla en inglés). El argumento era que en la medida en que se cumpla la legislación forestal (por ejemplo, respetar los cortes anuales permitidos, los límites de las concesiones y otros requisitos legales) y que los gobiernos cumplan su función adecuadamente, el resultado será positivo para los bosques y se considerará que el sector forestal tiene una ‘buena gobernanza’. A pesar de los cambios legales en el reconocimiento de los derechos de los pueblos del bosque que un proceso de ese tipo podrían implicar, éste también permite que continúe y se expanda el comercio de madera a escala industrial - bajo la bandera de la legalidad y con una buena imagen.

Las empresas madereras dependen del Estado para recibir préstamos de los ‘bancos de desarrollo’ como el Banco Mundial, para facilitarles el acceso a áreas remotas, obtener subvenciones, controlar y/o reprimir la eventual resistencia local, etc. Son también los gobiernos quienes otorgan concesiones madereras a las empresas, permitiéndoles decir que están actuando ‘dentro de la ley’. Pero a menudo las concesiones madereras industriales crean más daño que las actividades madereras ilegales. ¿Hasta qué punto son legítimas las concesiones otorgadas a empresas madereras en África, cuando explotan millones de hectáreas de bosques, frecuentemente menoscabando los territorios de las comunidades así como su derecho a tener un propio manejo local? En los bosques tropicales, cada especie de árbol es generalmente escasa por hectárea y solo pocas especies suelen ser utilizadas por el comercio maderero, por lo que la explotación industrial en los bosques tropicales es casi siempre ‘selectiva’. Aunque este término puede parecer menos nocivo que la ‘tala rasa’, de hecho, afecta una mayor superficie del bosque. Legal o ilegal, la realidad es que la tala a escala industrial no sólo afecta a miles de hectáreas de bosques y a las comunidades que dependen de estos bosques, sino que también altera el ciclo del agua, degrada el suelo, aumenta la temperatura de la superficie y libera a la atmósfera el dióxido de carbono de los árboles. Y sobre todo, abre áreas boscosas previamente no fragmentadas a una mayor explotación industrial.

La tala selectiva afecta al 28% de los bosques tropicales en todo el mundo. Según un informe de Greenpeace (2), para 2002 ya se habían talado selectivamente entre 2,9 y 4,1 millones de hectáreas de bosques en Papúa Nueva Guinea, y aproximadamente la mitad del total de su superficie boscosa (16,3 millones de hectáreas) está bajo concesiones y por lo tanto amenazada por la tala. En Indonesia, 42 millones de hectáreas de bosque se encuentran bajo régimen de concesión maderera, mientras que en África central las concesiones forestales cubren casi 40 millones de hectáreas. La teledetección reveló que la tala selectiva en la Amazonía duplicó la superficie de bosque degradado por actividades humanas. Al considerar los caminos y la infraestructura conexa construidas para brindar acceso a la madera y a otros ‘recursos’ y permitir su extracción, dichas tasas de deforestación y degradación de los bosques aumentan considerablemente.

También se producen cambios en los bosques que quedan ‘en pie’. Al eliminar varias de las semillas y árboles esenciales del bosque, la tala de ‘bajo impacto’ deja abierto entre un 20 y un 50 por ciento de la cubierta boscosa, siendo que, como señala un estudio de Bioscience (3), en los bosques tropicales “incluso pequeñas aberturas en el dosel (5-10 por ciento) pueden tener un impacto significativo en el contenido de humedad del bosque y aumentar el riesgo de incendio”. El mismo estudio reveló que tres series de tala en las principales zonas de bosques tropicales de América del Sur, América Central, África Central y el sudeste asiático provocaron la casi-extinción de algunas especies arbóreas.

En la mayoría de los casos, las empresas madereras simplemente entran a un bosque, cortan las especies de árboles de alto valor, y luego dejan la concesión a ganaderos, agroindustrias o empresas de plantaciones de monocultivos de árboles (especialmente para celulosa y papel, caucho, o aceite de palma). El mismo estudio reveló que las empresas madereras generalmente se mueven de una superficie de bosque tropical a la siguiente, siempre en busca de aumentar sus ganancias. En Indonesia, por ejemplo, después de acceder a la mayoría de los bosques de Borneo, los madereros se trasladaron a lugares como Sumatra. Ahora que los bosques de Sumatra fueron saqueados - y varias zonas previamente bajo concesión maderera fueron convertidas a monocultivos de árboles – las compañías madereras se trasladan a Papúa Nueva Guinea y a las Islas Salomón. Los bosques tropicales están desapareciendo en todo el mundo.

La falsa promesa del “Manejo Sostenible de los Bosques”

Durante la Cumbre de la Tierra celebrada en Brasil en 1992, los gobiernos de los países industrializados, apoyados por grandes empresas, propusieron bajo el marco del ‘desarrollo sostenible’ el concepto del ‘Manejo Sostenible de los Bosques’ (MSB). Este fue identificado como una estrategia clave para lograr “beneficios sociales y económicos positivos sin comprometer la función de los ecosistemas de los bosques tropicales”. Se formaron asociaciones internacionales entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales conservacionistas, bancos multilaterales y empresas madereras para promover la implementación del MSB. En la práctica, se convirtió en otra falsa solución verticalista a la deforestación, que permitió que una actividad inherentemente destructiva fuera presentada como positiva y ‘sostenible’ - esta vez con la promesa adicional de traer ‘desarrollo’.

Las compañías madereras industriales afirman que a través de practicar el MSB crean puestos de trabajo e infraestructura esencial - como escuelas, hospitales y carreteras - para comunidades vulnerables. Este discurso crea la impresión de que la industria maderera respeta los derechos de las comunidades afectadas, y que las futuras generaciones serán capaces de mantener sus medios de vida en el área que se está talando. La realidad es, sin embargo, que tras el velo del MSB se esconde una actividad devastadora, que ninguna campaña de relaciones públicas puede hacer sostenible, y que, sin duda, no proporciona beneficios duraderos para las poblaciones locales. De hecho, la mayoría de las veces las comunidades pierden más de lo que ganan desde el momento en que las empresas madereras ingresan a sus territorios.

Los asociaciones llamadas público-privadas entre gobiernos, empresas y ONG conservacionistas también crearon instrumentos de mercado basados en la madera y otros productos forestales certificados, tales como la certificación del Consejo de Manejo Forestal (FSC, por su sigla en inglés). El FSC tiene como objetivo proveer al mercado mundial de tanta madera certificada como sea posible. La única manera de avanzar en esa dirección, sin embargo, es certificar tantas operaciones a gran escala como sea posible. Por otro lado, la certificación del FSC se basa en la buena voluntad de los consumidores para ayudar a lograr cambios en la gestión forestal, y no en reducir verdaderamente el consumo (ver el sitio web del WRM para una selección de las principales críticas y problemas de los sistemas de certificación).

Una investigación sobre los bosques de la República del Congo llevada adelante por la Universidad de Michigan, Estados Unidos, (4) identifica que las concesiones gestionadas por empresas europeas, si bien tuvieron los mayores índices de cumplimiento de un ‘Manejo Sostenible de los Bosques’, también tenían las tasas más altas de deforestación. Los concesionarios europeos también fueron más propensos a aplicar el Plan de Manejo de los Bosques aprobado por el gobierno (como lo exige la ley forestal congoleña), y fueron las únicas concesiones que lograron la certificación del FSC. No obstante, en esas concesiones se observaron altas tasas de fragmentación de los bosques asociadas a la construcción de caminos para la tala altamente selectiva. La demanda de madera de los mercados europeos exige sólo unas pocas especies de árboles, por lo que se hacen necesarias densas redes de caminos para encontrar una cantidad suficiente de esas especies que generen los beneficios deseados por las empresas. Por otro lado, los mercados asiáticos y congoleños aceptan una mayor variedad de especies de menor valor. Como resultado, la red de carreteras en las concesiones operadas por empresas asiáticas y congoleñas son menos densas y la fragmentación de los bosques es menor. La investigación en la República del Congo muestra entonces una relación directa entre el cumplimiento del ‘Manejo Sostenible de los Bosques’ y el aumento de la deforestación.

La misma investigación advierte que más de 400 millones de hectáreas de bosques tropicales están ahora bajo concesión para explotación maderera, y una proporción creciente de la tala se etiqueta como manejada ‘sosteniblemente’. Los investigadores concluyen que “la deforestación y fragmentación de los bosques intactos en el Congo está impulsada por la tala industrial, que ha sido posible en gran medida por las inversiones de capitales internacionales”. Y agregaron que: “Si las políticas del MSB y los mercados de madera certificada, de hecho, se asocian con un creciente cambio en la cubierta forestal [degradación y deforestación], esto sugiere que la creciente demanda mundial de madera legal y certificada puede tener inesperadas consecuencias [negativas] para los ecosistemas de bosques tropicales intactos”.

La constante demanda de madera tropical ha impulsado la expansión de empresas transnacionales que participan en todas las etapas del proceso de producción, desde la extracción de materias primas, pasando por la fabricación, la comercialización y la distribución. Los agentes involucrados en la tala industrial de bosques tropicales varían de país a país, pero los principales son, por lo general, las empresas transnacionales. Pero independientemente del país en el que operan, lo que alimenta la destrucción es la continua demanda de más madera, en especial para el consumo en los países industrializados. Estados Unidos, por ejemplo, es el segundo mayor importador de maderas tropicales y destina más de US$5,4 mil millones al año en 21 millones de metros cúbicos de madera industrial en rollo, aserrada, enchapada y contrachapada proveniente de los trópicos (5). Por otra parte, los principales agentes detrás de los sistemas de certificación para etiquetar a la madera como ‘sostenible’ son también agentes empresariales interesados en mantener el modelo actual (6).

Las más afectadas: las comunidades que dependen de los bosques

Los mayores estragos de la tala industrial lo sufren las comunidades que viven en los bosques y dependen de ellos. El principal daño proviene en primer lugar del hecho de que la tala es destructiva, que los causantes son foráneos que ‘saquean y se van’ y que la tala a menudo está vinculada a violaciones de los derechos humanos. Que la devastación se considere legal o ilegal es secundario para quienes su sustento y modo de vida queda destruido, al igual que la corrupción y sobornos generalizados entre las empresas y los gobiernos que caracteriza al sector de la tala industrial. El débil o nulo reconocimiento de los títulos de los territorios de los pueblos de los bosques y el aumento de las áreas de acceso a estos bosques a través de carreteras y proyectos extractivos como la minería o la exploración de petróleo, facilita el ingreso de las compañías madereras a los territorios de los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales. Esto no sólo degrada y destruye los bosques que las comunidades necesitan para sobrevivir; sino que también trae consigo violencia, amenazas y persecución a quienes defienden los bosques contra esta industria corrupta y codiciosa.

  1. Blaser, J. et al, 2011, ITTO, Estado de la ordenación de los bosques tropicales 2011, http://es.slideshare.net/Leyre7/estado-de-la-ordenacin-de-los-bosques-tropicales-2011
  2. Greenpeace, Why logging will not save the climate: the fallacy of GHG emissions reductions from so-called ‘Sustainable Forest Management’ or Reduced Impact Logging of natural forests, http://www.greenpeace.org/international/en/publications/reports/why-logging-will-not-save-the/
  3. Experts: sustainable logging in the rainforest impossible, http://news.mongabay.com/2012/0718-hance-sustainable-logging.html
  4. Brandt, J., Nolte, C., Steinberg, J. and Agrawal, A. (2014), Forest capital, forest change and regulatory compliance in Congo Basin forests, http://iopscience.iop.org/1748-9326/9/4/044007/article
  5. Logging: timber certification, trade restrictions, Mongabay, 2012, http://rainforests.mongabay.com/1010.htm
  6. Ver, por ejemplo, el papel de American Forest & Paper Association (AF&PA) en la certificación “Sustainable Forestry Initiative”: http://www.forestethics.org/sustainable-forestry-initiative-issue