India: un enfoque desactualizado sobre los parques nacionales y la gente

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El enfoque preservacionista de la protección de los bosques, que considera a la gente como una amenaza para la naturaleza, ignora los derechos humanos y territoriales de las comunidades rurales y los pueblos indígenas que viven en los bosques, quienes de hecho generalmente contribuyen a su conservación. La visión de la naturaleza como un espacio vacío, al mismo tiempo paisaje hermoso y almacén de biodiversidad para la humanidad, no sólo es poco realista -dado que hoy en día prácticamente toda la Tierra es espacio geográfico modificado por la intervención humana- sino que lleva a la generación de conflictos sociales y ambientales. Si bien este enfoque ha sido largamente superado, todavía en algunos lugares goza de buena salud, como es el caso de la India.

Desde la década de 1960 la designación de una determinada zona como Parque Nacional por parte del gobierno de la India ha implicado la remoción por la fuerza de sus moradores indígenas, que eran percibidos como perjudiciales para la naturaleza. Tanto el gobierno como algunos conservacionistas promovían una política de "cerrar, guardar y proteger", tal como se reflejó en la reunión de la UICN que se realizó en Nueva Delhi en 1969. Las líneas adoptadas entonces con respecto a las áreas protegidas comenzaron a modificarse muy lentamente recién hacia fines de la década de 1970, cuando comenzó a reconocerse el valor del conocimiento indígena y su utilidad para el manejo de los recursos. Hoy en día todos los estados tienen la obligación de permitir que los pueblos indígenas permanezcan en sus territorios y que participen en el manejo de las áreas protegidas, incluída India, que es signatario de la Convención de Biodiversidad de 1992. Sin embargo, un caso del norte de la India que presentamos seguidamente muestra que aquella vieja política todavía sigue vigente:

"Nosotros, los Van Gujjars, somos un pueblo indígena que vive en los bosques. Hemos habitado durante siglos en las estribaciones del Himalaya. Pasamos los meses del invierno en los bosques de la cadena montañosa Shivalik, situados a más de 450 metros s.n.m., en tanto que durante el verano estamos en las praderas altas del Himalaya, a una altura de entre 2.400 y 3.600 metros s.n.m. Desde siempre hemos criado nuestros búfalos en estos bosques y estos prados y esa es la forma en que sabemos ganarnos la vida.

Nuestros búfalos son un mezcla de las razas indígenas Nili y Ravi. Estos animales pequeños y robustos han permanecido con nosotros por generaciones, con poco contacto con otras poblaciones. Estos búfalos son de bosque, de manera que están muy bien adaptados a la dura vida de los bosques y a los largos trayectos que recorren en su vida nómade. Ningún otro búfalo es capaz de caminar desde tierras ubicadas a 450 a otras en los 3.600 metros de altura, enfrentando las privaciones determinadas por una exigua existencia de forraje durante la transhumancia. Nuestros búfalos son parte de la familia y tienen cada uno su propia personalidad y su propio nombre, tales como Bhuri, Makheri, Nukra, Lali, etc. Nuestras mujeres son propietarias de sus búfalos y tienen derecho a la leche y derivados que de ellos se obtienen. Estos animales son muy eficientes en la conversión de fibra en leche. Su leche es rica y tiene un alto contenido graso (de alrededor del 10-12%). Durante los meses del verano millones de turistas y pelegrinos vienen a visitar esta zona del Himalaya. Solamente nuestro búfalo suministra la leche para toda esta gente. Si no estuviéramos, las montañas se convertirían en un depósito de papeles y latas usadas. De modo que estamos promoviendo el ecoturismo en el Himalaya. Durante el invierno nuestros búfalos dan miles de litros de leche al día, que es consumida por las ciudades próximas a los bosques.

Nuestros búfalos comienzan espontáneamente a migrar cuando el tiempo se vuelve más cálido en el mes de marzo o abril, o cuando se vuelve más frío en el mes de setiembre, cerca de la línea de nieve. A veces, si no estamos prontos para mudarnos tenemos que detenerlos. Si no son molestados pueden alcanzar su meta incluso por si solos. Son como cualquier otro animal salvaje de los bosques y saben cómo protegerse de los ataques de animales carnívoros. Emiten peculiares sonidos de alerta y se reúnen formando un círculo con los individuos más pequeños en su interior para repeler ataques externos. Este es un comportamiento diferente al de los bufalos lecheros.

Nuestros búfalos se alimentan principalmente de hojas durante el invierno y de las ricas pasturas de los prados del Himalaya durante el verano. En invierno cortamos ramas de árboles forrajeros seleccionados, con cuidado de que queden suficientes brotes y hojas para asegurar la regeneración en el siguiente período del año. También cortamos las ramas de los árboles de ciertas especies antes del otoño para asegurarnos de que el árbol se beneficie contando con todo su follaje para el crecimiento. La fauna herbívora de los bosques también se alimenta de las hojas de estas ramas cortadas. Las heces de los búfalos constituyen un fertilizante natural muy rico para los suelos del bosque. O sea que por un lado extraemos hojas de los bosques, pero por otro les suministramos fertilizante. También nos interesa quitar las malezas para que los plantines de árboles forrajeros puedan crecer con facilidad, y así asegurarnos el alimento para nuestros búfalos en los años venideros. Cualquiera puede ver que en los lugares del bosque donde nosotros, los Van Guijars, vivimos, prosperan la flora y la fauna. De modo que vivimos en completa armonía con los bosques y su vida silvestre y es esa la única razón por la cual hemos mantenido nuestro modo de vida durante siglos.

Somos vegetarianos y nuestra dieta se basa mayormente en la leche y sus derivados. Asimismo creemos en el principio Ghandiano de que la Tierra tienen suficiente riqueza como para satisfacer las necesidades de todos los hombres, pero no la codicia de unos pocos, y nuestras pertenencias se limitan a lo que podemos llevar con nosotros en nuestras migraciones. Vemos que hoy en día el mundo exterior está aferrado al vicio del consumismo y nos hemos mantenido conscientemente por fuera de él. Nadie en nuestra comunidad bebe alcohol o juega. Nosotros no bailamos ni tocamos el tambor como otras comunidades. Creemos que el tambor es el símbolo de la caza y eso va en contra de nuestra ética y moral.

No dañamos los bosques ni podemos hacerlo de ninguna manera, dado que nuestra sobreviviencia depende de ellos. La degradación de nuestros recursos naturales, bosques y vida silvestre ha sido consecuencia del uso indiscriminado e insustentable de estos recursos. Nosotros protegemos y conservamos nuestros bosques, flora y fauna. Conocemos todas las especies arbóreas, todos los animales y pájaros, percibimos cada rama caída y cada árbol, reconocemos cada sonido que hay en los bosques y cuál es su significado.

Estos bosques han sido nuestro hogar durante siglos y nosotros nos sentimos seguros viviendo en ellos. Sabemos que las mujeres y los niños están protegidos por los bosques, lo que no sucede en las ciudades. No es posible encontrar ni siquiera una "dera" de los Van Guijars (grandes chozas circulares) con la puerta cerrada porque según nosotros si la puerta de entrada de nuestra casa está cerrada es como si estuviéramos excluyendo al bosque de nuestras vidas. Después de todo somos parte del mismo "Kudrat" (naturaleza) que mantiene a los bosques, a la vida silvestre y a nosotros mismos. Por ello nos sentimos en la obligación de ser vegetarianos. Si no vivimos en armonía con nuestro entorno hemos de sufrir. Más allá de algunos incidentes menores con elefantes, nunca hemos dañado a ningún animal salvaje. Comprendemos también que la protección de la flora y la fauna de nuestros bosques es crucial para la conservación de la diversidad biológica del país. ¿No es esto lo que desean nuestros forestales, ambientalistas, gobierno y otras personas?

En 1983 el gobierno del estado manifestó sus intenciones de convertir nuestros bosques en un Parque Nacional. Fue ahí cuando comenzaron los problemas para nosotros. El Departamento Forestal nos comunicó que debíamos abandonar el bosque e instalarnos fuera de los límites del nuevo parque. Esto no lo podemos hacer, dado que sabemos que ello sería el fin de nuestros búfalos, lo que significaría nuestro propio fin. Durante siglos hemos vivido libremente en estos bosques y siempre los hemos considerado nuestros. Nunca hemos querido explotarlos por dinero ni bajo ningún otro concepto, tal como lo ha hecho el Departamento Forestal y lo están haciendo ahora los contrabandistas de madera y los cazadores furtivos. Nosotros tan solo extraemos hojas como forraje del bosque y lo devolvemos generosamente por diferentes medios. Siempre nos hemos asegurado de que estos bosques no sufran daño alguno, ya que son parte del "Kudrat". Pero ahora el Departamento Forestal nos llama intrusos y trata de culparnos por su propio mal manejo en nuestras narices.

Sabemos de otros pueblos moradores de los bosques en nuestro país, que también han tenido problemas como nosotros. Nos damos cuenta que este tipo de conflictos entre los parques y la gente terminan siendo perjudiciales para ambos. Nos hemos enterado de que esto también viene sucediendo en otros países. Ciertamente estas luchas son la manifestación de la reafirmación de nuestros derechos, pero nuestra iniciativa tiende fundamentalmente a proteger el ecosistema y la vida silvestre de la cordillera de Shivalik y los derechos tradicionales de los Van Guijars y de los aldeanos tradicionales. Debe permitírsenos elegir vivir en forma permanente en o alrededor de la zona protegida, de un modo ambiental y económicamente sustentable."

Fuente: "Old-style forest protection in India" by Noud van Seters
Rainforest Medical Bulletin, Vol. 6, no. 1, June 1999.