“Comercio de energía o nuestra vida”: la lucha contra las represas en la corriente principal del río Mekong

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Mekong community Ban Khoum dam Thailand
Comunidad que presentó la petición contra la represa de Ban Khoum, Tailandia.

El río Mekong es el río más largo del sudeste asiático y uno de los grandes ríos del mundo. Abarca casi 5.000 km. desde su nacimiento en la meseta tibetana en China hasta el Delta del Mekong. El río fluye a través de seis países: China, Myanmar, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam.

Las poblaciones de los países del Bajo Mekong (Myanmar, Laos, Camboya, Tailandia y Vietnam) han vivido una problemática importante en las últimas tres décadas debido a la rápida construcción de grandes represas hidroeléctricas, especialmente en la corriente principal del Mekong. Las grandes represas hidroeléctricas bloquean las principales migraciones de peces e interrumpen este río de vital importancia, afectando a millones de personas que dependen del Mekong para su sustento y supervivencia. Los problemas territoriales de soberanía y tenencia de la tierra, además de la falta de cooperación en materia de gobernanza entre los Estados vinculados, son las principales barreras para que las comunidades afectadas y los movimientos de la sociedad civil fortalezcan sus redes a través de las fronteras. Sin embargo, a pesar de estas barreras, así como del falso argumento de resolver las necesidades energéticas de las personas y los beneficios del comercio de energía, los movimientos sociales se mantienen unidos con esperanza, aún.

La parte superior del río Mekong, o el “Río Lancang” en chino, ahora está totalmente controlada por las once grandes represas hidroeléctricas de propiedad china. Estas grandes represas, entre otros impactos, impiden que la corriente principal del Mekong se llene a lo largo de la frontera entre Tailandia y Laos, y tampoco llena el Tonle Sap (el Gran Lago), la principal fuente de peces que proporciona a los camboyanos hasta un 70 por ciento de su proteína.

Actualmente, el gobierno de Laos, está impulsando a toda velocidad la construcción de siete represas en la corriente principal del Mekong, después de terminar con las dos primeras represas, que son desarrolladas por compañías tailandesas y malayas. La relación comercial de energía entre el Mekong y otros países del sudeste asiático no es solo una cuestión de negocios, sino también el resultado de intereses políticos de numerosos actores. China es ahora el actor principal en el negocio con su participación en varios proyectos futuros. También es el más influyente en la ideología política y la dirección del desarrollo y es el mayor prestamista de Laos, un país sin salida al mar. Al mismo tiempo, Tailandia sigue siendo el mayor comprador de electricidad de Laos.

A Laos se le llama la ‘Batería del Sudeste Asiático’, debido a la gran cantidad de represas planificadas para proveer energía a los países vecinos.

Emisiones ‘netas cero’ al represar el río Mekong y su gente

Desde 1993, Tailandia ha firmado cinco Memorandos de Entendimiento para comprarle electricidad a Laos. En 2016, Tailandia acordó comprar 9.000 MW a Laos en el transcurso de los siguientes veinte años. Hasta la fecha, Laos ha vendido 5.935 MW a Tailandia. En marzo de 2022, el gabinete tailandés acordó firmar el último Memorando de Entendimiento para comprar 1.500 MW adicionales, lo que hace un total de 10.500 MW. El argumento del gobierno para el nuevo Memorando de Entendimiento fue “La obtención de energía limpia para apoyar las Cero Emisiones Verdes Netas de Tailandia”. Por tanto, los acuerdos permiten que la empresa tailandesa siga construyendo represas en Laos y permiten una lógica distorsionada al afirmar que la represa hidroeléctrica a gran escala es una fuente de energía limpia.

Es difícil saber el número de personas que sufren por estas mega represas, debido a los múltiples cambios del río que atraviesa seis países a lo largo de los 4.880 kilómetros de curso. La destrucción de la biodiversidad en la corriente principal del Mekong, así como en sus afluentes, el Tonle Sap (el Gran Lago) en Camboya y el Delta del Mekong, arrasó con el futuro prometedor y con el medio de vida y sustento de millones de personas. Los estudios estiman que tan solo la disminución de las pesquerías del Mekong representará un costo de casi 23.000 millones de dólares para 2040. Esta cifra no sorprende si observamos que en el Tonle Sap, uno de los lagos interiores más grandes del mundo, el 70% de las especies de peces migran del Mekong hacia el lago durante la temporada de lluvias. En 2019, el sistema de la corriente del Mekong a Tonle Sap cambió drásticamente, dejando el agua del lago cálida, poco profunda y sin oxígeno. En ese año se estimó que la pesca en Tonle Sap disminuyó entre un 80 y un 90%. Como resultado, numerosas personas tuvieron que alejarse de sus prósperas comunidades originales junto al lago para enfrentar un futuro desconocido sin prácticamente ninguna otra alternativa.

En las últimas tres décadas, los gobiernos de la región del Mekong no han logrado proteger al río y a su gente. La región, con gobiernos militares y socialistas, solo pudo acordar una economía de mercado abierto y comercio transfronterizo. Sin embargo, la falta de gobernanza de este proceso ha dejado a las personas atrás y las ha alejado unas de otras. Además del proceso débil y poco confiable entre los gobiernos del Mekong, así como de mecanismos tales como la Comisión del Río Mekong, las personas del Bajo Mekong también han sufrido agresivas inversiones chinas sin muchas explicaciones, y negocios hidroeléctricos chinos, que han crecido aceleradamente. Mientras insiste en su fraternidad con los países del Bajo Mekong, China nunca ha aceptado ninguno de los impactos provocados por sus represas.

Si bien la evidencia de la destrucción ambiental y social del río Mekong es cada vez más evidente, también lo es el fuerte contraste entre las empresas que obtienen beneficios y las personas y los países que lo que obtienen es sufrimiento. En Tailandia, el precio de la electricidad está a punto de alcanzar su índice más alto en el mes de mayo de 2022. Sin embargo, Tailandia tiene un margen de reserva de energía mayor al 50%, ya que los planes de desarrollo energético de este país se basaron en un crecimiento económico sobreestimado. La autoridad tailandesa insiste en aumentar la producción de energía hidroeléctrica del 7% en 2015 al 15 a 20% en 2036, coherente con su constante apoyo a las empresas hidroeléctricas, en medio del exceso de suministro de electricidad y la destrucción de los ambientes y medios de vida locales.

Para el gobierno de Laos, las noticias más recientes apuntan al problema de la ‘trampa de la deuda’ del país. En 2015, el Producto Bruto Interno (PBI) de Laos se triplicó con respecto a 2005. Creció hasta un 6,3% en 2017. Sin embargo, cayó continuadamente al 5,5% en 2019 y al 3,3% en 2020. La principal fuerza impulsora del aumento del PBI fue la inversión extranjera en grandes proyectos de infraestructura. Sin embargo, el gobierno de Laos tiene que invertir al menos el 30% de su PIB para generar un crecimiento económico del 6 al 7%. Por lo tanto, resultó que Laos no podía generar ingresos lo suficientemente altos como para pagar su deuda externa. Su deuda, especialmente con China, provenía de proyectos multimillonarios, como proyectos ferroviarios de alta velocidad, grandes represas hidroeléctricas y la infraestructura de la red de energía. Por lo tanto, el gobierno de Laos no tiene muchas opciones más que apostar a ser la ‘Batería de Asia’, permitiendo que el sector privado y China diseñen el futuro de su desarrollo.

Una fuerte resistencia para salvar el Río Mekong

Desde que comenzaron estos grandes proyectos de represas a fines de la década de 1980, los grupos de la sociedad civil y las comunidades locales pasaron los primeros veinte años trabajando para comprender la situación y movilizándose para crear redes entre sí, a pesar de todas las dificultades debido a la represión y la criminalización. En 2012, una Red de comunidades locales de ocho provincias a lo largo del río Mekong en Tailandia demandó a la Autoridad de Generación de Energía de Tailandia (EGAT, por su sigla en inglés) por planear comprar el 95% de su electricidad a la Represa Xayabouri, la primera represa del Bajo Mekong construida por una empresa tailandesa. (1) Después de años de investigación, el tribunal administrativo rechazó el intento de los pueblos de frenar a EGAT. La apelación sigue en curso contra esta gran represa, que opera a gran escala. Sin embargo, llevar a la autoridad energética ante los tribunales ha ayudado a las personas a comprender más el negocio de la energía. Desde entonces, diferentes comunidades de los países del Mekong han estado tratando de profundizar en el argumento de las necesidades energéticas y los beneficios del comercio de energía a partir de su situación en el terreno. Ahora las ONGs reciben más solicitudes para dar talleres de capacitación sobre energía e impactos de la energía hidroeléctrica. Muchos representantes de la comunidad comienzan a superar la aparente complejidad de los números y los cálculos y a presentar sus propios argumentos para respaldar el tema esencial de “Comercio de energía o nuestras vidas”.

En Tailandia, los movimientos también cobraron impulso debido a la campaña sobre las próximas represas entre Tailandia y Laos. Entre las siete represas propuestas, hay dos represas proyectadas en las fronteras de los dos países, a saber, las represas Ban Khoum y Pak Chom. Por lo tanto, las comunidades pueden reaccionar directamente como partes afectadas.

Recientemente, la empresa Energy Absolute Plc solicitó permiso a la provincia de Tailandia del Nordeste para inspeccionar las zonas afectadas por la represa de Ban Khoum. El proyecto de 69.600 millones de baht tailandeses (alrededor de 2.000 millones de dólares) generará 1.079MW de energía, pero afectará a unas 250.000 personas en Tailandia y Laos. El 7 de febrero de 2022, un grupo de conservación del Mekong, con sede en la provincia Ubon Rachathani, en el noreste de Tailandia, presentó una petición al gobernador de la provincia para pedirle que reconsiderara el permiso de la empresa para realizar un estudio en la zona debido a las graves preocupaciones sobre los potenciales impactos del proyecto.

El 13 de febrero, el gobernador envió una carta al grupo conservacionista y a la empresa instruyendo a Energy Absolute Plc que suspendiera su investigación porque todavía no hay información sobre un marco de cooperación entre Tailandia y Laos en este proyecto.

Las comunidades tailandesas pudieron retrasar el proceso en Tailandia, al menos por un tiempo. Sin embargo, se estaba realizando una investigación similar en el lado de Laos, con respecto a un anuncio de un Memorando de Entendimiento entre empresas de Laos y Tailandia por un lado y el gobierno de Laos por el otro, para un estudio de viabilidad sobre estas represas a partir del 29 de julio de 2020. Según el Memorando, el grupo planeó terminar el estudio de factibilidad de las represas dentro de dos años.

Los movimientos contra las grandes represas en la corriente principal del río Mekong podrían percibir esto como la lucha final antes de que el río Mekong quede demasiado devastado. Incluso es incierto si se construirán las siete represas, dada la severa sequía del río, cuando todas las grandes represas necesitan las aguas del Mekong para generar energía. Sin embargo, en este punto de inflexión final, existe la esperanza de que los problemas actuales y el conocimiento que la gente ha adquirido en las últimas tres décadas, les permitirán hacer una movilización más sólida y una red más amplia.

Podría ser la oportunidad para que las comunidades, de una vez por todas, vuelvan a encarrilar la movilización y puedan salvar lo que resta del río, y de sus vidas.

Premrudee Daoroung
Proyecto SEVANA Sudeste Asiático
 

(1) Video con subtítulos en inglés sobre una comunidad de pescadores de Tailandia, en la provincia de Ubon Rachathani, que es el grupo que presentó la petición contra la investigación de la empresa en la represa de Ban Khoum. Pueden ver el video aquí.