La salud de los pueblos de los bosques depende de la salud de los bosques

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Los bosques proveen de sustento a cientos de millones de personas en todo el mundo, particularmente en las zonas tropicales. Cualquiera sea la actividad que implique la deforestación o degradación del bosque, tendrá un impacto directo sobre los medios de subsistencia y sobre la salud de esas personas.

Uno de los efectos inmediatos de la pérdida de bosques es una disminución en la disponibilidad de alimentos que brindan las plantas y animales que los habitan, como frutas, semillas, raíces, miel, vegetales, hongos, insectos y carne, entre otros. Esta disminución provoca desnutrición, la cual a su vez genera condiciones para la aparición de enfermedades, en particular, aunque no exclusivamente, en los niños.

Al mismo tiempo, algunas de las actividades que provocan la deforestación y degradación de los bosques agregan otros problemas que impactan sobre la salud de los lugareños. Tal es el caso de la explotación petrolera, la cual trae consigo la contaminación del aire y el agua en inmensas zonas de bosque. Las comunidades locales no tienen más opción que seguir utilizando esa agua contaminada para beberla, cocinar y bañarse, y de respirar ese aire contaminado, todo lo cual lleva a un aumento de las enfermedades. Lo mismo sucede con las explotaciones mineras a cielo abierto y la contaminación vinculada a las sustancias tóxicas utilizadas por dicha industria.

La explotación forestal industrial, las represas hidroeléctricas, las granjas camaroneras comerciales, la agricultura en gran escala, la cría de ganado y los monocultivos de árboles, son también actividades que provocan importantes pérdidas de bosques. En muchos casos, estas actividades y las antes mencionadas son impuestas a las comunidades contra su voluntad, generando una situación de tensión social que a su vez impacta sobre la salud física y mental de la población. Por otra parte, estas actividades desembocan muy a menudo en represión y el golpe último contra la salud: el asesinato.

Se ha desatado también una guerra tóxica contra las comunidades locales. Tal vez el peor caso sea la fumigación con herbicidas que el gobierno colombiano está llevando a cabo actualmente con el respaldo de Estados Unidos, supuestamente para combatir el cultivo de coca. Pero también se libra una guerra “de bajo nivel” en numerosos países a través del uso de sustancias tóxicas en la fumigación de grandes monocultivos agrícolas o forestales. Quienes corren más riesgos son los trabajadores de las plantaciones que manipulan dichos productos tóxicos, pero toda la población de la zona se ve afectada con la contaminación del aire y el agua.

Para algunos pueblos de los bosques la mayor amenaza es bacteriológica. Las comunidades indígenas aisladas se están enfrentando, aunque no son conscientes de ello, a la más seria amenaza para su salud: la introducción de nuevas enfermedades a las cuales sus organismos no están adaptados. En el pasado, la introducción de viruela, sarampión, tifus y otras enfermedades por parte de los europeos, demostró ser mucho más mortífera que las armas que ellos utilizaron contra la población indoamericana. Los colonizadores de aquel entonces pueden haber tenido la excusa de la ignorancia, pero no es el caso de los gobiernos y las empresas de nuestro tiempo.

En el caso de la mayoría de los habitantes del bosque, que tradicionalmente han utilizado una amplia variedad de plantas medicinales disponibles en las zonas de bosque, el motivo de preocupación más inmediato es la pérdida de medicinas. La deforestación y la sustitución de bosques por otras actividades comerciales como la agricultura, la cría de ganado y las plantaciones de árboles maderables y de palma aceitera, provocan la escasez e incluso la desaparición total de algunas de dichas plantas a nivel local, eliminando así este recurso vital cuando más se lo necesita para curar las enfermedades resultantes de esas mismas actividades.

Es importante subrayar que para los pueblos indígenas el concepto de salud no se limita a la ausencia de enfermedades; se trata de un proceso dinámico que abarca aspectos económicos y sociales. Para ellos el bosque forma parte de su identidad, sus prácticas culturales y sus creencias; coexisten con el bosque en una relación de interdependencia. Si el bosque desaparece también lo hace su identidad, lo que quiere decir su salud, y su vida.

En resumen, la salud de los pueblos que dependen de los bosques está íntimamente ligada con la salud del ecosistema bosque. Si los gobiernos son serios en su discurso sobre la importancia de la salud, encontrarán aquí una razón adicional para generar las condiciones necesarias para la conservación de los bosques.