Laos: Suez Energy International y la represa de Houay Ho

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“Queremos hacer responsables a aquellas empresas que construyeron la represa o que lucraron con ella: la empresa coreana que la construyó o la empresa belga que hoy es dueña de la represa. Habría que enviar cartas que dijeran ‘Ustedes están ganando dinero con esto, ¿por qué no asumen un poco de responsabilidad y ayudan a todas las personas que sufrieron los impactos de este proyecto y les permiten regresar?' Necesitamos tener tierras suficientes para poder cultivar, lo que significa mudarnos a las zonas que consideramos nuestro antiguo territorio, y necesitamos que se nos conceda el derecho de vivir allí con dignidad e independencia”.

Un hombre Nya Heun de la provincia de Champasak, en el sur de Laos, hizo estas declaraciones a Melanie Scaife, de Oxfam Australia, en noviembre de 2005. La represa de la que habla es Houay Ho, construida por un consorcio formado por Daewoo (Corea del Sur), Loxley (Tailandia) y Electricité du Lao. La electricidad generada por la represa de 150 MW se exporta a Tailandia. En 2001, la empresa belga Tractebel Electricity and Gas International compró una parte mayoritaria de la represa. En 2003, tras una fusión, Tractebel EGI se convirtió en Suez Energy International, una subsidiaria que pertenece enteramente a la empresa multinacional Suez.

En la edición de abril de 2006 de [la revista] World Rivers Review, publicada por International Rivers Network, figura la entrevista de Melanie Scaife con un hombre Nya Huen al que ella llama Boun, para proteger su identidad.

“Antes de que se construyera la represa teníamos suficientes alimentos”, explicó Boun. “Pescábamos en los ríos, recogíamos verduras en el bosque y teníamos mucho arroz. Vivíamos solos, sin tener que depender de la ayuda o el apoyo de nadie más. Ahora, en las zonas de reasentamiento estamos totalmente empobrecidos y dependemos de otros”.

Boun fue trasladado a una zona de reasentamiento a unos 30 kilómetros de su hogar. “Necesitamos bastante tierra: este es el problema básico de nuestra gente”, dijo Boun. “Ahora no tenemos acceso a los recursos porque nos trasladaron a una zona sin bosques ni tierras que podamos considerar nuestros. Mi gente vivía en un bosque muy grande y estábamos acostumbrados a vivir en un lugar extenso, lleno de recursos naturales. Ahora nos metieron en una zona muy concentrada, donde todos los recursos que nos rodean son propiedad de otros y esto para nosotros es un gran golpe, un enorme cambio respecto de lo que estábamos acostumbrados a hacer”.

Desde que fueron trasladados a las zonas de reasentamiento, muchos aldeanos se ven obligados a vender su trabajo para sobrevivir, y así trabajan en aldeas cercanas desmalezando la tierra de otros. Algunos han empezado a mudarse más cerca de sus antiguas aldeas. “Estamos regresando, acercándonos lo más que podemos a nuestro antiguo territorio, a las tierras que no se inundaron con el embalse de la represa”, explicó Boun. “No se nos permite regresar a nuestras antiguas zonas, es decir que oficialmente estamos viviendo en los lugares de reasentamiento, pero en realidad apenas si estamos allí. El año pasado cerca de la mitad de las familias abandonaron los lugares de reasentamiento, y este año son cerca de dos tercios. Hasta ahora el gobierno no nos ha impedido activamente que regresemos, pero ¿quién sabe qué ocurrirá en el futuro?”

En 2004 la ONG belga Proyecto Gato presentó una demanda en virtud de las Directrices para Empresas Multinacionales de la OCDE, alegando que Suez Energy International debería hacerse responsable de compensar adecuadamente a las personas obligadas a desplazarse para dejar lugar a la represa. Proyecto Gato también pidió a Suez Energy International que pusiera servicios básicos de salud, material educativo y medicamentos a disposición de los aldeanos desplazados.

Suez Energy International alegó no ser responsable porque el reasentamiento se había llevado a cabo antes de que la empresa hubiera comprado el proyecto. La OCDE apoyó el argumento de la empresa citando una carta del ministro de Industria de Laos que declaraba que Suez Energy International había cumplido sus obligaciones contractuales para con el gobierno de Laos.

Como resultado de la presión ejercida por Proyecto Gato, en febrero de 2005 Suez Energy International reparó varios pozos de agua potable en la zona de reasentamientos de Houay Ho. Pero siguen sin resolverse los asuntos fundamentales para la subsistencia de los Nya Heun, por ejemplo la tierra.

En octubre de 2005, el periódico Vientiane Times informó que la empresa energética Houay Ho Power Company (el 70% de la cual es propiedad de Suez Energy International) tenía planes de invertir US$ 20 millones para extender la producción de electricidad de nueve horas diarias a 24. Para esto habría que desviar agua de otros dos ríos al reservorio de Houay Ho.

Por casualidad, antes de leer la entrevista de Melanie Scaife con Boun yo había escrito tres veces a Pascal Brancart, vicepresidente principal de la sección para el desarrollo comercial sustentable de Suez Energy International. Solicité a Brancart una copia de la evaluación del impacto ambiental de la expansión, así como la lista completa de todos los documentos elaborados sobre este proyecto. Le pregunté si el trabajo implicaba la construcción de alguna nueva represa (ya fuera a cargo de Suez Energy International o de cualquier otra empresa). Le pregunté si el trabajo provocaría alguna nueva expulsión. Pedí información sobre estudios de los impactos aguas abajo ocasionados por el desvío de agua hacia el embalse de Houay Ho. Le pregunté si Suez Energy International considera que los problemas de reasentamiento asociados con la represa de Houay Ho ya están resueltos. Y le pedí un ejemplar del informe de evaluación ambiental (que la consultora suiza Electrowatt completó cuando ya se había iniciado la construcción de la represa, en la década de 1990) así como el informe de la auditoría legal (que la empresa consultora en ingeniería Knight Piésold había hecho antes de que Tractebel comprara la parte mayoritaria de la represa), documentos que en repetidas oportunidades la empresa se ha negado a hacer públicos.

Brancart no respondió mis mensajes de correo electrónico. Hasta ahora no ha contestado mis llamadas telefónicas. Mi intención es seguir intentándolo. Cuando consiga hablar con él, le pasaré el mensaje de Boun para Suez Energy International: “Uno: asuman la responsabilidad por los impactos de la represa. Dos: ayúdennos a regresar a casa”.

Por Chris Lang, correo-e : http://chrislang.org , www.chrislang.blogspot.com