Monocultivo de caucho en territorios comunitarios en Mabu, Mozambique: concesiones de injusticias

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A los pies del Monte Mabu, en la región central de Mozambique, la expansión de las plantaciones de caucho de la empresa Mozambique Holdings restringe el acceso de las comunidades Manhaua a su propio territorio. Este proceso de expansión tiene lugar mediante abusos sistemáticos que ponen de manifiesto el fuerte contraste entre las distintas formas en que la población y el capital extranjero se relacionan con el lugar donde están.

Las comunidades en Mabu (1)

Mabu es una localidad de Tacuane, subregión del distrito de Lugela, en la provincia de Zambezia, Mozambique. Lleva el nombre de la montaña que hay en ese mismo lugar, el Monte Mabu, un importante sitio espiritual para las comunidades que viven en las cercanías. En los últimos años, el monte se hizo conocido internacionalmente debido a su gran biodiversidad, ya que está cubierto por el mayor remanente de bosque tropical del sur del continente Africano.

La población de Mabu se distribuye entre las comunidades de Limbue, Namadoe, Nangaze y Nvava, y está conformada sobre todo por el pueblo Manhaua. Según el jefe administrativo de la localidad, la población de los cuatro pueblos supera las 10 mil personas, pero según los líderes locales, la cifra está sobrestimada. Esas comunidades guardan una profunda conexión con sus territorios y sus modos de vida reflejan de forma directa su relación con el entorno físico que habitan.

Casi todas las casas están construidas con paredes de pau-a-pique o bloques de adobe, techos de hojas y pisos de tierra. La principal fuente de energía es la leña recolectada o el carbón vegetal producido localmente. Prácticamente toda el agua se obtiene manualmente de arroyos, pozos o del río. No hay electricidad ni conexión a Internet y solo una pequeña parte de las familias dispone de pequeños paneles solares con capacidad para cargar baterías de pequeños dispositivos (teléfono móvil, radio, linterna). Algunas familias tienen bicicletas y solo una pequeña parte dispone de motocicletas para el transporte de personas y artículos.

La base alimentaria de las comunidades viene de la producción agrícola en machambas (pequeñas áreas cultivadas) que suelen ocupar menos de 1 hectárea por familia. Entre los principales cultivos están la yuca, el maíz, las judías, las papas dulces, el arroz y los cacahuetes, y la alimentación se complementa con la caza, la pesca y la recolección de frutos. Los instrumentos que suelen utilizar son sencillos, por lo general una azada, una pala y un machete, y su método de producción no depende de fertilizantes u otros insumos procedentes del exterior. Las familias intentan, dentro de lo posible, llevar a cabo un sistema de rotación de cultivo que les permita recuperar parte de la fertilidad natural de la tierra a través del barbecho. Conviene mencionar además que la ONG mozambiqueña Justicia Ambiental (JA!) apoya actualmente a la organización de las familias en asociaciones para que puedan mejorar el manejo y su sistema agrícola.

Casi todos los habitantes se dedican a la agricultura, en un sistema de trabajo familiar o independiente. Como la mayor parte de la mano de obra se emplea para la subsistencia, el nivel de intercambio mercantil es reducido. Por ello hay un escaso flujo de mercancías entre las comunidades y la sede del distrito, en el pueblo de Lugela, que se encuentra a 45 km de la sede de la localidad de Mabu, situada en el pequeño centro de la comunidad de Limbue, una distancia que de por sí significa un reto. Sólo una pequeña parte de la producción que supera el autoconsumo puede comercializarse.

La vida en Mabu tiene algo que se parece a la de otras comunidades, ya sean más grandes o pequeñas, africanas o no: la carga adicional que soportan las mujeres. Además de participar activamente en el cultivo de las machambas, las mujeres también son responsables de todo el trabajo doméstico que implica preparar la comida, cuidar de los niños y recorrer largos trechos en busca de agua y leña, tareas que realizan acompañadas sobre todo por sus hijas. Sin embargo, el espacio que ocupan las mujeres en los espacios comunitarios de toma de decisiones es casi inexistente. Del mismo modo, hay menos niñas en la escuela, lo que ha resultado en tasas de alfabetización más bajas y un menor nivel de conocimiento del portugués, el idioma oficial del país. Otro desafío comentado en las conversaciones fue la frecuencia relativamente alta de matrimonios precoces de niñas de entre 12 y 14 años, por ejemplo.

Asimismo, hay otro problema que afecta directamente la vida de las comunidades de Mabu, señalado por los habitantes con los que el WRM y JA! conversaron. Se trata de la escasez de áreas disponibles para el cultivo, la recolección y la caza y, en consecuencia, el aumento paulatino de las distancias hasta las machambas, lo que implica dedicar más tiempo y energía al desplazamiento. Entre los factores que han intensificado este problema –además de haber traído otros nuevos– está la instalación de Mozambique Holdings, una empresa de capital extranjero que produce látex, y la consiguiente implantación de sus monocultivos de caucho.

Mozambique Holdings LTD: capital extranjero con nombre mozambiqueño

El grupo Mozambique Holdings Ltd (MHL) es un conglomerado de empresas de capital de la India que se estableció en Mozambique a principios de los años 1990 y que hoy es uno de los mayores grupos privados del país. (2) En 2020, su volumen de negocio superó los 100 millones de dólares, con operaciones en Mozambique, India, Estados Unidos, China y Emiratos Árabes Unidos. El grupo tiene operaciones en distintos sectores, con filiales en los sectores automovilístico, farmacéutico, textil, inmobiliario, minero (carbón y piedra caliza), energético (concesiones hidroeléctricas), abastecimiento de agua y regadío, entre otros.

Los tentáculos del grupo llegaron a la localidad de Mabu en el año 2013 tras obtener una concesión de tierras de 10 mil hectáreas que pertenecían a la antigua empresa de té Madal SARL. Desde entonces, a través de su filial Agro-Industrial e Chá de Tacuane LDA, el grupo está llevando a cabo un plan piloto de producción de caucho en las antiguas zonas de té y en nuevas áreas que han deforestado para instalar las plantaciones de monocultivo de caucho. La extracción de látex se inició concretamente en 2021, y en el sitio web de la empresa no se menciona la finalidad principal de la producción.  Posiblemente estaría destinada al suministro de caucho a la industria automovilística, en particular al fabricante indio de vehículos Mahindra, del que MHL es una de las empresas distribuidoras en Mozambique.

Acceso a la tierra, violencia y miedo

La llegada de la corporación ha impactado fuertemente el territorio y la vida de los habitantes de Mabu. La expansión de las plantaciones de caucho ha ido acompañada de problemas de diversa índole.

El primero de ellos tiene que ver con la tierra. Ya en la época colonial, una gran parte de las tierras de Mabu fue concedida al capital extranjero que conformaba la antigua compañía Madal, ciertamente en un proceso que no consideró ninguna opinión de la población local. Sin embargo, las profundas crisis que azotaron el país durante la guerra civil (1977-1992) hicieron que varias empresas fueran abandonadas. Desde entonces, no han prosperado las iniciativas del gobierno de reactivar la producción de té y algodón en Mabu para el mercado internacional. Abandonadas por las empresas, parte de esas tierras pasaron a ser utilizadas por las comunidades para la producción de autoconsumo y para viviendas. Nada más legítimo, ya que las tierras nunca deberían haber dejado de estar bajo el control de la población local, si estamos de acuerdo con el derecho de los pueblos tradicionales a su autodeterminación.    

Tras la llegada de Mozambique Holdings a Mabu, una vez más la zona antes concesionada pasó a estar bajo el control de capital extranjero, a pesar que las comunidades venían ocupando y utilizando al menos parte de esa tierra. Ahora ya no se le permite a la población utilizar las tierras dentro del área de la concesión. Como si no bastase con este repentino impedimento de acceso a la zona, la empresa ha empleado medios truculentos y abusivos contra las comunidades. Según lo que le relataron líderes comunitarios al WRM y a JA!,  y que en parte ya está documentado (3), hay denuncias de confiscación de azadas; persecución; destrucción de machambas; quema de graneros de maíz; despojo de áreas que las comunidades ya habían preparado para los cultivos; quema de residuos de madera para que los pobladores no los utilicen como leña; entre otros. En uno de los casos, se denunció que unos supuestos jefes indios de la empresa llegaron a dar una paliza a un miembro de la comunidad Nvava por haber utilizado una ruta interna al regresar de un funeral en la comunidad de Namadoe. (4)

Hay que resaltar que no se trata sólo de que la empresa impida el cultivo de la tierra, sino incluso el paso por la zona concedida a la empresa. Uno de los testimonios da cuenta de una familia que, al intentar cruzar la conseción, fue perseguida y se le impidió el paso con chapadas (bofetadas) –¡golpearon al marido, a la mujer y a su hija de 16 años! Por si fuera poco, los guardias de seguridad le arrancaron las blusas a la mujer y a la niña, que se quedaron con los pechos a la vista, lo que demuestra una vez más las consecuencias de la opresión estructuralmente distinta que sufren las mujeres.

En el caso de la comunidad de Limbue, esta restricción de movimiento es especialmente grave si se tiene en cuenta que la única carretera de acceso a la comunidad pasa justo por el medio de esta. Al perseguir a los miembros de la comunidad e impedir su libre circulación, la empresa intensifica el aislamiento de la comunidad con respecto al resto del distrito. Todo ello en un ambiente de miedo, amenazas y una sensación generalizada entre los miembros de la comunidad de que no tienen derechos ni se puede hacer nada ante los abusos.

Resulta irónico, pero muy lejos de Mabu, el propietario (indio) de Mozambique Holdings enaltecía, en otro idioma, el “ethos y la psique cultural mozambiqueña” y afirmaba que, en agradecimiento al país, su empresa retribuye y evoluciona “en armonía con esa diversidad étnica y cultural”. (5)

También cabe destacar que hasta el momento la empresa afirma haber plantado mil hectáreas de árboles de caucho y que todavía no ha alcanzado el objetivo de su plan piloto, lo que resulta preocupante si se tiene en cuenta que el monocultivo ya ha llegado a las puertas de la sede de la localidad.

Falta de transparencia e incumplimientos ambientales

La coacción y las restricciones de acceso a la tierra impuestas a los habitantes plantean otra cuestión, a saber, la falta de transparencia con respecto a la concesión y el derecho de uso de la tierra de la empresa. Aunque JA! haya solicitado información al Ministerio de Tierra y Ambiente sobre este proceso y sobre el proceso de consulta con las comunidades, no se llegó a facilitar ninguna información, lo que genera dudas sobre la legitimidad de la concesión. (6)

Pasa lo mismo con la información sobre el seguimiento de las normas ambientales por parte de la empresa. Al visitar el lugar, se observa que la expansión de las plantaciones se ha llevado a cabo destruyendo la vegetación nativa. Además, en diferentes puntos, las plantaciones se extienden hasta las orillas de los cursos de agua, sin dejar márgenes de bosque. Asimismo, como no se llevó a cabo una evaluación de impacto ambiental -exigida legalmente en Mozambique-, cabe preguntarse cómo o si Mozambique Holdings obtuvo la licencia ambiental para la implantación de sus monocultivos en Mabu.

Expectativas engañosas, sub-empleo y trabajo precario

Otro aspecto problemático referente a la empresa es la cuestión laboral. Según relatan los habitantes, las expectativas generadas en el momento en que se anunció el traspaso de la concesión a Mozambique Holdings distan mucho de lo que sucede realmente, tanto en cuanto a la cantidad de puestos de trabajo como a la calidad de estos.

Anselmo Matusse, que investigó las condiciones de trabajo en la empresa, informa de una jornada laboral abusiva de 12 horas, con tareas/objetivos diarios inalcanzables, cuyo resultado, a fin de mes, no alcanzaba ni de lejos el salario mínimo. (7) También informó que la empresa no proporcionaba herramientas de trabajo, y además les obligaba a comparar zapatos y carne a los trabajadores, cuyo costo después descontaba de sus salarios.

Contrastes y contradicciones

Lo que se ve en Mabu es un contraste muy revelador de la asimetría de poder entre Mozambique Holdings y las comunidades, y de cómo sus formas de relacionarse con la tierra son completamente distintas. Para Mozambique Holdings, la tierra es un mero sustrato para el monocultivo de miles de árboles de caucho -gran parte de ellas han reemplazado la biodiversidad local-, en los cuales se utiliza fertilizantes sintéticos y agrotóxicos que vienen de muy lejos, a base de combustibles fósiles, para producir una materia prima que se exportará y que generará beneficios para extranjeros que probablemente nunca pisarán el lugar. A juzgar por los hechos, poco importa a Mozambique Holdings si su negocio hace que los habitantes se vean obligados a buscar otros lugares con condiciones más precarias para sus actividades de subsistencia.

Para las comunidades Manhaua, en cambio, la tierra es fuente de casi toda su comida, agua, abrigo (casas) y energía (leña), que obtienen mediante un sistema de manejo que llevan a cabo de forma autónoma desde hace muchas generaciones. Además de garantizar su existencia física, la tierra también es el lugar donde se perpetúan sus creencias, costumbres y saberes, que son transmitidos y compartidos de generación en generación a través de su propio idioma.

Este artículo no pretende idealizar el modo de vida de las comunidades de Limbue, Namadoe, Nvava y Nangaze, sino poner de relieve los impactos de las plantaciones industriales en sus territorios. La llegada de Mozambique Holdings en Mabu es un ejemplo más, entre muchos otros, de cómo las corporaciones que necesitan tierras para sus plantaciones de monocultivos de árboles simplemente pisotean a las comunidades, sin importar el tiempo que llevan en el territorio. Cabe entonces preguntarse: ¿cuál ha sido el beneficio para los habitantes de Mabu? ¿Quién decidió conceder parte de esas tierras sin consultar ni contar con la participación de las comunidades?

Desde el punto de vista de las comunidades, esa lógica de darle prioridad a una empresa que limita el acceso de la población a la tierra no tiene sentido. Mozambique Holdings agrava la situación con los abusos y métodos violentos mencionados. Si la concesión en Mabu tuviera por objetivo aportar beneficios económicos y sociales a sus habitantes -y no generar ganancias para una empresa privada-, tendría mucho más sentido fomentar las actividades que estaban en curso en las comunidades. Lo que resulta incomprensible es que comunidades como las de Mabu se vean obligadas a aceptar que la suerte de sus tierras -y, por tanto, su propia suerte- la determinen personas ajenas a ellas.

Justiça Ambiental (JA!), Mozambique, y el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM)

 

(1) La información presentada en esta sección se obtuvo tanto a partir de la visita realizada por el WRM y JA! en octubre de 2022, en la que se mantuvieron numerosas conversaciones con los habitantes de Mabu, como de los datos del último censo y del boletín oficial más reciente del distrito de Lugela al que se pudo acceder.
(2) Mozambique Holdings, O nosso legado; Mozambique Holdings, Visão partilhada, ambição unificada.
(3) Justiça Ambiental, 2021.
(4) Justiça Ambiental, 2020.
(5) The Business Year, interview with José Parayanken.
(6) Justiça Ambiental, 2021.
(7) Anselmo Matusse, published in Verdade Online.