Monocultivos, pobreza y falsas soluciones: El legado de Harvard en la Argentina

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El avance de las plantaciones sobre los Esteros del Y'vera, uno de los humedales más grandes de América. Foto: Guardianes del Y’vera.

Luego de 14 años en Argentina, uno de los fondos de inversión más grandes del mundo, el Harvard Management Company, decidió vender sus 88 mil hectáreas ubicadas en la provincia de Corrientes, no sin antes conseguir ganancias millonarias a costa de  destruir humedales y afectar gravemente a las comunidades de la región con la plantación de pinos y eucaliptos. El Harvard Management Company es una filial sin fines de lucro de la Universidad de Harvard, ubicada en Estados Unidos.

Harvard gestionaba las 88 mil hectáreas a través de la compañía EVASA, administradora de las sociedades Empresas Verdes Argentinas, Las Misiones y Estancia Celina. Alrededor del 50 por ciento de estas hectáreas se encuentra dentro de la Reserva Natural Y’vera, ecosistema de esteros, humedales, lagunas, palmares y monte nativo. Se plantaron millones de árboles de monocultivo, destruyendo territorios fértiles y diversos, así como la cultura y medios de vida de muchas comunidades. (1) Todas las promesas de ‘progreso’ y ‘desarrollo’ se desvanecen frente a la realidad que Corrientes sigue siendo una de las provincias con peores índices socioeconómicos en Argentina.

En mayo de 2023, Central Puerto, la empresa de energía eléctrica más grande de Argentina, anunció la compra de EVASA (2). Con esa adquisición, Central Puerto se convirtió en una de las mayores empresas de plantaciones de árboles del país, acumulando 160 mil hectáreas plantadas. Su estrategia se enfoca, según palabras de su propio gerente, en la generación de madera, biomasa para energía y compensaciones de carbono. Esta estrategia profundiza los impactos y la devastación social y ambiental que se viene viviendo en la provincia de Corrientes, pero esta vez bajo la bandera de la ‘economía verde’ y como una falsa solución frente al cambio climático.

Contexto histórico o cómo llegamos a esto

Argentina ha sido uno de los epicentros de la inversión en plantaciones de árboles desde fines de la década del 90’, cuando durante el gobierno de Carlos Menem se sancionó la Ley de Inversiones para Bosques Cultivados Nº 25.080.

Dicha ley promueve la expansión de las plantaciones al hacer el negocio más rentable. Entre otros beneficios, otorga estabilidad fiscal de hasta 50 años (lo que significa que los inversores no sufren incrementos impositivos durante todo ese tiempo), sumado a exenciones y reintegros de impuestos y apoyo económico no reintegrable que puede alcanzar hasta el 80 por ciento de los costos de implantación (3).

Ante semejantes ventajas, inversionistas y capitales, nacionales primero y extranjeros después, se volcaron al negocio de las plantaciones y, en poco tiempo, se produjo un aumento exponencial de la superficie plantada con especies de árboles exóticas como el pino y el eucalipto. El negocio, por tanto, continuó creciendo a pesar de las innumerables consecuencias desde el punto de vista socio ambiental.

La provincia de Corrientes, con casi 450 mil hectáreas de plantaciones, es la provincia con mayor superficie de monocultivos de árboles en el país. (4) Desplazamiento de familias campesinas que se quedaron sin trabajo, contaminación de agua y suelos, destrucción de biodiversidad y afectación a la salud por el uso de agrotóxicos se cuentan entre los principales impactos de estos monocultivos. El aumento de los incendios es otra de las graves consecuencias que, en los últimos años y agravada por la sequía, ha hecho estragos en la región. En lo que va del año (hasta abril 2023), se han quemado más de 100 mil hectáreas y un 91 por ciento de esa superficie son esteros. Ya se registran incendios masivos en Corrientes desde 2020, con un récord de más de un millón de hectáreas en 2022. (5)

Lucas Yacuzzi, nacido y criado en Chavarría, uno de los pueblos elegidos para el crecimiento de EVASA, consultado sobre la reciente noticia de la venta de Harvard, cuenta: “Lo primero que vimos que cambió con la aparición de los pinos fue la cultura local, la cultura gaucha, la cultura típica correntina se fue perdiendo. Una gran parte de la población no estaba acostumbrada al trabajo forestal y se fue para otros rumbos en busca de trabajo que sí estaban acostumbrados a hacer. Por eso mismo, en lo económico, no sirvió de mucho, porque se enriquecieron unos pocos, contados con las manos, quienes trabajando para ellos lograron mejorar su situación. Pero la gran mayoría de los que eran empleados asalariados o trabajando en negro [sin tener contrato o alguna contratación oficial] siguen igual que siempre, sin poder llegar a fin de mes. Además de eso, los caminos rurales siempre están en mal estado, destruidos, y ni hablar de nuestros paisajes. Nosotros estábamos acostumbrados a ver el monte y los pastizales a las afueras del pueblo y hoy solo vemos pinos y eucaliptos”.

Lucas, junto a decenas de vecinos y vecinas, muchos de ellos jóvenes y madres, en 2012 cortaron la ruta de los camiones de EVASA en protesta. Estaban cansados de que los camiones pasen a toda hora y especialmente en horas de sueño por el medio del pueblo, llevando rollizos de pino y levantando polvo a su paso. Sus protestas lograron prohibir el paso de los camiones por su pueblo y los obligaron a tomar una ruta alternativa hasta el día de hoy. Sin embargo, los camiones siguen llevando rollizos de pino a toda hora y levantando polvo, solo que por otra ruta.

El remate de una cuenca de sacrificio

Durante la crisis socieconómica de la Argentina de fines de los ‘90 y principio de los 2000, varios grandes capitalistas se desprendieron de sus activos para salvaguardar sus inversiones en medio de la inestabilidad que el país comenzaba a atravesar.

En este contexto, en 2002, Pecom Energía, propiedad del grupo empresario Perez Companc, remató en Nueva York 80 mil hectáreas ubicadas en los esteros del Y’vera en Corrientes. Para Pecom Energía las plantaciones se habían convertido además en un negocio para obtener bonos de carbono y compensar las emisiones de sus negocios relacionados a los combustibles fósiles. (6)
 
El comprador en Nueva York fue el empresario Douglas Tompkins, millonario que desembarcó en Argentina y que puso el ojo en la zona. Resultaría una compra estratégica, considerando que los esteros del Y’vera tienen excelentes condiciones para la producción de madera y que son uno de los humedales más grandes de América. Tompkins se daba la fama de filántropo altruista y conservacionista y promovió la errónea dicotomía entre los seres humanos y la naturaleza, como si la exclusión de las comunidades de su entorno ancestral solucionara los problemas que el capitalismo genera. Además, fomentó el turismo de élite en las áreas supuestamente conservadas. En 2003, Tompkins fundó EVASA para manejar las plantaciones de pino que se encontraban en el área adquirida y, en 2007, la vendió a Global Emerging Markets Forestry Fund LP, una empresa conjunta entre el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y la estadounidense International Forestry Investment Advisors LLC. (7)

Al continuar vigente la Ley de Inversiones para Bosques Cultivados, el negocio de las plantaciones siguió repuntando, con una expansión del 20 por ciento en 2007. Además de EVASA, los principales actores de este negocio incluyen a empresas como Alto Paraná (del grupo chileno Arauco), Forestal Bosques del Plata (de la también chilena CMPC), Forestal Argentina, Pomera y Tapebicuá. Estas empresas concentran un gran porcentaje de la producción nacional, además de los pequeños y medianos productores.

En 2007, el fondo de inversión de Harvard poseía al menos el 50 por ciento del Global Emerging Markets Forestry Fund, lo que la convertía en propietaria mayoritaria de EVASA y Las Misiones. Con la  recesión de 2008 y 2009, el fondo perdió casi un 30 por ciento de sus inversiones. Harvard entonces cambió de rumbo y, en 2010, vendió su participación en el Global Emerging Markets Forestry Fund y compró directamente EVASA y Las Misiones. Esto permitió a Harvard eliminar intermediarios y mantener esos activos. (8) La educación de excelencia y por consiguiente de élite fue desde entonces financiada a partir de la destrucción de ecosistemas como los humedales de Argentina.

Harvard en Corrientes: lo verde que se va y lo verde que queda

Catorce años duró la presencia de uno de los fondos de inversión más grandes del mundo en la provincia de Corrientes que, según lo que ellos expresaron, venía “desarrollando una inversión sustentable y respetando altísimos estándares de calidad”.

La entidad educativa explotaba miles de hectáreas con el fin de producir y vender madera para financiar la actividad de su institución educativa. Las tierras le eran atractivas por las altas tasas de crecimiento de los árboles, que son una de las mayores del mundo. En esta zona, los árboles crecen aproximadamente diez veces más rápido que en el hemisferio norte.

Pero, además de enormes sumas de dinero y negociados, ¿Qué significó el paso de Harvard por Corrientes y por las localidades que tuvieron como vecinos sus plantaciones por más de una década?

Adrián Obregón, poblador del paraje Montaña en San Miguel, donde se convive con la Empresa Las Misiones, otro de los establecimientos que Harvard manejó y en los que desarrolló el monocultivo de árboles, nos cuenta: “La verdad es que el paso de Harvard por el territorio no dejó nada en lo económico ni mucho menos. Lo único que dejó fue un desastre ambiental con destrucción del ecosistema del Y’vera y un pozo de 4 metros de profundidad, 350 metros de largo y unos 150 metros de ancho, de dónde sacaban tierra colorada para rellenar un terraplén que construyeron en su campo. Ese pozo es el regalo que nos dejó Harvard en Paraje Montaña. Aclaro que sé las medidas del pozo porque cuando empezaron con el trabajo de la excavación fui al ICAA (Instituto Correntino del Agua y el Ambiente) a realizar la denuncia pero nunca vinieron a ver el problema”.

Adrián, junto a ‘Guardianes del Y’vera’, una organización socioambiental correntina en defensa del humedal desde los territorios locales, y la coalición por las inversiones responsables de Harvard, formada por alumnos, ex alumnos, profesores y trabajadores de la universidad que buscan “cambiar la forma en que Harvard invierte su dinero”, viajó a Estados Unidos en 2013. El objetivo del viaje fue presentarle a Drew Faust, presidenta de la Universidad de Harvard en ese tiempo, un petitorio firmado por comunidades campesinas y que solicitaba la resolución de tres simples puntos:
1- Que se detenga la expansión de las plantaciones hasta que se realice el estudio de impacto ambiental comunitario y participativo pertinente,
2- Que se aleje la frontera de plantaciones a no menos de 2000 metros del asentamiento de las comunidades, y
3- que se regularice la situación laboral de los empleados, hoy precarizados.

El único punto que podría decirse a duras penas mejoró fue el último, pero solo en algunos establecimientos y para pocos empleados. Lo que sí garantizó por años fue la destrucción ambiental de los esteros, y un pozo. Pero Harvard se llevó millones.

Nuevos dueños, el mismo futuro maquillado de verde

En mayo de 2023, Central Puerto, un actor de crecimiento exponencial dentro del sector de las plantaciones de árboles, logró negociar la compra de las tierras de Harvard por una cifra que todavía no fue confirmada por la empresa, pero trascendió que puede ser cercana a los US$70 millones. Central Puerto es además el mayor productor de energía eléctrica a nivel nacional.

Meses antes, en marzo de 2023, Central Puerto adquirió la generadora eléctrica Central Costanera ante la salida de Enel, empresa italiana de energía, y se posicionó como el mayor productor de energía eléctrica en el país, con una capacidad instalada de generación de 7100 MW.

Dicha envergadura se respalda con sus 14 plantas de generación de distintas tecnologías. Asimismo, con las hectáreas plantadas con árboles adquiridas de EVASA, se constituye como una de las principales empresas de la industria de monocultivos en el país, al ser dueña de 160 mil hectáreas plantadas.

Fernando Bonnet, gerente general de la empresa afirmó ante los medios argentinos después de la compra de las tierras de Harvard que, “Este sector puede ser fuente de oportunidades de negocio futuras, ligadas al procesamiento e industrialización de la madera, bonos de carbono y generación de energía con biomasa”.

En la página web de Central Puerto ya aparece la generación de electricidad a partir de los “biocombustibles” como una oferta actual y reciente de esta empresa. Además, afirma que la “penetración de las energías renovables en la matriz de la generación eléctrica” es una de las estrategias de la empresa. (9)

Cada vez que algún representante del capitalismo hace declaraciones ligadas a la ‘economía verde’, claro que sin relegar ni un centímetro sus intereses ni sus sistemas de producción, financieros y de consumo, en los territorios se sabe que desde hace más de treinta años, sus tierras y vidas son áreas de sacrificio. Las plantaciones en Corrientes, ahora promocionadas además como ‘energía limpia’ de biomasa o para ‘captura de carbono’ se reconfiguran como el laboratorio para profundizar el saqueo para la acumulación de capital, ahora mal-llamado ‘verde’.

La biomasa se vende como una ‘energía limpia’ pero es otra falsa solución a la crisis climática. No sólo porque cuando se queman árboles se libera el carbono, sino también porque tanto la demanda de carbón vegetal para usos industriales como la de astillas y pellets de madera para calefacción o producción de electricidad impulsan la expansión de los monocultivos de árboles, intensificando la deforestación, erosión de suelos, contaminación de agua, desplazamiento de comunidades y muchos otros impactos.

Masisa Forestal Argetina, la unidad de plantaciones y producción de madera de Central Puerto, se jacta de tener un compromiso con la preservación de la biodiversidad a través de la creación de Reservas Naturales, pero que apenas representan una mínima porción del total de las áreas que posee de superficie plantada. Además, estas ‘reservas’ impiden además la conexión y relación de los bosques con las comunidades locales. (10)

La generación de energía a partir de biomasa, los bonos de carbono, e incluso la inversión en áreas de conservación a cambio de cientos de miles de hectáreas destruidas son una forma más de expandir el capitalismo y que se presentan como falsas soluciones ante una crisis climática que, irónicamente, tiene a la industria de los monocultivos como una de sus causas subyacentes.

Un modelo ‘sustentable’ para hacer más negocios

Ante la pregunta inicial sobre lo que nos deja Harvard luego de casi quince años en Argentina -además de la destrucción a gran escala de la biodiversidad y las culturas, la profundización de la pobreza y la precariedad laboral y social-, pues nos deja un enorme pozo que se agranda velozmente, y que significa una trampa oculta pero a la vista de todos. Esta es una de las muchas caras de la economía verde.

 Pero también nos deja el desafío gigante de prepararnos para lo que viene, que ya no es ‘solo’ el establecimiento de plantaciones inmensas de árboles sin diversidad alguna, ni  el embate del negocio de la monocultura industrial, sino que además, nos toca prepararnos sobre las nuevas estrategias que tiene este capitalismo ‘verde’. Esta estrategia de expansión utiliza una narrativa que engaña mucho y nos obliga a reforzar lo que ha sido prácticamente el único bastión de resistencia, es decir, la organización comunitaria y solidaria. Nos toca poner hincapié en los ejes del valor intrínseco del territorio donde vivimos, ese valor (o valores) que no se puede calcular con parámetros económicos, sino que representa la savia pura de los pueblos, imposible de ser moneda de cambio.

Dependerá de nosotros y nosotras, del pueblo, de la comunidad, de los habitantes de los territorios, que no se expanda ninguno de los engaños que vengan de hemisferios diferentes al propio, carentes de identidad y raigambre en los territorios. Mantengámonos firmes y enraizados en nuestras identidades compartida en el amor por los comunes que nos dan y reproducen la vida.

 

Guardianes del Y’vera, Corrientes, Argentina
https://guardianesdelyvera.org/  

Y'vera (Y= Agua / VERA= Brillante) es un vocablo del idioma indígena Guaraní. La reivindicación de la lengua es uno de los pilares de la organización Guardianes del Y’vera.

 

(1) Boletín del WRM 202, 2014, Argentina: Harvard defiende sus monocultivos forestales a ultranza.
(2) Central Puerto, 2023, Central Puerto adquiere Evasa.
(3) Gobierno de Argentina, 1999, Ley de Inversiones para Bosques Cultivados.
(4) Ministerio de Agroindustria, Características de la región Corrientes.
(5) Agencia Tierra Viva, 2023, Incendios en Corrientes: historia de las políticas forestales que avivan el fuego.
(6) Boletín del WRM 35, 2000, Argentina: las petroleras se visten de "verde".
(7) The Oakland Insitute y Responsible Investment at Harvard Coalition, 2013, Investigating Harvard University’s Timber Plantations in the Iberá Wetlands of Argentina.
(8) Idem (7)
(9) Central Puerto, Ventajas Competitivas.
(10) Central Puerto, Resumen Público del Plan de Manejo y Monitoreos Masisa Forestal Argentina 2022, Foto Página 20.