Retomar el clima en nuestras manos

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El Grupo de Durban es una coalición de ONGs, activistas sociales y ambientales, comunidades, académicos, científicos y economistas de todo el mundo preocupados por el cambio climático, que hacen un llamado a un movimiento mundial de base contra el cambio climático. El grupo denuncia el equivocado enfoque actual de las negociaciones internacionales y sostiene que el mismo debe ser contrarrestado a través de la participación activa de un movimiento mundial de pueblos del Norte y del Sur para retomar el clima en nuestras manos.

Varios miembros del Grupo de Durban que participaron del quinto Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre, Brasil, se reunieron allí para intercambiar información y elaborar estrategias de acción en relación con el cambio climático. Uno de los resultados fue una carta abierta al secretario general de la ONU, Kofi Annan, para hacerle llegar "dos convicciones: la primera, que otro mundo es posible; la segunda, que no será posible si las personas no tienen un clima en el que puedan vivir".

La carta fue redactada en Porto Alegre y enviada el 15 de febrero, coincidiendo con la entrada en vigor del Protocolo de Kioto. El Protocolo de Kioto fue acordado en 1997 durante la Convención sobre Cambio Climático de la ONU, supuestamente para establecer compromisos concretos para la reducción de las emisiones de combustibles fósiles de parte de los países del Norte. Sin embargo, el Grupo de Durban alega que el tratado sobre el clima no solamente fracasa en cortar las emisiones de gases de efecto invernadero lo suficiente como para alejar una catástrofe climática, sino que además roba de los pobres para dar a los ricos.

En la carta enviada a Kofi Annan, el grupo expresa su desilusión en cuanto a que las negociaciones internacionales sobre el clima resultantes de la Convención Marco sobre Cambio Climático de 1992 no "enfrentan en forma efectiva las amenazas para la vida, el sustento y la paz planteadas por el cambio climático y la continuada extracción de combustibles fósiles que las provocan. Esperábamos que las negociaciones atacaran la raíz del problema del cambio climático: la transferencia del petróleo, el carbón y el gas del subsuelo a la superficie".

Esta quema excesiva de combustibles fósiles amenaza ahora la capacidad de la Tierra de mantener un clima habitable. Sin embargo, el grupo observa que "En lugar de ordenar importantes reducciones en la extracción y quema de carbón, petróleo y gas y reducir el capital destinado a la exploración petrolera, la ONU, bajo la influencia de Estados Unidos, ha gastado una cantidad desproporcionada de tiempo y recursos en el desarrollo de un complicado mercado mundial del clima".

La carta del Grupo de Durban explica al secretario general de la ONU que mediante el nuevo mercado de carbono "los países industrializados y sus empresas están adquiriendo valiosos derechos formales sobre la capacidad de la Tierra de reciclar las emisiones de los combustibles fósiles, al tiempo que se los alienta a utilizar la tierra y otros recursos del Sur para ‘mitigar’ las continuadas emisiones de gases de efecto invernadero". En este último proyecto ha colaborado el Banco Mundial, que, mediante sus varios fondos para el carbono, respalda muchos proyectos de "ahorro de carbono" en todo el Sur.

El Grupo de Durban critica a la ONU por el fracaso en "avanzar hacia políticas alternativas sensatas y justas de reglamentación, gravamen, fin de los subsidios a la extracción y el uso de combustibles fósiles y apoyo a la energía sustentable local, o incluso alentar el debate sobre las mismas. Al mismo tiempo, una cortina de humo de jerga especializada sobre el ‘mercado de carbono’ ha impedido al público comprender o controlar las políticas sobre el clima".

"El propósito y la legitimidad de este mercado del carbono", sigue la carta, "están siendo cuestionados por muchos que los perciben como sesgados a favor de los intereses a corto plazo de los países industrializados y sus empresas".

La carta iba acompañada de un comunicado de prensa que observa que "mientras que muchos están celebrando esta semana la entrada en vigencia del Protocolo de Kioto, otros encuentran motivos de honda preocupación" y se plantea la pregunta: "Kioto: ¿qué hay para celebrar?".

El comunicado de prensa expone los argumentos de los miembros del Grupo de Durban en relación con la presente situación: "Estamos creando una especie de ‘apartheid climático’ donde los más pobres y los de piel más oscura pagan el precio más alto –con su salud, sus tierras y, en algunos casos, con sus vidas– por el despilfarro de carbono por los ricos", dijo Soumitra Ghosh del Foro Nacional de Pueblos de los Bosques y Trabajadores Forestales de India.

"Aun en términos puramente económicos, un mercado en créditos de proyectos ‘de ahorro de carbono’ fracasará", dijo Jutta Kill de Sinkswatch, una organización de control con sede en el Reino Unido. "Simplemente no se puede verificar si las emisiones de una planta de energía pueden ser ‘compensadas’ a través de la plantación de árboles o por otros proyectos. Finalmente, los inversores van a perder la confianza en los créditos que compran de tales proyectos".

Ricardo Carrere, del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, añadió que "las llamadas plantaciones para sumideros de carbono resultarán en una mayor expansión de los monocultivos de árboles que ya tienen un enorme impacto sobre las personas y sus ambientes".

El Protocolo de Kioto también permite la utilización de árboles manipulados genéticamente en las plantaciones para absorción de carbono. "Esto abrirá una caja de Pandora de impactos que ni podemos adivinar", dijo Anne Petermann, del Proyecto de Justicia Ecológica Global con sede en Estados Unidos.

En cuanto al papel del Banco Mundial como promotor del mercado de carbono, incluidos los proyectos de "ahorro de carbono" en países pobres, Nadia Martínez, de la Red de Energía y Ambiente Sustentable basada en Washington, declaró que “Es ridículo que el Banco, uno de cuyos objetivos es fortalecer a la industria de combustibles fósiles, ahora se esté autopublicitando como resolviendo la crisis climática”.

"Si queremos evitar la crisis climática, es ineludible realizar reducciones drásticas en la inversión y el uso de combustibles fósiles, y es igualmente ineludible asegurar la protección de los bosques nativos aún existentes", confirmó Heidi Bachram de Carbon Trade Watch (Vigilancia del Comercio de Carbono).

Las tendencias mundiales de privatización del agua y la biodiversidad ahora también pretenden lucrar con el clima. Para enfrentar la crisis climática, el Grupo de Durban hace un llamado a organizaciones y activistas de base para ayudar a fortalecer un movimiento que se alce contra estos procesos y así "tomar nuevamente el tema del clima en nuestras manos".

Puede accederse a la carta abierta en http://www.carbontradewatch.org/durban/letter.html y al comunicado de prensa completo en http://www.carbontradewatch.org/durban/kofi.html.