Senegal: los impactos ocultos de la producción de carbón vegetal

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Durante muchos años, el uso de leña y la producción de carbón vegetal han sido culpados como causantes la deforestación en todo el Sur, aunque ésto rara vez ha sido cierto. En el caso de Senegal es claramente falso. El carbón vegetal es una fuente de energía importante en este país, en el que su ciudad capital, Dakar, consume el 90 por ciento del carbón vegetal que se produce en sus bosques. Sin embargo, los bosques no están ni siquiera cerca de su agotamiento, y se informa que la regeneración después del corte de leña es bastante vigorosa. Pero la producción de carbón vegetal tiene otro tipo de impactos en las comunidades locales donde se produce, que habitualmente no se informan.

Es importante destacar que en Senegal el estado reclama la propiedad de todos los bosques, y su Servicio Forestal reclama el derecho a manejarlos según las “necesidades nacionales”. Dentro del sector de producción de carbón vegetal, el sistema de manejo aplicado por el Servicio Forestal permite sólo a los comerciantes establecidos en la ciudad cortar árboles, producir carbón vegetal y comercializarlo. Esos comerciantes contratan leñadores que no viven en la zona. Como resultado, las comunidades locales reciben muy pocos beneficios de esta actividad, mientras que los costos sociales y ecológicos de la tala de los bosques recaen en su totalidad sobre los pueblos locales, afectando en forma desproporcionada a las mujeres y a los hogares más pobres.

Las mujeres entrevistadas sobre este tema, cuentan que antes de la llegada de los productores de carbón vegetal, se podía encontrar leña en los alrededores de los poblados, mientras que después de los dos primeros años, había que ir a recolectar leña a varios kilómetros de distancia, demandando entre un par de horas o incluso medio día de caminata. También explicaron que la producción de carbón vegetal ha producido la desaparición de animales y aves de caza que forman parte de su dieta. Además, se han quejado de que la presencia de los productores de carbón vegetal migratorios afectó los pozos de agua, generando escasez y reducción de la calidad del agua. Entre otras preocupaciones se encuentran los problemas sociales que surgen de alojar gran cantidad de leñadores migratorios en el pueblo, el acoso de mujeres en los bosques y las luchas por la recolección de madera entre los leñadores y las mujeres.

Hay otros impactos que afectan a la comunidad en su conjunto, entre los que se incluyen la destrucción de plantas utilizadas para alimentación, forraje, medicina y tinturas, así como para la construcción de viviendas. Los leñadores también son acusados de comenzar fuegos de malezas, mientras que los grandes camiones de carga de troncos destruyen de tal forma los caminos que los pobladores no pueden llevar sus productos al mercado ni traer de vuelta al pueblo los productos que necesitan.

Esta situación injusta, en la que los pueblos locales solamente reciben los impactos negativos de una actividad lucrativa (se informa que en algunos casos este negocio deja ganancias de 100.000 dólares por año) ha dado lugar en ocasiones a la existencia de resistencia organizada. Es el caso del distrito de Makacoulibantang en el este de Senegal, donde los pobladores locales han impedido a los comerciantes urbanos y sus leñadores emigrantes trabajar en sus bosques. La resistencia en parte estaba destinada a detener la destrucción de un recurso del cual dependen los pobladores locales para cubrir sus necesidades diarias, y en parte a lograr hacerse de algunos de los beneficios de la producción y el comercio de la leña.

Desgraciadamente, el Servicio Forestal ha continuado tomando partido por los comerciantes, mientras que el Ministro para la protección de la naturaleza ha considerado esos actos de resistencia como “una serie de hechos peligrosos con peligro de propagación” y agregó que “si se diera a los pobladores el control de los bosques habría escasez de combustibles en Dakar.” Pero lo que el Ministro parece olvidar es que las únicas situaciones de escasez de combustible en Dakar fueron creadas intencionalmente por los comerciantes para aumentar sus beneficios. Lo que hicieron es amenazar con la escasez de suministros a los Ministros y al Servicio Forestal para estirar las cuotas y mantener una política forestal que sirva a sus intereses, en lo que hasta ahora han tenido éxito.

Artículo basado en información obtenida de: Jesse C. Ribot, "Rebellion, Representation, and Enfranchisement in the Forest Villages of Makacoulibantang, Eastern Senegal". En: Zerner, Charles, "People, Plants & Justice: The Politics of Nature Conservation", New York, Columbia University Press, 2000.