¿Una “oportunidad histórica para África”?

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La Comisión para África fue lanzada por el primer ministro británico Tony Blair en febrero de 2004. El objetivo de la Comisión era “mirar con ojos nuevos el pasado y el presente de África y el papel de la comunidad internacional en su camino al desarrollo”. Se le asignó la tarea de elaborar un informe “con recomendaciones claras para el G8, la Unión Europea y otros países ricos, así como para los países africanos”. Este último “así como” ya está dando una pista sobre el mandato de la Comisión.

El informe ya está pronto, y una de sus principales recomendaciones es construir más carreteras. “Para mejorar su capacidad comercial”, dice el informe, “África necesita hacer cambios en lo interno. Debe mejorar su infraestructura de transporte para que el traslado de las mercancías sea barato”. Si bien el informe considera el pasado de África, aunque no necesariamente con “nuevos ojos”, no incorpora en sus recomendaciones las lecciones aprendidas. Por el contrario, deja completamente de lado las consecuencias de la construcción de carreteras para las personas y el medio ambiente del continente africano. De hecho, la explotación de África y sus pueblos en tiempos coloniales, poscoloniales y actuales fue y se hace posible gracias a la construcción de carreteras.

Walter Rodney, importante teórico del panafricanismo, ilustra el proceso de la construcción de carreteras en África: “En el período colonial no se construyeron medios de comunicación para que los africanos visitaran a sus amigos. Tampoco se hicieron para facilitar el comercio interno de productos africanos. No había caminos que conectaran entre sí las diferentes colonias o las diferentes partes de la misma colonia para cubrir las necesidades y el desarrollo de África. Todas las carreteras y las vías férreas llevaban al mar. Se construyeron para extraer oro o algodón y hacer posibles los negocios de las empresas comerciales y los colonos blancos”.

Desde entonces no ha habido muchos cambios, salvo que más y más productos han dejado el continente para enriquecer a los países ricos y empobrecer a los países africanos en términos económicos, sociales y ambientales. Parte de la actual deuda externa que aparentemente “condonaría” el G8 resulta de la construcción de carreteras mediante préstamos a los gobiernos. Mientras los gobiernos contraían la deuda, las corporaciones extranjeras usaban libremente las carreteras para obtener sus ganancias.

La mayor parte de dichas ganancias se obtuvo a expensas de los bosques y los pueblos de los bosques, en particular en las zonas tropicales y subtropicales, primero mediante el madereo industrial y luego gracias a otras actividades como la minería y la agricultura orientada a la exportación, lo que resultó en la deforestación generalizada y la violación de los derechos de los pueblos locales. Todo esto no ocurrió naturalmente: se hizo posible mediante la construcción estratégica de carreteras que condujeran a los recursos deseados.

Claro que las carreteras no son algo malo en sí, y en muchos casos las comunidades locales pueden beneficiarse con ellas. Pero cuando “el G8, la Unión Europea y otros países ricos” participan en su promoción debería sonar una señal de alarma. Una vez más, como dice Walter Rodney, estas carreteras no se construirán con el fin de que los africanos visiten a sus amigos sino, como declara el informe de la Comisión para África, “para que el traslado de las mercancías sea barato”. ¿Hacia dónde? Obviamente, otra vez hacia los puertos.

Lo anterior permite comprender mucho mejor la reciente decisión tomada por el G8 en Escocia, donde los dirigentes de los países ricos asumieron varios compromisos con respecto a África con el objetivo declarado de combatir la pobreza en este continente. Citaremos apenas dos cuestiones mencionadas en el acuerdo del G8, que revelan los intereses subyacentes en el mismo:

- “Brindar recursos y capacitación para ayudar a los productores africanos a cumplir con las nuevas normas sanitarias y de seguridad para las exportaciones de alimentos y otros productos”. ¡Exportaciones de alimentos!

- “Continuar con nuestro trabajo para construir un consorcio internacional de infraestructura … con el fin de facilitar las inversiones en infraestructura...”. ¡Más carreteras!

¿Una “oportunidad histórica para África”? Ciertamente, para un puñado de africanos. Sin duda alguna, para las naciones ricas. De ningún modo, para el pueblo africano y su medio ambiente. En realidad se trata de cómo hacer que los países africanos generen las condiciones para la apropiación más eficiente de sus recursos por parte de las corporaciones del norte. Una vez más, carreteras para exportar la riqueza de África.