Asia: la dimensión ecológica, social y política del tsunami del 26 de diciembre

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El poderoso tsunami causado por el terremoto de 9.0 grados que tuvo lugar frente a las costas de Sumatra el pasado 26 de diciembre, causó graves estragos y el mundo entero se sumergió en el horror por la enorme pérdida de vidas humanas y tanto sufrimiento.

Por otra parte, resulta perturbador que la severidad del desastre podría haber sido mucho menor si se hubieran conservado en un estado saludable los manglares, los arrecifes de coral, los lechos de hierbas marinas y las turberas a lo largo de las costas que ahora están devastadas. Estos amortiguadores naturales protegen el terreno costero, resguardando a las comunidades y a la flora y fauna de la costa del embate de las olas y tormentas.

Existe amplia evidencia que demuestra, por ejemplo, que la fuerza destructiva de una ola de tsunami de 15 metros se reduce enormemente al pasar a través de zonas costeras intactas y saludables donde existan corales, hierbas marinas y manglares. Los manglares proporcionan doble protección contra las olas: las primeras líneas de manglares rojos, con sus ramas flexibles y sus raíces enredadas ancladas en lo profundo del agua, absorben el primer embate de las olas; las segundas líneas de altos manglares negros actúan como una pared, soportando gran parte de la furia del mar. Estos “cinturones verdes costeros de protección” también desempeñan una función vital en reducir la sedimentación y la erosión de la faja costera. Pero estos amortiguadores protectores que la naturaleza provee contra el viento y las olas han sido degradados o eliminados para abrir paso a proyectos comerciales no sustentables como la cría industrial de camarones y el turismo.

Según un comunicado de prensa de la organización Mangrove Action Project -MAP (Proyecto de Acción Manglares), actualmente se ha perdido más de las mitad de los bosques de manglares del mundo. En fajas costeras donde antes predominaba la cubierta de espesos bosques de mangles de gran resistencia y flexibilidad, hoy quedan menos de 16 millones de hectáreas de manglares. Desde la década de 1980, la costa oceánica asiática ha sido asolada por grandes granjas industriales de cría de camarones que han traído la acuicultura antiecológica a sus orillas --la industria del saqueo, como la denominó una vez la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La cría de camarones, que en el año 2000 superó los 8 mil millones de toneladas y que concentra el 72% de su producción en Asia, ya había causado estragos en ecosistemas frágiles. Empresarios que sabían poco y les preocupaba menos la necesidad de proteger los bosques, habían talado muchos manglares tropicales para hacer lugar a estanques de camarones. Los organismos multilaterales y los gobiernos locales han apoyado con entusiasmo durante demasiado tiempo la cría de camarones y otros proyectos destinados a la exportación, sin prestar atención a la seguridad social y ecológica local.

Lo que fuera que quedó de los manglares fue talado por las industrias de la construcción y de la hotelería, mientras brotaban hoteles cinco estrellas, campos de golf, industrias y mansiones a lo largo de toda la faja costera, convirtiendo a estas regiones costeras en zonas frágiles, y ahora muy vulnerables.

Según un informe proveniente de la India, “cuando el 26 de diciembre el tsunami golpeó al estado de Tamil Nadu en el sur de la India … zonas de Pichavaram y Muthupet, con densos manglares, tuvieron menos víctimas humanas y sufrieron menos daños materiales en comparación con zonas carentes de manglares…”

Además, “cuando un tsunami cayó sobre la costa de Bangladesh en 1960, los informes no registraron ni una sola pérdidas de vida. En ese entonces la faja costera estaba bordeada por manglares, que luego fueron talados y reemplazados por granjas camaroneras. En 1991, miles de personas murieron cuando un tsunami de la misma magnitud asoló la región.”

Muchos otros informes como éstos han verificado el hecho de que en las zonas en que los manglares que estaban más intactos, hubo menos pérdidas de vidas y daños materiales. En varias de las zonas donde tuvo lugar la mayor devastación, ya no quedaban más manglares.

En octubre de 1999, los bosques de mangles redujeron el impacto de un “super ciclón” que cayó sobre Orissa, en la costa este de la India, y mató a no menos de 10.000 personas y dejó sin hogar a 7,5 millones. Las poblaciones que estaban protegidas por manglares en buenas condiciones, sufrieron pocas pérdidas --o incluso ninguna.

Según el analista indio Devinder Sharma, “Tanto el Ministerio de Ambiente y Bosques como el Ministerio de Industria trabajaron horas extra para diluir las normas de la Zona de Regulación Costera, permitiendo a los hoteles apoderarse de los 500 metros de zona de amortiguación que hay que mantener libres a lo largo de las playas. En una economía predominantemente de mercado, que se refleja en el eslogan de la “India brillante”, bastante alejado de la realidad, los burócratas son aliados de los industriales y los grandes intereses comerciales. Gran parte de la responsabilidad por el enorme número de víctimas en el desastre del tsunami recae, por tanto, en el gobierno y los apologistas del libre mercado. Lo que se está protegiendo como indicador de un crecimiento económico espectacular oculta los enormes costos ambientales que estos países pagan y seguirán pagando en el futuro”.

Devinder Sharma agrega que “Myanmar-Birmania y las Maldivas sufrieron menos los efectos del tsunami, ya que la industria del turismo aún no ha extendido sus tentáculos hasta los manglares y arrecifes de coral vírgenes a lo largo de estas fajas costeras. El enorme arrecife de coral alrededor de las Maldivas absorbió gran parte del impacto de las olas gigantes, restringiendo el número de víctimas humanas a poco más de 100 muertos. En forma similar, la cadena de islas de Surin, frente a la costa occidental de Tailandia, escapó de una gran destrucción. Si bien el anillo de arrecifes de coral que rodea a las islas recibió una paliza de las poderosas olas, se mantuvo firme. Los arrecifes de coral absorben la furia del mar ayudando al rompimiento de las olas; la tragedia es que más del 70% de los arrecifes de coral del mundo ya han sido destruidos.”

En todo el mundo, el comercio ha invadido temerariamente los ecosistemas, distorsionando su equilibrio ecológico. A su vez, los gobiernos nacionales han sido incapaces o no han querido detener a las industrias que han surgido a lo largo de gran parte de las fajas costeras, reemplazando a las zonas de amortiguación de la naturaleza por proyectos urbanos desprotegidos. Finalmente, entraron en un callejón sin salida perverso. Tanto así que tal vez los intereses comerciales hayan prevalecido sobre la precaución.

Según el periódico “The Nation”, con sede en Bangkok, uno de los funcionarios del Departamento Meteorológico tailandés, que convocó a una reunión de emergencia minutos después de que el terremoto azotara el norte de Sumatra, declaró que “El factor de peso para tomar la decisión fue que era temporada alta [de turismo] y los hoteles estaban casi 100 por ciento llenos. Si dábamos un alerta, que hubiera desembocado en una evacuación [y al final no hubiera pasado nada], ¿qué hubiera ocurrido entonces? El comercio se habría visto afectado de inmediato. El Departamento Meteorológico no habría podido manejarlo. Si [el tsunami] no venía, hubiéramos tenido que irnos ”.

Así que, a pesar del enorme avance en tecnologías sofisticadas, la tragedia reciente demostró que fueron inútiles –cualquiera fuera la razón- en los países del Tercer Mundo afectados. Como dice Vandana Shiva: “Aunque nos engañemos a nosotros mismos al creer que vivimos en una "era de la información" y en “economías del conocimiento", el conocimiento del terremoto de 8,9 grados de la escala Richter no pudo ser comunicado a tiempo por U.S. Geological Survey -el organismo estadounidense que vigila ese tipo de accidentes geológicos- a los países del Océano Índico para que pudieran tomar medidas oportunas para salvar vidas. Mientras que los mercados de valores del mundo reaccionan instantáneamente ante las señales y mientras que toda la economía de las tecnologías de la información se basa en comunicaciones instantáneas, al mundo le ha llevado días poder establecer cuántos murieron y cuántos han quedado sin hogar a causa del maremoto. El tsunami nos enseña que no vivimos en una era de la información basada en la "conectividad" sino en la ignorancia, en la exclusión y la incomunicación. La revolución de las tecnologías de la información ha evolucionado para servir a los mercados, pero ha dejado de lado las necesidades de la gente”.

Pero, sin tecnología, animales y comunidades indígenas tuvieron la inteligencia de anticipar el tsunami y protegerse. Se trasladaron a sitios más seguros, presumiblemente por haber percibido vibraciones o cambios en la presión del aire que anticipaban la llegada de las olas. Según una historia relatada por BBC Online, funcionarios del Departamento de Fauna Silvestre de Sri Lanka informaron que a pesar de la enorme cantidad de pérdidas en vidas humanas, no se registraban muertes de animales.

En el balneario Khao Lak Merlin, un centro turístico de una línea de hoteles a lo largo de los 10 km de playas tailandesas, hay historias de elefantes agitados que sintieron venir el tsunami y su percepción salvó a una docena de turistas extranjeros de sufrir el mismo destino de miles de muertos por las olas gigantes. Los elefantes comenzaron a barritar –en una forma que solo puede describirse como llanto- con las primeras luces, aproximadamente en el momento en que un terremoto de 9.0 abrió una brecha en el lecho marino de la isla Sumatra de Indonesia. “Los elefantes corrían hacia la colina”, señaló Wit Aniwat, un poblador local de 24 años que trabaja con turistas ayudándolos a subirse a los elefantes desde una robusta plataforma de madera. Los elefantes que en ese momento hacían el recorrido con los turistas se dirigieron hacia una colina cubierta de bosques, detrás de la playa del centro vacacional donde luego murieron al menos 3.800 personas. Los elefantes que no estaban trabajando rompieron las cadenas que los sujetaban. Alrededor de una docena de turistas también corrieron hacia la colina y los mahouts (cuidadores y jinetes de elefantes) consiguieron que los elefantes levantaran a los turistas y los colocaran en sus lomos. Los elefantes avanzaron subiendo la montaña y luego se detuvieron . El tsunami avanzó hasta 1 Km. más allá de la orilla y se detuvo a poco de donde estaban los elefantes.

La observación meticulosa y los conocimientos transmitidos de generación en generación a partir de una coexistencia más integrada con la naturaleza –menospreciados por el conocimiento occidental moderno- resultaron a la postre más eficientes para salvar vidas. Los 181 miembros del poblado de pescadores conocidos como gitanos del mar, en la isla sur de Surin, sobrevivieron al tsunami del 26 de diciembre. “Los mayores nos dijeron que si el agua se retira rápidamente, volverá rápido y reaparecerá en la misma cantidad en que desapareció,” dice Sarmao Kathalay, de 65 años, jefe del poblado. Sarmao condujo rápidamente a todos los miembros a Wat Samakkitham, en una colina tierra adentro. Algunos resultaron heridos, pero pasaron la noche en un templo hasta que todos se recuperaron y estuvieron listos para retornar a sus hogares. Estos pobladores de constituyen una minoría en el mar Andaman, que va de India hasta Indonesia. En la estación de los monzones viven en barcas, luego entre diciembre y abril en refugios sobre la orilla. Sobreviven recogiendo camarones y pescando con lanzas. En mayo tienen un festival de lanzamiento de barcas para pedir perdón al mar.

Para Sarmao y su gente, el mar siempre ha sido amable. No desea lastimar a nadie, dice, pero “debemos saber cuándo estar en él y cuando no”.

También, fueron antiguos “sistemas de alerta” los que enviaron las primeras señales de alarma a los miembros de cinco tribus aborígenes. Las islas Andaman albergan cuatro tribus ‘Negrito' –los Grandes Andamaneses, los Onge, los Jarawa y los Sentineleses- quienes se cree arribaron a las islas provenientes de África hace unos 60.000 años. Todos son cazadores-recolectores nómades, que cazan cerdos salvajes y varanos (lagarto monitor), atrapan peces con arcos y flechas y recolectan miel, raíces y bayas del bosque. Las islas Nicobar son hogar de dos tribus “mongoloides” –los Shompen y los Nicobareses. Estos últimos son los que tienen mayor población de todas las tribus (alrededor de 30.000), no dependen de los bosques y son primordialmente agricultores y horticultores. Probablemente llegaron a las islas desde las costas de Malasia y Birmania hace mucho miles de años

Se cree que el aislamiento y el conocimiento antiguo de señales en el viento y el mar se combinaron para salvar del tsunami a las seis tribus indígenas en el archipiélago indio de Andaman y en las islas Nicobar. Si bien se reportaron algunas víctimas en la tribu de los Nicobareses, que habitan 12 islas, incluidas las devastadas islas Car Nicobar, Charwa y Teresa, los antropólogos especulan que el conocimiento del movimiento del viento y el vuelo de las aves pudo haber salvado a muchos integrantes de las tribus, que parecen haber huido de la orilla mucho antes de que las olas golpearan la costa, donde habitualmente estarían pescando en esa época del año.

“Los integrantes de las tribus se enteran del peligro inminente por señales de advertencia biológicas, como el grito de los pájaros y el cambio en los patrones de conducta de los animales marinos. Deben haber corrido a los bosques por seguridad”, explicó el director del Instituto de Investigación Antropológica de India (ASI), el Dr. V. R. Rao.

“Pueden oler el viento. Pueden calibrar la profundidad del mar con el sonido que hacen sus remos. Tienen un sexto sentido que nosotros no poseemos,” dijo Ashish Roy, un ambientalista y abogado local que ha instado a los tribunales a proteger a las tribus evitando su contacto con el mundo exterior.

Dos días después de que el tsunami azotara la isla donde sus ancestros vivieron por decenas de miles de años, un hombre solitario de una de las tribus estaba parado en la playa de una isla de 23 millas cuadradas en los confines más bajos de la cadena de islas, y miraba hacia arriba a un helicóptero de la guardia costera que lo sobrevolaba. Sacó entonces con calma su arco y disparó una flecha hacia el helicóptero de rescate. Fue una señal que los Sentineleses han enviado al mundo durante milenios: quieren estar solos.

Tal vez más allá de la tragedia, el tsunami nos ha enseñado que, por nuestra supervivencia, es hora de recuperar los caminos que nos integran con la naturaleza y con nosotros mismos, y recrear un sentido de nuestra humanidad común. De no ser así, como reflexiona Devinder Sharma: “¿tiene que haber graves pérdidas humanas antes que nos demos cuenta de la locura de seguir ciegamente el mantra de la economía de mercado? ¿Cuántas personas más tienen que morir, y cuántos millones tienen que quedarse sin hogar hasta que nos demos cuenta de la futilidad de imponer la economía de mercado?”

Artículo basado en información obtenida de: “ Loss Of Mangrove Forests Contributed To Greater Impact Of Tsunamis!”, comunicado de prensa de Mangrove Action Project, correo electrónico: mangroveap@olympus.net , www.earthisland.org/map ; “Age old early warning systems saved Andaman tribes”, crónica principal, en el Forest Conservation Portal, http://forests.org/articles/reader.asp?linkid=37845 ; “Elephants saved tourists from tsunami, Reuters,http://www.stuff.co.nz/stuff/0,2106,3145501a4560,00.html ; “Background for newsdesks on the tribes of the Andaman and Nicobar islands”, Survival International Briefing, enviado por Miriam Ross, correo electrónico: mr@survival-international.org ; “ Saved by old wisdom: Gypsies know their sea”, Thawechai Jaowattana, The Nation; y “Reading the Waves, Smelling the Winds May Have Saved Tribes”, Scotsman.com, los dos artículos enviados por Maurizio F errari, Forest Peoples Program (FPP), correo electrónico: maurizio@forestpeoples.org ; “ The tsunami as a man-made disaster”, Devinder Sharma, http://www.infochangeindia.org/features234.jsp , enviado por Infochange India, correo electrónico: infochangeindia@dishnetdsl.net ; “ Thai Talk: Horrendous failure of our national warning system”, The Nation, Suthichai Yoon, http://www.nationmultimedia.com/search/page.arcview.php?clid=11&id=110580&usrsess =; “Warning rejected to protect tourism”, Pravit Rojanaphruk, The Nation, http://www.nationmultimedia.com/2004/12/28/headlines/index.php?news=headlines_15908069.html ; “Lecciones del tsunami”, Vandana Shiva, Lista de distribución Vecinet - No. 670, correo electrónico: guifont@chasque.net ; y en http://www.rockymountainbullhorn.com/news.cfm?action=view&articleID=357