Cambio Climático: la lección de Lyon

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Delegados gubernamentales de todo el mundo se reunieron este mes en Lyon, Francia, en una Conferencia Preparatoria previa a la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Cambio Climático a realizarse en noviembre próximo en La Haya, Holanda.

Lo único bueno que puede decirse acerca del encuentro de Lyon es que los delegados trabajaron muy duro y hasta tarde en la noche, y que algunos de ellos --lamentablemente demasiado pocos-- realmente trataron de hacer algo en relación con el cambio climático. Sin embargo, el encuentro estuvo caracterizado en general por el chantaje, las presiones, el mercadeo, el soborno y el comercio entre las diferentes élites allí presentes. La mayor parte del tiempo se estuvo discutiendo acerca de cuestiones de dinero para programas que en verdad poca o ninguna relevancia tienen para el clima.

Uno de los temas de los que más se habló fue sobre algo llamado “Mecanismo de Desarrollo Limpio” (MDL). A través de este esquema (entre otras cosas) los países industrializados podrían “compensar” sus emisiones utilizando “sumideros de carbono" en el Sur --tales como plantaciones forestales, bosques y cambios en el uso del suelo-- permitiéndoles de esta manera mantener e incluso incrementar las emisiones de combustibles fósiles, que son la causa primera del cambio climático. Los diplomáticos y tecnócratas presentes prestaron poca atención a los comprobados impactos negativos que proyectos forestales del tipo de los contemplados en el MDL ya han tenido sobre la gente y el ambiente.

Afortunadamente, esta falsa “solución” para el clima todavía no ha sido aprobada por la Conferencia de las Partes. Sin embargo, las negociaciones preliminares en Lyon dejan poco espacio para ser optimistas. Algunas de las delegaciones concurrentes se centraron en el chantaje (“No firmaremos el Protocolo de Kioto al menos que se incluya un gran volumen de sumideros de carbono”), acompañado de presiones abiertas o solapadas ("Pueden discrepar con nuestros planteos, pero en ese caso ...). Los EE.UU. y Japón sobresalieron en ese sentido. Otras procuraron comercializar la capacidad de sus países como “sumideros de carbono” a cambio de dinero. Algunos delegados de América Latina se destacaron en esta tarea. Un tercer grupo --que incluía muchos de los delegados europeos-- intentaron mostrar su compromiso con la reducción de emisiones acordada en Kioto, pero dejaron la puerta abierta para proyectos forestales a ser aprobados en el próximo acuerdo de La Haya. Por su parte, el reducido grupo de países que se oponen frontalmente a la inclusión de los sumideros de carbono en el Protocolo de Kioto poco pudo hacer más que intentar hallar la manera de evitar lo peor de entre las propuestas sobre la mesa.

Desafortunadamente, estos fueron los puntos destacados del encuentro. Casi no hubo discusión sobre los temas reales: igualdad de derechos sobre la atmósfera, disminución del uso de combustibles fósiles, en especial en el Norte, fuentes alternativas de energía, eficiencia y conservación energéticas. Si verdaderamente los gobiernos hubieran deseado abordar el cambio climático, se habrían centrado en cómo lograr una drástica reducción de las emisiones de combustibles fósiles mediante la activa promoción de fuentes de energía limpias, renovables y de bajo impacto. El Norte y el Sur podrían haber comenzado a compartir las investigaciones y la experiencia que ambos tienen en relación con el uso de energía de bajo impacto y habrían considerado mecanismos para asegurar el efectivo intercambio de conocimiento relevante, tecnología y experiencia política, tanto Sur-Norte como Norte-Sur. Estos deberían haber sido los temas centrales en discusión en el marco del “Mecanismo de Desarrollo Limpio”. Pero los gobiernos presentes optaron por otra cosa.

Del encuentro de Lyon puede extraerse una lección: a menos que los pueblos ejerzan presión sobre sus gobiernos, los negociadores sobre el clima no harán nada para prevenir el inminente desastre climático a nivel mundial. Los movimientos populares deben tener el coraje de no creer en lo que la mayoría de los tecnócratas de los gobiernos, los institutos de investigación e incluso de las ONGs les están diciendo, vale decir, que el cambio climático es un tema reservado solamente a “expertos”. Deben entender que ésta no es una cuestión técnica, sino de poder, y que el escenario en el que se juega es político, por lo que todos estamos igualmente habilitados a participar. Deben tener bien claro que el tema es básicamente muy sencillo y tiene una solución igualmente simple, que todo el mundo puede entender: reemplazar los combustibles fósiles por fuentes de energía alternativas y no perjudiciales para el ambiente. No se llegará a una solución para el cambio climático plantando millones de hectáreas de pino y eucalipto, lo que sólo agregará más problemas a los ya existentes.

Si los dejamos actuar por si solos, los delegados oficiales nos conducirán a todos al desastre. Estos deben ser presionados --tanto desde fuera como desde dentro de sus grandes salones de reunión-- a actuar de manera más sobria y responsable. Esta es la lección de Lyon.