Colombia: pueblos unidos en contra de un monstruo llamado Smurfit Westrock

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Peasants organized in defense of their rights and against Smurfit in Colombia (Photo: TEVIIC and Asociación Minga)
Campesinos organizados en defensa de sus derechos y contra Smurfit en Colombia (Foto: TEVIIC y Asociación Minga)

“La tierra no se vende, se ama y se defiende. 
Y cuando ha sido arrebatada,
 se recupera para que vuelva a florecer”.
 – líder del pueblo Misak


Este artículo es una oportunidad para contar, especialmente a las comunidades y movimientos sociales del Sur Global que defienden su tierra, su territorio, la naturaleza y la soberanía alimentaria, una historia. La historia de cómo nos hemos articulado comunidades indígenas y campesinas en el departamento del Cauca, Colombia, para enfrentar a una de las multinacionales más grandes del mundo en producción de papel y cartón: Smurfit Westrock, heredera de Smurfit Kappa Cartón de Colombia.

Escribimos desde el municipio de Cajibío, una región marcada por múltiples y profundas problemáticas. La concentración de la propiedad de la tierra alcanza un coeficiente de Gini de 0.87 (1) ubicándonos entre las zonas más inequitativas del país. (2) A esta situación se suma la histórica presencia de actores armados -legales e ilegales- que disputan el control territorial para sostener modelos extractivos contrarios a la vida; el abandono estatal que se expresa en la falta de acceso a derechos como la educación, la salud e infraestructura; y la presencia y ampliación de cultivos de uso ilícito que agrava la crisis social y ambiental. 

Somos fruto de un proceso de articulación entre los pueblos campesinos organizados en el Coordinador Nacional Agrario (CNA), el pueblo indígena Misak y el pueblo indígena Nasa. Nos juntamos bajo el nombre de Territorio de Vida, Interétnico e Intercultural de Cajibío (TEVIIC), con el objetivo de avanzar en la Reforma Agraria desde la autonomía y las acciones de hecho. Ello, porque en un contexto como el nuestro de hacinamiento productivo, (3) nosotras y nosotros, comunidades indígenas, campesinas y afro hemos tenido conflictos por el acceso a la tierra. Algunos de estos han dejado personas heridas y profundas tensiones y divisiones comunitarias, dando cuenta que la falta de tierra no es un problema entre vecinos, sino un problema estructural derivado de un modelo económico que concentra la propiedad y destruye la naturaleza.

Según el análisis de contexto que hemos desarrollado en el TEVIIC, el Cauca reproduce un modelo agroexportador que prioriza monocultivos de café, caña de azúcar y forestales destinados a mercados internacionales, lo que ha desplazado la producción de alimentos básicos y ha incrementado la dependencia de importaciones. (4) Esto ha generado un deterioro de la soberanía alimentaria y una vulnerabilidad creciente frente a crisis globales de precios y disponibilidad de alimentos. 

El TEVIIC surge en medio del paro nacional de 2021 – una de las movilizaciones más grandes de la historia reciente de Colombia– e identifica como principal responsable de la falta de tierra en Cajibío a Smurfit Westrock. Esta multinacional, con presencia en 40 países y más de 120.000 hectáreas de monocultivos forestales en América Latina, posee 67.500 hectáreas en Colombia, de las cuales cerca de 3.000 están en Cajibío. (5)

Varios documentos sustentan las acciones de la empresa, por ejemplo, en el informe Smurfit Kappa Colombia: impactos socio ecológicos y violaciones de derechos humanos, (6) la empresa figura entre las corporaciones con mayor concentración de mercado en la industria global de empaques, lo que le permite imponer modelos productivos altamente destructivos en países del Sur Global. Las plantaciones de pino y eucalipto alteran el ciclo hidrológico, reducen la disponibilidad de agua, empobrecen el suelo y desplazan biodiversidad nativa, afectando ecosistemas y esto es algo de lo que nuestras ancestras y ancestros han dado cuenta.

Otras investigaciones muestran que las compras masivas de tierra por Smurfit desde los años 80 coincidieron con la expulsión progresiva de familias campesinas, el reemplazo de bosques nativos por plantaciones industriales y el aumento de conflictos agrarios locales. Se ha demostrado que los monocultivos provocan el descenso del nivel freático, desaparición de fuentes de agua, pérdida de biodiversidad y contaminación de suelos y ríos por uso intensivo de agrotóxicos. (7) En su tesis Conflicto entre conservación y producción: Los monocultivos como amenaza para la integridad de los bosques altoandinos en Colombia, (8) Soriano confirma que las plantaciones alteran significativamente la estructura y composición de los ecosistemas altoandinos. 

El avance de los monocultivos ha reducido la soberanía alimentaria y desplazado comunidades, mientras la empresa utiliza el discurso climático para justificarlos como supuestos sumideros de carbono. Esto evidencia la contradicción entre el discurso verde empresarial y la realidad de los territorios afectados. 

Sabemos que, en muchos lugares del mundo, otros pueblos libran batallas similares en contra del capital transnacional, buscando permanecer en sus territorios, construir nuevas y mejores formas de habitar el mundo y consolidar modelos políticos, sociales y económicos que defiendan la vida y la naturaleza. 

La articulación de los pueblos indígenas y campesinos se da gracias al proceso de recuperación de tierras de Smurfit, que no es otra cosa que materializar la justicia social alrededor del despojo que esta empresa ha perpetrado en el territorio. Hasta el momento se han recuperado 300 hectáreas.

Básicamente, nos juntamos para intervenir en los monocultivos de pino y eucalipto mediante acciones de movilización ciudadana, en las que buscamos acceder al derecho a la tierra consagrado en el artículo 64 de la constitución política de Colombia, para vivir, sembrar alimentos y cuidar la naturaleza. Esto porque históricamente hemos agotado otras instancias de diálogo y exigencia con la multinacional y el Estado colombiano, pero no han dado resultado. En este sentido, nuestras acciones de hecho son parte de una tradición histórica de lucha agraria en Colombia, que ha demostrado que sin redistribución efectiva de la tierra no hay posibilidad de construir paz territorial. Construir una agenda común entre pueblos con historias distintas de relación con la tierra –como campesinado e indígenas– es una estrategia política que rompe décadas de fragmentación social impuesta por el despojo.   

“Logrando recuperar esas 3.000 hectáreas, 
estaríamos ubicando a más de 1.000 familias campesinas e indígenas, 
le estaríamos solucionando la tierra a una gran población en Cajibío”. 
 – líder Campesino

Nuestro territorio tiene el mayor número de conflictos socioambientales registrados en el departamento, muchos de ellos asociados a monocultivos forestales y a la operación de Smurfit Westrock, donde se documentan impactos en recursos hídricos, suelos y biodiversidad, así como patrones sistemáticos de hostigamiento contra líderes y lideresas comunitarias. 

Desde que iniciamos las recuperaciones, en tan solo 4 años, hemos vivido innumerables ataques por parte de los aparatos represivos del Estado, de paramilitares y de hombres vinculados a Smurfit Westrock. Apenas para citar algunos ejemplos, ha habido ataques violentos a manifestaciones, agresiones físicas a campesinos que se encontraban en un ejercicio de recuperación de tierras, intimidaciones a campesinos por hombres armados del Ejército y de Smurfit Westrock, atentados a tiros contra líderes sociales campesinos del TEVIIC. También se han presentado amenazas de muerte para que se abandone la lucha y el territorio recuperado, provocando, en ocasiones, el desplazamiento forzado de campesinos. Eso sin mencionar los recurrentes sobrevuelos de drones sobre lugares donde los miembros de TEVIIC se reúnen, así como la criminalización de los activistas por parte de los medios de comunicación y del Estado. Esa represión ya ha dejado innumerables heridos y ha sido responsable del asesinato del joven campesino Huber Samir Camayo, en 2021. (9)

Este patrón coincide con lo documentado por organizaciones de derechos humanos, que alertan sobre la criminalización y represión contra defensores de la tierra en Colombia. (10) (11) Estas acciones represivas, junto a campañas de estigmatización y judicialización, buscan fracturar la cohesión comunitaria y frenar la resistencia, generando desplazamientos temporales y pérdida de cosechas.

Entendemos que esta lucha no es fácil, que tenemos delante de nosotras a una empresa multinacional que mantiene un poder político, económico e incluso legislativo en Colombia desde hace muchas décadas. Por eso mismo ha desarrollado formas de legalizar su explotación, incluso manteniendo una imagen de protectores del medio ambiente y motor de la economía local, al tiempo que ejerce  intimidación, persecución y estigmatización contra quienes hoy reclamamos que salga del territorio y repare a nuestras comunidades por las afectaciones que ha producido. 

Frente a un adversario con tantos tentáculos, desde este año impulsamos la Alianza por la Vida, la Naturaleza y los Territorios, que articula varios procesos organizativos a nivel local, nacional e internacional. Estos no solo respaldan y fortalecen la lucha en Cajibío contra la Smurfit Westrock, sino que nos permiten reconocer y articularnos con otras luchas a nivel global, teniendo presente que imaginar y crear transformaciones en favor de la vida solo es posible juntando los distintos procesos que alrededor del mundo están resistiendo al modelo extractivista y construyendo desde distintas realidades formas más amables de habitar el planeta. 

Sabemos que el mundo está organizado en un sistema que concentra el poder político y económico en el Norte Global mientras explota recursos y pueblos en el Sur. En esa medida, reconocemos las luchas que existen y se desarrollan en los distintos países, para hacerlas también nuestras, para entender las maneras en que se oponen al avance del capital transnacional y de la reproducción de las relaciones de dominación y explotación, para inspirarnos y tener lecturas geopolíticas más amplias y profundas. 

También queremos que esos tejidos y articulaciones internacionalistas se expresen en encuentros, en elaboración de estrategias de incidencia política internacional que nos permita abrir espacios de conversatorios, en cine foros, en presentaciones en espacios académicos o del movimiento social.  También  en mecanismos ciudadanos de interpelación y presión a los distintos gobiernos para exigir que la multinacional respete los derechos humanos, repare a nuestras poblaciones por el daño ambiental y sociocultural, y salga del territorio para que nuestras comunidades del TEVIIC puedan llevar a cabo el Plan de Vida Interétnico e Intercultural. 

En este Plan, proponemos destinar las tierras recuperadas a la producción agroecológica, la reforestación con especies nativas, la protección de fuentes hídricas, la recuperación de semillas criollas para el fortalecimiento de la soberanía alimentaria y la construcción de mecanismos de justicia propia, local y antipatriarcal. Coincidimos con el llamado de la Alianza por la Soberanía Alimentaria en África (AFSA) a comprender que la soberanía alimentaria y la soberanía energética son inseparables (12), y nos oponemos explícitamente a la entrada de proyectos mineros o nuevos monocultivos industriales.

Finalmente, hacemos un llamado fraterno a la solidaridad material. Cada operativo militar destruye cultivos, viviendas temporales y semilleros,      necesitamos apoyo para reconstruir y seguir resistiendo. Así que cualquier donación nos ayuda en la difícil, riesgosa e histórica tarea de seguir resistiendo. Esta lucha es por Cajibío, pero también por todos los pueblos que defienden el agua, la tierra y la vida. 

Porque la reforma agraria la hacemos los pueblos, 
vamos todos y todas a desalambrar, 
a recuperar la tierra para recuperarlo todo.

Equipo técnico TEVIIC - CNA y Asociación Minga - Alianza Por la Vida, la Naturaleza y el Territorio. 
Contacto: tierraparavida83@gmail.com

Referencias 
(1) Indicador que permite cuantificar la desigualdad en un rango de 0 a 1, donde 0 es la igualdad y 1 la desigualdad absoluta.

(2) DANE, 2014. Índice de concentración de la propiedad de la tierra

(3)  Concepto que expresa el hacinamiento de familias que viven en un territorio delimitado, en el cual, si la tierra fuera repartida teniendo en cuenta la UAF (cálculo de hectáreas básico para la sobrevivencia familiar campesina, que en Cajibío oscila entre 4 ha y 10 ha), la mayoría de la población quedaría por fuera.

(4) Campo, C., & Sandí, H., 2025. De la seguridad a la soberanía alimentaria: análisis sobre la seguridad alimentaria y su defensa comunitaria por parte del campesinado en el departamento del Cauca, Colombia 2024. Trabajo fin de Máster, Universidad Internacional de la Rioja. 

(5) Smurfit, 2024, Sustainability Report

(6) González, E. Ramiro P., 2022. Smurfit Kappa Colombia: impactos socio ecológicos y violaciones de derechos humanos. OMAL, SumOfUs, LASC   

(7) FAO, 2021. Evaluación de los impactos de los monocultivos forestales en suelos y agua. Disponible aquí

(8) Soriano, K., 2025. Conflicto entre conservación y producción: Los monocultivos como amenaza para la integridad de los bosques altoandinos en Colombia. [Trabajo de grado especialización]. Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.

(9) Informe de situación de derechos humanos en Cajbío, Cauca, Junio 2025

(10) Front Line Defenders, 2024. Informe anual sobre personas defensoras de derechos humanos en riesgo. Disponible aquí

(11) Global Witness (2023). Standing Firm: The Land and Environmental Defenders on the Frontlines of the Climate Crisis. Disponible aquí

(12) WRM, 2025.  Recuperar la soberania energetica y alimentaria a traves de la agroecologia