Las ONGs conservacionistas que trabajan en el sur de Surinam han aumentado la presión sobre el pueblo indígena Wayana. Después de años de tratar a las comunidades del bosque de forma verticalista y paternalista, los Wayana han decidido buscar su propio camino, uno acorde a su manera de pensar y vivir.
El pueblo indígena Wayana vive en su mayoría en el sur de Surinam (también están en la frontera con la Guayana Francesa y en una pequeña zona en el norte de Brasil), en aproximadamente 30.000 km2 de bosque tropical. El grupo indígena Wayana está compuesto por un total de aproximadamente 2.500 personas. En Surinam viven cerca del río en tres pequeños asentamientos: Kawemhakan, Apetina y Palumeu. En la Guayana Francesa viven en ocho pequeñas aldeas y en el norte de Brasil viven más dispersos, con otros pueblos indígenas. Las excavaciones recientes revelan que esta zona ha sido habitada desde hace más de 4000 años por pueblos indígenas. Sus medios de vida y sustento se basan en la agricultura y la pesca.
Debido a la limitada infraestructura y la densa jungla del territorio del norte del Amazonas, los Wayana nunca fueron colonizados. A principios del siglo XX hubo algunos aventureros y empleados de los colonizadores holandeses que buscaron oro en la zona de los Wayana, pero (casi) nunca interactuaron con sus integrantes. Aunque el contacto fue limitado, los europeos trajeron numerosas enfermedades, como la gripe y la tuberculosis, que se esparcieron en grandes epidemias que sembraron la destrucción. Esto empeoró cuando los Wayana decidieron ir a la capital de Surinam para comprar/intercambiar las tan ansiadas herramientas de hierro directamente en su lugar de origen, sin pasar por los intermediarios, los Maroons de Surinam. (1) Los Wayana fueron diezmados hasta llegar al borde de la extinción. Alrededor de 1960 solo quedaban entre 500 y 600 Wayanas (estimamos que a principios del siglo pasado debía haber más de 4 mil). La única razón por la que aún existen los Wayana es por la intervención de la Iglesia en las décadas de 1950-60. Los misioneros proveyeron de medicinas para las nuevas enfermedades. El problema fue que, por supuesto, la Iglesia también introdujo nuevas reglas y prohibió ciertas expresiones culturales. Hoy en día la Iglesia todavía está presente, pero hay una especie de sincretismo que combina las tradiciones de la iglesia con la cultura y conocimientos tradicionales.
Algunas ventajas de la (hasta hace poco) existencia aislada de los Wayana son que aún hablamos nuestro propio idioma, hemos conservado una gran parte de nuestro patrimonio cultural y somos muy conscientes de nuestras raíces. La desventaja es que hay poca educación formal y, por lo tanto, casi nadie habla una lengua extranjera. Desafortunadamente, tanto el gobierno como las ONGs conservacionistas se han aprovechado de esta situación. Se hicieron muchas promesas y varios Wayanas firmaron documentos en idiomas extranjeros (que no podrían leer), pero nada realmente cambió en nuestro beneficio. Por el contrario, la situación en nuestro territorio solo empeoró.
Los nuevos colonos: conservación y despojo
La presión sobre las comunidades Wayanas ha comenzado a aumentar recientemente con las llamadas ONGs conservacionistas que operan en nuestra región: WWF, Conservación Internacional (CI) y el Equipo de Conservación del Amazonas (ACT, por su sigla en inglés). Estas organizaciones llegan como “nuevos colonos” a nuestra región, simulando querer ayudarnos con el “desarrollo”. Pero lo que resulta cierto es más bien lo contrario. Donde antes vivíamos sin problemas y en una coexistencia sustentable con nuestro bosque, ahora enfrentamos nuevas reglas. Ya no podemos realizar algunas de nuestras actividades tradicionales. Para estas ONGs es solo un negocio con el cual hacer dinero, pero para nosotros ¡es nuestra vida!
La forma en que estas ONGs se comunican con las comunidades indígenas carece de todo respeto. Nuestro derecho al Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) no se cumple, aun cuando éstas afirman que lo hacen. Cumplen con la parte de informar, pero no con el resto. Tienen un enfoque verticalista. Siempre asumen que nosotros, los pueblos indígenas, no los entenderemos, por lo que ellos toman las decisiones. Se atribuyen la potestad de saber lo que es bueno para los pueblos indígenas (pero solo están pensando en sus propios beneficios).
Con hermosas fotos de reuniones y contando historias fantásticas a sus donantes, quieren demostrar que todos los pueblos indígenas han estado de acuerdo con sus proyectos. Un buen ejemplo es el Memorando de Entendimiento (MOU, por su sigla en inglés) que ACT firmó para la creación del Parque Amazónico de Guayana. Este parque es un área de conservación en la frontera entre la Guayana Francesa y Surinam. Debido a que el pueblo Wayana vive a ambos lados del río, ahora una parte de la población quedó viviendo en este Parque. Hay todo tipo de restricciones dentro del parque, áreas especiales para la caza y la agricultura, etc. Los Wayana del lado de Surinam no quieren vivir en un área restringida, controlada por el gobierno y las ONGs.
El memorando de entendimiento se firmó en mi aldea, que se encuentra en la frontera entre Surinam y la Guayana Francesa. El día en que lo firmaron sacaron una foto del grupo en el que estaba el Jefe Supremo de la aldea, Ipomadi Pelenapin, como si él también lo hubiera firmado y acordado. Pero no lo hizo. Hasta hoy no conocemos el contenido de ese MOU, a pesar de que les hemos pedido varias veces una copia. Solo sabemos que se refiere a actividades a realizarse en la zona de nuestro Jefe Supremo, pero no sabemos qué van a hacer o qué podemos esperar.
Desigualdades de poder
Desde 2015, CI, ACT y WWF colaboran para “salvar” el sur de Surinam con el proyecto SSCC: el Corredor de Conservación del Sur de Surinam. Esta área protegida abarca alrededor de 70.000 km2. Solo 3.500 indígenas vivimos en esta zona (Wayana y Trio), pero tenemos prohibido cortar árboles para construir nuestras casas o fabricar nuestras canoas. No hay infraestructura y a la zona solo se puede llegar por avión o en varios días de viaje en barco. Por lo tanto, comunicarse con las 9 aldeas dentro de esta gran superficie es un enorme desafío. En el papel crearon una organización que parece mostrar que nosotros, los indígenas, somos dueños del proyecto. Pero en la práctica no es así. Los pueblos indígenas involucrados en la organización del proyecto no tienen herramientas o capacidad para comunicarse entre sí. Las únicas veces que se reúnen (unas pocas veces al año) es cuando las ONGs organizan reuniones. Por lo que las ONGs siempre están presentes, determinan la agenda, facilitan las reuniones y, sobre todo, determinan la velocidad de la toma de decisiones.
Nunca alcanza el tiempo para discutir entre nosotros para poder entender los diferentes temas. Debido a que existe una barrera lingüística, lleva mucho tiempo traducir y explicar los temas en detalle. Los actuales líderes indígenas Trio y Wayana hablan sus idiomas nativos, solo unos pocos de ellos entienden algo de holandés o surinamés. Uno esperaría que las ONGs tomaran esto en cuenta, pero no ha sido así. Hay intérpretes presentes pero no se les brinda información sobre el tema con anticipación. ¿Cómo puede un intérprete traducir o explicar expresiones de moda, tales como “manejo sostenible de bosques” o “biodiversidad cultural” en las reuniones? Hace poco los líderes indígenas descubrieron que la palabra “desarrollo”, una palabra que las ONGs usan muy a menudo, se tradujo literalmente al idioma Wayana como “ayúdenme”. Cuando me enteré de esto, comencé a hacer una lista para estandarizar la traducción de las expresiones de moda que se utilizan en estas reuniones.
Las ONGs y los pueblos indígenas no se comunican en el mismo nivel. Y las ONGs no están dispuestas a dedicar tiempo y esfuerzo para capacitar adecuadamente a los intérpretes. Probablemente lo hacen a propósito, ya que es más barato y más rápido de esa manera. Somos un pueblo indígena orgulloso y no siempre estamos dispuestos a decirles a las ONGs que no las entendemos.
¿Proteger los bosques o proteger un modelo?
Hace poco tuvimos una experiencia negativa con la ONG WWF. A principios de 2018 le pedimos a WWF que nos ayudara con el mapeo de nuestro territorio. Durante 6 meses, todas las comunidades Wayana trabajaron intensamente con WWF para preparar el inicio del proyecto de mapeo (con software GIS y tecnología LiDAR). También planeábamos comenzar una investigación de campo para validar los datos y verificar las historias que nos contaron principalmente los ancianos.
Lo que más necesita el pueblo Wayana es el derecho legal a la tierra y la demarcación de nuestro territorio. Hasta ahora, el gobierno de Surinam no reconoce nuestros derechos, a pesar de que la Organización de Estados Americanos (OEA) condenó por eso varias veces al Estado de Surinam. Habíamos considerado que el proyecto con WWF era una forma ideal de obtener pruebas (en especial investigaciones y hallazgos arqueológicos) de que los Wayana hemos vivido en esta región durante miles de años, para de esa manera poder iniciar el diálogo con el Gobierno. También queríamos usar los datos para hacer frente a la extracción ilegal de oro en nuestra zona. Prohibir la minería ilegal de oro es una de nuestras prioridades. Esta actividad trae consigo todo tipo de consecuencias, como la contaminación de los ríos con mercurio, la pesca excesiva, la deforestación y el aumento de la violencia principalmente contra las mujeres debido a la presencia de los "Garimpeiros" (buscadores de oro de Brasil que hacen minería ilegal). Sin embargo, para nuestra sorpresa, el Gobierno y las ONGs conservacionistas no han mostrado interés en resolver este problema.
Después de haber hecho todos los preparativos, en consulta con WWF (capacitando a los jóvenes para usar la computadora y el software de mapeo, etc.), se escribió el plan del proyecto. Para nuestra sorpresa, después de 2 meses recibimos un correo electrónico en el que se nos decía: “No financiaremos esto porque no encaja dentro del programa de bosques de WWF”. Sin más explicaciones. Una reflexión más profunda nos llevó a concluir que somos demasiado críticos con el programa SSCC (que también es un proyecto de WWF en nuestro territorio), y que creen que no somos lo suficientemente responsables. Nuestro Jefe Supremo ha indicado que WWF, así como ACT y CI, ya no son bienvenidos a este territorio. Dijo: “Que conserven el bosque en Paramaribo”, la capital de Surinam.
Además, a ninguna de las ONG parece molestarles que algunas de las aldeas Wayana no tengan escuela. La única opción es enviar a los niños a la Guayana Francesa (diariamente en bote), pero el Gobierno francés solo tolera esto hasta el quinto grado. Entonces, únicamente los padres que tienen nacionalidad francesa (o ambas) pueden enviar a sus hijos a una escuela lejos de casa, en un internado. Los costos son más de 4 veces el ingreso de un habitante promedio de Surinam (para quienes viven en las ciudades), y esto cuando casi no existe una economía monetaria en las aldeas. Además, los niños reciben educación en el sistema escolar francés y no en el holandés (el holandés es el idioma oficial de Surinam). La posibilidad de que los niños continúen sus estudios en Surinam en un idioma que no pueden hablar ni escribir, es casi inexistente. Aparte de que los padres prácticamente no pueden pagarlo.
“Vamos a hacerlo nosotros mismos”
En abril de 2018, nuestro Jefe Supremo creó la Fundación Mulokot. Ya estaba harto de todas las decepciones e insultos al pueblo Wayana. La Fundación, desde y para el pueblo Wayana, permite la participación de los líderes tradicionales. Con esto, él quiere traer nuestro propio “desarrollo” y decidir qué proyectos tienen prioridad y cuáles no deben implementarse. Las ONGs, y en menor medida el Gobierno, no toman esto en serio, pero nosotros sí. También cuestionan abiertamente la calidad y el nivel de los miembros de la Fundación.
Junto con los líderes tradicionales, desarrollamos una visión con tres objetivos principales:
- Gestión territorial sustentable por parte del pueblo Wayana, comenzando con el mapeo de nuestro territorio (para definir nuestros límites, derechos y autonomía);
- El establecimiento de un Instituto de Educación Indígena (combinación de conocimientos occidentales e indígenas, recopilación de datos y documentación de nuestro patrimonio y cultura) para nuestros jóvenes y nuestro futuro; y
- Soberanía alimentaria con diferentes modos de agricultura, domesticación de vida silvestre, etc.
Algo muy notable es que la mayoría de las ONGs no quieren apoyar nuestro Instituto de Educación Indígena. El argumento es que para construir un edificio se necesita usar madera de la zona, lo que parece ser peor que la falta de educación en nuestras comunidades y ayudar a proporcionar una educación que utilice nuestros conocimientos indígenas. Entendemos que nuestro bosque es esencial para el futuro, de hecho para el futuro de todos. Sin embargo, nuestra gente ha estado viviendo en este bosque por generaciones y el bosque sigue creciendo y prosperando, ¿a qué le tienen tanto miedo?
Ahora, nuestro Jefe Supremo ha decidido detener a todas las ONGs conservacionistas que están activas en nuestra región. Lo haremos nosotros mismos y buscaremos socios que coincidan con nuestra forma de pensar y vivir. No será fácil, pero nuestra existencia nunca lo fue.
Nuestro lema: ¡Nada sobre nosotros sin nosotros!
Srta. Jupta Itoewaki, mulokotkawemhakan@gmail.com
Directora de la Fundación Mulokot