Malasia: impactos ambientales por desecación de pantanos de turba

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Los países del sudeste asiático --en especial Indonesia y Malasia-- tienen más de 20 millones de hectáreas de suelos de turba, equivalentes al 60% de las turberas tropicales del mundo. Los pantanos de turba existen en el interior, adyacentes a la zona de manglares costeros, y con frecuencia se extienden entre 3 y 5 km sobre las planicies de inundación de los ríos. Se caracterizan por una capa gruesa de turba de entre 8 y 20 metros, que se compone principalmente de materia vegetal semidescompuesta acumulada durante más de 8.000 años. Mientras el suelo de turba permanece saturado de agua, el ecosistema de pantanos conserva su equilibrio. Los pantanos de turba son como esponjas que absorben el excedente de agua de la lluvia y los ríos, controlando así las inundaciones durante la estación lluviosa y liberando fuentes de agua muy necesarias durante la estación seca.

La desecación de los pantanos de turba para plantar palma aceitera y caucho, para madereo, acuicultura y construcción de viviendas, o para extraer estaño y turba, involucra numerosos problemas. Los canales cavados en la turba vacían el contenido de agua del pantano. Cuando el nivel de agua desciende, la capa superior de materia vegetal se seca convirtiéndose en combustible, especialmente durante la estación seca.

La reducción del nivel de las capas freáticas y la apertura del dosel del bosque aumenta el riesgo de incendios en los suelos de turba. En octubre de 1995, 16 hectáreas de la reserva de bosque de Bukit Tunggal, adyacente al bosque de pantano de Selangor Norte en Batang Berjuntai, fueron consumidas por el fuego. A principios de 1989, un incendio en Batang Berjuntai causó estragos durante tres meses. En 1997, la organización Wetlands International informó sobre cuatro incendios en Malasia en el bosque de pantano de Pahang sudoriental y en las reservas de bosque de Raja Musa y Sungai Karang, que integran el bosque de pantano de Selangor norte en Sabak Bernam, Selangor, y partes del pantano de Kuala Langat norte, también en Selangor. El incendio de turba más publicitado fue el de Kampung Penadah en Pekan, Pahang, donde el fuego arrasó 160 hectáreas de bosque. Fueron necesarias dos semanas para extinguir las llamas. Los incendios de turba producen cantidades mucho mayores de humo por hectárea que otros incendios de bosques, y son casi imposibles de extinguir sin restaurar los niveles de agua en los pantanos.

Las turberas desecadas ya no pueden cumplir, entre otras, con las siguientes funciones ecológicas: absorber y almacenar agua para mitigar inundaciones y actuar como captadoras de agua; proteger las tierras costeras de la intrusión del agua salada del mar; filtrar sustancias contaminantes que de otra forma degradarían lagos, ríos y aguas subterráneas; suministrar madera y productos no madereros, y proporcionar hábitat para la fauna y flora en situación crítica, en particular para el rinoceronte de Sumatra, en peligro de extinción. Una vez seca, la turba se oxida y se descompone, causando el colapso del suelo. Las turberas también funcionan como depósitos de carbono. La vegetación semidescompuesta encierra grandes cantidades de carbono, evitando que escape a la atmósfera como dióxido de carbono, el principal contribuyente al calentamiento mundial. Si se continúan desecando las turberas de Malasia, los incendios de turba en la propia Malasia, en combinación con los incendios de turba indonesios, incrementarán aún más la extensa contaminación atmosférica que se produce en la región por las densas nubes de humo resultantes de los incendios. Los incendios de turba prolongados liberan enormes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, contribuyendo así al calentamiento mundial y a la alteración del clima a largo plazo.

Casi todos los bosques de turba propiedad del estado están destinados al establecimiento de granjas, plantaciones, viviendas o instalaciones industriales, destinos todos que exigen que se deseque el bosque de turba. De las 800.000 hectáreas de turberas de la península, hoy quedan apenas 340.000. De éstas sólo 200.000 hectáreas están protegidas como reservas de bosque y de vida silvestre. Las turberas más importantes que todavía subsisten se encuentran en Pahang y Selangor.

En Perak, los bosques de pantano de Melintang y Teluk Intan fueron convertidos casi en su totalidad en plantaciones de palma aceitera.