República Democrática del Congo: entregando tierras para plantaciones de palma, REDD e inversionistas extranjeros

 

La República Democrática del Congo (RDC) tiene el área con bosques continuos mas grande del continente Africano, que es una de las más grandes del mundo. Sin embargo, su elevada riqueza biológica, que incluye bosques húmedos, secos, humedales, bosques de bambú, manglares y varios otros tipos, que han coexistido por siglos con los pueblos indígenas y otras comunidades dependientes de los bosques, está bajo seria amenaza debido a la expansión de las plantaciones de palma aceitera y, en general, a los inversionistas extranjeros. Además, las políticas climáticas vinculadas a bosques en RDC, como REDD, ponen aún más amenazas sobre los bosques y las comunidades locales al fomentar el cultivo industrial de palma aceitera.

Expansión industrial de la palma aceitera en RDC

La empresa canadiense Feronia Inc posee algunas de las mayores plantaciones de palma aceitera de África en la República Democrática del Congo. Establecida por el fondo de cobertura de Canadá (1) ‘TriNorth de Capital Inc’ y el capitalista Ravi Sood en 2008, Feronia le compró a la multinacional anglo-holandesa Unilever la empresa “Plantaciones et Huileries du Congo”, la cual contaba con tres plantaciones separadas.

A pesar de las altas ganancias iniciales, que en 2011 llegaron a un valor mayor a los US$100 millones, la compañía empezó a tener pérdidas y sus accionistas comenzaron a irse. Como señala un artículo de Reuters, la compañía culpó a la caída en los precios del aceite de palma, al riesgo político en RDC, y a una ley del año 2012 designada para hacer al pueblo congoleño los principales poseedores de las concesiones de tierra. Pero en 2013, Feronia atrajo el interés de algunas agencias de ‘desarrollo’ en sus 107.000 hectáreas en plantaciones. Fondos de ‘desarrollo’ respaldados por los gobiernos de Inglaterra, Francia y España compraron el 60 por ciento de Feronia por alrededor de US$35 millones, rescatándolo del colapso.

Uno de los inversionistas con respaldo gubernamental, dijo que la inyección de capital a Feronia no debe ser vista como un salvataje, sino como una inversión de largo plazo para África. Sin embargo, como señala el mismo artículo de Reuters, activistas denuncian que la compra de las plantaciones por parte de Feronia, parcialmente con fondos públicos, no ha derivado en ninguna mejoría en las condiciones laborales de los trabajadores, más allá de haber mantenido sus puestos de trabajo. La mayoría reciben salarios muy pobres, generalmente ganando poco más de US$1 por día. “Los trabajadores están viviendo en casas que se caen a pedazos, en muy mal estado. Hay malnutrición en las comunidades cercanas a las plantaciones”, le dijo Jean Francois Mombia a Reuters, un activista de la organización RIAO-RDC, una ONG que trabaja con los empleados en las operaciones de Feronia.

Un análisis de Feronia muestra un ejemplo más de los muchos que siguen la ola de inversiones extranjeras en tierra en África, que han llevado al acaparamiento de tierras y conflictos. La evidencia muestra que entre el 2006 y el 2012, una pérdida sustancial de bosques ocurrió dentro y alrededor del área de concesión de Feronia. Asimismo, una visita de la ONG Moabi DRC a una de las plantaciones de palma de Feronia, ubicada en el poblado Boteka (3), identificó los riesgos de deforestación en caso de expansión de dichas plantaciones. La zona de amortiguamiento de las plantaciones de Boteka se solapa con 23.674 hectáreas de bosque primario, 4.267 hectáreas de bosque secundario y 251 hectáreas de savana. Por lo tanto, con grandes extensiones de bosque tropical a lo largo de la franja ecuatorial, abundancia de agua dulce, y un clima favorable, la República Democrática del Congo podría seguir los pasos de países como Indonesia, que ya cuenta con millones de hectáreas de bosques que han sido convertidos en plantaciones de palma aceitera, y convertirse en un importante exportador de aceite de palma.

La promoción de REDD promueve también la expansión de la palma aceitera

El programa REDD (Reducción de las Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los bosques) aspira privatizar la capacidad de los árboles, suelos, y la vegetación de ‘almacenar’ dióxido de carbono. El objetivo es convertir el carbono en créditos comerciables de forma tal que la pérdida de carbono en un lugar pueda ser compensada con el carbono ‘almacenado’ en otro lugar. Esto en la práctica ya ha puesto los territorios comunitarios e indígenas bajo amenazas por parte de inversionistas que quieren sacarle provecho a esta política climática.

La República Democrática del Congo fue el primer país en la Cuenca del Congo en recibir financiamiento del Banco Mundial a través del Fondo de Cooperación para el Carbono de los Bosques (FCPF, por su sigla en inglés) y del Programa REDD de las Naciones Unidas. Estos fondos buscan preparar al país para iniciar actividades vinculadas a REDD, por lo que se le exigió la elaboración de una Estrategia Nacional de REDD, una Propuesta de Preparación ‘Readiness’ y algunos estudios sobre el potencial de REDD en el país.

El primer estudio sobre las causas de deforestación en la República Democrática del Congo fue lanzado en el año 2007 por la organización Woods Hole Research Centre, basada en los Estados Unidos. El estudio además de evaluar el ‘potencial’ de captura de carbono de los bosques del país, identificó a las comunidades locales como los primeros responsables de la deforestación mientras que minimizó el impacto de otros actores como, por ejemplo, el madereo industrial o las plantaciones de monocultivos. Este estudio, sumamente controversial, fue duramente criticado por organizaciones de pueblos indígenas del país quienes demandaron que se reconozcan sus derechos tradicionales.

Mas aún, como un paso hacia el desarrollo de la Estrategia Nacional de REDD, el país publicó en 2009 un informe elaborado por la consultora norteamericana McKinsey sobre el potencial de REDD en el país. El informe contiene pautas en tres secciones separadas de acuerdo al sector: “extracción sustentable”, que incluye la cosecha de madera y plantaciones de monocultivos; “desarrollo acelerado de la agricultura permanente”, que incluye el desarrollo de la agricultura intensiva, mayoritariamente las plantaciones de palma aceitera y “coordinación interministerial”. (4)

Si estas pautas han de ser implementadas, el impacto sobre los pueblos indígenas y los pequeños agricultores sería desastroso. Las medidas recomendadas incluyen la conversión de aproximadamente 7 millones de hectáreas de tierras supuestamente ‘marginales’ y otros 4 millones de hectáreas de bosques ‘degradados’ a plantaciones de monocultivos para secuestrar dióxido de carbono. Actualmente, no hay regulaciones para prevenir la expansión de las plantaciones de palma en las zonas de los proyectos REDD.

El gobierno de la República Democrática del Congo ya comenzó a entregar inmensas extensiones de tierra cultivables a inversionistas extranjeros a través de ‘parques de agronegocios’. El gobierno espera frenar la dependencia del país en la agricultura de subsistencia, lo que genera temor sobre acaparamientos de tierra locales. El plan es vender las tierras en concesiones a 25 años o incluso más si se aprueban nuevas leyes. Africom Commodities Pty. Ltd, una empresa sudafricana, en colaboración con el gobierno, está desarrollando el primer ‘parque de agronegocios’ con 80.000 hectáreas cerca de Kinshasa. Africom ya ha plantado las primeras 2.200 hectáreas de maíz y espera plantar un total de 10.000 hectáreas para finales de enero de 2015. El gobierno pretende desarrollar 21 ‘parques de agronegocios’ bajo el argumento de que estos van a proveer de alimentos, empleo y mercados para los pequeños agricultores de las comunidades cercanas. (5) Sin embargo, convertir los bosques del país en extensos monocultivos, que dependen del uso de semillas transgénicas y agrotóxicos, se da de frente con la propiedad y el uso tradicional del territorio que realizan las comunidades locales. Organizaciones de campesinos y comunitarias como COPACO y CONAPAC están preocupadas, por ejemplo, de que iniciativas de este tipo y otras similares pueden transformar a los campesinos en meros empleados, creando desplazamientos masivos de los campesinos y campesinas. COPACO y CONAPAC también ven con preocupación la aceleración del proceso de compra de tierras por parte de la elite nacional, proceso que ya se ha iniciado (6).

Asimismo, al menos 4 proyectos REDD se superponen a territorios indígenas en la República Democrática del Congo. REDD, al igual que otras propuestas de uso de tierras, se intercalan con los derechos tradicionales de las comunidades locales y podrían impedir el acceso y uso de los bosques por parte de las mismas. Las comunidades Pigmeas, en particular, son crecientemente vulnerables a los madereros, proyectos extractivistas, y monocultivos agrícolas. Sus derechos tradicionales no son reconocidos bajo la legislación del país y muy pocos de sus derechos tradicionales han sido mapeados.

¡Las plantaciones no son bosques!

La expansión de los monocultivos, concretamente las plantaciones de palma aceitera, en África y en otros lados, ha sido acompañada por diversos impactos negativos sociales y ambientales, tales como la expropiación de tierras ancestrales de comunidades locales e indígenas, la contaminación de las fuentes de agua y los suelos debido al uso de agrotóxicos, entre otros. Hoy en día, a raíz de las políticas climáticas enfocadas en capturar el carbono ‘almacenado’ en los árboles para comercializarlo en los mercados financieros, más intereses y actores poderosos tienen interés en acceder a esas áreas vulnerables. Para ellos, los árboles plantados en monocultivos son lo mismo que un bosque porque lo que importa es el carbono ‘almacenado’ en dichos árboles y, por consiguiente, la ganancia que pueden obtener de ello. Para las comunidades indígenas y otras que dependen de los bosques, sin embargo, que han sido los guardianes de los bosques por siglos, éstos acogen un sinfín de complejas redes de vida interconectadas que no pueden ser reducidas a un solo ‘valor’ en base al carbono.

(1) Un ‘fondo de cobertura’ es un vehículo de inversión que junta capital de un número de inversionistas e invierte a su vez en instrumentos financieros en busca de mayores ganancias

(2) Reuters, Noviembre 2014, http://www.trust.org/item/20141112163534-sptur

(3) Moabi DRC, http://rdc.moabi.org/will-drc-palm-oil-plantations-cause-forest-loss/en/#5/-2.833/22.830&layers=

(4) WRM (2011) República Democrática del Congo. El proyecto piloto REDD de Conservación Internacional: una producción inédita de REDD, http://wrm.org.uy/es/libros-e-informes/republica-democratica-del-congo-el-proyecto-piloto-redd-de-conservation-international-una-produccion-inedita-de-disney/

(5) http://online.wsj.com/articles/congo-plans-to-lease-farmland-in-bid-to-bolster-food-productivity-1414506517

(6) http://www.southworld.net/drc-agro-industrial-parks-to-address-the-food-security-challenge/

(7) Moabi DRC, http://rdc.moabi.org/redd_risk/en/#5/-2.833/22.830&layers=moabi_redd_projects