“Sin agua no hay vida”: los ríos en la Amazonía de Bolivia

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water Bolivia

Los bosques albergan y sostienen innumerables e invaluables riquezas y el agua es un elemento intrínseco e interdependiente de los bosques. Es la base de toda la vida.

En Bolivia, el río Beni atraviesa el Parque Nacional Madidi, una de las zonas mas biodiversas del planeta, y la Reserva Pilón Lajas. Es como si fuera “la sangre de estas tierras.” (1)

En esta cuenca, el gobierno boliviano intenta desde hace años impulsar proyectos de mega-represas, en particular los llamados Chepete y Bala. El plan es convertir estas áreas del río Beni en grandes lagunas de miles de kilómetros de superficie. Ambos embalses inundarían miles de kilómetros: alrededor de 771km2 de inundación directa y alrededor de 14.420 Km2 de influencia indirecta – como referencia, la superficie de la cobertura urbana de la ciudad capital de La Paz es de 149 km2. (2) Ambas estimaciones no consideran impactos como el derecho de vía de los caminos ni afectaciones a pueblos que están aguas abajo, como San Buenaventura o Rurrenabaque. Los estudios de identificación realizados estiman que los embalses, caminos y líneas de transmisión eléctrica generarán una deforestación superior a las cien mil hectáreas. (3)

Al crear estas lagunas inmensas, los Pueblos Indígenas y comunidades campesinas tendrían que ser desalojados y todo lo demás que quedaría viviendo en esas tierras sería sumergido. El ciclo del agua de este territorio cambiaría drásticamente y por tanto, la vida. Estas mega-represas cambiarían de manera definitiva a estas comunidades y a sus territorios de vida.

Sobre estas tierras que quieren sumergir viven seis Pueblos Indígenas: los Mosetenes, Chimanes, Esse-ejjas, Lecos, Tacanas y Uchupiamonas, de los cuales cinco están legalmente reconocidos por el estado Plurinacional de Bolivia; además de los Pueblos Indígenas en aislamiento voluntario. Al expulsar a estos pueblos de lo que ellos llaman de su ‘casa grande’, se exterminaría además sus medios de vida, culturas y saberes. Se han violado los derechos más elementales de estos pueblos ya que las empresas y autoridades no han conducido de manera correcta la consulta libre, previa e informada, ni han respetado las regulaciones existentes sobre pueblos en aislamiento voluntario. Se infringen así pasos obligatorios según las regulaciones bolivianas y la ONU antes de ejecutar un plan en territorios indígenas.

Ruth Alipaz, de la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas en Bolivia (CONTIOCAP) afirma que
“alrededor de cinco mil personas de Pueblos Indígenas serían desplazadas si se construyen estas mega-represas. Sin contar a las poblaciones peri-urbanas, como San Buenaventura, Rurrenabaque y Reyes, y las poblaciones río abajo, que igualmente serían afectadas. En el área de estas dos represas viven alrededor de 150 mil personas.
La amenaza es muy latente ya que la ley que declara a estas obras como prioridad nacional sigue vigente. El constante acoso, desacreditación y difamación sobre quienes resistimos genera desconfianza. Y esto a la par de que las empresas y miembros del gobierno interesados intentan engañar a las comunidades de la cuenca con promesas de trabajo, mejoramiento de la vida cotidiana, electricidad, etc. Es por ello que, en julio de 2022, invitamos a las autoridades de las comunidades de la cuenca a visitar mega-represas en Brasil para que vean con sus propios ojos los impactos de proyectos similares.”

Es también innegable que estas retenciones de agua gigantes tendrían impactos no solo en el lugar donde se quieren construir, sino también río abajo y río arriba. El rio Beni fluye en el rio Madera, que a su vez fluye en el río Amazonas. Toda esta cuenca sería afectada por esta mega-infraestructura.

Los territorios amazónicos río abajo ya no tendrían el aporte de sedimentos ni de nutrientes del rio Beni, que son indispensables para la vida del río, llegando a afectar cientos de kilómetros agua abajo, ya que el río Beni es el principal aportante de sedimentos de la cuenca del río Madera. Esto, generaría erosión en los suelos y disminución en la disponibilidad de aguas subterráneas. Lo que impactaría directamente a la producción de productos agrícolas de las comunidades de todas esas áreas.

Las represas además impedirían el paso de peces y otras especies acuáticas que viven en los ríos y que hacen extensos recorridos para reproducirse, entre otros.

Según Pablo Villegas, investigador del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), “estas mega-represas han sido presentadas al pueblo boliviano como un gran negocio. Se dieron cuenta que el precio del gas estaba cayendo y entonces lo presentaron como una alternativa económica. Pero el precio de la energía en el caso de Chepete/Bala cuesta más que el precio de la energía en Brasil, que es el único mercado donde se piensa vender. Por eso, cuando hicieron el diseño de las represas de Chepete/Bala, pusieron la línea de transmisión hacia Mato Grosso, con más de 1000km de cables. Ni siquiera la rentabilidad parece asegurada para Bolivia. Entonces, ¿cuáles son los intereses? Pues están en la inversión misma de construir estas mega-represas. Pensaron en el dinero que podían mover con financiamientos de 25 mil millones de dólares en lo proyectado - y se sabe que las represas suelen costar el doble de lo proyectado. Hay que subrayar que estas mega-obras son contratos para transnacionales especializadas. Casi toda la inversión es para el extranjero, pero el impacto es para Bolivia.”

Con el argumento de que las represas son de ‘interés nacional’, estas mega-obras van contra leyes ambientales y sociales, asaltando tierras, ríos y bosques. “La toma de tierras hoy es brutal en Bolivia”, continúa Villegas.

Estas mega-represas son parte de un proyecto de muchas más represas a lo largo del territorio boliviano llamado ‘Corazón energético de América del Sur.’ En Brasil llaman a estas mega-represas de ‘Itaipú ampliado’, porque gracias a la represa Itaipú que está sobre el río Paraná en la frontera entre Brasil y Paraguay, Brasil llegó a tener una gran influencia en varios niveles sobre Paraguay. Esta represa fue aceptada durante la dictadura en Paraguay en 1973 y dejó a Paraguay fuertemente endeudada hasta el año 2023. (4)

La activista feminista Elizabeth Peredo, afirma que “todos están pensando en energía porque ese es el tema de esta civilización”, y dice que en Bolivia “esa visión del Buen Vivir desde el gobierno se ha ido distorsionando a lo largo de los años y se ha ido convirtiendo en una idea de ser potencia regional en América del Sur que venda energía.” Esta visión, explica, influye en el concepto mismo del agua, incluso dentro de los principios constitucionales de Bolivia sobre el Buen Vivir y el cuidado a la Madre Tierra.

Y claro que para construir estas mega-represas se necesitaría de la apertura de carreteras. Lo que quiere decir que el territorio no solo se vería degradado y deforestado por largos trechos, sino que además quedaría abierto para las grandes empresas madereras y mineras, es decir, para más destrucción de bosques y ríos vitales para los pueblos que los habitan.

Y eso es crucial cuando se considera que ya hoy en día, las mega-represas no son la única amenaza en la cuenca del río Beni.

Contaminación por minería y otras amenazas

La minería está también destruyendo esta parte de la Amazonía. Bolivia es uno de los países que mas importa mercurio. Este metal permite amalgamar el oro que se encuentra en los ríos. El mercurio es muy nefasto para la salud de las personas porque ataca el sistema nervioso central. Los mineros lo usan en cantidad, lo que impacta toda la vida que estos ríos sostienen, y por ende, a las personas que dependen de esta agua y de su diversidad para su alimento. Con esta minería, que en su mayoría es ilegal, está además llegando a los territorios más violencia, prostitución, feminicidios, tráfico de personas y productos ilícitos, etc.

Ruth Alipaz de CONTIOCAP, explica que “La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que el límite para el cuerpo humano de mercurio es de 1 parte por millón. En la cuenca del Beni, el promedio es de 7 a 8 partes por millón y los rangos mas altos están de 27 partes por millón para indígenas Esse-Ejjas y en Asunción del Quiquibey. Son datos que preocupan mucho. Nos están matando. En los niños de la población Esse-Ejjas se reportan diarreas constantes, malformaciones, discapacidades. Están envenenando las aguas y los alimentos. Es un genocidio de los pueblos que viven en estos territorios.”

Las muchas amenazas al río Beni se juntan en sus corrientes, pero las autoridades gubernamentales e inversores empresariales deciden ignorarlas. Las mismas aguas que están siendo fuertemente contaminadas por el mercurio con la minería, sobretodo aguas arriba en la zona del Chepete, son las que piensan embalsar con las mega-represas. Ningún estudio de impacto ambiental hasta ahora ha mostrado los peligros para la salud humana y para los territorios por la alta concentración de mercurio en los embalses. (5)

Y hay que además añadir otra amenaza que se está incrementando. Este mes de agosto de 2022, el gobierno boliviano ha promulgado un Decreto Supremo para impulsar la producción de palma aceitera. La experiencia en otros países, advierte que la producción de palma aceitera conlleva deforestación, escasez y contaminación de agua, acaparamiento de tierras, violencia y muchos otros impactos. Esta decisión por tanto ha llevado mucho miedo a los pueblos del río Beni, ya que ven que se avecinan muchos impactos negativos. (6)

El río Beni, la Amazonía en general, sus valles, bosques, pueblos, son parte de un todo articulado e interdependiente en el que la grave afectación de uno tiene efectos sobre los demás, muchas veces de maneras insospechadas. Es así que el agua, como base elemental de toda vida, “nos hace pensar en que cualquier propuesta de cambio social tiene que ser sistémica”, concluye Peredo.

Julia Blagny
Directora del documental “La Sangre de Bolivia, de los Andes a la Amazonia”
https://www.youtube.com/watch?v=Pr8u4lrOW_M


(1) Gran parte de la información de este artículo, así como los testimoniales, están basados en la investigación y realización del documental “La Sangre de Bolivia. De los Andes a la Amazonía”.
(2) Tunupa, Fundación Solón, Mega-hidroeléctricas: Exportar y morir. El Bala-Chepete, 2da edición; y Jorge Molina, Daniel Espinoza, Hidrología, Hidráulica e impactos asociados al proyecto Chepete – Bala, Instituto de Hidráulica e Hidrología, 2016.
(3) Ídem (2)
(4) Pablo Villegas, El corazón energético de Suramérica.
(5) Ídem (2)
(6) Página siete Bolivia, Indígenas advierten impacto ambiental por producción de biodiésel con la “palma de la muerte”, 2022.