Swazilandia: Woodmark y SAPPI ignoran las enseñanzas de un agricultor vecino

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Peter George es agricultor. O, para ser más precisos, era agricultor. A mediados de la década de 1970 compró el establecimiento Elangeni Farm en los frescos campos altos (“alto veld”) de Swazilandia. Cultivó verduras y algunos árboles: eucaliptos y acacias. Iba al mercado local dos veces por día para vender sus coles. Tenía unas cuantas ovejas, pollos, dos vacas y un perro pastor medio ciego. Después de unos años empezó con un pequeño criadero de peces que abastecía a restaurantes y hoteles locales. Se construyó su propia casa, se casó y formó una familia.

Cuando compró el campo, había mucha agua de los arroyos que corrían por las pendientes. A mediados de la década de 1980 la pastera Usutu Pulp Company empezó a plantar pinos en los cerros. George se vio obligado a dejar de cultivar cuando se secaron los arroyos de su campo. En 1988 la empresa sudafricana de la pulpa y el papel SAPPI pasó a ser accionista mayoritaria de la fábrica de celulosa de Usutu y las plantaciones asociadas. “Para 1990 no había casi agua para el cultivo de las verduras y muy poca para el consumo doméstico”, explicó George. “Pero un día los arroyos no corrieron ni siquiera durante la estación lluviosa y para eso tenía que haber una buena razón”, añadió.

En noviembre de 2007 formé parte de un equipo del WRM que visitó Swazilandia. Junto a colegas de Amigos de la Tierra, que estaban en Swazilandia para su reunión anual, visitamos la maloliente y contaminante planta de celulosa de Usutu, perteneciente a SAPPI. El agua del arroyo que corre a su lado era color negro azabache a causa de los efluentes de la fábrica.

Peter George nos invitó a visitar su establecimiento al día siguiente. Cuando llegamos había trabajadores cortando eucaliptos plantados en sus tierras que se habían quemado este mismo año. Desde que los arroyos se secaron, el eucalipto es una de las pocas cosas que puede cultivar. Las plantaciones de SAPPI cercanas al campo de George estaban negras a causa del fuego. Este año SAPPI perdió alrededor del 7% de sus plantaciones en Swazilandia debido a los incendios.

Dimos algunas vueltas por el campo y George nos mostró los lugares donde Usutu Pulp Company había plantado pinos atravesando justamente los arroyos que habían abastecido de agua su establecimiento. SAPPI empezó a talar las plantaciones en 2002 y desde entonces los arroyos volvieron a correr, aunque a uno le llevó 18 meses recuperarse. SAPPI no ha vuelto a plantar hasta el borde de los arroyos pero tampoco ha mantenido las franjas de 30 metros a lo largo de ambas orillas que las reglamentaciones de Swazilandia exigen. En un lugar los árboles estaban a un poquito más de diez metros del arroyo.

George nos señaló unos restos de pared, todo lo que queda de una vivienda, hoy completamente rodeada por las filas de pinos de SAPPI. Los cerros “habían sido pasturas y tierras labrantías para la población local desde que podemos recordar”, dijo.

George nos contó que en 1994 le escribió a SAPPI para quejarse de la falta de agua en su campo. Siete meses después SAPPI respondió prometiendo que investigarían el problema. SAPPI dijo que la investigación llevaría dos años. George sigue esperando los resultados de la investigación.

En 2004 George ya había empezado una demanda legal contra SAPPI. No solamente su tierra se secó: “Los arroyos de otras personas se habían secado y no siempre tenía la culpa la sequía”, señaló.

En junio de 2006, Soil Association's Woodmark certificó las plantaciones de Swazilandia de SAPPI como bien manejadas en virtud del sistema del Consejo de Manejo Forestal (FSC, en inglés). En marzo de 2006 Peter George se reunió con el equipo asesor de Woodmark. El resumen público de Woodmark reconoce que la reunión tuvo lugar pero brinda pocos detalles. El resumen público menciona que los arroyos se secaron pero añade que ahora “han vuelto a la normalidad”. No hace mención al hecho de que durante 12 años prácticamente no hubo agua en el campo. “El asunto relativo a la reducción del caudal del agua a causa de la plantación de los árboles y la subsiguiente demanda es 'sub judice' y por lo tanto está [sic] bajo consideración judicial”, comentaron los asesores de Woodmark en el resumen público.

Según la norma británica sub judice (expresión latina que significa “pendiente de una decisión judicial”), la discusión pública de casos penales actuales o futuros puede constituir un delito. El objetivo de la norma es proteger el derecho de los acusados a un juicio justo, pero en este caso Woodmark se esconde tras la norma sub judice para impedir un debate legítimo.

Woodmark parece querer que Peter George simplemente se vaya. Cuando los asesores de Woodmark volvieron a visitar Swazilandia en 2007 para su auditoría anual de las plantaciones de SAPPI, no lo invitaron a su reunión de partes interesadas ni visitaron su campo.

En agosto de 2007 George le escribió a Woodmark señalando que “SAPPI no tiene permisos de plantación para las parcelas en cuestión ni los solicitaron”. George tiene una carta de SAPPI que declara que la empresa no tiene permiso de plantación para determinada parcela, que es la tierra más arriba de Elangeni Farm. En su carta a Woodmark, George añade: “En mi opinión, SAPPI no debería recibir la certificación hasta que se arregle este asunto. Si dicha certificación se otorgó, tomaré medidas para impugnarla”. Woodmark no ha respondido las cartas de George.

Los problemas que enfrenta Peter George en su campo de Swazilandia no son exclusivos. El WRM ha informado de muchos ejemplos en países del Sur de arroyos y fuentes de agua que se secan después de que se establecen plantaciones industriales de árboles. En lugar de ignorar a Peter George, los “peritos” de Woodmark deberían tener la humildad de darse cuenta que tienen mucho que aprender de él.

Por Chris Lang, http://chrislang.org