Tanzania: pérdida de biodiversidad vinculada a la agricultura comercial y la minería promovidas por el FMI

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Tanzania es un país profusamente provisto de bosques, donde predominan los bosques abiertos de madera dura, pero también hay bosques cerrados y manglares. Tiene 33,5 millones de hectáreas de cubierta boscosa de gran riqueza en diversidad biológica, que representan un tercio de la superficie total del país.

Sin embargo, esta diversidad biológica está siendo amenazada por distintos procesos directos y subyacentes que han ocasionado el talado de bosques a un ritmo de 400.000 hectáreas por año en las últimas dos décadas. Uno de esos procesos negativos se relaciona con la sustitución del bosque por actividades agrícolas y mineras, que a su vez tiene relación con las políticas orientadas a la exportación que están siendo ampliamente instrumentadas a nivel nacional y mundial.

Durante los últimos años, el gobierno de Tanzania ha dado prioridad al desarrollo de la producción agrícola destinada a los mercados de exportación. Atrapado en las altas y bajas de los precios de mercado fijados por poderosos grupos económicos, la caída de los precios de los principales rubros de exportación del país, más el costo cada vez mayor de los productos importados, ha conducido a Tanzania a sufrir el mismo destino de otros países del Sur. En 1986, firmóun acuerdo de ajuste estructural con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y siguió firmando los acuerdos de préstamos del FMI durante los quince años siguientes, aumentando de esta forma el peso de la deuda. A fines de la década de los 90 los servicios anuales de la deuda promediaban los US$ 438 millones, el 37% del total de los ingresos por exportación.

Los préstamos del FMI asociados a los Programas de Ajuste Estructural (PAE) requieren la instrumentación de una serie de políticas como el apoyo a la agricultura a gran escala orientada a la exportación (por ejemplo, mediante la eliminación de los impuestos a los productos agrícolas de exportación) o como el apoyo la extracción de piedras preciosas y otros minerales por parte de empresas nacionales y extranjeras.

Entre 1980 y 1993, Tanzania perdió el 25% de sus bosques. El madero, la deforestación y la minería están entre las causas principales, pero casi la mitad de la pérdida de bosque se debió a los cultivos para la exportación. En el distrito de Simanjiro, por ejemplo, más de 50.000 hectáreas de tierra se talaron para dar paso a la producción de porotos. Ochenta establecimientos agrícolas a gran escala, de entre 90 y 13.000 hectáreas, producen estos cultivos, que se exportan fundamentalmente a Holanda, y han determinado el desplazamiento de los Maasai que pueblan la zona.

Mientras tanto, la agricultura para el consumo doméstico sigue siendo escasa y el modelo de producción dominante ha implicado el desplazamiento de miles de pobladores locales, problemas de tenencia de la tierra, y más pobreza. También, en la medida en que las compañías adquieren grandes concesiones, los pastores y agricultores locales pierden acceso al derecho a la tierra y al agua, y los bosques han sido saqueados para obtener el combustible requerido por las minas. De esta forma, se han perdido los bosques como formas de sustento de los pueblos y también como hábitat de la fauna y flora silvestres.

Casi 10 años han pasado desde el lanzamiento del Convenio sobre Diversidad Biológica. En estos 10 años, los PAE han continuado imponiendo sus políticas en Tanzania, reforzando la división de trabajo en el mundo: los productos básicos los producen los países empobrecidos y ricos en biodiversidad del Sur para alimentar los mercados consumistas y ricos en dinero del Norte. El FMI y el Banco Mundial lo saben. El gobierno de Tanzania lo sabe. Las compañías transnacionales lo saben. Los gobiernos de los países consumidores lo saben. Pero las tendencias destructivas no solamente no disminuyen, sino que por el contrario, crecen.

Este escenario muestra claramente que los países del Sur como Tanzania, que se ubican del lado de los países más débiles del "orden internacional", son forzados a seguir las políticas impuestas por las instituciones multilaterales, y sus países líderes del Norte. Esas políticas son inherentemente insustentables, ya que implican la destrucción o la degradación de la diversidad biológica de los países en todos los niveles. La voluntad política dentro de los gobiernos del sur de conservar la diversidad biológica es por esta razón un requisito previo necesario pero insuficiente para la conservación de la biodiversidad. Ése es precisamente uno de los temas centrales que resulta necesario abordar en el Convenio sobre Diversidad Biológica. ¿Tendrán los delegados el coraje político necesario para abordarlo en el próximo encuentro de abril en La Haya?

Artículo basado en información obtenida de: Jason Tockman, "Tanzania: IMF, forest conversion to agriculture and mining".