La matriz del problema: hay que hablar de energía

Tenemos que debatir la propia idea de ‘energía’, porque quizás sea la pieza central para hacer frente al caos climático que vivimos actualmente. Y aquí no nos proponemos hacer un debate científico. Al fin y al cabo, el propio Premio Nobel de Física Richard Feynman declaró: “en la física actual, no sabemos qué es la energía”. Así que nos liberamos de ese debate científico para centrarnos en lo que realmente está en juego cuando se trata de ‘energía’: el origen de una guerra de mundos y cosmovisiones que ha dejado un rastro de destrucción, violaciones e injusticias.

Son muchos los pueblos que ni siquiera utilizan la palabra ‘energía’ para concebir sus mundos. Pero podríamos llamar ‘energía’ a todas las formas de mantener la vida de esos pueblos y comunidades que habitan los bosques, riberas, sabanas y otros territorios. Cuando el maíz crece a la luz del sol; cuando se recoge leña y se quema para asar un pescado; cuando se come ese pescado se consume y se transforma en nutrientes; cuando el viento o el río mueven un molino; o incluso cuando se utiliza el fuego para conectarse con el mundo espiritual. Esta energía está presente en los más diversos procesos cotidianos de supervivencia, tanto de humanos como de no humanos. Para cada entorno, para cada estación, cada cultura, hay una forma distinta de generar ‘energía’ para vivir.

Por otro lado, tenemos al ‘pueblo de las mercancías’ –como el pensador y chamán indígena yanomami, Davi Kopenawa, llama, entre otras, a la sociedad capitalista – que utiliza la ‘energía’ como una forma más de acumulación. Esa energía ignora los ciclos de la naturaleza y la diversidad cultural. Convierte la naturaleza en un ‘recurso’: los ríos, el viento, la luz solar y, por supuesto, los materiales orgánicos como el petróleo, el carbón y el gas natural. En estos casos, el centro de la energía no es la subsistencia, sino esa enfermedad tan propia del capitalismo: la insaciable codicia del dinero. Y esta ‘guerra de mundos’ tiene lugar precisamente cuando, movidos por la energía y en su búsqueda, el pueblo de las mercancías avanza sobre otros pueblos, generando graves violaciones.

Para muchos pueblos originarios, la palabra tiene un valor sagrado. Lo que se pronuncia tiene incidencia sobre el mundo y el poder de hacer que las cosas sucedan. Por eso es fundamental reflexionar sobre la invención de esta idea específica de ‘energía’, porque de esa palabra nació un mundo nuevo. 

El mundo creado por la ‘energía’

Aunque hoy en día resulte difícil imaginarlo, la idea de la energía no siempre ha existido. El concepto de energía tal y como lo conocemos fue inventado a lo largo del siglo XIX por hombres blancos del norte de Europa, en plena Revolución Industrial. El origen de este concepto se encuentra en la ‘Ley de la Termodinámica’, formulada en su mayor parte por ingenieros vinculados a la industria de los combustibles fósiles en la sociedad capitalista. Esto, por sí solo, ya nos dice mucho. Como todos los inventos tecnológicos y científicos, este tampoco es neutral: tiene que ver con cuestiones raciales, de género, ideología y alianzas políticas y económicas.

La energía no es algo que se ‘descubrió’. De hecho, hay registros que atestiguan hallazgos  de petróleo y gas natural en diferentes épocas y lugares a lo largo de la historia de la humanidad, sin que la idea de ‘energía’ llegara siquiera a soñarse. Esta idea específica de energía surgió en las sociedades capitalistas industriales cuando los empresarios se dieron cuenta de que podían utilizar los combustibles fósiles para aumentar la productividad de las máquinas, controlar la fuerza de trabajo y acumular capital. Y es precisamente a partir de las características de esos combustibles fósiles y de su uso masivo por parte de las industrias que surgen las teorías que dan origen a la idea de la energía.

Una de las principales características de esos combustibles es que las reservas de materia orgánica (carbón, petróleo y gas natural) son como millones de años de luz solar fosilizada. Por lo tanto, tienen un altísimo poder de combustión. Para darse una idea, un estudio señaló que la cantidad de combustible fósil utilizado en todo el mundo en 1997, fue equivalente a la luz que todas las plantas del planeta utilizaron para crecer durante más de 400 años. (1) 

Además de toda su potencia, los combustibles fósiles aportaron otras ventajas a una sociedad ávida por acumular: eran abundantes, fácilmente transportables y almacenables. Así, fue posible acceder a grandes cantidades de esos combustibles y mantener las máquinas en funcionamiento independientemente de los ciclos de la naturaleza. Del encuentro de la sociedad industrial capitalista y sus recién inventadas máquinas de vapor, con esos combustibles, surgió la historia que todos conocemos: el avance sin precedentes del capitalismo y su colonización.

Veamos un buen ejemplo para ilustrar estas conexiones. En ese mismo siglo XIX, en la costa de África Occidental, los comerciantes ingleses pudieron navegar por primera vez por algunos tramos del río Níger, a pesar de las corrientes y los vientos desfavorables, porque iban a bordo de un barco de vapor. El motor alimentado por carbón llevó la colonización europea a lugares donde nunca habría llegado con barcos de vela. Desde entonces y hasta la actualidad, empresas anglosajonas explotan a gran escala en esta región fuentes de combustible como el aceite de palma y el petróleo. (2)

¿Y cómo encaja la idea de la energía en esta historia? Sirvió como un traje atractivo, aparentemente neutro, que permitió al capitalismo industrial depredador avanzar de forma acelerada y a prueba de cuestionamientos.

Tras la teoría de la termodinámica, la energía pasó a entenderse como una ‘cosa’, algo abstracto, de aplicación universal, que podía cuantificarse y, por lo tanto, comercializarse. Es más, pasó a considerarse un recurso esencial para la vida humana. Se abrió el camino para que las élites económicas de una sociedad insaciable se organizaran en torno a esa nueva necesidad que ellos mismos crearon y que, por supuesto, ellos mismos suplirían: la energía.

Veamos un poco mejor cómo esto sucedió. Se pasó a considerar que la ‘energía’ es una sustancia abstracta, sin tener en cuenta la relación que tiene con los contextos naturales y sociales de su origen. Se puede producir, transportar, almacenar en grandes centrales eléctricas (o en pequeñas pilas) y distribuirla sin que sea visible la relación que hay entre su consumo y sus procesos de producción.

Esto impulsó la sociedad capitalista de varias formas. Permitió que las fábricas funcionaran en cualquier parte y durante las 24 horas del día. Además, hizo que la energía se volviera accesible a gran escala para un gran número de hogares, ampliando el mercado consumidor y creando un nuevo estilo de vida dependiente de la energía. Esa abstracción también hizo que la producción de energía se convirtiera en algo mistificado, es decir, las ‘personas comunes’ ya no conocen las técnicas con las que se produce la energía y se vuelven cada vez más dependientes de las empresas energéticas. Debido a su carácter abstracto, también resulta más fácil consumirla sin cuestionarse mucho. Quizás nuestras sociedades reaccionarían de otra manera si pudiéramos establecer una relación directa entre cada botón que pulsamos y la destrucción de enormes áreas de bosque que amenazan a las comunidades y pueblos que viven en ellas para la explotación de minas de carbón (3), yacimientos de petróleo, minas de litio o parques eólicos.

Esa ‘energía’ se considera universal porque permite convertir y comparar diferentes fuerzas: la fuerza del agua, la fuerza muscular de un buey, la fuerza del viento, el calor de la madera quemándose en una hoguera, el calor de los combustibles fósiles, la luz solar, etc. Todo se ha convertido en ‘energía’. Con eso, pasó a entenderse determinadas características geográficas como fuentes de energía y comenzó a medirse la naturaleza como ‘recursos naturales’ transables. Un río con una caída pronunciada del que no se extrae energía; un yacimiento de carbón, litio o uranio que no se explota; una región con vientos constantes sin un parque eólico: todo ello pasó a considerarse como ‘recursos naturales’ desperdiciados.
 
En su afán por encontrar nuevas fuentes de energía, las multinacionales y los gobiernos del ‘pueblo de las mercancías’ examinan los mapas en busca de nuevos territorios donde extraer recursos naturales según sus intereses económicos. La ‘energía’ es el negocio en sí mismo, pero también el combustible que hace girar a toda velocidad los engranajes de la sociedad capitalista industrial. 
 
Bajo ese atractivo disfraz que les ha prestado el concepto de ‘energía’, pueden mover sus negocios como si se tratara de una supuesta ‘misión humanitaria’. Es decir, satisfacer la creciente demanda de energía y hacer llegar este bien a todo el mundo –e incluso las Naciones Unidas pasaron a considerar el acceso universal a la energía como un derecho fundamental de la humanidad. Con ello, de forma rápida (impulsados por la energía fósil, hidráulica, solar y eólica), invaden e intervienen en los diversos mundos de otros pueblos con los que comparten el planeta.

La colisión de mundos: la violencia movida por la energía

Para muchos pueblos, el primer contacto con el mundo de los blancos fue y sigue siendo aterrador, como mínimo. Por regla general, este encuentro se produce de forma violenta, cuando los colonizadores invaden sus territorios y los devastan en busca de ‘recursos naturales’. Desde que los colonizadores empezaron a moverse por la energía, se hizo cada vez más difícil frenarlos e incluso expulsarlos de los territorios que invaden.

En Nigeria, los pueblos indígenas Ogoni, Ikot Ada Udo, Oruma y Goi, por ejemplo, han visto sus ríos y estuarios destruidos por la extracción petrolera a gran escala tras la llegada de empresas multinacionales. En 2013, Shell fue condenada como responsable de algunos de esos impactos. Sin embargo, actualmente otras empresas como Chevron Corporation, ExxonMobil y la estatal nigeriana NNPC siguen operando en esas zonas, con planes de inversiones multimillonarias en exploración petrolera en la región del Delta del Níger para los próximos años. (4)

También podemos hablar de los pueblos indígenas Cofán, Siona, Secoya y Waorani, situados al norte de la región amazónica, en Ecuador, además de los Napo-kichwas y varias familias Shuar que también viven en esa zona. Todos ellos vieron su mundo ser devastado violentamente por la petrolera estadounidense Chevron Corporation –entonces Chevron-Texaco. Durante 26 años, la empresa extrajo más de 1500 millones de barriles de petróleo y vertió enormes cantidades de residuos tóxicos en el entorno. (5) Es difícil imaginar el impacto que puede tener algo de tal magnitud.  
 
“Nos da mucha rabia cuando queman árboles, destrozan la tierra y contaminan los ríos. Nos da rabia cuando nuestras mujeres, nuestros hijos y ancianos mueren continuamente por el humo de las epidemias [es decir, por las muertes provocadas por la invasión, sobre todo por epidemias]. No somos enemigos de los blancos. Pero no queremos que vengan a trabajar en nuestros bosques porque no hay forma de compensarnos por el valor de lo que destruyen aquí“. Estas palabras de Davi Kopenawa se suman a las voces de los líderes de diferentes pueblos que se han levantado para defender sus territorios.

La lista de pueblos y territorios que han sido invadidos es extensa. Pero la colisión entre esos mundos tan diversos y el mundo de los blancos siempre guarda muchas similitudes. Las diferentes concepciones sobre qué es la energía para esos pueblos y cuál es su significado para los blancos están en el centro de este conflicto.

Energías diferentes para mundos diferentes

Antônio Bispo dos Santos, el Nego Bispo, pensador brasileño de una comunidad rural quilombola (6), defiende como estrategia contra-colonial subvertir las palabras de los colonizadores. Por eso, decidió darle un nombre a la energía como la conciben los pueblos: ‘energía orgánica’. Explica que esa era la energía que movía las carretas de bueyes con las que iba a la ciudad. Para él, “lo orgánico es todo aquello a lo que todas las vidas pueden acceder. Lo que no pueden acceder es mercancía, ya sea con veneno o sin él”. (7) La energía orgánica respeta las diferentes vidas y culturas y está directamente vinculada a la naturaleza y su entorno. 
 
En contraposición, Bispo sugiere que la energía del colonizador es la ‘energía sintética’, al observar el nuevo colonialismo de la ‘transición energética’ que llega a su comunidad y, con gigantescos parques eólicos y paneles solares que han ahuyentado a todos los seres vivos, se lleva “el viento y el sol que se transforman sintéticamente en energía eléctrica”. Para él, los colonizadores siempre buscan transformar todo en ‘sintético’, es decir, siempre quieren uniformizarlo todo, que todo sea igual. Según Bispo, los colonizadores hacen esto porque no soportan la diversidad de cosmovisiones, son ‘cosmófobos’, afirma.

Lo ‘orgánico’ frente a lo ‘sintético’, como plantea Nego Bispo, nos ayuda a comprender un poco mejor la diferencia entre esos mundos y cuáles son las energías que los mueven. Según la cosmovisión de la sociedad capitalista industrial, la humanidad es universal, esto es, única, al igual que su ‘energía sintética’. Y los derechos humanos, que los hombres blancos inventaron para solucionar los problemas que ellos mismos provocan, garantizan a toda la ‘humanidad’ el derecho a desarrollarse como ellos. Pero no consideran que hay pueblos con otras cosmovisiones que quizás no quieran ser como ellos. Al contrario, valoran negativamente los modos de vida ‘desarrollados’ por esa sociedad industrial ávida por acumular cosas y totalmente desconectada de la naturaleza.

En realidad, cuando los países ricos industrializados llevan lo que ellos llaman ‘desarrollo’ a otros pueblos, siempre lo hacen para explotar sus recursos y enriquecer aún más a los que ya son ricos. Expropian las verdaderas riquezas de esos otros pueblos —sus territorios y la naturaleza— y los ‘incluyen’ en esa ‘humanidad universal’ en condiciones de pobreza. Pasan a ser considerados pobres que carecen de zapatos, de casas de mampostería, de comida enlatada, de energía, y un largo etcétera. Todas esas carencias, por regla general, son cosas que hay que comprar con dinero. Es decir, este ‘desarrollo’ no es más que el viejo y conocido ‘colonialismo’. Y la ‘energía’ también forma parte de este ‘paquete civilizatorio’ de la sociedad industrial capitalista para ‘incluir’ a otros pueblos.

Pero esa ‘energía sintética’ no es necesariamente algo que necesiten todos los pueblos igualmente. Como dijo Davi Kopenawa: “A nosotros nos basta con lo poco que tenemos. No queremos arrancar los minerales de la tierra, queremos que el bosque sea siempre un lugar silencioso y que el cielo permanezca despejado para poder ver las estrellas cuando cae la noche”. (8)

Al igual que el pueblo Yanomami del que Kopenawa forma parte, muchos de esos otros pueblos viven bien con el estilo de vida que ofrece la ‘energía orgánica’, por usar el término que propone Nego Bispo. Están acostumbrados a tener las cosas que ellos mismos pueden hacer y por las que no tienen que pagar. A hacer lo que corresponde durante la temporada de lluvias y lo que corresponde durante la temporada de sol. A trabajar al ritmo de la naturaleza y producir lo suficiente para llevar una vida sana y sin muchos bienes materiales. Algunos pueblos desarrollan incluso sistemas para generar ‘energía orgánica’ con lo que hay a su alrededor, con lo que les ofrece la naturaleza. Desarrollan sistemas de biocombustores, o de pequeños molinos impulsados por la fuerza de los ríos o del viento, entre otras formas de generar ‘energía’ con autonomía y dignidad.

Y, en realidad, muchos de esos pueblos describirían a los blancos con pena y lástima. Las luces y los aparatos tecnológicos que muchos blancos suelen ostentar como trofeos no despiertan envidia en todos los pueblos, al contrario de lo que ellos creen. 

Kopenawa, con su potente voz que resuena desde lo más profundo de la selva amazónica, habla un poco sobre esto, algo con lo que muchos otros pueblos seguramente estarían de acuerdo. “Pero los blancos son gente muy diferente a nosotros. Deben creerse muy listos porque saben fabricar montones de cosas y lo hacen sin parar”, y continúa: “Su mente está concentrada en sus objetos todo el tiempo. No dejan de fabricarlas y siempre quieren cosas nuevas. Por eso, no deben de ser tan inteligentes como creen que son”. (9)

Desde su aldea, la líder guaraní Mbya, Jerá Guarani, hace una provocación al pueblo del mundo desarrollado e invita a los blancos que se dicen ‘civilizados’ a “convertirse en salvajes, a convertirse en personas no civilizadas, porque todas las cosas malas que están sucediendo en el planeta Tierra son obra de personas civilizadas, personas que, en teoría, no son salvajes”.  (10)   

La solución no puede venir del problema

Desde la invención del concepto de energía hasta la actualidad, se ha quemado mucho combustible fósil para generar energía. El uso excesivo de este combustible se señala como el principal responsable del caos climático que vivimos. Pero el atractivo disfraz del concepto de ‘energía’ —la sintética— la exime de toda responsabilidad en este escenario apocalíptico en el que nos encontramos. No solo no se la señala como culpable, sino que encabeza todas las supuestas soluciones a la crisis climática presentadas por quienes más contaminan: ‘transición energética’, ‘energía limpia’, ‘energía verde’, ‘eficiencia energética’, por citar solo algunas. Y esto debería preocuparnos, porque estas ‘soluciones’ son una parte importante del problema.

Puede que algunos piensen que, al reemplazar el combustible fósil por la ‘energía verde’ y poner en marcha la tan anunciada ‘transición energética’, habría tiempo para frenar el calentamiento global. Pero se equivocan. Diversas investigaciones señalan que el aumento del uso de energías ‘limpias’ no ha dado lugar a una reducción significativa del uso de combustibles fósiles, sino todo lo contrario (11) (12). Los datos señalan que, a pesar de todos los acuerdos climáticos, los gobiernos, los bancos y los inversores institucionales siguen invirtiendo billones de dólares en el desarrollo de combustibles fósiles y que este sector crecerá exponencialmente hasta 2050. (13)

Además, la supuesta ‘energía verde’ se genera a costa del sacrificio de los territorios de varios pueblos que viven en los bosques, en las aguas y sabanas, entre otros. En estos territorios se encuentran los yacimientos de litio para producir baterías de coches eléctricos, la madera de balsa para producir las hélices de las turbinas eólicas, las inmensas áreas deforestadas para producir monocultivos de agrocombustibles, por citar solo algunos ejemplos. La base de esas ‘energías verdes’ se encuentra, por regla general, en la destrucción de los territorios del Sur global para abastecer de energía al Norte global. Y esta devastación también intensifica el calentamiento global. (14)

En este contexto, algunos podrían sugerir como solución el aumento de la ‘eficiencia energética’. Es decir, productos que consuman menos energía, lo que supuestamente reduciría la demanda global de la misma. Sin embargo, lo que muestran varios estudios es que esos cambios tecnológicos suelen llevar a un mayor consumo absoluto de energía, debido al incentivo a la producción, al consumo y a la expansión de la infraestructura que traen consigo. Un ejemplo de ello es que la demanda de energía aumentó más rápidamente en los sectores que registraron un mayor aumento de la eficiencia: el transporte y el consumo energético en los hogares. (15)

La raíz de la crisis climática que vivimos no está en la matriz energética, sino en la propia lógica de la ‘energía’ y su uso para beneficiar a las élites de la sociedad capitalista industrial. La ‘energía sintética’ no solo mueve las máquinas de esta sociedad, sino que es la base de la cosmovisión de este ‘pueblo de las mercancías’. Y le ha prestado al colonialismo un bonito disfraz de ‘derecho’ universal e incuestionable. 

Para poder plantear una propuesta seria para superar la crisis climática, hay que cuestionar la propia idea de ‘energía’. Son muchos los pueblos con otras cosmovisiones que llevan años trabajando para demostrar que hay otros caminos posibles. Hay que apoyar las luchas cotidianas de las comunidades contra todos los proyectos destructivos de ‘energía’, ya sea fósil o ‘verde’. Más aún, hay que reforzar la búsqueda de fuentes de ‘energía orgánica’ que fortalezcan la autonomía de los pueblos. 

Secretariado internacional del WRM

 

Referencias

(1) University of Utah, Burning buried sunshine: human consumption of ancient solar energy

(2) WRM, Los intercambios desiguales y perversos entre Nigeria y los poderes corporativos colonialistas: de los combustibles fósiles a las plantaciones industriales de palma aceitera y a REDD

(3) Watchdoc, Sexy Killers (full movie)

(4) APNews, Nigeria moves to restart oil production in vulnerable region after Shell sells much of its business

(5) WRM, Petróleo en los bosques – el caso de Ecuador

(6) Las comunidades quilombolas son comunidades negras formadas por un grupo étnico-racial con identidad cultural propia y una trayectoria histórica particular que viene de su resistencia a la esclavitud y la opresión.

(7) A terra dá, a terra quer (Libro en portugués, sin traducción al español) 

(8) A queda do céu - palavras de um xamã Yanomami, Davi Kopenawa e Bruce Albert (p. 356).  Nota de la Traductora: Obra traducida al español por la editorial Capitán Swing, de España. Sin embargo, en el momento de elaborar este boletín no tuvimos acceso a la traducción, por lo que hemos traducido libremente las citas del libro a partir de la versión en portugués.

(9) A queda do céu - palavras de um xamã Yanomami, Davi Kopenawa e Bruce Albert (p. 418)

(10) Piseagrama, Tornar-se selvagem

(11) Planet: Critical, Techno-Optimism Won't Save the Day.

(12) "More and More and More", Jean-Baptiste Fressoz

(13) DW, “Who is funding fossil fuel expansion?”

(14) WRM, La amenaza mundial del petróleo y el camino hacia sociedades post-petroleras WRM Boletín 196

(15) The Corner House, Energy Alternatives: Surveying the Territory

Todo el debate en torno al concepto de energía en este artículo se ha inspirado y basado en diversos textos e investigaciones elaborados por The Corner House y sus colaboradores. A continuación, presentamos algunos de ellos para quienes estén interesados en profundizar en el tema:

- White climate, white energy: a time for movement reflexion?

- Energy Alternatives: Surveying the Territory

- Energy, Work and Finance

- Energy Security For Whom? For What?

- Calor, Tiempo y Colonialismo

 

 

 

 

 

Resistencia frente a la energía del colonizador: la lucha por la autonomía de las comunidades indígenas de la región centro-oriental de India

En el mundo actual, la energía es el motor de la civilización. Sin embargo, la relación entre la energía y el desarrollo económico presenta una paradoja que subyace a muchas cuestiones sociopolíticas. La energía influye en las estructuras de poder existentes dentro de la sociedad, la política y la cultura, dictando quién produce, quién posee y también quién es marginado.

La energía no es simplemente una cuestión económica vinculada a la generación de electricidad, ni se limita a los sistemas de distribución para facilitar su consumo. Lo que importa es lo que la energía significa para una comunidad arraigada en determinado territorio, ya que está ligada intrínsecamente a su alimentación, sus medios de sustento, su salud y sus prácticas comunitarias, y a menudo a sus luchas por derechos, dignidad y autonomía. En este artículo examinamos los matices que existen dentro del contexto de India. 

Nos enfocamos en el territorio de bosques antiguos de las colinas de Rajmahal, que se elevan desde el río Ganges, así como sus valles y planicies más bajas, que se extienden por los estados de Jharkhand y Bengala Occidental en la región centro-oriental de la India. Esta zona es hogar de varias comunidades indígenas, como los Santal, Oraon y Pahariya. 

Estas comunidades tienen una larga y a menudo sangrienta historia de luchas por la tierra, los bosques y la naturaleza, que se remonta a la época precolonial.  (1)

Durante la época colonial, estas comunidades, habitantes de los bosques, siguieron luchando contra la invasión y el despojo perpetrados por las fuerzas coloniales a través de cambios ecológicos y demográficos. En 1765, la Compañía Británica de las Indias Orientales obtuvo los Diwani, o derechos de gobernanza, que marcaron el comienzo de la recaudación directa de ingresos de la región. Unos años más tarde, la Compañía introdujo un nuevo e infame sistema de tenencia llamado Asentamiento Permanente, que delegaba la autoridad y la recaudación de los ingresos de las tierras y bosques indígenas a una nueva clase recién creada de grandes terratenientes conocidos como los zamindar. Este sistema destruyó la ecología y la vida de las comunidades indígenas, mayormente agricultoras itinerantes, sustituyéndola por una agricultura sedentaria o “de asentamiento”. (2) Sin embargo, el accidentado terreno boscoso de la zona montañosa alta de Rajmahal era gran parte inadecuado para tal expansión agrícola. En las colinas de Rajmahal, la comunidad aborigen Pahariya era seminómade y a menudo practicaba lo que se conoce localmente como jum (cultivo itinerante). (3) Era independiente y oponía resistencia al control externo. Para los gobernadores coloniales era extremadamente difícil dominarla, y a menudo tildaban a su población de criminales y bárbaros. (4)

A comienzos del siglo XIX, para apaciguar la región, la administración británica designó un área llamada Damin-i-Koh para el asentamiento de los Santal. Estos Santal, migrantes de otros lugares de Jharkhand y Bengala Occidental, fueron llevados a Damin-i-Koh para talar bosques y convertirse en agricultores. (5) Mientras creaban tensiones entre los Pahariya y los Santal, los colonizadores confinaron a la población en asentamientos, liberando a la vez sus territorios ancestrales para más actividades colonizadoras, como la agricultura a gran escala de la época. 

Después de la primera lucha por la independencia de India, en 1857, la presión sobre las tierras tribales se intensificó, ya que la expansión colonial continuaba a un ritmo acelerado. Incluso los asentamientos de los Santal fueron invadidos por los británicos.  La situación dio origen a levantamientos pequeños y grandes, y el Estado colonial intentó aplacar los disturbios con nuevas políticas. Introdujo varios cambios judiciales y administrativos, que proporcionaron a la población tribal sistemas de tenencia más seguros y protección contra el acaparamiento de tierras por personas no pertenecientes a las tribus. (6) Además, el gobierno colonial declaró una parte importante de las tierras de la zona central y centro-oriental de la India como “territorios excluidos”, lo que significa, al menos en teoría, que el Estado no interferiría en los asuntos cotidianos y la vida diaria de las comunidades. 

A pesar de las reformas, la autonomía tribal siguió constantemente amenazada. El acaparamiento de tierras continuó, incluso después de la independencia de India en 1947. En nombre del “interés nacional”, se han construido enormes proyectos de infraestructura, industriales  y de energía, tales como grandes represas, centrales térmicas y actividades de minería, que han invadido bosques, tierras agrícolas y tierras comunales en todo el país. 

Tierras, energía y comunidad: la situación hoy en día

El Orden Mundial ha cambiado en el siglo XXI; sin embargo, en el territorio compartido de Jharkhand, Bengala y Bihar, la lucha ancestral de los pueblos tribales por la defensa de sus tierras y su vida contra las amenazas externas continúa. 

En el distrito de Godda, por ejemplo, los propietarios de tierras locales enfrentaron procesos penales cuando protestaron e iniciaron acciones judiciales contra su desplazamiento para la construcción de la central térmica de Godda. En 2016, el grupo empresario Adani solicitó que se aprobara esta central térmica de 1.600 MW. En 2017 se habían asegurado 917 acres (371 hectáreas), afectando a muchas aldeas, y en 2023 ya estaba funcionando la primera etapa con 800 MW. Este proyecto, el primero con categoría de Zona Económica Especial, tenía como objetivo exportar electricidad a Bangladesh. Sin embargo, ahora el Grupo Adani también tiene permitido vender la electricidad a nivel nacional. (7)

En 2008, la policía disparó contra una protesta tribal pacífica en el distrito de Dumka que se manifestaba en contra de una central a carbón de 1.000 MW, de propiedad del grupo Sanjiv Goenka. Varias personas que participaban en la protesta terminaron heridas y otras fueron arrestadas. (8).

En el distrito Birbhum de Bengala Occidental, que es una extensión del área de las colinas de Rajmahal, el proyecto de minería de carbón de Deocha-Pachami-Dewanganj-Harisingha, una iniciativa de 120.000 millones de rupias ($1.450 millones de dólares) que desplazará a casi 18.000 personas, ha desatado fuertes protestas. A pesar de las promesas de indemnización, los propietarios de tierras se niegan a reubicarse y exigen un trato justo. Desde 2019, las protestas encabezadas por comunidades tribales y locales han detenido la minería al revelar que los consejos autónomos de las aldeas de las comunidades tribales y dalit no fueron consultados durante los procesos de adquisición y rehabilitación de tierras. (9) (10) 

Mientras los proyectos se multiplican, aumentan las tensiones entre la destrucción ecológica y el despojo de la población. En este territorio en disputa, la promesa de desarrollo, que se nutre de la creciente demanda de energía, enfrenta fuerte resistencia de las comunidades locales, como es el caso de las comunidades de las colinas de Rajmahal. (11)

Regeneración del territorio por las comunidades en las colinas de Rajmahal 

La comunidad Pahariya, junto con los Santal y otras comunidades tribales asentadas en la zona de las colinas de Rajmahal, dependen desde hace mucho tiempo de los manantiales naturales ubicados en las cimas de las colinas para satisfacer sus necesidades hídricas. Sin embargo, en los últimos años, la deforestación severa ha provocado que estos manantiales se sequen, generando una grave escasez de agua en la mayoría de las aldeas. 

Las comunidades han padecido los efectos perjudiciales de esto: “Debido a la gran escasez de agua y a la deforestación, las/os habitantes de las aldeas sufrían falta de alimentos y nutrición. Esta situación tan grave nos llevó a hacer algo con nuestro propio esfuerzo y nuestro trabajo”, dijo Subasini Soren, mujer indígena y activista de la zona. Y agregó: “No se trata sólo de los alimentos, lo más importante es ver cómo podemos proteger nuestras selvas y fuentes de agua, porque sin ellas no podemos sobrevivir”. Sunita Paharia, de la aldea de Bodopahar, dijo agitada: “La gente de afuera no entendería la gravedad del problema del agua. Tanto los árboles como las personas se estaban muriendo aquí”.

Para hacerle frente a la crisis en este contexto, en 2018 se puso en marcha una iniciativa colaborativa. Esta iniciativa, liderada por la organización local Jharkhand Vikas Parishad (JVP), comenzó en la aldea de Nipania. Con un fuerte apoyo de jóvenes voluntarias/os de JVP y de la juventud local, la población participó activamente en reuniones periódicas para garantizar una efectiva planificación participativa. (12) Sunita describió: “Al principio no teníamos una idea muy amplia. De todas maneras, empezamos a reunir a la gente en el Gram Sabha, el consejo autónomo de la aldea. Luego aprobamos una resolución. Intentamos trabajar de forma tal que todas las personas de la comunidad se sientan parte y que podamos hacer realidad nuestra autonomía”.

Subasini agregó: “Las mujeres participaron mayoritariamente en todo el proceso. Efectivamente, desde lo más profundo, pudieron darse cuenta de lo que significa no tener agua. Decidieron que juntas traerían agua de fuentes lejanas para sus familias y animales domésticos: era su crisis en primer lugar, y llevaron a cabo cambios radicales”. 

Partha Dey, activista social de Bengala Occidental que ayuda a la comunidad en este asunto, también dijo: “Para empezar, toda la iniciativa es esencial para comprender el tipo de autonomía sociopolítica que se requiere para empoderar a las comunidades en temas como la energía y la alimentación, y tener en cuenta cómo esto se traduce en personas más comprometidas a nivel de base, que se sientan parte del trabajo”. 

Los esfuerzos de restauración del territorio se centraron en las áreas de la cima de la colina para mejorar la recarga de agua subterránea en los valles. Mediante la instalación de tuberías de agua desde manantiales lejanos, se proporcionó alivio inmediato y se  reavivó la esperanza entre la población. 

Damu Paharia, de la aldea de Bodopahar, dijo: “Cuando comenzamos a trabajar en una zona de recarga, la gente de otras aldeas se sintió inspirada. También convocaron una reunión del Gram Sabha para dar inicio a trabajos similares en otras zonas de recarga”. Junto con la zona de recarga de Sarunala, se tuvieron en consideración varios afluentes del río Bansloi. Eventualmente, la iniciativa se expandió a 75 aldeas de las comunidades Pahariya y Santal. La población de las aldeas adoptó gradualmente métodos tradicionales de conservación del suelo y el agua, como muros de piedra, diques de contención, tapones de barrancos, y estanques. 

Según Damu, en las aldeas de la zona baja del área de recarga, la gente también ha hecho más profundos los estanques y los cuerpos de agua existentes, y ha excavado nuevos lagos para preservar el agua de la zona alta durante cada monzón. Sujit Choudhury, geólogo e ingeniero con mucha experiencia, involucrado en los aspectos técnicos de las obras de restauración de la cuenca dijo: “Dividimos la zona de recarga del río Bansloi en microcuencas como la de Sarunala. La población de cada cuenca cuidó sus áreas locales. Este proceso popular asentado en las bases para cuidar la tierra y el agua fue la clave de todo este esfuerzo”. 

“Cuando los canales de agua comenzaron a llenarse y los campos se humedecieron ligeramente, iniciamos una campaña de cultivo de vegetales, frutales y otros árboles nativos. Además, empezamos a recolectar semillas, que las niñas y niños usaron para hacer bolas de semillas. Luego dispersaron estas bolas de semillas dentro de las áreas deforestadas cerca del límite del bosque tradicional. Después de la primera lluvia de la temporada, la localidad fue viendo cómo las semillas germinaban, y ahora esas plantas están creciendo”. Al describir esta transformación, Subasini se emocionó mucho.  

Sunita también dijo: “Ahora podemos sembrar más cultivos, podemos bañarnos como queramos y nuestro ganado también puede vivir cómodamente. Tenemos más arroz, maíz y daals (lentejas, garbanzos) en nuestros campos. Este fue un gran cambio para nosotras/os. Así, los esfuerzos sostenidos de la población ayudaron a restaurar gradualmente el ciclo hidrológico y el ecosistema local, mejorando la vida y los medios de sustento. Damu dijo: “Monitoreamos los canales de agua, los cuidamos, y no sólo eso, sino que también generamos conciencia en más personas a través de concentraciones y reuniones”. El liderazgo de jóvenes se convirtió en una fuerza impulsora, organizando eventos como reuniones de agricultoras/es, competencias de tiro con arco, partidos de fútbol y la popular concentración Jal Jatra (para generar conciencia sobre las cuencas). Su compromiso activo generó más atención, reforzando aún más la iniciativa. (13)

Nuevamente, Subasini explica: “Ahora la gente usa sus métodos tradicionales de rotación de cultivos. Cultivan Dhan (arroz), Til, Tisi, Sarsho (tres semillas oleaginosas), etc. Lo consumen y venden el excedente al haat (mercado local)”. 

Desarrollo impulsado por la energía versus lucha por la autonomía

Según Subasini, la aldea carece de suficiente electricidad y de otros servicios que a menudo consideramos como indicadores de desarrollo. Curiosamente, Jharkhand es el mayor productor de carbón de India. (14) Según los registros de la Autoridad Central de Electricidad acerca de la capacidad instalada de los estados (provincias), Jharkhand tenía una capacidad instalada total de 4.556,42 MW en noviembre de 2021. De esto, la mayoría (4.250 MW) procede de fuentes térmicas, mientras que una parte menor, aproximadamente 300 MW, se genera a partir de fuentes no térmicas. (15)

Partha expresa su angustia: “Por un lado, el gobierno promueve las plantaciones privadas, incluidas la  forestación por parte de empresas, en Jharkhand. Por el otro, construyen carreteras, edificaciones e incluso letrinas de hormigón para el desarrollo de la comunidad. Irónicamente, para la gente es difícil usar estas instalaciones en zonas sin aguas subterráneas u otras fuentes de agua. Además de grandes autopistas de cuatro carriles, se están construyendo grandes represas y las actividades de minería se están extendiendo. ¿Este “desarrollo” le sirve de algo a las comunidades locales? ¿De qué manera este desarrollo impulsado por la energía promueve una verdadera autonomía a nivel de base en la que las comunidades y sus bosques puedan sobrevivir?”

Mithilesh Kumar, un activista con gran experiencia que trabaja en el manejo comunitario de bosques y los derechos tribales en Jharkhand, explicó la compleja situación: “De las minas, el carbón va directamente a las centrales térmicas que generan electricidad, pero ¿quién se beneficia? Las zonas tribales de Jharkhand sufren este nexo; además, a menudo no tienen acceso a la electricidad. El desafío más grande es que la población padece la contaminación del agua potable y efectos negativos en la salud en todos los lugares donde se practica la minería a cielo abierto. El medioambiente también se degrada, y los animales salvajes se mudan a otros lugares. La gente se ve obligada a depender de la agricultura de monocultivo, no tiene acceso a los alimentos del bosque ni a la pesca debido a la desertización del lugar”.

Esto pone en discusión las cuestiones fundamentales de la alimentación, la nutrición y la salud, en el contexto de lo que significa la energía, o su producción acelerada, para una comunidad. Y la respuesta puede encontrarse en la voz de Subasini,  que enfatiza: “Ok, pero nosotras y nosotros aquí hemos creado todo lo que significa desarrollo para nosotras/os, las comunidades tribales –las Selvas, el Agua, la Comida y la Cultura— a partir de nuestro trabajo y amor”. Mithilesh también se hace eco de esto: “Pueden vivir sin electricidad, pero no sin su sonrisa y su satisfacción entrelazadas con su cultura y sus bosques: sin recuperar el bosque y el agua, la comunidad no sobrevivirá. En todo caso, los pueblos tribales luchan por su causa, que es la única forma de afirmar su autonomía sobre sus tierras y su sociedad”.

Damu está de acuerdo con lo que dice Sunita: “La gente tiene que pensar qué es lo que realmente quiere; no deben depositar su confianza únicamente en los programas o incentivos. Aquí no dependemos de la electricidad o la energía solar para el riego. Desde la época de nuestros ancestros, hemos contado con la lluvia y los ríos, y debemos reavivar esa conexión”. Tenemos que escuchar a la naturaleza. Nuestra agricultura depende de esta comprensión. Tenemos que reconstruir la aldea centrándonos en nuestra relación con la tierra, el agua y el aire. Estos elementos significan todo para nosotras/os y nos ayudan a cultivar nuestros alimentos y a vivir felices”.
 
Subasini continúa con voz firme: “Cuando visité recientemente los lugares de las minas vi que el carbón se extrae arrasando la selva y las tierras agrícolas con bulldozers, desplazando a las comunidades, no solo a la gente, sino también sus culturas e historias. ¡Y el Estado quiere convencernos de que la energía es para nuestro desarrollo! Pero nos engañan. Nos dan teléfonos móviles y otros dispositivos digitales para engañarnos sobre lo que necesitamos para sobrevivir en esta tierra”. Aquí, concluye, con la misma pregunta de siempre: “Esta energía que afecta tanto nuestras vidas, nuestros bosques, ¿para quién es? ¿Es para quienes pueden venderla para obtener ganancias y obligarnos a sumergirnos en un mundo digital y superficial de tontos?” 

Desde Jharkhand hasta el último rincón del planeta, las políticas agresivas de promoción de la minería para la generación de electricidad provocan el agotamiento de recursos naturales y amenazan la propia existencia de las comunidades. El ciclo continúa sin tener en cuenta la diversidad inherente a las comunidades, su historia cultural y su ecología. La historia de Rajmahal que presentamos brevemente aquí marca una ruptura en este ciclo; por un lado, rechaza el concepto colonial de energía al rechazar el extractivismo y el acaparamiento de tierras, mientras que por otro lado sitúa la energía en un espacio comunitario, vinculándola con la restauración de los bosques  y cuencas y la generación de alimentos. Para el territorio de las colinas de Rajmahal, fuertemente colonizado, lleno de cicatrices y saqueado durante tanto tiempo, esto ofrece otra visión de mundo: la de los bienes comunes, la autonomía sociopolítica y la democracia popular y de base.

Tithi Roy
Calcuta, India

Investigadora y activista independiente. Trabaja con comunidades de los bosques  de la zona subhimalaya del norte de Bengala

 

Referencias:

(1) Atravesando historias, ecologías y espacios distintos, los Pueblos Indígenas de India siguen defendiendo sus bosques, particularmente en la zona central y centro-oriental de la India, que comprende las provincias actuales de Bengala Occidental, Jharkhand, Odisha, Chhattisgarh, Madhya Pradesh y Maharashtra. Entre estas, Jharkhand se destaca por su historia de luchas por los bosques, que se remontan a la época precolonial cuando los reyes y caciques tribales lucharon ferozmente contra el formidable ejército mogol; en Ghosh, S, (2006). Reinventing Forest Commons. Documento de investigación sin publicar.
(2) Dutt, R. C, (2001). Economic History of India, Calcutta

(3) Hunter, W. W, (1868). Annals of rural Bengal (Reprinted 1996 ed.). Kolkata.

(4) Radhakrishna, M, (2001). Dishonoured By History: ‘Criminal Tribes’ and British Colonial Policy, Orient Longman, Hyderabad

(5) Damin-i-Koh comprende actualmente los distritos de Pakur, Godda, Dumka y Sahibganj de Jharkhand, adyacentes al distrito Birbhum de Bengala Occidental, Hunter, W. W. (1868). Annals of rural Bengal (Reimpresión 1996 ed.). Kolkata.

(6) En su momento, la situación llevó a levantamientos pequeños y grandes, y el Estado colonial intentó aplacar los disturbios con nuevas políticas. Bajo presión, la Corona británica introdujo varios cambios judiciales y administrativos, por ejemplo, la Ley de Tenencia de Chota Nagpur, de 1908, y el reconocimiento de sistemas consuetudinarios como el Mundari Khunt Katti, que proporcionaron a la población tribal sistemas de tenencia más seguros y protección contra el acaparamiento de tierras por personas no pertenecientes a las tribus; Ghosh, S. (2010). The struggle for Indian forests. South Asian Journal 28, Lahore

(7) Land Conflict Watch. Jharkhand approves Adani’s thermal plant, and farmers allege it violates the LARR Act.

(8) Guha Thakurta, P. Adani’s Godda coal-power plant and Bangladesh: Rule change on power exports benefits Modi’s ‘crony’. Adani Watch.

(9) Land Conflict Watch. Jharkhand approves Adani’s thermal plant; farmers allege violation of LARR Act.

(10) NAPM & Sanhati (2008). Reports on police firing in Dumka, Jharkhand: The site of a controversial power and dam project. Sanhati.

(11) Land Conflict Watch. Tribespeople oppose land acquisition for the Deocha Pachami coal block in West Bengal.

(12) IRBMS. Reviving water resources in the Paharia villages of Rajmahal Hills.

(13) Choudhury, S. (2023, August). Youth empowerment in watershed management in Jharkhand, India. IUCN News and Events.

(14) Coal & Lignite Resource: https://coal.gov.in/en/major-statistics/coal-reserves

(15) Times of India. Despite 144 Coal Mines & 7 Plants, power crisis turns bad to worse in Jharkhand

¡Firma en solidaridad! ¡Fuera Wildlife Works del territorio Ka'apor, en la Amazonia brasileña!

La empresa estadounidense Wildlife Works quiere utilizar el bosque tropical del pueblo indígena Ka'apor, en la Amazonia brasileña, para vender créditos de carbono. Sin embargo, el consejo indígena Ka'apor lo rechaza. Los Ka'apor han protegido su selva hasta hoy y no quieren lucrar con la naturaleza. La empresa está causando conflictos en la comunidad. 

Apoye esta petición para que las autoridades prohíban a la empresa operar en la Tierra Indígena Alto Turiaçu.

Lea la petición debajo. Firma aquí si es en nombre de una organización. Y aquí si de manera individual. 
 

Adherir antes de 15 jul 2025

Para: Ministra de los Pueblos Indígenas, Sra. Sonia Guajajara; Presidenta FUNAI, Sra. Joenia Wapichana; Coordinadora Sala 6ª de Ministerio Público Federal -Pueblos Indígenas y Comunidades Tradicionales, Sra. Eliana Peres Torelly de Carvalho; Relatora Especial

Estimadas señoras,

Hace dos años, los líderes del Consejo Tuxa Ta Pame, del pueblo indígena Ka'apor, denuncian ante el Ministerio Público Federal (MPF) y la FUNAI la violación de derechos en su territorio, en Maranhão, por parte de la empresa estadounidense Wildlife Works. Según las denuncias, la empresa quiere llevar a cabo un proyecto de venta de créditos de carbono aprovechándose de las tierras indígenas del Alto Turiaçu, en violación de las leyes nacionales e internacionales.

En enero de 2024, el Consejo Indígena Ka'apor informó formalmente a la empresa mediante carta, que no aceptaba la presencia de extranjeros en el área en relación con el proyecto de CO2 y exigía la retirada inmediata y el cese de todas las actividades.

Wildlife Works no obtuvo el consentimiento previo, libre e informado de los Ka'apor para su proyecto, como lo exige el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la ONU, ratificado por Brasil.

La empresa no sólo celebra reuniones y encuentros en varias aldeas de la zona, sino que también hace caso omiso de las decisiones de los líderes indígenas. Las actividades y promesas de Wildlife Works también generan conflictos entre los ka'apor, haciendo aún más vulnerable la zona, que desde hace décadas sufre la invasión de madereros, cazadores ilegales y ganaderos.

Wildlife Works comenzó a invadir la tierra indígena Ka'apor cuando la empresa ni siquiera estaba registrada en Brasil, lo que es ilegal.

En vista del empeoramiento de la situación, en octubre de 2024, Tuxa Ta Pame presentó una demanda en el Tribunal Federal contra Wildlife Works, Funai y el Gobierno Federal, pidiendo la suspensión de todas y cada una de las actividades de la empresa en el territorio Alto Turiaçu IL, así como que el Gobierno Federal y Funai lleven a cabo acciones de inspección y control en el territorio Ka'apor, impidiendo la entrada de empresas nacionales y/o extranjeras que promuevan el comercio de créditos de carbono, debido a la ausencia de cualquier regulación.

Pedimos que se tomen medidas urgentes para impedir que la empresa entre en la tierra indígena y continúe violando los derechos del pueblo Ka'apor en su propio territorio.

Atentamente,