Madagascar: importancia de los manglares y riesgos que enfrentan

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Ubicada al este de Africa, Madagascar es la isla más grande del océano Indico y su fauna y flora son altamente endémicas. Los bosques de manglares cubren un área de 327.000 hectáreas, y están compuestos de siete especies de árboles acompañados por una fauna extremadamente diversa.

El caso de la bahía de Baly es útil para comprender la situación de los manglares en este país. La bahía de Baly esta ubicada en la costa occidental de Madagascar. En 1997, 69.350 hectáreas fueron clasificadas como Parque Nacional, pero en ellas se incluían menos de 500 hectáreas de manglares, que en la región totalizan 7.200 hectáreas. Muchas especies de animales usan este hábitat como área para anidar, dormir y alimentarse. Entre las nueve especies de aves acuáticas endémicas en peligro de extinción en Madagascar, cinco están registradas dentro de los manglares (Ardea humbloti, Anas bernieri, Threskiornis bernieri, Haliaeetus vociferoides y Charadrius thoracicus). En el caso de los mamíferos, se registran dos especies dentro de la bahía, el murciélago de Madagascar, Pteropus rufus, que duerme en los árboles de los manglares, y el Delphinus sp. Además, los manglares son un hábitat importante de invertebrados. Los de mayor significación desde el punto de vista económico son el cangrejo Scylla serrata y dos especies de camarones: Penaeus indicus y P. monodon.

Los manglares son una fuente importante de ingresos, no sólo para el país sino para la población local. Los árboles de manglares se utilizan en la construcción y en menor medida como leña. Las actividades de pesca tradicional e industrial se practican dentro de la bahía principalmente en base a las dos especies de camarón. La recolección de cangrejos se realiza todo el año para satisfacer las necesidades locales. La población local ha participado en estas actividades durante muchos años con muy bajo impacto sobre el ecosistema.

En los últimos años, el camarón se ha convertido en uno de los principales productos del mar exportados por Madagascar. Esto ha llevado a que la región de la bahía de Baly se haya sumado a esta nueva tendencia, estableciendo 600 hectáreas de cría industrial de camarón semi-intensiva desde 1998.

En comparación con otros tipos de ecosistemas (por ejemplo bosques o lagos), los manglares son de los hábitats menos estudiados de Madagascar, a pesar de que el aumento de las necesidades de las comunidades y especialmente el desarrollo de la cría del camarón están en un nivel critico. Aunque los impactos de estas actividades sobre los manglares todavía son difíciles de identificar debido a la falta de información, los pescadores que usan métodos tradicionales registraron que la proporción de captura de las dos especies de camarón (Penaeus monodon y P. indicus) dio un salto, pasando de menos de 1/ 10 antes de 1998 a 1/ 4 en 2000. Es necesario identificar las causas de este cambio y otros efectos inesperados para poder abordarlos y limitar sus impactos sobre la biodiversidad.

En Madagascar, la explotación de manglares para la producción de camarón ha aumentado considerablemente en los últimos diez años. Al mismo tiempo, el fuerte crecimiento demográfico en el área occidental de Madagascar puede acentuar la degradación del ecosistema, y amenazar así en forma simultánea la biodiversidad y las formas de sustento de la comunidad ribereña. Es necesario efectuar estudios para mejorar la comprensión de la relación entre la explotación y la conservación de la biodiversidad para evitar desastres ecológicos. Acciones como el control ecológico efectuado en la región de la bahía de Baly en el año 2000, exigen una estrecha colaboración entre las empresas, las comunidades locales, los sectores académicos y las autoridades, para lograr la conservación y el uso sustentable de los recursos. Es esencial reforzar el decreto existente relativo a la compatibilidad de las inversiones con el medio ambiente (MECIE), al que debe seguir la puesta en práctica del control ecológico en las áreas sometidas a una intensa explotación. Además, la priorización de programas de investigación se debe centrar en la comprensión del funcionamiento del ecosistema como punto de partida para lograr la conservación.

Artículo basado en información obtenida de: Rabarisoa Rivo.