Tailandia: la fuerte influencia de la industria de la pulpa

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Phoenix Pulp and Paper Company en la provincia de Khon Kaen, al noreste de Tailandia, es beneficiaria de un voluminoso crédito concedido por DIDC (Departamento de Cooperación para el Desarrollo Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de Finlandia), ex-FINNIDA. Entre 1990 y 1994 compañías escandinavas --entre ellas Ahlstrom, Sunds Defibrator, Valmet and Jaakko Poyry-- proveyeron la mayor parte de la maquinaria, los equipos y los servicios utilizados en la segunda línea de producción de pulpa de Phoenix y en su planta de tratamiento de aguas. La segunda línea de producción aumentó la capacidad de la planta a unas 200.000 toneladas anuales, utilizándose kenaf --una especie emparentada con el yute-- bambú y madera de eucalipto como materia prima. Esta línea de producción es la primera en el sudeste asiático que produce pulpa libre de cloro elemental. Uno de los principales argumentos utilizados por FINNIDA para la concesión de dicho crédito fue que debido a la construcción de la planta de tratamiento de aguas, los efluentes de la fábrica de pulpa descargados en el Río Phong disminuirían a pesar del aumento de la producción. Como parte de la solución, Phoenix decidió establecer un sistema mediante el cual los efluentes tratados serían descargados en un sistema de irrigación para las plantaciones de eucalipto ubicadas próximo a la fábrica. Este esquema, que se inició en 1995, fue denominado “Proyecto Verde”.

Si bien la compañía sostiene que la planta de tratamiento de efluentes fue construída de acuerdo con los estándares de calidad existentes a nivel mundial y que la calidad de los efluentes excede la de los estándares vigentes en muchos países occidentales, desde que el Proyecto Verde se puso en marcha empezaron a surgir una serie de problemas. Las aguas tratadas descargadas en los terrenos de plantación de eucalipto alcanzaron también los arrozales y humedales adyacentes, llegando incluso a las capas subterráneas. Ello provocó daños a la agricultura y generó riesgos para la salud de la gente. Campesinos del lugar incluso acusan a la compañía por la muerte de un gran número de peces en el Río Phong.

El Ministerio de Industria de Tailandia ordenó, con fecha 20 de julio, el cierre por 180 días de la primera línea de producción de pulpa. “La clausura será efectiva hasta tanto la compañía no repare las instalaciones de tratamiento y evite que el agua no tratada con que se riega las plantaciones alcance el Río Huay Chote, tributario del Nam Phong” señalaba el decreto. A principios de julio, pobladores ribereños habían informado sobre la mortandad de miles de peces luego que una fuerte lluvia hizo que el agua no tratada se desbordara de los tanques y del área del Proyecto Verde hasta alcanzar el río. No obstante, la orden mencionada se basó en la pobre performance de la compañía en relación con el manejo de desechos, dado que la calidad del agua tratada era inferior a los requerimientos establecidos.

Los ejecutivos de Phoenix rechazaron la decisión, arguyendo que la clausura había sido políticamente motivada y que llevaría a la ruina de la compañía junto a la de 60.000 campesinos que le suministran materia prima. La compañía entendía también que tal medida llevaría a la clausura definitiva de la fábrica, lo que afectaría las exportaciones y trastocaría las vidas de alrededor de 4.000 trabajadores y campesinos. Por sorprendente que pueda parecer, hasta el Ministro de Ciencia Yingpan Manasikarn adviritió que una clausura provocaría serios perjuicios de carácter económico y que miles de trabajadores quedarían en la calle. Agregó que era necesario verificar la fuente de contaminación antes de tomar una medida de ese género contra la compañía.

Los activistas locales en defensa del ambiente eran de otro parecer. Ellos sostenían que la orden de clausura había sido sólo una medida temporaria, en tanto lo que se precisaba era una solución a largo plazo para un problema que venía dándose desde hacía más de una década. Saneh Wichaiwong, gerente del Proyecto Ecológico y de Desarrollo de la Cuenca del Río Phong, dijo que sin una total puesta a punto de la fábrica y la introducción de tecnologías ambientalmente adecuadas el problema persistiría. Los activistas consideran que, dado que un número tan grande de lugareños depende de la planta, el gobierno debería aportar soluciones de largo plazo y la compañía tendría que compensarlos por la pérdida de su pesca.

La mencionada decisión entró en vigor el 29 de julio. Dos días después la compañía, sin explicación alguna, informó que cerraría también la segunda línea de producción. Ese mismo día, el Ministro de Industria Somsak Thepsuthin visitó las instalaciones para inspeccionar el estado de cosas, luego de lo cual declaró que el agua del Río Phong estaba limpia y que Phoenix no era responsable de la contaminación del mismo. Según George Davidson, presidente de la compañía, esta “evaluación ambiental” fue realizada del siguiente modo: “El Ministro tomó un vaso de agua del canal y dijo que estaba muy limpia y que el agua era de muy buena calidad”. Fuentes locales manifestaron que la clausura de la segunda línea de producción por parte de la empresa fue una medida táctica de presión, con el propósito de forzar al jerarca para que les permitiera reabrir la primera línea, teniendo en cuenta que el nuevo cierre hubiera significado la pérdida de su fuente de ingresos para más de 1.200 empleados y para unos 60.000 agricultores del noreste.

Por último las presiones de la compañía sobre el gobierno surtieron efecto y la planta fue reabierta el 11 de agosto. Entretanto el problema central sigue sin resolverse.

Fuente: Basado en un resumen de artículos de prensa preparado por PER (Project for Ecological Recovery), agosto 1998.