Celulosa y papel
Los monocultivos de árboles a gran escala para la producción de celulosa y papel, junto con la infraestructura y las fábricas de celulosa que conllevan, se han expandido sobre las tierras fértiles de las comunidades. Han destruido bosques y praderas, especialmente en América Latina, Asia y el sur de África. Las especies utilizadas no son nativas de estos países y son de rápido crecimiento, lo que implica un manejo intensivo con un consumo muy grande de agua y agrotóxicos. Incluyen variedades de eucalipto, acacia y pino.
La empresa UPM exigió al gobierno uruguayo, como una condición para instalar su segunda fábrica celulósica, la construcción de una nueva vía férrea desde el sitio donde UPM planea ubicar su fábrica hasta el puerto.
En los últimos 10 años, mediante la organización y la lucha, familias del noreste argentino lograron recuperar tierra acaparada por la multinacional Arauco. Ahora, cultivan allí alimentos.
En 2017, la empresa finlandesa UPM firmó un contrato con el gobierno uruguayo para instalar una tercera mega-fábrica dedicada a la producción de celulosa. El proyecto está sujeto a exorbitantes condiciones impuestas por la multinacional.