El acallado sufrimiento de las mujeres que viven en los alrededores y dentro de las plantaciones industriales de palma aceitera de Feronia, en la República Democrática del Congo

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RDC. Foto: Grain

Entrevista a Solange Bolembe, de RIAO-RDC, una red de información y apoyo a las organizaciones comunitarias de la República Democrática del Congo (RDC), acerca de los numerosos desafíos que enfrentan las mujeres que viven en comunidades afectadas por vastas plantaciones de palma administradas por Feronia-PHC, una empresa financiada por varios bancos de desarrollo europeos.

Esta entrevista a Solange Bolembe, de RIAO-RDC, una red de información y apoyo a organizaciones comunitarias de la República Democrática del Congo (RDC), revela los numerosos desafíos que enfrentan las mujeres que viven en comunidades afectadas por vastas plantaciones de palma aceitera. Las plantaciones industriales son administradas por Feronia-PHC, una compañía financiada por varios bancos de desarrollo europeos. La entrevista está precedida por una breve reseña del historial de la empresa en las zonas de plantación y el rol que han jugado inversores clave que han ignorado los numerosos conflictos y abusos denunciados por aldeanos de la región.

Feronia y el dinero del “desarrollo”

En 2008, la empresa internacional de alimentos Unilever vendió “Plantations et Huileries du Congo” (PHC), un conjunto de tres plantaciones industriales de palma aceitera que abarcan más de 100.000 hectáreas de tierra en la República Democrática del Congo (RDC), a una empresa bastante desconocida llamada Feronia Inc. Feronia cotiza en la Bolsa de Valores de Toronto, Canadá, y no tenía experiencia agrícola cuando se hizo cargo de las concesiones de palma aceitera que anteriormente había mantenido Unilever durante casi 100 años.

La venta le reportó a Unilever 14 millones de dólares estadounidenses en efectivo. Además, la compañía dejó alrededor de 10 millones de dólares estadounidenses en pasivos a los nuevos propietarios. (1) Financieramente, cada año Feronia ha registrado pérdidas desde que compró PHC. A pesar de eso, poco después de haber adquirido las licencias la compañía atrajo el interés de las agencias de desarrollo. Los bancos de “desarrollo” respaldados por los gobiernos y los fondos de inversión de Gran Bretaña, Francia y España le otorgaron préstamos que luego, cuando Feronia no pudo pagarlos, se convirtieron en acciones. Esto dio como resultado que CDC, una empresa británica de desarrollo, fuera propietaria de más del 60 por ciento de Feronia en 2016; el porcentaje cayó a alrededor del 30 por ciento en 2017, cuando un nuevo inversor, registrado en Mauricio, inyectó nuevo efectivo en la empresa. Los fondos iniciales de la agencia de desarrollo, de aproximadamente 35 millones de dólares estadounidenses, rescataron a Feronia del colapso. Para 2018, Feronia-PHC había recibido al menos 118 millones de dólares, incluidos 49 millones en préstamos aprobados en 2015 por bancos de desarrollo alemanes, belgas y holandeses. Y aprobaron los préstamos a pesar de los informes de las ONG y las declaraciones de líderes comunitarios en las tres zonas de plantacionesdenunciando la naturaleza ilegítima y posiblemente ilegal de los contratos de concesión, así como sobre las pésimas condiciones de trabajo para los trabajadores en las plantaciones y las numerosas promesas incumplidas a las comunidades afectadas por las concesiones de plantaciones.

Líderes comunitarios han señalado en varias ocasiones que lo que han hecho las plantaciones industriales de palma aceitera ha sido explotar durante 100 años las tierras ancestrales de sus comunidades. Y éstas, todo lo que obtuvieron a cambio de perder el acceso a sus tierras tradicionales son algunos caminos llenos de baches, hospitales mal mantenidos, “escuelas”deterioradas y casas ruinosas para los trabajadores de las plantaciones, a los que se les pagó menos del salario mínimo legalmente requerido incluso después de que la compañía recibiera financiación de los bancos de desarrollo europeos. En la actualidad, la categoría salarial más baja para los empleados es de alrededor de 33 dólares estadounidenses por mes para aquellos que efectivamente están empleados. Pero la mayoría de los trabajadores en las plantaciones son contratados con contratos a corto plazo, con una remuneración aún menor. (2)

Un legado colonial con repercusiones hasta hoy

En una entrevista realizada en 2015 para el Boletín del WRM, el director de RIAO-RDC, una red de información y apoyo a organizaciones comunitarias de la República Democrática del Congo, explica que a principios de los años 1900 fueron los terrenos a orillas del Río Congo los que atrajeron a la compañía predecesora de Unilever, la Lever Company, ya que el río facilitaba el transporte de aceite de palma hacia la capital, Kinshasa. “Comenzaron por pequeños espacios. Les hicieron tantas falsas promesas a nuestros padres y abuelos. Como los pobladores temían al látigo, cedieron espacios para realizar las plantaciones. La empresa prometió a las comunidades trabajo y salarios. Los blancos prometieron, por ejemplo, que de cada tres plantaciones darían una a la comunidad; esta promesa jamás se cumplió, ni en Boteka, ni en Lokutu, ni en Yaligimba”. (3)

Además de las promesas incumplidas, en varias ocasiones las comunidades han informado a los bancos de desarrollo que financian a Feronia-PHC que, en su opinión, los títulos de propiedad y los documentos de concesión de Feronia son ilegítimos y posiblemente ilegales. Señalan no solo el robo violento de sus tierras durante la época colonial sino también una larga lista de errores de procedimiento, omisiones y procedimientos dudosos, como la fragmentación de las concesiones originales en pequeñas parcelas de menos de 200 hectáreas en los últimos años. La emisión de ese tipo de contratos para pequeñas superficies de tierra requiere un procedimiento mucho menos oneroso que para la emisión o renovación de las grandes áreas de concesión que Feronia compró a Unilever. Pero incluso estos cientos de contratos de concesión para menos de 200 hectáreas que datan de 2015/2016, parecen contener importantes errores de procedimiento.

Desde noviembre de 2017, Feronia-PHC ha estado ejerciendo presión a los líderes comunitarios para que firmen los llamados acuerdos sociales (cahiers des charges) con la compañía. Si bien estos acuerdos entre la empresa y la comunidad no son un requisito obligatorio para las concesiones agrícolas, el gobierno de la RDC espera que las empresas los negocien. De igual forma, exigen sistemas de certificación, como los dela RSPO - Feronia ha tratado de recibir el certificado de la RSPO - como precondición para la certificación. En Lokutu, en noviembre de 2017, el Vicegobernador de la provincia exigió a más de 70 líderes comunitarios que viajaran a la capital de la provincia, Kisangani, escoltados por la policía. Los presionaron durante 10 días para que firmaran los acuerdos sociales puestos sobre la mesa por Feronia. Hace mucho tiempo que las comunidades exigen una negociación justa de esos acuerdos sociales, e incluso en 2017 firmaron acuerdos con la empresa para avanzar en la solución de los conflictos. A pesar de eso, Feronia ha ignorado estos acuerdos firmados en agosto de 2017, y trata de reemplazarlos con nuevos acuerdos que comprometan a la compañía a prácticamente nada en concreto. (4)

El sufrimiento silencioso de las mujeres que viven en los alrededores y dentro de las plantaciones de Feronia-PHC

Entrevista con Solange Bolembe, de RIAO-RDC

¿Cómo afecta la presencia de Feronia-PHC a las mujeres que viven en Lokutu, Boteka y Yalingimba, los tres lugares donde la concesión industrial de palma aceitera de la compañía ocupa más de 100.000 hectáreas de tierra?

La vida para las mujeres es muy difícil. Cuando las plantaciones aún eran propiedad de Unilever, por lo menos había escuelas y hospitales. Después que Unilever se fue, la compañía que se hizo cargo de las plantaciones no mantuvo el apoyo a las escuelas y hospitales, que son accesibles de forma gratuita solo para los pocos empleados de la empresa. Eso ha tenido un gran impacto en las comunidades, y en las mujeres en particular; la nueva compañía ha traído nuevamente la pobreza a las aldeas. La mayoría de los niños ya no van a la escuela; la desnutrición es muy alta; muchos niños mueren antes de cumplir los cinco años porque sus familias ya no tienen acceso a los centros de salud; la diarrea es común en las aldeas porque las personas han perdido el acceso al agua potable, los niños mueren de tifoidea.

Por otro lado, las mujeres se quedan, además, sin tierra para cultivar, y la mayoría no puede encontrar trabajo en las plantaciones. Las pocas mujeres que trabajan en la empresa, por ejemplo en el vivero, deben cumplir cuotas extremadamente altas para recibir su sueldo completo. En los viveros, las mujeres deben preparar 600 plantines por día; si preparan menos de eso, su salario se reduce. Preparar 600 plantines significa colocar 600 veces arena en una bolsa pequeña, colocar una semilla en 600 bolsas y alinear 600 bolsas en filas ordenadas.

Y cuando se trata de que se les pague por su trabajo, las mujeres que trabajan en los viveros a menudo reciben el equivalente a su salario mensual de 20 dólares estadounidenses en botellas de aceite de palma y jabón de la empresa. En la actualidad, aún rige este sistema. (5)

¿Cómo afecta esto la vida cotidiana de las mujeres en las aldeas?

Es como vivir en alerta todo el tiempo. La mayoría de las mujeres de las zonas rurales de África viven de la agricultura familiar, de la pesca, de la recolección de caracoles, orugas y hongos de los bosques. Pero dentro de la concesión, las mujeres ya no pueden llevar a cabo ninguna de estas actividades. Incluso caminar dentro de las plantaciones, o dentro de las vastas zonas de bosques que la compañía reclama como parte de sus concesiones, también se les ha vuelto muy difícil. Eso complica la vida de las mujeres que viven dentro de las vastas zonas de concesión. Por otro lado, les impide acceder a las plantas medicinales, lo que es particularmente grave porque la mayoría de las familias no tiene acceso a centros de salud u hospitales. A esto se suma que algunas plantas medicinales desaparecieron cuando, a lo largo de las décadas, el bosque se convirtió en plantaciones.

Una vez la compañía repartió algunas plantas de maní y maíz en algunas aldeas. Las mujeres fueron a plantarlas al bosque que no está tan lejos de algunas aldeas, si bien se encuentra dentro de la concesión reclamada por Feronia. (6) En la época de la cosecha, los guardias de seguridad exigieron que las mujeres no volvieran a sembrar maní y maíz porque estos bosques también pertenecían a la empresa y no estaba autorizado el cultivo.

Lo peor para las mujeres es que la compañía prohíbe que cualquiera que viva dentro de las plantaciones recolecte incluso algunas nueces de palma para uso personal. Si las mujeres llegaran a recoger algunas de las nueces de palma que han quedado en el suelo después de la cosecha, y los guardias de seguridad de la empresa las encontraran con estos frutos secos, corren el riesgo de ser golpeadas y encarceladas. (7) Lo mismo ocurre incluso si alguien trae nueces de fuera de la zona de concesión: los guardias de la compañía alegarán que las nueces de palma fueron robadas de las plantaciones de la compañía, y las personas pueden ser golpeadas y llevadas a prisión. El único aceite de palma que pueden usar los aldeanos que viven dentro de las plantaciones es el aceite de palma producido y vendido por Feronia-PHC, aunque la producción tradicional de aceite de palma es de lo que estas familias han vivido mucho antes de que las compañías de palma aceitera se adueñaran de sus tierras.

Si las mujeres ya no tienen acceso a la tierra para cultivar o bosques para recolectar caracoles, hongos, plantas medicinales y nueces de palma, ¿cómo alimentan a sus familias?

¡Eso es algo muy difícil! En Lokutu, por ejemplo, las mujeres tienen que caminar largas distancias para encontrar un lugar donde poder pescar. Desde Boteka y Lokutu, las mujeres viajan a Mbandaka [una ciudad a lo largo del río Congo, accesible en barco desde ambos lugares] para comprar diversos artículos, desde sal hasta jabón, que luego venden por un precio ligeramente más alto en sus pueblos o en el mercado de la ciudad más cercana a donde viven. Con el escaso dinero que ganan de esa manera compran alimentos básicos. Otras compran alimentos en Mbandaka y los venden en las aldeas, porque los que viven en aldeas dentro de las plantaciones no tienen tierras donde cultivar sus propios alimentos. Como es el caso de los frijoles, por ejemplo. La mayoría de los frijoles que se consumen en las aldeas afectadas por las plantaciones provienen de lugares tan lejanos como Kinshasa. Las mujeres de las aldeas se ven obligadas a comprar frijoles traídos de la ciudad ¡imagínense! Porque las plantaciones han vuelto imposible producir los alimentos localmente.

¿Qué haría que la situación en que viven actualmente las mujeres cambiara para mejor?

Las mujeres están dispuestas a reclamar sus tierras, a cultivar como lo hicieron sus abuelas antes de que la compañía llegara y se adueñara de sus tierras. Quieren cultivar alimentos de nuevo, quieren poder volver a pescar en los arroyos y ríos cercanos a sus aldeas. Quieren volver a producir aceite de palma, como lo hicieron sus abuelas. Y no solo aceite de palma. La palma aceitera proporciona muchos otros productos que las mujeres solían preparar. Producir aceite de palma es una antigua tradición para las mujeres en esta parte del mundo. Quieren poder ganarse la vida donde viven, no verse obligadas a dejar sus aldeas para comprar cosas en el exterior y revenderlas porque ése es el único escaso ingreso que pueden generar. Quieren trabajar en sus aldeas, cultivar sus campos y palmerales, recolectar su comida tradicional en el bosque.

El rol de RIAO es conectar a las comunidades de los tres lugares, y también apoyar a las mujeres para que conozcan sus derechos. Hoy, las mujeres de Boteka o Yalingimba no tienen la posibilidad de averiguar qué está sucediendo en Lokutu, y viceversa. Eso hace que la solidaridad entre los pueblos sea difícil. Esto debe cambiar para que las mujeres puedan unirse y hablar con una sola voz. Instalar la radio comunitaria y hacer que las mujeres conozcan sus derechos son pasos cruciales para que las mujeres reclamen las tierras ancestrales de sus comunidades y comiencen a cultivar sus propios alimentos, produciendo su propio aceite de palma nuevamente, como lo hicieron sus abuelas.

(1) RIAO-RDC, GRAIN et al. (2016): Conflictos por la tierra y finanzas sombrías rodean a empresa palmícola de República Democrática del Congo respaldada por fondos de desarrollo, https://wrm.org.uy/es/libros-e-informes/conflictos-por-la-tierra-y-finanzas-sombrias-rodean-a-empresa-palmicola-de-republica-democratica-del-congo-respaldada-por-fondos-de-desarrollo/
(2) Declaraciones de líderes comunitarios de Kampala y Lokutu y Boteka, diciembre y enero 2017/ 2018 (disponible en inglés),https://www.farmlandgrab.org/post/view/28045
(3) Las concesiones de Feronia-PHC están ubicadas en Boteka, Lokutu y Yalingimba. La concesión más antigua es la de Boteka, en la provincia de Équateur, la mayor está en Lokutu, en la provincia de Tshopo, y la más pequeña está en Yalingimba, en Mongala: Boletín 218 del WRM (2015): “Necesitamos que se haga justicia”, https://wrm.org.uy/es/articulos-del-boletin-wrm/seccion1/republica-democratica-del-congo-necesitamos-que-se-haga-justicia/
(4) Declaración de RIAO-RDC y declaraciones de la comunidad en diciembre de 2017 y enero de 2018 (disponible en francés): Feronia et ses soutiens doivent arrêter de faire signer les cahiers de charge par la force et la violence. https://www.farmlandgrab.org/post/view/28045
(5) La empresa y los bancos de desarrollo que financian Feronia-PHC sostienen que esta práctica, llamada “paquete Marsavco” [colis Marsavco] - el mismo nombre de la compañía Unilever que producía jabón y aceite de palma a partir del aceite producido en las plantaciones -, que se remonta a la época colonial, se ha suspendido y los aldeanos ahora reciben sus salarios en efectivo, y solo quienes eligen recibir aceite de palma y jabón en lugar de dinero pueden recibir una parte de sus salarios en bienes.
(6) Feronia-PHC usa solamente unas 25.000 hectáreas de las más de 100.000 hectáreas para la plantación de palma aceitera. Más de 70.000 hectáreas permanecen en forma de bosque, pero a los aldeanos se les prohíbe entrar.
(7) En 2015, siete niños de una familia de pigmeos quedaron huérfanos después de que la policía matara a sus padres en la plantación de Boteka por tomar algunas frutas de palma aceitera de las plantaciones para alimentar a sus hijos. Un guardia de seguridad escuchó una conversación entre marido y mujer en la que el esposo mencionó que todo lo que podía traer a casa eran estas pocas nueces que le dio para cocinar, ya que la compañía había impuesto restricciones a los trabajadores con respecto a llevarse nueces de palma, un ingrediente esencial en cocina local. Los guardias de seguridad de la compañía supervisan estrictamente estas restricciones. Cuando el guardia de seguridad llevó al aldeano a la policía, fue arrestado, golpeado y torturado y murió de la golpiza un día después en el hospital. Cuando su familia exigió una investigación, la policía disparó contra la multitud, matando a su esposa e hiriendo gravemente a otros. Hasta la fecha no se ha llevado a cabo ninguna investigación sobre el asesinato de la pareja de pigmeos. Éste no es un caso aislado. En 2013 ya se denunció el control sistemático y la confiscación de equipos de procesamiento de aceite de palma por parte de agentes de policía en la carretera que lleva a uno de los pueblos. Los aldeanos que viven alrededor de las plantaciones dijeron que ellos poseen árboles de palma aceitera y que producen aceite de palma tradicional y obtienen productos del árbol de palma. En 2014, el arresto y la tortura de cuatro personas por supuestamente robar nueces de palma desencadenaron tres días de enfrentamientos entre la policía y los residentes de la ciudad de Lokutu y la aldea de Yambi Enene. http://www.radiookapi.net/actualite/2014/10/06/reprise-des-activites-apres-des-accrochages-entre-policiers-populations-lokutu

Ver también artículos de boletines anteriores del WRM e informes de ONGs acerca de cómo las plantaciones industriales de palma aceitera de Feronia provocan conflictos y representan una violenta amenaza para las comunidades:

Boletín 208 del WRM (2014): República Democrática del Congo: entregando tierras para plantaciones de palma, REDD e inversionistas extranjeros, https://wrm.org.uy/es/articulos-del-boletin-wrm/seccion1/republica-democratica-del-congo-entregando-tierras-para-plantaciones-de-palma-redd-e-inversionistas-extranjeros/

Boletín 224 del WRM (2016): RDC: las comunidades se movilizan para liberarse de cien años de plantaciones coloniales de palma aceitera, https://wrm.org.uy/es/articulos-del-boletin-wrm/seccion1/rdc-las-comunidades-se-movilizan-para-liberarse-de-cien-anos-de-plantaciones-coloniales-de-palma-aceitera/

Boletín 233 del WRM (2017): FERONIA en la República Democrática del Congo: acoso, violencia y opresión, https://wrm.org.uy/es/articulos-del-boletin-wrm/seccion1/feronia-en-la-republica-democratica-del-congo-acoso-violencia-y-opresion/

GRAIN y RIAO-RDC (2015) (sólo disponible en inglés y francés): Agro-colonialism in the Congo – European and US development finance is bankrolling a new round of colonialism in the DRC