La resistencia es fértil: protestas contra los árboles transgénicos

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Los científicos forestales que trabajan en árboles transgénicos a menudo mencionan el número de ensayos de campo de árboles transgénicos en el mundo como prueba de que la tecnología está siendo cada vez más aceptada. En realidad, lo opuesto es lo cierto. A medida que aumenta el número de experimentos también aumenta la fuerza de la resistencia contra los árboles transgénicos.

Gran parte de la atención que dedican los medios a las protestas contra los árboles transgénicos se centra en un puñado de acciones realizadas por pequeños grupos de activistas que se autodenominan con nombres como Reclama las semillas (Reclaim the Seeds) o los Duendes Genéticos (Genetix Goblins). En los últimos seis años, 12 ensayos de campo con árboles transgénicos fueron destruidos en Gran Bretaña, Canadá y los EE.UU. En este último país, el Frente de Liberación de la Tierra (Earth Liberation Front) ha incendiado oficinas y laboratorios de investigación.

Las respuestas de la industria y los científicos frente a la destrucción de los ensayos con transgénicos y la propiedad, se concentran en el daño causado y presentan a quienes protestan como vándalos irresponsables e ignorantes. Sus respuestas tienden, predeciblemente, a restarle importancia a los riesgos a los que representan sus investigaciones para la población y su ambiente.

En 1999, en Inglaterra, 152 álamos transgénicos de la estación de investigación de la compañía de agroquímicos Zeneca en Jealot’s Hill fueron talados por activistas. El vocero de Zeneca, Nigel Poole, apareció prácticamente con lágrimas en los ojos. “Arrancaron la corteza de los árboles. Estas pobres criaturas están sufriendo una muerte lenta”, declaró al periódico The Times. Aparentemente, Poole se olvidó de que Zeneca plantó los árboles para transformarlos en astillas, para luego hervirlos y extraerles la pulpa para transformarlos en papel.

Cuando algunos de los ensayos de campo con transgénicos fueron destruidos en 2001, Steven Strauss de la Universidad del Estado de Oregon trató de reasegurar al público que “todo ha sido considerado altamente seguro. Esta gente que lo señala como peligroso carece de experticia y está desinformada”

“Los muchachos violentos no entienden la ciencia”, dijo Strauss a Associated Press.

Muchas personas y organizaciones participan de otros tipos de actividades en contra de los árboles transgénicos. Las protestas han tomado diversas formas, entre las que se incluyen la colocación de pancartas, conferencias de prensa, reuniones, cartas a los periódicos, peticiones, artículos, campañas para persuadir a las compañías de que no compren productos de árboles transgénicos, investigaciones de las compañías e instituciones involucradas, y campañas a favor de zonas libres de organismos genéticamente modificados.

Probablemente, la primera alianza de ONGs creada con el objetivo de oponerse a los árboles transgénicos fue la Coalición por Bosques libres de la Ingeniería Genética (GE Free Forests Coalition - GEFF), formada en Gran Bretaña en abril de 1999. Tres meses después, la GEFF organizó una manifestación en la conferencia sobre Biotecnología Forestal en el año 1999 de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO) que tuvo lugar en Oxford.

Steven Strauss comentó: “los científicos que estaban en la conferencia se rascaban la cabeza y se preguntaban cómo era posible que la ciencia y la ‘sociedad’ pudieran estar tan enfrentados en Europa”. Mientras tanto, la gente común se preguntaba cuánto tiempo han debido pasar los científicos encerrados en sus laboratorios para sorprenderse de que la modificación genética sea un tema polémico.

La resistencia a los árboles transgénicos sigue creciendo. En los EE.UU., alrededor de 80 ONGs han firmado una declaración titulada: “Una visión común para transformar la industria del papel”. La “Visión Común” emergió en una reunión mantenida en noviembre de 2000 por más de 50 ONGs que trabajan sobre los temas del papel, la contaminación y los bosques. Incluye una demanda a la industria del papel: “detengan la introducción de fibra de papel proveniente de organismos genéticamente modificados, en particular de árboles y plantas transgénicas con genes insertados de otras especies de animales y plantas.”

Varios países han impuesto prohibiciones totales o moratorias sobre los OGM, incluidos Argelia, Nueva Zelanda, Perú, El Salvador y Australia (excepto Queensland y el Territorio del Norte). Además, varias regiones de Europa y tres condados de los EE.UU. han votado prohibiciones a los OGM. Tailandia ha prohibido 49 plantas transgénicas.

Alrededor del mundo, las organizaciones ambientales y de justicia social están haciendo campaña a favor de una legislación que prohíba los OGM en sus países, provincias, estados, ciudades y condados. En todo el mundo han aparecido zonas libres de OGM, incluso en los EE.UU.. En noviembre de 2004, el Condado de Marin, al norte de San Francisco, se unió a los Condados californianos de Mendocino y Trinity al prohibir los OGM.

En diciembre de 2003, la provincia austríaca de Kärnten aprobó una ley que establece que los OGM no pueden plantarse a menos de tres kilómetros de áreas naturales y culturales que merezcan ser protegidas. Aproximadamente el 20 por ciento de las tierras de Kärnten se cultivan orgánicamente. Basándose en el argumento de que la agricultura orgánica merece ser protegida, en la práctica las autoridades no otorgarán permisos para cultivar transgénicos.

En Gran Bretaña, 14 millones de personas viven en áreas donde se aplica la política “libre de transgénicos”. Doce condados han aprobado resoluciones declarándose “libres de transgénicos”, sumándose a más de 30 ciudades, distritos y autoridades de parques nacionales. En Francia, más de 1.250 alcaldes han declarado a sus ciudades “libres de transgénicos”. Amigos de la Tierra-Europa está llevando adelante una campaña de por una Europa libre de OGM, dirigida a apoyar a las regiones para que avancen a ser “libres de transgénicos” (por más información visite http://www.foeeurope.org/GMOs/gmofree )

Quienes se oponen a los árboles transgénicos se están interconectando con las organizaciones en todo el mundo: con redes que se han enfrentado a la propagación de los cultivos de OGM en sus países, con organizaciones que trabajan sobre el cambio climático, con activistas anti-globalización, con activistas por los derechos humanos y los pueblos indígenas, con comunidades y organizaciones locales que resisten las plantaciones industriales de árboles y otras formas de forestación industrial. ¡La resistencia a los árboles transgénicos está creciendo!

Por: Chris Lang, correo electrónico: http://chrislang.org