Nueva ofensiva de plantaciones industriales de árboles encuentra resistencia de las comunidades

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21 sep 2022

Existe una visible ofensiva por parte de la industria de las plantaciones para posicionar las plantaciones industriales de árboles como una solución benigna a la crisis del clima y la biodiversidad, presentándolas incluso como indispensables para superar esta crisis.

La industria destaca la capacidad de los árboles de absorber carbono y proporcionar materia prima para una ‘bioeconomía’ ‘descarbonizada’. Sin embargo, la propaganda (y los intereses) que hacen estas afirmaciones silencian numerosas contradicciones e injusticias. Aquí destacamos solo algunas de ellas.

Para empezar, el dióxido de carbono absorbido por los árboles nunca podrá compensar el carbono liberado de los depósitos de petróleo y carbón almacenados por milenios bajo tierra. La idea de que el impacto climático de todos los tipos de carbono es el mismo, ya sea por la deforestación o por la combustión de petróleo, gas o carbón, es una (falsa) suposición clave que sostiene la lógica de las compensaciones, que, a su vez, es el pilar principal de los mercados de carbono, REDD+, ‘emisiones netas cero’, ‘deforestación neta cero’, y ahora también las llamadas ‘soluciones basadas en la naturaleza’.

“El afirmar que todo el carbono es igual también ayuda a encubrir la violencia, la destrucción ecológica y el abuso de poder que han sido la base de los imperios corporativos de los combustibles fósiles. También propaga esta violencia y abuso a donde los proyectos de compensación supuestamente almacenan una cantidad equivalente al carbono emitido”. (1)

Otro aspecto crucial que está completamente silenciado de la propaganda de las empresas y gobiernos que apunta a expandir los monocultivos, es que las plantaciones industriales son mucho más que árboles. Estas plantaciones son parte de un modelo de monocultivo que se impuso violentamente en la época colonial. Un modelo que se basa en el racismo, el robo de tierras, la opresión violenta de quienes son expulsados ​​de sus tierras, la devastación ecológica y la destrucción de las economías locales, así como de las relaciones sociales, espirituales y culturales.

Las plantaciones industriales fueron fundamentales para el proceso del colonialismo y su expansión. Los monocultivos imponen una forma específica de organizar la tierra (y en consecuencia a las personas) que reemplaza violentamente otras formas de organizar la tierra (con las personas), como por ejemplo los bosques comunales o de acuerdo con las prácticas y los sistemas de gobernanza de los Pueblos Indígenas. (2) Como señaló Larry Lohmann en su presentación de 2011 ‘Plantaciones y colonialismo’, las “plantaciones del pasado con mano de obra esclava y las plantaciones industriales de la actualidad no solo sostienen el colonialismo; están constituidas por el colonialismo”. (3)

Claramente hay una conexión económica a este proceso. Las colonias de plantaciones con mano de obra esclava de las Américas no solo suministraban productos de primera calidad sino que también eran un mercado cautivo de herramientas de metal, textiles y provisiones para el imperio británico de principios y mediados del siglo XVIII. Las plantaciones eran en sí mismas subproductos de un nuevo sistema económico.

La siguiente gran expansión de plantaciones industriales en el Sur global tuvo lugar en la década de 1960 y fue impulsada por las ‘necesidades’ que promovió la industria para obtener un mayor consumo de celulosa y madera en los países industrializados. Por lo tanto, la industria de plantaciones ha sido clave en crear un consumo en expansión constante de productos derivados de la madera, especialmente en el Norte global. “Las plantaciones se realizan porque sirven a ciertos intereses, [y] tienen sentido en el marco de ciertas líneas de pensamiento”. (4)

Como una forma de lidiar con la resistencia y las críticas (también cada vez mayores) a estos monocultivos, las empresas de plantaciones no solo afirman que este modelo de monocultivo es una solución a la crisis del clima, la biodiversidad y la deforestación, sino que también puede producir productos derivados de la madera que son ‘sostenibles’ - tales como los ‘biocombustibles’, las ‘fibras a base de madera’, los ‘plásticos a base de madera’, etc. Además de los abundantes argumentos y testimonios que contradicen estas afirmaciones, como explica Lohmann en la presentación mencionada anteriormente, hablar de plantaciones industriales de eucalipto o palma aceitera ‘sostenibles’ es como hablar de colonialismo sostenible o de sobreacumulación sostenible.

Esta nueva ofensiva viene con nuevos eufemismos, como ‘reforestación’, ‘restauración’, ‘soluciones basadas en la naturaleza’ (6), ‘eliminación de carbono’, entre muchos otros.

Pero quizá lo más apremiante hoy en día es que las empresas de plantaciones están presionando para profundizar aún más este modelo de monocultivo, argumentando engañosamente que también pueden traer desarrollo y riqueza a los dueños de tierras rurales que se inscriben en los programas de subcontratación de las empresas. El programa de subcontratación o de pequeños productores (también conocido como agricultura por contrato) es una estrategia utilizada por las empresas de plantaciones para seguir expandiendo sus monocultivos a pesar de la fuerte y constante resistencia a las concesiones a gran escala.

“Esta táctica permite a las empresas seguir expandiendo el control sobre una cantidad aún mayor de tierras y aumentar su producción [de aceite de palma] sin ser acusadas de convertirse en terratenientes o desalojar familias campesinas. Los gobiernos también han comenzado a promover este tipo de mecanismos para evitar los conflictos sociales que se provocan al otorgar grandes concesiones a las empresas. La agricultura por contrato también se ha convertido en una táctica de las empresas [de aceite de palma] para acceder a nuevos fondos, a menudo públicos, de bancos de desarrollo, organismos de ayuda, gobiernos y otros financiadores. Argumentan que estos contratos benefician a las y los agricultores campesinos cuando en realidad quienes se benefician son las empresas y sus patrocinadores financieros”. (7)

Las promesas de las empresas de plantaciones (es decir, las mentiras) no son nuevas; pero sus discursos y engaños ciertamente están moldeados por su actual interés de incrementar las oportunidades de mercado y la demanda de sus plantaciones, así como por las resistencias y críticas desde el terreno.

“Las empresas responsables de estas plantaciones niegan los impactos negativos y sistemáticamente organizan campañas de desinformación. Su objetivo es obtener el apoyo de los gobiernos y de los medios de comunicación, convencer a los inversionistas para que financien sus plantaciones y persuadir a los consumidores para que compren sus productos. Estas campañas también se dirigen a las mismas comunidades afectadas, y con frecuencia contribuyen a intimidar y criminalizar a quienes luchan contra las plantaciones, con el objetivo de silenciar cualquier resistencia.” (8)

Más allá del discurso y la propaganda que acompañan a las plantaciones industriales, la realidad siempre ha sido que las empresas terminan controlando las tierras fértiles de las comunidades. El modelo de monocultivo es inseparable del peligro a la supervivencia, la soberanía alimentaria y la autonomía de las comunidades, e impone la misma forma destructiva y opresiva de organizar la tierra (y sus pueblos) que se impuso durante la época colonial.

Los abrumadores impactos de este masivo acaparamiento de tierras para el lucro de las empresas son inconmensurables. (9) Sin embargo, durante nuestras conversaciones con mujeres que viven dentro y alrededor de estas plantaciones industriales, el WRM ha aprendido que hay un aspecto inherente al modelo de las plantaciones que ha permanecido en gran medida invisible: el modelo de monocultivos también profundiza la violencia del patriarcado.

 “Cuando estas plantaciones industriales invaden tierras comunitarias, se produce un aumento drástico de la violencia sexual, la violación y el abuso contra mujeres y niñas. Esto sucede dondequiera que se establezcan, independientemente de si el cultivo de la plantación es palma aceitera o caucho.

La mayoría de las mujeres que sufren casos de violencia sexual en estas plantaciones industriales o en sus alrededores, sufren en silencio. Son pocas las que denuncian los casos de agresión, violación o acoso sexual, por temor a sufrir represalias y nuevos abusos por parte de las autoridades y el personal de la empresa. Esto, a su vez, expone a las mujeres a mayor violencia sexual y abuso, ya que los perpetradores no tienen prácticamente ningún riesgo de ser responsabilizados por la violencia que infligen a las mujeres. La situación de las mujeres se agrava por las normas culturales que estigmatizan a las mujeres violadas, las culpan del ataque sufrido y someten a sus familias a la vergüenza. Con demasiada frecuencia las mujeres sufren no solamente en silencio sino también solas.” (10)

Como respuesta a la creciente expansión de las empresas, las comunidades han ideado distintas formas de resistencia.

Una de las primeras fábricas de celulosa resultante de la expansión de estas plantaciones fue la planta de Aracruz en Brasil, construida literalmente sobre la comunidad indígena Tupinikim llamada Macacos. Para establecer sus plantaciones industriales de eucalipto, la empresa Aracruz robó las tierras de decenas de otras comunidades Tupinikim y destruyó el bosque tropical atlántico, junto con los numerosos arroyos y ríos de los que dependían los Tupinikim en esta región. La devastadora destrucción de los pueblos Tupinikim y su territorio fue, al mismo tiempo, el inicio de una lucha de 40 años (5), por la cual las comunidades Tupinikim, en alianza con las comunidades Indígenas Guaraníes, que se sumaron a su lucha en la década de 1960, recuperaron gran parte de su territorio. Su lucha inspiró a otras comunidades en Brasil y en otros lugares a resistir el avance de las plantaciones de eucaliptos y reclamar tierras arrebatadas por empresas multinacionales de la celulosa y el papel.

Las luchas de los Pueblos Indígenas y las comunidades que dependen de los bosques contra los monocultivos industriales de árboles son en defensa de sus tierras y bosques, sus bienes comunales, sus relaciones y sus espacios de vida que están nutridos con sus historias, conocimientos y entendimientos.

Rosalva Gomes, activista del Movimiento Interestadual de Quebradoras de Coco Babasú, de Brasil, explicó: “No hay una receta prefabricada para resistir. Depende de cada territorio, del alcance de cada territorio, dependerá mucho de la fortaleza interna de cada territorio y de la especificidad de cada país, estado y comunidad. Pero existe una estrategia unificadora. Porque de una cosa estamos seguros, si no aportamos fortalecimiento, uniendo fuerzas, sufriremos impactos muy grandes, aún mayores. Ya estamos atravesando muchas dificultades. La unión de las fuerzas entre comunidades y organizaciones es uno de los caminos.” (11)

El WRM continúa esforzándose en apoyar y acompañar las resistencias de las comunidades.

Secretariado Internacional del WRM

(1) ¿Todos los tipos de carbono son iguales? Carbono fósil, violencia y poder, en ‘15 años de REDD. Un mecanismo intrínsecamente corrupto’.
Ver también, WRM, ¿Qué hay de malo en plantar árboles?.
(2) Plantaciones y Colonialismo. Presentación de Larry Lohmann en el Falso Día de los Bosques (Fake Forest Day) en Durban, Sudáfrica, el 4 de diciembre de 2011; Pueden ver también un video de esta presentación realizada en Durban, Sudáfrica, en 2011, https://www.youtube.com/watch?v=SnOoG5_Tzv0.
(3) Ídem 2
(4) Carrere, Ricardo y Lohmann, Larry (1996), El papel del Sur. Plantaciones forestales en la estrategia papelera internacional.
(5) Boletín del WRM, Aprendizajes de líderes indígenas Tupinikim de Brasil para recuperar sus territorios: una lucha de más de 40 años.
(6) Boletín del WRM, "Soluciones Basadas en la Naturaleza": ocultando un enorme robo de tierras.
(7) WRM, Nueve razones para decir NO a la agricultura por contrato con empresas palmicultoras.
(8) WRM, 12 respuestas a 12 mentiras sobre las plantaciones industriales de árboles.
(9) Aquí pueden encontrar varios artículos y materiales sobre las luchas contra las plantaciones industriales de monocultivos.
(10) Romper el silencio: hostigamiento, violencia sexual y abuso contra mujeres dentro y alrededor de plantaciones de caucho y palma aceitera.
Por mayor información pueden consultar: La explotación sexual y la violencia contra las mujeres están a la raíz del modelo industrial de plantaciones.
Impacts of Large Scale Oil Palm Plantations on Women.
Patriarcados en los bosques de la India: comunidades en peligro.
(11) Boletín del WRM, La siembra de lucha y articulación colectiva.