Paraguay: indígenas no contactados en peligro

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Los últimos indígenas no contactados de la cuenca sur del Amazonas están siendo cercados por todos los frentes. Después de la invasión gradual de su último refugio, ya no tienen dónde esconderse. Pero si el gobierno paraguayo toma medidas, los indígenas podrán mantener sus tierras y evitar las enfermedades que amenazan con diezmar su población.

Estos indígenas son miembros de la tribu Ayoreo (con un total de 5000 integrantes) que una vez ocupó gran parte del norte de Paraguay y el sudeste de Bolivia. Esta región forma parte del Chaco, una extensión con baja densidad de población, de montes bajos, praderas y pantanos. Los Ayoreo son cazadores-recolectores que viven de los abundantes recursos naturales de su tierra; cazan jabalíes y armadillos, recolectan miel silvestre y plantan calabazas, maíz y habas en la estación lluviosa.

Durante el siglo pasado la mayor parte de las tierras de los Ayoreo fueron ocupadas por foráneos. En Paraguay, los estancieros talaron los bosques de madera valiosa y establecieron vastas estancias ganaderas. Desde los años veinte, miles de menonitas europeos establecieron colonias en el Chaco; sus estancias y granjas lecheras atrajeron a los especuladores de tierras, cuyas compañías son propietarias actualmente de gran parte del territorio Ayoreo.

Más recientemente llegaron a los territorios Ayoreo los misioneros fundamentalistas de la New Tribes Mission (NTM) estadounidense. La NTM ha tratado de convertir a muchos Ayoreo y estableció una colonia en un lugar llamado Campo Loro.

En 1979 y 1986, los indígenas "evangelizados" se internaron en el bosque, con apoyo de la NTM, para ubicar a los indígenas Ayoreo no contactados pertenecientes a un grupo conocido como los Totobiegosode: "pueblo del lugar del jabalí". Al menos cinco de los Ayoreo "evangelizados" murieron durante estas expediciones, cuando los indígenas no contactados se defendieron ante los intentos de capturarlos. Muchos de los Totobiegosode trasladados a Campo Loro murieron al poco tiempo debido a enfermedades. Las campañas de Survival y otras organizaciones detuvieron estas "cacerías humanas".

Un número desconocido de Ayoreo-Totobiegosode permanecen en el bosque, resistiendo activamente el contacto con foráneos. Por evidencias como huellas y chozas abandonadas se sabe que existen varios grupos familiares que habitan un área extensa.

En 1993, los Ayoreo-Totobiegosode obligados a salir del bosque presentaron una reclamación de tierras al gobierno en nombre de sus parientes que todavía permanecían en el bosque. Con la ayuda de una ONG local, el Grupo de Apoyo a los Totobiegosode, los indígenas solicitaron la propiedad o la protección de 550.000 hectáreas de su tierra, menos de un quinto de su territorio ancestral de 2,8 millones de hectáreas.

Desde que la reclamación fue enviada, el gobierno ha otorgado 67.400 hectáreas en propiedad a los indígenas y ha prometido otorgar 116.000 hectáreas más. También se establecieron interdictos sobre el total de las 550.000 hectáreas, para evitar que los terratenientes y otros colonos talen los bosques y realicen cualquier otra actividad en esas tierras. Pero a pesar de los mandatos judiciales, recientemente se ha producido una alarmante ola de incursiones, algunas de las cuales provocaron que los Totobiegosode del bosque huyeran abandonando sus chozas, las que luego fueron encontradas vacías.

En junio las máquinas excavadoras abrieron senderos hacia el bosque de la parte sudeste del territorio indígena, en tierras de propiedad de las compañías Veragilma y Falabella. Se talaron senderos para permitir el acceso a montes de palo santo, una madera dura con alto valor comercial. Al mismo tiempo, las autoridades del gobierno regional del Alto Paraguay están impulsando una nueva colonización de estas tierras. Un enorme camino fue despejado por los colonos menonitas en una estancia llamada Yvy Porá: esto perturbó a los Totobiegosode que viven en la zona, provocando su huida. Se han despejado otros caminos en las estancias Nieto y Gorostiaga en el sur y el oeste del territorio Ayoreo.

Los Ayoreo-Totobiegosode han estado huyendo de las incursiones en sus territorios durante décadas, y han dejado bien en claro que no quieren establecer contacto alguno: en 1994 y 1998 dispararon flechas contra las topadoras que operaban en sus tierras. El desmonte de sus tierras es ilegal, y si continúa, pondrá a los Ayoreo no contactados en grave peligro de verse envueltos en conflictos violentos y caer nuevamente víctimas de enfermedades.

Artículo reproducido de E-News de Survival International, 23/7/03