Chile: un modelo severamente cuestionado

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Actualmente las plantaciones para pulpa en Chile cubren más de 2,1 millones de hectáreas, 75% de las cuales con una sóla especie -el pino radiata- y el resto fundamentalmente con eucalipto.

El modelo forestal chileno, que tuvo su origen durante la dictadura militar y ha sido publicitado como un ejemplo de moderno desarrollo forestal, siendo exportado como tal a los países de la región, enfrenta actualmente grandes problemas. La concentración de la tierra en manos de un puñado de compañías madereras y plantadoras (como Forestal Arauco, Forestal Mininco y CMPC), el desplazamiento forzado de miles de campesinos e indígenas, la pobreza existente en las comunidades que dependen de la actividad forestal, la destrucción de los bosques del Sur para ser reemplazados por plantaciones, así como los impactos negativos sobre los recursos hídricos y la biodiversidad, han hecho que dicho "modelo" esté siendo severamente cuestionado. Las pretendidas virtudes del mismo son tan sólo mitos, que las empresas y el gobierno usan para su propaganda.

En febrero de 1998 la comunidad pesquera de Mehuín, ubicada en la sureña X Región, se opuso al proyecto de Celulosa Arauco y Constitución -una gigantesca productora de pulpa y papel- para construir una planta cuyos desechos tóxicos irían a parar, a través de una larga cañería, a la bahía en cuyas márgenes se encuentra ese poblado. De la movilización participó toda la población de Mehuín, que logró que el proyecto fuera finalmente rechazado.

La fuerte oposición a la expansión de los monocultivos forestales en sus tierras tradicionales ocupa un lugar central en la defensa del ambiente emprendida por las comunidades indígenas mapuche en las Provincias de Arauco, Mallenco y Cautín, en el sur del país. Durante 1998 y 1999 estas comunidades llevaron adelante una serie de acciones. Los mapuche deben enfrentar no sólo a las poderosas empresas forestales, sino también al Estado chileno, que ha subsidiado el modelo -y sigue haciéndolo- al tiempo que en los hechos niega el derecho de los pueblos indígenas a su tierra y su cultura, y utiliza a la policía y al ejército para reprimirlos. En los últimos meses las acciones contra las compañías plantadoras se han incrementado notoriamente, tanto en número como en intensidad, entre ellas la ocupación por parte de los indígenas de tierras que les pertenecen pero que se encuentran actualmente en manos de esas empresas, la destrucción de maquinaria forestal, la organización de una marcha a la capital del país. Las empresas y el estado se están poniendo cada vez más nerviosos y se encuentran más y más aislados, en tanto los mapuches ganan en fuerza y apoyo.