El cerro Ñielol que se encuentra en la ciudad de Temuco, en la IX Región de Chile, es fiel testigo de las numerosas mentiras que se escuchan tanto en esa región como en muchas otras de ese país, y otros, con relación a los bosques y las plantaciones.
Otras informaciones
La empresa finlandesa Oy Metsä-Botnia Ab (nombre comercial Botnia), fundada en 1973, es la segunda mayor productora de celulosa de Europa. Tiene cuatro empresas subsidiarias, de las cuales dos están instaladas en el Uruguay: Compañía Forestal Oriental S.A. (FOSA), para el desarrollo de plantaciones de eucalipto; y Botnia S.A., creada en 2003 para llevar a cabo el proyecto de instalación de una fábrica de celulosa de un millón de toneladas anuales.
Los cultivos intensivos de palma aceitera y la extracción de los aceites resultantes para exportación siempre han estado vinculados a la represión. El cultivo en plantaciones fue originalmente establecido por los regímenes coloniales. Una rápida expansión de las plantaciones en Asia, después de la Segunda Guerra Mundial, fue estimulada en conexión con la limpieza de las selvas, utilizada ésta como un arma para combatir a los rebeldes malayos.
El ambiente de Kalimantán Occidental ha cambiado radicalmente en los últimos 25 años. Gran parte del bosque que servía de sustento a las comunidades fue talado por las empresas adjudicatarias de esas tierras para instalar allí plantaciones de palma aceitera. Incluso los bosques que tradicionalmente se mantenían en reserva para las generaciones futuras (hutan cadangan) son víctimas de la “conversión forestal”, pues el gobierno considera que la tierra que se deja en barbecho, como recomiendan los sistemas tradicionales de cultivo, está “descuidada” o “en estado crítico”.
Las plantaciones de palma aceitera se expanden en América del Sur: Colombia, Ecuador, Venezuela y ahora Perú, que se suma al impulso comercial. Las empresas encuentran lucrativas oportunidades a costa de la invalorable selva amazónica y de la vida de los campesinos, quienes se ven desplazados de las tierras que trabajan para obtener su sustento.
La acelerada destrucción de bosques tropicales y tierras boscosas indígenas en Uganda con la finalidad de hacer lugar a la producción de palma aceitera y azúcar, sigue un patrón muy conocido que ya se vio en otras partes del mundo, en especial en el sur de Asia.
En 2001 el gobierno, según informó profusamente la prensa local, entregó 5.000 hectáreas de bosques protegidos que estaban bajo su tutela a BIDCO, una empresa productora de aceite de palma originaria del sur de Asia. Estos bosques, situados en las islas Ssese, en el lago Victoria, fueron rápidamente eliminados.
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By Anne Petermann and Orin Langelle. Seeding, July 2006
En los últimos años el WRM ha coordinado con organizaciones locales de varios países de África, Asia y América Latina varias investigaciones para documentar los impactos de los monocultivos a gran escala sobre la gente y la naturaleza (véase http://www.wrm.org.uy/publicaciones/inicio.html#libros). En algunos de los estudios de caso se incluían plantaciones certificadas, en tanto uno de ellos (Uruguay) se centró exclusivamente en plantaciones certificadas por el FSC.
En 1999, la empresa Programa FACE de Forestación (PROFAFOR) del Ecuador S.A., contrató a la verificadora suiza SGS (Société Générale de Surveillance) para evaluar el manejo forestal de 20.000 ha de sus plantaciones de monocultivos de árboles en la sierra ecuatoriana.
Una investigación muy completa sobre los impactos de las plantaciones industriales de árboles en una provincia de Sudáfrica (“A Study of the Social and Economic Impacts of Industrial Tree Plantations in the KwaZulu-Natal Province of South Africa”, disponible en http://www.wrm.org.uy/countries/SouthAfrica/book.pdf), realizada por John Blessing Karumbidza, ha permitido identificar gran cantidad de impactos negativos de los monoculivos de árboles --económicos, sociales y ambientales-- que afectan las comunidades locales, los recursos hídricos y los ecosistemas.
Las plantaciones madereras (de eucalipto, pino y acacia) cubren hoy cerca del 9% de la superficie de Swazilandia. En diciembre de 2004 Wally Menne, integrante de la coalición Timberwatch de Sudáfrica, publicó su investigación sobre los impactos sociales y ambientales de las grandes plantaciones madereras en Swazilandia: “Timber Plantations in Swaziland: An investigation into the environmental and social impacts of large-scale timber plantations in Swaziland” (disponible en http://www.wrm.org.uy/countries/Swaziland/Plantations.pdf ).
En 1987 se aprueba en Uruguay una legislación que implica la promoción --a través de exenciones impositivas y subvenciones-- de monocultivos a gran escala de árboles exóticos (principalmente eucaliptos y pinos) con destino a la exportación. Es así que el país, hasta entonces agrícola-ganadero, comienza a convertir parte de sus fértiles praderas en “desiertos verdes”, que actualmente superan las 700.000 hectáreas.