Artículos del boletín

La República Democrática de Congo (RDC) posee más del 50% de los bosques tropicales que quedan en África. De sus 2,3 millones de kilómetros cuadrados, casi la mitad son bosques. Solamente Brasil e Indonesia tienen mayor superficie de bosques tropicales. Si bien la explotación de recursos no cesó durante la guerra, muchas empresas madereras extranjeras detuvieron sus actividades. La compañía malaya Innovest, por ejemplo, ha vendido activos en la RDC debido a las pérdidas financieras.
En julio de 2001, grupos de la sociedad civil de Uganda presentaron una demanda al Panel de Inspección del Banco Mundial, denunciando que el proyecto de la represa de Bujagali violó varias de las políticas del Banco Mundial y que produciría perjuicios sociales, económicos y ambientales a los pobladores locales. Como resultado, el Panel tomó el caso y el 30 de mayo presentó un informe confidencial al Directorio Ejecutivo; en el mismo se concluye que la represa de Bujagali planificada (detallada en el Boletín Nro 42 del WRM) viola cinco políticas claves del Banco Mundial.
Las plantaciones de caucho y de palma aceitera, aun cuando no están relacionadas con la industria de la celulosa y el papel, afectan a las comunidades locales de manera similar a las plantaciones de árboles de rápido crecimiento. Las plantaciones de caucho y de palma aceitera también utilizan grandes superficies de tierra, a menudo tierra que es crucial para el sustento de los pueblos del lugar.
El mundo tiene algo que celebrar: hay buenas noticias para los Jarawa. Este pueblo que se ha mantenido largamente sin contacto con el resto del mundo habita en las islas Andaman en el océano índico. Ha elegido voluntariamente continuar casi completamente aislado, en tanto sus tierras han sido invadidas por colonos británicos e indios durante los últimos 150 años.
La pérdida de acceso a los recursos forestales no sólo se produce con la deforestación de los bosques, sino también cuando las plantaciones comerciales de árboles reemplazan a los bosques. Es bien conocido que las plantaciones de árboles de especies introducidas plantadas con fines comerciales para los mercados locales e internacionales, carecen de los productos del bosque no relacionados con la madera, especialmente los recursos utilizados para vivienda, elementos del hogar, alimentos, combustible, artesanías y medicinas.
Las plantaciones de árboles representan un problema cada vez mayor en todo el mundo, y esto resulta especialmente claro para los pobladores que viven en los alrededores de la plantaciones. Por ejemplo, el Jefe del subdistrito de Xiang Khai del distrito de Xaibouli, en Laos, afirmó: "Las plantaciones de eucaliptos están causando la degradación de los recursos del agua, el suelo y los bosques. No quiero que nadie más plante árboles de eucaliptos en mi subdistrito."
La certificación otorgada por el Consejo de Manejo Forestal (FSC, por su sigla en inglés), o lo que se ha dado en llamar el "sello verde", constituye un aval de que la madera de la empresa así calificada ha sido obtenida a partir de prácticas que contemplan un manejo sustentable del bosque.
Panamá ha perdido el 60 por ciento de sus bosques en un proceso de deforestación en el que, según el último informe del Servicio Forestal, desaparecen unas 50.000 hectáreas de bosques cada año. Las razones que llevan a esta situación son múltiples y complejas, abarcando desde causas externas a internas.
Los intereses empresariales que giran en torno a la palma africana, o palma aceitera, (ver Boletín 47 del WRM) encuentran en México, y más precisamente en Chiapas, un lugar ideal para su negocio, básicamente por la diversidad de climas de la zona, la disponibilidad de mano de obra barata (más aún por su condición de estado fronterizo con América Central, donde abunda la mano de obra indocumentada) y la posibilidad de acceder fácilmente a la tierra de comunidades campesinas que, empujadas y presionadas por las poderosas fuerzas del mercado expresadas en políticas agrarias, pasan a convertirs
El sector forestal argentino está llorando. Se le ha venido a pique el negocio de la plantación a gran escala de monocultivos de especies exóticas de rápido crecimiento con destino a la industrialización de celulosa.
El sistema de producción semi-intensivo aplicado en las granjas camaroneras ubicadas en el departamento de Córdoba, en la región atlántica de Colombia, provoca grandes trastornos al ambiente circundante. Entre otras cosas, implica el vertido constante de grandes volúmenes de agua saturada de desechos orgánicos dentro del estuario de la cuenca baja del río Sinú.
La empresa maderera "Plywood Ecuatoriana S.A.", de propiedad de la familia Alvarez - Barba, terminará por hacer desaparecer los últimos bosques primarios existentes en la zona del Chocó ecuatoriano, específicamente en la provincia de Esmeraldas. Sin embargo, esta empresa depredadora del bosque recientemente ha optado por vestirse de verde.